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martes, 23 de junio de 2015

Crítica: "Simplemente irresistible", de Rachel Gibson



Este NO es un libro de la lista Top 100 AAR

...Y posiblemente jamás se acuerden de ella. Pero es muy digna como una primera novela. Y entretenida. Puedes darle una oportunidad si el humor contemporáneo es tu estilo.

DATOS GENERALES
Avon, 1998

Título original: Simply Irresistible
Fecha de publicación original en inglés: enero de 1998
Subgénero: contemporánea

Publicación en España: Talismán, 2008 (del grupo editorial Grup 62)
Traductoras: María-José Losada Rey y Rufina Moreno Ceballos

Parte de una serie: 1.º de los Chinook

SINOPSIS

Verdaderamente inolvidable.

Georgeanne Howard, graduada en una escuela de encanto y extraordinaria belleza sureña, deja a su novio en el altar cuando se da cuenta de que no puede casarse con un hombre lo suficientemente Viejo como para ser su abuelo, no importa lo rico que sea. John Kowalsky sin saber quién es la ayuda a escapar, y ya es demasiado tarde cuando se da cuenta de que ha ayudado en su fuga a la novia de su jefe. En la cumbre de su carrera deportiva en el hockey sobre hielo, este chico malo no busca ser el Salvador de nadie salvo de sí mismo, no importa lo bello que sea este ángel. Pero una larga noche les espera, una noche demasiado sofocante para resistirse a la tentación.

Cuando Georgeanne y John se encuentran de Nuevo, ella va camino de convertirse en dueña del catering favorito de Seattle y él ya ha superado sus días locos. Pero queda estupefacto cuando descubre que aquella sola e inolvidable noche en el paraíso dio como resultado una hija, y está decidido a ser parte de su vida. Georgeanne ha amado a John desde el momento en que ella saltó en su pequeño Corvette rojo hace siete años, pero no quiere arriesgar de nuevo su corazón. ¿Es un hombre que ha cambiado? ¿Y él se va a arriesgar a cabrear a su jefe, y echar a perder su última oportunidad de lograr la gloria deportiva, para demostrar que esta vez su amor es eterno?

CRÍTICA

Cuando escribí aquí mi artículo sobre una de mis escritoras favoritas, Rachel Gibson, pensé que sería interesante, como hice con Sandra Brown, incluir una crítica de su primera novela. Sus primeras palabras…

-          Necesito salir de aquí, ¿puedes ayudarme?
Una sonrisa curvó la comisura de la boca de John cuando se deslizó al interior del Corvette. No tenía pensado que Miss Enero saltara a su coche. Parecía empaquetada en satén desde las axilas hasta los muslos. Sus piernas eran largas y bronceadas, y lucía un par de endebles tacones sin correas.

Aunque esta novela es la primera de una serie, se mantiene muy bien de forma independiente.

Cuando lo leí hace años, lo primero que me llamó la atención es lo bien escrito que estaba para ser una primera novela. Comparémoslo con los primeros esfuerzos de Kleypas (Donde la pasión nos lleve, 1987) o SEP (Imagínate, 1984), auténticos pestiños.

Sí, es verdad que este tipo de libros (humor contemporáneo + deporte) nos hace pensar en Susan Elizabeth Phillips. Eso sí, aquí va de un deporte que me parece más interesante que el fútbol americano: el hockey sobre hielo. Pero, a diferencia de SEP, Rachel Gibson no nos abruma con detalles sobre partidos, temporadas y problemas de un deporte que en general nos resulta tan ajeno.

Empieza con una novia a la fuga. Recibe la ayuda inesperada de un deportista profesional. Se cuela en su coche. Embutida en un vestido que parece celofán, tira del escote para evitar enseñar tetamen y luego de la falda para intentar no enseñar La Línea de la Concepción. Él no puede evitar fijarse… Atracción instantánea que lleva a una noche apasionada. Y el resultado es el tópico más típico propio de un harlequin: secret baby.

El principio me resultó un poquito lento, pero luego me enganchó y no pude dejar de leerla hasta el final. Sus atractivos son muchos. Te encantará o no dependiendo de que te guste la heroína. Porque lo que hay que entender, desde el principio, es que ni John ni Georgie son perfectos y en más de una ocasión querrías retorcerles el cuello.

Para Georgeanne, el sexo está sobrevalorado. Disléxica y sin muchos recursos, su abuela la metió en una “escuela de encanto” en la que aprendía, me imagino, habilidades sociales como una atractiva anfitriona, así que creían que lo máximo a lo que podía aspirar era, según su abuela, a pillar a un buen hombre, preferiblemente un carnicero. Ella pondría la belleza y el otro la cartera.

Su oportunidad surge cuando Virgil Duff, el dueño del equipo de los Chinook de Seattle, le propone matrimonio. Acepta, pero el día de la boda, sale corriendo, con taconazos, minivestido y un bolso lleno de cosméticos.

Luce curvas, no es ni escuálida ni atlética, a diferencia de tantas juncales sílfides que pueblan nuestro género. ¡Brava!

Se sube a un espectacular Corvette rojo. Conduce John “el Muro” Kowalsky, que a primera vista no la reconoce. Poniendo sobre el tapete todo su encanto sureño, Georgeanne intenta seducirlo para que la proteja. Irritante y parlanchina, rezuma encanto sureño. Así que John la mira con la misma incredulidad que lo haría cualquier persona medianamente normal.

John es un jugador de hockey sobre hielo, así que “alto y fuerte” se da por supuesto: vamos, que es un armario empotrado. Pero no es un tipo modélico. Pasa por un mal momento, con dos matrimonios previos que no son para sentirse orgulloso. Como el resto de hombres de la novela, se expresa con autenticidad. No son blanditos que suelten frases relamidas. Duro, bebedor, nada sentimental, no se deja engañar por mohines de bella texana. O sea, un macho macho man más próximo a los héroes de Sandra Brown que a los de Susan Elizabeth Phillips o Jayne Anne Krentz, por citar a otras autoras contemporáneas.

Georgeanne no le cae bien. Pero pasan una noche de sexo fantástico… y se libra de ella al día siguiente sin volver la vista atrás.

Se reencuentran años después. John es el capitán del equipo y, aunque sigue siendo algo malote, ya no se dedica a beber como un cosaco, e incluso se siente inclinado a sentar la cabeza.

Georgeanne tiene negocio propio, con su amiga Mae. Cuando John descubre que tiene una hija, no lo duda: va a formar parte de su vida. Tiene muy claro que lo que siente por Georgeanne no es amor, sino deseo. Hay un par de escenas amorosas explícitas, pero no es una novela de “tensión sexual no resuelta”.

La guinda es una declaración (pública) de amor que me recordó algo a las de Susan Elizabeth Phillips, un poquito de vergüenza ajena y confirma que el tacto no es lo propio de John “El Muro” Kowalsky.

En resumen, que aunque todas pensemos que Rachel Gibson se da un aire a lo Susan Elizabeth Phillips, lo cierto es que acaba siendo un poco menos de convencional que ella. Te sumerge en un ambiente algo más moderno. Esto es Seattle, cuyos temas favoritos de conversación son la lluvia, el café y Microsoft. Es el mundo de Mae, la sarcástica amiga y socia de Georgeanne, con sus amigos, la historia de su hermano gemelo, las víctimas del SIDA, y una química inmediata con Hugh, colega de John, lo que da lugar a diálogos ingeniosos y frescos.

No es sentimental, ni alaba la pequeña ciudad ni hay secundarios entrañables, o defensa a ultranza de los valores familiares. Baste pensar en los padres de Mae (que ella no invita a su boda) o la madre de Georgeanne (que nunca ha tenido el menor interés en relacionarse con ella).

Creo que esta autora se permite mantener cierta distancia con los tópicos del género, sin caer en idealismos un poco tontorrones. Menciona temas que, sin ser insólitos, tampoco abundan: la dislexia, la muerte de un bebé prematuro, el suicidio, el alcoholismo o jóvenes cañón prometidas con viejos millonarios.

La he leído en inglés, así que no sé cómo estará la traducción; de lo cual me alegro, porque las dos traductoras no son de mis favoritas.

Valoración personal: buena, 3

Se la recomendaría a: los aficionados a la novela contemporánea con humor.

Otras críticas de la novela:

Una versión anterior de esta crítica se publicó en El rincón de la novela romántica, en Historias de ensueño le dan 9/10, para Lady Marian, merece un 8/10, y también se puede leer crítica en español en Libros de romántica.

En inglés, pongo dos: All About Romance le puso como nota una B y en For Love and Books le dan tres corazones. 

2 comentarios:

  1. Aunque es cierto que solo he leído los dos primeros libros de esta serie y que de los Chicago Stars los he leído todos, creo que SEP sabe sacarle mucho mas partido al deporte en el que se centra que Gibson. Y particularmente yo si leo un libro sobre deportistas me gusta conocer cosas de el deporte en el que se mueven.
    Puede ser un malentendido, ¿pero me ha parecido entender por tu reseña que opinas que los protas de SEP son mas "blandos"?
    Para mi este libro fue una gran decepción, había leído antes Jane Juega y Gana que me apasiono, y este se me ha quedado muy por detrás. De este libro lo que salvo es a Lexie, y su relación con John, leerla llamarle Sr Muro (Mr Wall en mi caso) no fallaba en sacarme una sonrisa.

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    1. Sí que llevas razón en que el deporte interviene más en las de SEP que en las de Gibson, algo que será bueno o malo dependiendo de lo que quiera ver cada lector.
      En mi caso prefiero que sea más parte del decorado que otra cosa. Quizá porque son deportes que no me gustan demasiado, si estuviéramos hablando de rugby, ¡ah, eso sería otra cosa!
      No, no he dicho que los personajes de SEP sean blandos. Me he explicado mal. Lo que quiero decir es que los hombres Gibson son más "dotación básica": lo que ves es lo que son, mientras que con los de SEP no es siempre así; y, segundo, parte de esa caracterización es su forma de hablar, que "suena" más auténtica; por eso menciono a Sandra Brown, que tiene un oído fantástico para el habla masculina.
      De nuevo, es algo que puede jugar a su favor o en contra, dependiendo de que el resto, como el argumento o la heroína, saquen adelante la historia.
      A mi también me ocurrió que lo leí después de Jane juega y gana y me gustó bastante menos. No tenía nada que ver con aquélla. Luego supe que era una primera novela y mi perspectiva cambió un poco.
      Pero fíjate, cada lector es un mundo. Después de leer este libro hace un tiempo, lo que se me quedó a mí más en la memoria fue el personaje de Georgeanne como una mujer que, educada para ser una cosa, reorienta su vida y se construye a sí misma como un tipo de mujer diferente; y también la historia de Mae, la mejor amiga, implicada en temas de la lucha contra el SIDA. Posiblemente sea porque el tema infantil no me llama, y menos si es en formato secret baby.

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