jueves, 31 de diciembre de 2015

Cambio de foto: “Catalina, duquesa de Lerma”, de Pantoja de la Cruz



Último día del mes y del año, toca cambio de la foto que puse en la pestaña M&MB: la Bella Otero es sustituida por el retrato de una dama del Renacimiento español, D.ª Catalina de la Cerda y Portugal, duquesa de Lerma, de Pantoja de la Cruz.

Pantoja de la Cruz fue un pintor cortesano, heredero de Antonio Moro y de Sánchez Coello aunque más plano, más rígido, que ellos. Fue pintor de cámara del rey a partir de 1596 justo al final del reinado de Felipe II.

Esta mujer tan seria, hija del duque de Medinaceli, fue dama de la reina y luego se casó con quien sería valido de Felipe III. Dice la wiki que este prenda “Fue el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Se hizo inmensamente rico a costa de saber manejar el tráfico de influencias, la corrupción y la venta de cargos públicos”. Incluso tuvo su aquel de especulación inmobiliaria. Nihil novum sub sole.

Una ve a su esposa, esta señora hierática, como si ser una de las damas más destacadas de la nobleza española no le permitiera ni el menor rasgo de humanidad, y se pregunta cómo serían estas mujeres, en qué pensaban, si realmente gozaron con algo, si tuvo alguna alegría en su vida. Tengo la impresión de que vivieron existencias muy monótonas, con la omnipresente religión católica controlando todos sus actos, muy conscientes de su deber, en una sociedad que ponía el honor de la familia sobre sus hombros (bueno, más bien entre sus piernas) y aunque ellas no podían incrementarlo, sí que podían echarlo a perder. Hija y esposa de duques, y antepasada de la casa real de Braganza.

Y luego, un embarazo tras otro hasta que morían. Esta, en concreto, lo hizo un año después de pintarse su retrato. Un nombre más en las genealogías.

Que luego igual estoy equivocada, vete a saber.

Pantoja de la Cruz murió en Madrid, el 26 de octubre de 1608, dejando inacabadas las pinturas del techo de la Sala de los Retratos del Palacio del Pardo.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Crítica: “Bewitching”, de Jill Barnett


Un clásico del que esperaba más. La culpa es de mi particular sentido del humor, me temo.
Leído en Kindle


DATOS GENERALES

Título original: Bewitching
Subgénero: paranormal / Regencia

Fecha de publicación original en inglés: octubre 1993

Parte de una pareja de libros relacionados: Bewitching & Dreaming #1

NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

SINOPSIS (según la Fiction Data Base)

Había hechizado al duque más serio, snob y apuesto de Inglaterra. Joyous MacQuarrie… como un duendecillo, esta belleza de ojos verdes apareció de la nada y cayó descaradamente en sus brazos. Y todos lo que sus amigos de sociedad sabían es que la dama misteriosa era escocesa y que su abuela había sido una Locksley. Ni siquiera su buena estirpe hacía que Joy fuese adecuada para ser duquesa, pero un noble orgulloso como Alec, duque de Belmore, hacía lo que le daba la gana – y lo que quería ahora era casarse con esta bella muchacha que despertaba su deseo.

Pero Alec pronto descubrió que no podía hacer lo que quisiera con Joy Fiona MacQuarrie. De risa burbujeante, llena de espíritu, puso patas arriba a la señorial Belmore Park con su alegría y extrañas ocurrencias. Incluso podría haber conseguido hacer reír a Alec, y que la cuidase, de no haber sido por la verdad que ella se callaba. Aunque él ardía cada vez que besaba sus labios, suaves como un pétalo, se volvió de hielo cuando descubrió que esta señora dama era, en realidad, una bruja... una bruja cuyos poderes de magia blanca no siempre estaban perfectamente bajo control… Demasiado tarde, Joy se dio cuenta de que estaba perdidamente enamorada y que nada podía detener el curso del destino - el escándalo que amenaza con destruirla y la pasión que los mantenía hechizados en un encuentro prohibido e irresistible de dos corazones encantados...

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Sí, entre las cien mejores novelas románticas, allá por el puesto setenta.
Cuando los lectores de la extinta página web The Romance Reader escogieron las mejores novelas románticas del siglo XX, Bewitching alcanzó el muy respetable puesto 24. Estuvo en las primeras listas de All About Romance: la n.º 20 en 1998 y la n.º 61 en el año 2000. En esta página hay una crítica del libro considerándolo como DIK A (un libro de los que te llevarías a una isla desierta). En la mini-encuesta de 1999 dedicada a “favoritos graciosos” estuvo la n.º 8, y en 1997, la 17 entre las favoritas de todos los tiempos de sus lectores. No es raro tanto éxito, pues varias de las personas que escriben o escribían, para esta página, como Lee, Laurie y Wendy, las han incluido alguna vez entre sus favoritas.

CRÍTICA

Este es uno de esos libros ambientados en la Regencia sobre un duque frío y estirado (Alec Castlemaine, duque de Belmore) cuyo mundo se vuelve patas arriba por una joven inapropiada (Joyous Fiona MacQuarrie).

Joy, una joven bruja escocesa, intenta, sin conseguirlo, hacer un encantamiento. Su tía se va a ir de viaje y quedará ella sola en Gran Bretaña, así que hay cierta prisa: la muchacha tiene que dominar sus habilidades mágicas ya.

En Alec encontramos al prototípico “duque de la Regencia en versión novela romántica pseudohistórica”: frío y estirado. Ni de niño pudo jugar despreocupadamente, cargando siempre con la responsabilidad de ser el heredero del ducado de Belmore. Se ha comprometido con la muchacha adecuada: bella, de buena familia, etc. Así que no se toma en serio que una vendedora de flores “lea” su destino diciéndole que no se casará con la chica que él cree, sino con la próxima muchacha a la que conozca.

Dicho y hecho. De repente, se encuentra compuesto y sin novia y, mientras viaja en dirección a su pabellón de caza, con la esperanza de “matar algo”, aparece de la nada una muchacha joven y guapa. Es nuestra torpe Joy, que quiso usar un encantamiento para viajar al sur de Inglaterra, pero acabó en el regazo de este apuesto duque, bastantes kilómetros alejada de su pretendido destino.

Las cosas se complican un poco, hasta el punto de que Alec considera que lo conveniente es casarse con ella. Y Joy, que para entonces se siente enamorada, acepta la propuesta. Contraen matrimonio sin que ella le cuente su pequeño secreto. Cuando Alec descubra que Joy es una bruja, quizá no sea el marido más complaciente del mundo… Y aunque ella intenta hacer las cosas bien, no usar la magia, o si la usa que sea por un buen motivo,… los resultados no siempre están a la altura de sus buenas intenciones.

Alec, siempre contenido, incapaz de relajarse, reír, disfrutar, se encuentra de pronto con una esposa inadecuada, una pizpireta muchacha escocesa, que lo trastoca todo. Pero claro, al mismo tiempo, ella le aporta deseo, alegría, juego, cosas desconocidas en su vida.

El tono general de la historia es divertido, con un humor muy visual que te hace sonreír más de una vez. Creo que ese desenfado es lo mejor de la historia, la razón por la que tanta gente sigue recordándola con cariño.

Había oído hablar tan bien de esta novela, que cuando la pude conseguir a un precio razonable, no lo dudé. Emprendí su lectura deseando que me gustara. Sin embargo, cuando llevaba algo así como un tercio de la novela, me di cuenta de que la historia no me estaba interesando demasiado. Sí, los personajes eran atractivos, pero nada que no hayas visto ya cien veces; siendo justos, posiblemente en 1993 no fueran tan frecuentes, y por eso resultara una novela rompedora. La ambientación tampoco tiene nada de especial, y en cuanto al argumento,… vamos a ver, se conocen y se casan en el primer tercio de la novela, así que no quedaba mucho más para mantener la tensión en el resto del libro.

Si yo fuera una persona de las que deja novelas sin acabar, esta habría sido una de ellas. No porque estuviera mal, es sólo que no me interesaba lo que contaban, la trillada historia del noble frígido y la muchacha vital que lo devuelve al mundo. Añado que me sacaba de quicio que él estuviera todo el rato llamándola “Scottish”: no soporto que a una persona se la llame por su origen geográfico o por su profesión o por su color de pelo, o por cualquier otra cosa que no sea su nombre de pila. Me parece despersonalizarlas. Todavía me rechinan los dientes cuando recuerdo a Carrie, en Sexo en Nueva York, refiriéndose al personaje de Mijaíl Barýshnikov como “el ruso”. No es una cosa, no es la representación de una cultura con patas, ¡es una persona con su propio nombre!

Así que me paré y me puse a leer otra cosa que me disfruté mucho más.

Una semana después, volví a esta novela. Pero hice una lectura rápida: centrándome en los diálogos y saltándome descripciones. El libro se me hizo así más fácil de leer.

La parte sexy es explícita. No estoy segura de que esas escenas contribuyeran a algo a la trama, pero están muy bien escritas.

Y siempre están los momentos en que Joy usa su magia, nunca sabes qué si aquello parará en catástrofe, o en algo poético.

Sin embargo, en la parte final, aparece un personaje con cierto retraso mental, como mera excusa argumental para que: a) Joy demostrase su buen corazón; b) se rompiera definitivamente la frialdad de Alec; c) diera el tono sentimental capaz de poner un nudo en tu garganta; y d) añadiera unas cuantas páginas más a una trama que no daba más de sí.

Y Barnett remata la faena con uno de esos epílogos cursis de “fertilidad conyugal” que tanto abundan en la romántica; supongo que porque mucha gente los adora. Si te gustan este te encantará, porque es tierno, divertido y… muy fértil.

Una pena, porque quería que este libro me gustara. Tiene justo los personajes y el tono humorístico que hacen tilín a muchísimos lectores. Pero lo que es a mí, sinceramente, no me interesó demasiado.

Valoración personal: meh, 2

Se la recomendaría a: quienes gusten de las novelas históricas con humor tipo Julie Garwood y Julia Quinn.

Otras críticas de la novela:

En español, tenemos la crítica que publicó El Rincón de la Novela Romántica.

All About Romance, una novela DIK A,, o sea, máxima puntuación y consideración como novela de las que te llevarías a una isla desierta.

En Heroes & Heartbreakers escriben un artículo sobre los héroes que se humillan después de meter la pata, y recuerdan esta novela como una de esas en las que el héroe enmienda las cosas de manera muy romántica.

Love Romance Passion le da cinco estrellas.

También hay críticas menos complacientes. Así, The Historical Romance Critic, le otorga tres estrellas. Y en Paranormal Affair no quedaron nada encantados con esta novela, le pusieron dos estrellas.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Nosotros enamorados y yo sin saberlo



Estos lunes me estoy dedicando a repasar los tipos de argumentos utilizados en los relatos cortos románticos. Después de “esto va por buen camino”, que fue el de la semana pasada, hoy hablo de “Nosotros enamorados y yo sin saberlo”.
En este modelo de relato, la premisa es que los protagonistas se conocían de antes. Pero le añade un puntito más, y es que en el fondo, cada uno estaba enamorado del otro sin decírselo, o sin reconocerlo ante sí mismo.
Es una forma de hacer creíble el final feliz: no es un enamoramiento de un día, sino que se ha venido larvando desde hace tiempo.
Estas cosas, sólo en Kindle

A RIGHT HONORABLE GENTLEMAN, de Courtney Milan

Una historia ambientada en Londres, año 1863.

En una casa de la plaza Grosvenor, vive la señorita Catherine Hooks, trabajando como institutriz del hijo del muy honorable señor Edward Glennon, ministro de Hacienda del Reino Unido.
Durante varios años han vivido juntos, y chocan continuamente porque Cat no se deja amilanar y sabe mantener su dignidad. Y Edward, a su modo gruñón, agradece que al menos haya una persona que, con todo el respeto del mundo, sea siempre sincera con él.
A lo largo de este tiempo, ha sido evidente para ambos que se gustan, que se atraen física y espiritualmente. Pero sus distintas posiciones en la vida hacen que ninguno de ellos actúe.
Hasta que el niño se tiene que ir a Eton y sus servicios ya no son necesarios. Edward no quiere que ella se vaya y Catherine sabe que tiene que irse.
Aquí el error numérico radica en la falsa dirección que Cat le da a él, para que no la localice y, de paso, este señor de tan buena posición descubra cómo vive la parte menos favorecida de la sociedad.

Una historia sin sexo, pero con mucho anhelo y la elegancia típica de Courtney Milan para relatar las cosas con sutileza, revelando las emociones de sus personajes en gestos distraídos. Midiendo las palabras que se pronuncian con cuidado, como era propio de la Inglaterra victoriana. Puede que sea porque es el relato que me hizo comprar la antología, pero es el que más me gustó.


THE POET, de T. L. Costa

Delicioso relato del subgénero juvenil. Una historia bastante divertida sobre un chico, llamado Thomas, que lleva años suspirando por Hannah, compañera suya. Da lo mismo que sea deportista y tipo duro, cuando la ve, se le pega la lengua al paladar y no es capaz de vocalizar una sola palabra.
Es el cumpleaños de su madre y Thomas, buen hijo, quiere regalarle un poema. En una tutoría remata algo decente. Entonces Hannah se sienta a su lado y le pasa una nota, pidiéndole que le mande por mensaje de texto qué deberes de español tienen. Con su número de teléfono.
Abrumado por las circunstancias, Thomas acaba enviando el poema al número equivocado: el de Hannah, no el de su madre.
A partir de ahí, se suceden escenas divertidas, en su desesperado intento de que ella no lo lea.
Al final, resultará que el enamoramiento de estos dos adolescentes (les calculo 16-17 años) era mutuo… y ellos sin saberlo.

Contado en primera persona, muy divertido. Sí que leería algo más de esta autora.


HARD TO BREATHE, de Sylvia Day

Lo único que sabía yo de Sylvia Day es que escribía erótica y es, o ha sido, presidenta de la RWA. Así que pensé que esto sería un relato erótico contemporáneo.
Me equivoqué. Aunque hay una parte de sexo explícito, es un relato paranormal protagonizado por ángeles. Annelise es una joven cadete en una academia militar de ángeles. Está enamorada de Gareth, su instructor, y cuando ya no resiste más la tensión pide que la transfieran a otro escuadrón. Gareth se entera y entonces ella se ve obligada a confesar por qué quiere el cambio. Las cosas entonces empeoraron… hasta que empiezan a mejorar.
Porque Gareth, en el fondo, también ha estado enamorado de ella desde hace años. Como es paranormal, ella es “su pareja predestinada” y todos los lectores han de aceptarlo sin parpadear.
El número equivocado de la historia es el del escuadrón, pues Gareth lo manipuló para que Annelise se formara a su lado.

Es un relato en primera persona. Y paranormal no es lo mío, así que no me ha dejado muchas ganas de probar más cosas de Sylvia Day.


FLYING IN THE FACE OF CONVENTION, de Lex Valentine

Esta es una de romance gay, male/male romance, que le dicen allí.

El error viene aquí con el número de un apartamento. Que luego vete a saber tú si fue tal error. Trey descubre en su buzón una invitación para la boda de unos amigos. En realidad, descubre dos, una para él y otra para Jordan, que en vez de vivir en el 405 vive en el 415.
Resulta que Jordan es un chico, deportista como él, a quien conoció en la universidad, y por el que estaba totalmente colado, sin hacer nada, por supuesto, porque no veía nada en el otro que le diera la pista de que era gay.
Como ahora es un adulto, integrado ya en el mercado laboral, y se cree a salvo de enamoramientos adolescentes, decide ir a entregarle a su vecino su invitación de boda. Se sorprende de lo bien que le recibe Jordan, de lo sexy que sigue siendo y… de más cosas, claro, algunas bien explícitas y no aptas para menores de 18 años, me temo.

Por lo que se cuenta al final, en su breve biografía, Lex Valentine escribe de contemporáneo a fantasía urbana en M/M, M/F y M/M/F, o sea, que toca (casi) todos los palos: hetero, gay y trío de dos chicos y una chica.

Está bien, me entretuvo, aunque no creo que vaya a leer nada más de esta autora a menos que venga recomendado.


AN APRIL FOOL’S FORBIDDEN AFFAIR, de Sabrina Jeffries

De los relatos de esta colección, posiblemente este sea el mejor escrito, junto con el de Courtney Milan. Una trama muy bien ligada, personajes bien perfilados psicológicamente, estilo resuelto pero nada apresurado.

El viudo Mason Brandt, el conde de Westville, de veintinueve años, recibe en su casa londinense la visita de la señorita Augusta Hunt, la hermana de su difunta esposa. Mason tiene sentimientos inapropiados respecto a ella, y por eso, aunque es responsable de la joven, ha puesto tierra de por medio.
Ahora, Augusta le pide ayuda para evitar la broma pesada que su hermano quiere gastarle a la pobre madre de su enamorada. Como son muy jóvenes, la señora no les deja casarse, y entonces él decide vengarse publicando un anuncio en el periódico que trastornaría a la señora. No sé cómo este joven tarambana piensa que con ello gana puntos para que se convierta en su suegra, pero bueno, los jóvenes son así. La cosa es que Augusta lo descubre, se lo dice a Mason y a este se le ocurre cómo hacer para que la broma se vuelva contra el chico, alterando el número del anuncio.
En el fondo Mason quiere a Augusta y Augusta le quiere a él, de ahí que esté en este modelo “nosotros enamorados y yo sin saberlo”, pero no lo pueden reconocer ante sí mismos ya que al fin y al cabo en la Inglaterra del XIX resultaba escandaloso casarse con tu cuñada.

Sin ser mi tipo de novela favorita, puedo leerla y disfrutarla si está bien escrita, así que no le haré un feo a alguna otra de Sabrina Jeffries si tiene algo que la recomiende.

Como se ve, esta línea argumental se adapta a todos los palos, el histórico y el contemporáneo el paranormal y el juvenil. Le añade cierta tensión no resuelta, y mucho anhelo, antes de alcanzar el final feliz verosímil. Sólo se requiere una razón medianamente convincente para que hasta la fecha no se hayan dicho nada, y que ese obstáculo quede razonablemente vencido en el corto tiempo del relato.