Último día del mes y del año, toca cambio de la foto que puse en la pestaña M&MB: la Bella Otero es sustituida por el retrato de una dama del Renacimiento
español, D.ª Catalina de la Cerda y Portugal,
duquesa de Lerma, de Pantoja de la Cruz.
Pantoja de la Cruz fue un pintor
cortesano, heredero de Antonio Moro y de Sánchez Coello aunque más plano, más
rígido, que ellos. Fue pintor de cámara del rey a partir de 1596 justo al final
del reinado de Felipe II.
Esta mujer tan seria, hija del duque de
Medinaceli, fue dama de la reina y luego se casó con quien sería valido de
Felipe III. Dice la wiki que este prenda “Fue el hombre más poderoso del
reinado de Felipe III. Se hizo inmensamente rico a costa de saber manejar el
tráfico de influencias, la corrupción y la venta de cargos públicos”. Incluso
tuvo su aquel de especulación inmobiliaria. Nihil
novum sub sole.
Una ve a su esposa, esta señora hierática,
como si ser una de las damas más destacadas de la nobleza española no le
permitiera ni el menor rasgo de humanidad, y se pregunta cómo serían estas mujeres,
en qué pensaban, si realmente gozaron con algo, si tuvo alguna alegría en su
vida. Tengo la impresión de que vivieron existencias muy monótonas, con la
omnipresente religión católica controlando todos sus actos, muy conscientes de
su deber, en una sociedad que ponía el honor de la familia sobre sus hombros
(bueno, más bien entre sus piernas) y aunque ellas no podían incrementarlo, sí
que podían echarlo a perder. Hija y esposa de duques, y antepasada de la casa real
de Braganza.
Y luego, un embarazo tras otro hasta que
morían. Esta, en concreto, lo hizo un año después de pintarse su retrato. Un
nombre más en las genealogías.
Que luego igual estoy equivocada, vete a saber.
Pantoja de la Cruz murió en Madrid, el 26
de octubre de 1608, dejando inacabadas las pinturas del techo de la Sala de los
Retratos del Palacio del Pardo.
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