viernes, 21 de febrero de 2025

Once años de blog

File:Junction 11.svg

 

 

Hoy, veintiuno de febrero de 2025, se cumplen ONCE años desde que empecé este blog.

                                                                 

¿Qué he hecho este último año?

 

A diferencia de otros pasados, sí que hice un desafío, el Summer Reading Challenge, una especie de reto poco exigente propuesto por un grupo de autoras, alguna de las cuales sigo. 

Consistía en leer diez novelas de entre varias que tenías gratis y luego, hacer una crítica. A cambio, me mandaron una pegatina cuqui, no veas la ilusión que te hace recibir algo por el correo de toda la vida, con sello de otro país.


 

Completé la bibliografía de Tal Bauer, quien se ha convertido en uno de mis autores favoritos. Bueno, la completé a mi manera, ya que hay una novela que decidí no leer porque el planteamiento me daba un poco de dentera.

Acabé de leerme la serie Rough Riders de Lorelei James, con gente auténtica del Oeste actual, que a veces es erótica y otras simplemente contemporánea muy subida de tono. Aproveché que estaba en Kindle Unlimited.

No obstante, me quité de esa suscripción ya que vi que estaba leyendo cosas que no me llamaban tanto, solo porque estaban ahí. A ver si así consigo bajar un poco mi enorme TBR pile, formada muchas veces por libros que me han salido gratis o rebajados de precio.

A cambio, me saqué el carné de la biblioteca y me apunté a eBiblio, servicio de préstamo gratuito de la red de bibliotecas públicas de España. Es verdad que no hay demasiada romántica, y la que hay es de autoras que yo no leo: Alice Kellen, la Benavent y la Maxwell,  Colleen Hoover, esas cosas.

Pero sí me ha servido para probar algún audiolibro y leerme algunas de Nora Roberts, además de ficción literaria, ensayos y, cuando tengo el día (o sea, rara vez, ya lo explico más abajo), El Diario montañés.

Por fin empecé a leer los libros de Lady Sherlock, de Sherry Thomas, y me llevé un chasco. Salvo uno, el resto no los disfruté realmente, y dejé de leer. Son demasiado caros para lo que me dan. Escritos de fábula, sí, pero con demasiada morosidad en el romance e inútilmente intrincados en el misterio.

Empecé una serie de suspense romántico light, Fatal, de Marie Force, porque encontré rebajado de precio un box set con las primeras. Pero no seguí, ya que todos los libros se dedican a una sola pareja. Como romance se quedan cortas y el suspense no es tan bueno como para justificar que se le llame novela negra.

He leído de mis géneros favoritos, tanto contemporáneas (Sarina Bowen, Amy Andrews, Carly Phillips) como suspense romántico (Linda Howard, Nora Roberts), histórica tirando más de cosas antiguas (Tessa Dare, Loretta Chase), male/male romance (Eden Finley, Saxon James). 

Este año no sacaron novela ninguna de mis favoritas. Ni siquiera Sandra Brown, y mira que es como un reloj, pues nada, en vez de agosto/septiembre de 2024, su siguiente novela sale en marzo de 2025 y la fecha que me da Amazon como prevista para la entrega del libro en tapa dura que he comprado en preventa (es la única autora que sigo comprando en papel, y no siempre) es el 13 de marzo de 2025. Tampoco sacaron novela Lisa Kleypas (perdida para la historia), ni Susan Elizabeth Phillips, Susan Brockmann, Meljean Brook (ni como Milla Vane) y por supuesto, olvídate de Kinsale, Julie James o Meredith Duran, de que Sherry Thomas vuelva a la histórica en condiciones o que Courtney Milan deje de dedicarse a dar mítines.

               Romántica escrita originalmente en español creo que no he leído ninguna. Puede que este año caiga alguna. Pero en los últimos doce meses no ha cuadrado.

Sigo haciendo comentarios en Goodreads, que me sirve mucho para anotar cosas cuando no tengo tiempo de escribir la crítica o reseña larga del blog. Este año pasado ha ocurrido en varios momentos, que he estado desconectada y muy liada y luego para ponerme a escribir la entrada del blog, he partido de lo que escribí en Goodreads.

Aparte de eso, me abrí cuenta en Babelio, a la que pasé muchas críticas de Goodreads. Pero como en Babelio pretendo comentar otros libros (literatura, ensayo), poco a poco iré eliminando las críticas de romántica y me quedaré sólo con esos otros libros. Contribuyo también poniendo resúmenes de editoriales, etiquetas, cosillas útiles que en Goodreads no hace falta pero que en Babelio sí, es como si estuviera un poco a medio hacer. Ahí uso otro nombre, Papagena, por si tenéis curiosidad.

 

Artículos

Aparte de las críticas dedicadas a efemérides que se cumplieron en los últimos doce meses, hubo una celebración notable de la que no hice crítica, porque ya estaba: los treinta años de Lord of Scoundrels (Abandonada a tus caricias), de Loretta Chase, la novela que —según mis datos— es, estadísticamente, la mejor romántica ever. Sí que le dediqué un post. Y la volví a leer. Aunque pocas cosas son como la primera vez, sigue pareciéndome resultona. El problema que tiene es el mismo de todas las que te exaltan mucho, que luego la leas y te quedes algo desinflada, «pues no era para tanto».

Es habitual en mi blog dedicar un par de artículos a lo mejor del año, y este enero no ha sido diferente, ahí están «Lo mejor de 2024 (según la crítica)» , y «La pedrea (2024)».

Aprovechando que en 2024 celebraba mis cuarenta años de amor con la novela romántica escribí unas Memorias en once entregas. Al hilo de mis lecturas en estas cuatro décadas, comentaba los diversos géneros. No sé si el aniversario era la excusa para hablar de géneros o a la inversa. Además de histórica y contemporánea, hablé de genéricas, de los romances regencia tradicional y el suspense romántico, acabando con mis géneros menos frecuentados en «Lo rarito (del paranormal a la ciencia ficción)».

               Me sirvió para darme cuenta de cómo han ido cambiando la novela romántica, y yo con ella. Hay cosas a las que me adapté, e incluso me gustaron más que otras anteriores. La histórica, en sus encarnaciones nueva (Kleypas) y novísima (Courtney Milan) me maravillaron más que los tochos anteriores (Woodiwiss), a pesar de que también las leía y me gustaban. Abracé con entusiasmo la diversidad, encantada de la vida de que haya surgido algo como el male/male romance, y los romances deportivos. Y que haya más sexo explícito.

Ahora, otras cosas se me han hecho bola. La primera persona dual, las portadas colorinchis que parece que todo es rom-com, o esta manía de ponerse en plan activista en todo, o esa histórica que ni siquiera pretende ser vagamente correcta en su ambientación… Esas cosas ya no me gustan tanto.

Aunque el principal «pero» que le pongo a las novelas de ahora, me estoy dando cuenta este año, es lo pesadas que son contando las cosas.  Páginas y páginas de rumiaciones, pensamientos inútiles, diálogos plomizos, sexo a tutiplén pero aburrido, escenas redundantes que no van a ninguna parte, ni hacen avanzar el argumento ni contribuyen a la descripción de los personajes... O sea, el arma de Chéjov pero a la inversa. Es como si la mayoría de la romántica que se publica ahora le falte un hervor. Como si publicaran borradores, o primeras versiones de novelas, sin repasar. Igual es la facilidad de publicar en digital, el ritmo acelerado que les hace sacar a algunas cinco o seis libros al años. 

Es verdad que con el pasado siempre hay un sesgo de selección. De lo que se publicó antaño, nos han llegado los ecos de lo mejor. Los bodrios de los ochenta o noventa se fueron por el desagüe de la historia. 

Otra posibilidad: simplemente, tengo demasiados años como para que me toquen la fibra sensible niñatos/as/es que escriben novelas pretenciosas basadas en: 1) mirarse mucho el ombligo, 2) ir de víctimas por la vida, 3) descubrir el hilo negro.

Pero también puede ser que haya una época dorada en cada género, y el de la romántica haya pasado ya. La literatura española tuvo su Siglo de Oro (Ss. XVI-XVII) y su Edad de Plata (finales del XIX, principios del XX), y en otras épocas (por ejemplo, siglo XVIII) reinó la mediocridad. Pues esto es igual. Quizá de aquí a veinte años la gente entendida siga hablando de Kinsale o Kleypas, y leyendo Lord of Scoundrels y sin embargo, nadie recuerde ya a Hazelwood o Emily Henry, de la misma manera que se olvidaron de Helen Hoang. En esta tesis mía, lo mejor de la novela romántica se dió en la década de los noventa del siglo pasado, cuando se sabía equilibrar tópico, desarrollo de personajes, cuidado en la redacción, ambientación adecuada que no distrae del argumento, la dosis justa de sexo explícito… 

Añado que se da una circunstancia personal: tiendo a disfrutar de lo clásico, lo que ya está consolidado. En literatura, rara vez me atrae lo actual. Antes me verás leyendo a Dostoyevski que al último Nobel y lo mismo hago con ficción comercial; así, en histórica, por ejemplo, trincaré antes uno de Robert Graves, Gore Vidal, Hella Haase o Marguerite Yourcenar que Ildefonso Falcones o Ken Follet. ¿En música? Mi favorito number one es un tipo que lleva muerto 234 años, y el number two, 275. Si escucho a algún artista vivo, será a Springsteen o Depeche Mode. Con deciros que en el cine ando ahora redescubriendo a John Ford y Howard Hawks... No es de extrañar que, cuando de senderismo se trata, siga los caminos que abrieron otros, rara vez me aventuro a crear rutas novedosas. Así que no tiene nada de raro que, siendo esta mi inclinación personal, en romántica quiera leer lo que me parece mejor, esté escrito cuando esté escrito, y que los autores jóvenes no me digan nada.

Libros cinco estrellas

Pues realmente no ha habido muchos, la verdad. Obviamente, con los años que pasan cada vez es más difícil encontrar cosas de las que enamorarte. Al principio de leer romántica, todo te parece increíble, maravilloso, porque todo es nuevo, distinto, y te preguntas dónde estaban estos libros, por qué has tardado tanto en descubrirlos. Luego, ya te vas acostumbrando (una forma de adaptación hedónica), y ves los mismos tópicos una y otra vez, poco te sorprende, las novelas de las autoras buenas ya las has leído. Aún así, siempre hay un hueco para la excelencia.

Desde 21 de febrero de 2024, hasta hoy, he hablado de tres libros cinco estrellas, aparte del Lord of Scoundrels:

Kathleen Gilles Seidel: Again (1994). Un encanto, ambientada en un culebrón televisivo de los 90

Mary Balogh: Lord Carew’s bride (1995). No tiene nada y, sin embargo, me encandiló. El perfecto ejemplo de «comfort read».

Astrid Amara: Songo f the navigator (2015). Male/male romance espacial de tono sombrío

 

¿Planes para el futuro?

Seguir sin hacer retos, salvo cosas organizadas por las propias autoras como el Summer Reading Challenge, que son bastante relajados y más o menos tengo asegurado que leeré libros de autoras que me gustan.

Tiraré de mi tríada favorita: contemporánea-suspense-histórica. En lo primero, supongo que preferiré estas ligeritas con su dosis de sexo y humor, que suelen escribir en tercera persona, como Amy Andrews o Sarah Mayberry, esas cosas. Y alguna más de Tessa Bailey, a la que llaman la «reina del dirty talking», con razón. También, la que creo yo que es mejor en contemporánea actual, Sarina Bowen. Aunque sigue con la pesadez esa de la primera persona dual, también mete partes en tercera persona, y tengo la impresión de que será de las autoras actuales que antes vuelva a una forma de narrar más clásica. Las dos últimas de Susan Elizabeth Phillips las tengo compradas y pendientes de leer. 

En suspense, a ver si me acabo la bibliografía de Louise Dawn, y luego le doy un repaso a los de Toni Anderson.

En histórica, tengo la intención de seguir con oldies but goldies, a la vista de que lo actual se me atraganta. O sea, que tengo pensado comentar aquí libros de Loretta Chase, Tessa Dare, Eloisa James, Balogh, Putney, Heyer...

No he actualizado mi lista de 1000 mejores. Se supone que en 2024 All About Romance iba a hacer un nuevo Top 100. Empezaron, pero luego la cosa se paró. No sé si por problemas de salud de la persona que lleva esto o porque siguen sin saber cómo hincarle el diente. Así que me he quedado un poco a verlas venir. ¿Actualizo o no mi lista? No lo sé. De momento, la elección no la tengo yo sino la vida: el trabajo y otras cosas me quitan tiempo, ahora mismo no puedo embarcarme en ese proyecto.

Mi montaña de libros adquirido pendientes de leer sigue ahí. A pesar de haberme quitado de KU, sigue habiendo cientos de novelas que tengo guardadas en mi Kindle nuevo y en las diversas apps de mi móvil (Book Funnel, Google Play, mi Kindle viejo, a las que este año he añadido Kobo y eBiblio). La última vez que conté, me salieron 588 libros adquiridos y sin leer, o sea, lectura para unos cuatro años si no comprara ni leyera absolutamente nada más.

Lo que sí he hecho este año, a diferencia de otros, es parar en tres ocasiones. Sigo con mis lecturas, aunque no escriba sobre ellas. Leer es para mí una adicción. Los que me conocen dicen que mi cerebro necesita constantemente ser alimentado, con datos, con historias,… Pero no siempre tengo tiempo para hablar de ello.

Hice una pausa en junio porque se me acumularon muchas cosas en el curro, a ver si lo sacaba adelante. Spoiler: no, es imposible, cuanto más saca, más echan a la tolva.

Luego, en julio, pasé un período «Cerrado por vacaciones» porque estuve tres semanas lejos del ordenador. Sí, es posible, creedme. Una maravilla. Lo esencial de la vida cabe en una mochila, y con ello puedes ser tan feliz, o más, que cuando estás en casa rodeado de mil cachivaches. Lo importante es que tú estés bien contigo misma y con la gente que tienes al lado.

Finalmente, en noviembre también tuve que parar. No por los libros o el trabajo, ni con mi familia o con mis amigos, ni temas de salud. Fue con la dana de Valencia, porque ahí rompí definitivamente con la clase política española, todo lo que les llame es poco: el que no es incompetente, es corrupto, o narcisista o psicópata que ve en la desgracia ajena una oportunidad de echar fango al contrario y trepar para seguir viviendo de nuestro trabajo, o directamente caraduras. Es una desafección definitiva, porque ya tengo una edad… Ahora, cuando me llegan ecos de la última vileza, nacional o internacional, perpetrada por este o aquel politiquillo, me encojo de hombros y me digo que qué vas a esperar. Ya a otra cosa, que la vida son dos días.

A pesar de estos parones, resulta que, de febrero de 2024 a febrero de 2025 el número de visitas ha subido. Los dos últimos años me había estabilizado en las 30.000 visitas al mes, unas mil al día. Ahora se han ido elevando hasta alcanzar las 40.000; en los últimos tres meses, 126.000 visitas, o sea, una media de 42.000. No sé muy bien de dónde me viene este incremento del 33 %, ¿Goodreads, Babelio, boca oído, son bots, falsas visitas?

El origen sigue siendo, principalmente, España, pero también del otro lado del charco: de nuevo, México y Argentina a la cabeza. De países no hispanohablantes, este año me han visitado, sobre todo, de Estados Unidos —como es habitual—, pero luego hay visitas de países raros, que me hacen dudar si realmente son de gente que lee en español este blog, o sea pasan por aquí por otro motivo, ya que me lee gente de Hong Kong y Singapur, por ejemplo, más que de Colombia, Chile o Perú, que son las siguientes hispanoamericanas. ¿Quién va a estar interesado en leer sobre romántica, escrito en español, en esos lugares asiáticos tan lejano? ¿O son visitas fake? Si alguien sabe algo de esto, que me lo cuente.

Hoy comienza mi duodécimo año de blog. Espero encontrar libros estupendos, me queda mucho por leer y compartir con tod@s vosotr@s.

Un besazo virtual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario