lunes, 29 de febrero de 2016

Cambio de foto: “Española", de Tonitza



Noche de los Óscar. ¡Ay, cuánto añoro aquellos tiempos en que estas cosas las retransmitia gente que sabía del tema!

En aquella época se hablaba de cine, de directores de actores, de arte y de técnica, de todo lo que hace esta maravillosa forma de relatar historias.

Ahora no es así, se ve que hay que entretener y soltar chistes poco ingeniosos y hablar de trapos. Es como estar oyendo a cuatro amigotes en la barra del bar cotilleando con menos ingenio que una ameba y oliendo a destilaría a distancia. Ni mala leche les sale, qué pandilla de aburridos, ¡santo dios!

Cuando lo fundamental es -uno de estos genios dixit- es quién viste a quién, y que se hable de cine sólo si ganan el Óscar para quien le interese, pues nada, apaga y vámonos.
 
Así que me entretengo actualizando el blog. Es fin de mes y toca cambiar la foto que puse en la pestaña M&MB: la dama del Renacimiento español, D.ª Isabel de Requesens y Enríquez de Velasco deja paso a una representación tópica y anónima de una Española, tal como la vio Tonitza.

Y os preguntaréis, como me pasó a mi, quién es ese Tonitza. Bien, un pintor expresionista rumano de esas vanguardias de principios del siglo XX. Agradable, colorido intenso, apasionado. Pero con ese puntito de incertidumbre angustiosa tan propia de la época de entreguerras.

Nicolae Tonitza falleció en Budapest el 27 de febrero de 1940.

viernes, 26 de febrero de 2016

Crítica: "Sin nombre", de Suzanne Brockmann



Último viernes de mes. Toca hablar del siguiente de estos Harlequines cortitos con intriga, contemporáneos y sexis. La serie Altos oscuros y peligrosos de Suzanne Brockmann es ideal en su género.
Leída en Kindle en inglés

El octavo libro de la serie Tall, Dark and Dangerous, se titula en original Identity: Unknown, y se publicó en enero de 2000. Era el n.º 974 de Silhouette Intimate Moments.

En España, Sin nombre fue publicado por Harlequin Ibérica como el n.º 136 de la colección “Top Novel”.

En esta novela de suspense romántico se sigue un tema bastante apreciado en los harlequines: la amnesia de uno de los protagonistas. Mitchell Shaw es un Navy Seal que ya apareció en la novela anterior, Desafiando las normas. Para que Jake Robinson se ganara la confianza del líder de la secta en la que se infiltró, fingieron que él y otro Navy Seal eran culpables de conspiración. Jake logra huir, pero el otro culpable (aparente) entra en la cárcel. No es otro que Mitchell, un Navy Seal del misterioso Equipo Gris.

El misterio gira en torno a plutonio robado de un laboratorio. Mitchell estaba sobre la pista de este material, que el gobierno se teme que pueda ir a manos equivocadas para fabricar una bomba atómica.

El pequeño problema es que Mitchell no se acuerda de quién es. Las pertenencias que llevaba escondidas (una nota con una dirección y una pistola del calibre 22) no ofrecían muchas pistas sobre su identidad.

La dirección lo lleva al rancho Lazy Eight y a su bella administradora, Becca Keyes. A veces recuerda cosas como la cárcel, o su habilidad con las armas, con lo que está bastante acojonado por lo que pudiera haber en ese pasado del que no se acuerda. ¿Es posible que haya sido un asesino?

Conflictos hay en esta novela para dar y tomar. 



Eins, el conflicto interno de Mitch, que no sabe quién es y piensa lo peor de sí mismo.

Zwei: Luego con Becca, por quien se siente atraído pero con quien piensa que no debería iniciar nada ante el misterio de su propia procedencia.

Drei: Becca también tiene cierta tendencia a colgarse de tipos que sabe que no van a estar mucho en el rancho.

Vier, unos cuantos Navy Seal andan buscando discretamente a Mitchell por todo Nuevo México, temiéndose lo peor: que esté muerto o que le haya seducido el lado oscuro.

Fünf, los malos malotes, que son los que tienen plutonio para fabricar una bomba que, como todos sabemos desde que nos lo contó Nicole Kidman en El pacificador no hay que preocuparse del hombre que quiere diez armas nucleares, hay que sentirse aterrorizada por el hombre que sólo quiera una.

Comenta Suzanne Brockmann en su página web que en todos sus libros, sus héroes románticos hacen un viaje de auto-descubrimiento. En Sin nombre, ¡el viaje es bastante más literal!

La verdad es que la trama de suspense me resultó excelente. Te tiene con el alma en vilo todo el tiempo. La protagonista femenina, como suele ser habitual en Brockmann, aunque no siempre, queda desdibujada en contraste con el potente héroe y sus inquietudes sobre qué o quién es. La parte sexual no me ha parecido tan lograda como en otros libros, aunque no se bien por qué.

Cuando leí este libro no vi que el final fuera un cierre nítido. Me dio la impresión de que el tema del plutonio robado daría más de sí en el futuro. Sin embargo, leí después los posteriores y creo recordar que no se volvió a hablar del asunto.

Valoración: en conjunto, notable, 4

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

No, me temo que el libro me encantó sobre todo porque toca tópicos que a mi particularmente me gustan. Ganó el premio WISH por el personaje del teniente Mitchell Shaw.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Crítica: "Flight of Magpies", de KJ Charles



Siguiendo con la serie de A Charm of Magpies, esta tercera novela sigue un poco la línea de la segunda, A Case of Possession.
Leído en Kindle

DATOS GENERALES

Título original: Flight of Magpies
Subgénero: paranormal /victoriana

Fecha de publicación original en inglés: noviembre 2014 (eBook)
Editorial: Samhain
Páginas: 210

Parte de una serie: 3.º de A Charm of Magpies

SINOPSIS (que viene en el propio libro digital)

El peligro está en el aire. Los amantes al borde del abismo.

Con una escandalosa escasez de personal, una serie de horrendos asesinatos que investigar y una joven estudiante que está saliéndose de madre, volando, literalmente, Stephen Day, agente de la ley mágica, está cada vez bajo una mayor presión. Y la relación con su aristocrático amante, Lord Crane, empieza a resentirse por la tensión.

Las restricciones de las leyes inglesas irritan a Crane. El lazo de sangre y sexo que lo une a Stephen los lleva por caminos preocupantes. Los acontecimientos que se suceden harían que un hombre sensato se cuestionase si realmente deben seguir juntos.

Cuando un ladrón ataca el corazón del hogar de Crane, una devastadora pérdida hace que sus relaciones más íntimas entren en conflicto –especialmente su relación con Stephen. Y cuando viejos enemigos, nuevos enemigos, y enemigos inesperados, arrinconan a los amantes, la presión amenaza con separarlos violentamente.

Advertencia: contiene sexo de sangre caliente, asesinato a sangre fría, siniestros tejemanejes mágicos y un montón de palabrotas.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica?
Sí, allá por el puesto dos mil. Yo la he leído porque hay algo en el estilo de esta autora que me resulta irresistible, y no acabo de saber lo que es. Pero no soy la única a la que ha dejado encantada: dos de los que escriben para All About Romance (Caz y Ulysses) la seleccionaron dentro de lo que, para ellos, ha sido “lo mejor de 2015”.

CRÍTICA

La última novela de esta trilogía (hay luego otra, Jackdaw, pero ya no se centra en Stephen y Crane) se puede leer de forma independiente, gracias a una peripecia argumental autoconclusiva.

Ahora bien, como la relación entre los protagonistas es un arco argumental que abarca los tres libros, se disfruta más si se han leído los precedentes.

Sería un caso más de Crane, el aristócrata inglés, alto y orgulloso que ha vivido la mayor parte de su vida adulta en China, y Stephen, el pequeño pero poderoso mago ferozmente independiente.

La trama es sobre todo de suspense criminal: hay que desentrañar una serie de asesinatos de lo más gore y robos en casas. La primera sospechosa es una aprendiz de maga, Jenny Saint, una muchacha barriobajera con el poder mágico de caminar en el aire.

Stephen es un justiciar, un policía-juez-verdugo, del mundo mágico. Cada vez son menos los justiciars de Londres, y los políticos de este mundo mágico no nombran nuevos justiciars. No les proporcionan los medios para atender a tanta urgencia mágica como surge en este Londres victoriano alternativo.

Stephen se queja de ello, pero no sabe hacer otra cosa que asumir el trabajo de tres magos. Su amante Lord Crane se resiente, ya que Stephen apenas tiene tiempo para su relación. Como él sí que tiene dos dedos de frente, le pregunta si no encuentra algo sospechoso que justo ahora con tanto asesinato, se empeñen en tener las filas de los justiciars tan infradotadas, ¿no será a propósito?

Es obvio: si hay mucho trabajo y pocos jueces-policías, está claro que es porque a algún político le interesa. ¿A qué me suena eso?

La cosa es que estos dos tienen sus peloteras a costa del trabajo de Stephen.

Y el libro va, más o menos, de eso: una investigación criminal sobre los robos y los asesinatos, mientras poco a poco se revela que uno de los objetivos de sus malandanzas son los propios Stephen y Crane.

Quienes, dicho sea de paso, queda claro que se quieren el uno al otro, en exclusividad, y que Crane no se irá de Inglaterra sin Stephen. Un país que cada vez lo asfixia más. En un momento dado, le dice que


Hay todo un mundo fuera de esta maldita roca húmeda y mojigata en medio del mar. Vayamos a algún otro lugar de él.


Como ya dije en el libro anterior, la parte erótico-festiva la entiendo menos que la romántica. La parte de sexo explícito aparece como un paréntesis en la historia de suspense: siempre muy apasionado y excitante, pero a modo de paréntesis en la historia de suspense. Porque ahí de lo que nos están hablando es de su relación, y en qué sentido es un pasito más.

En una escena en particular se está transmitiendo la idea de que Stephen empieza a confiar en Crane. Pero lo expresa en un juego de dominación que, aunque es una fantasía, personalmente me chirría un poco. Hay cierta violencia y desigualdad implícitas en este tipo de escenas, por mucho que sepas que los dos son adultos y los dos consienten en ello y que en el fondo, si Stephen asume el papel de “débil damisela” por así decirlo, es porque en el resto de los aspectos él es el tipo fuerte de la relación, el independiente, el que se deja querer y mimar sin dar gran cosa a cambio.

Así que los momentos de romanticismo arrebatado los pone sobre todo el aristocrático Crane, que ya no sabe cómo decirle a Stephen que le quiere, que no le vaya a dejar, que es parte de su vida para siempre. En una escena “cumbre”, dice que Stephen puede usar de su poder (el que tiene Crane):



Primero, porque es suyo, como todo lo que yo soy y todo lo que yo tengo son suyos. No es que él lo haya pedido nunca, por supuesto. No estoy seguro de que él realmente se lo crea. (…) Pero tengo la esperanza de que seas consciente, mi amor, en algún lugar de ese absurdo corazón que tienes, que yo siempre soy, totalmente, y de manera bastante patética, totalmente tuyo.


Ay, qué romántico. Stephen, ¡so necio!, este pavo real te quiere hasta las cachas, a ver cuándo se te mete en tu tontuna cabeza. Pero claro, Stephen tiene el problema de que nunca antes tuvo un amante que le durase, así que es bastante independiente porque nunca ha tenido que llegar a los compromisos y sacrificios propios de toda relación. Y aunque admite que está enamorado,…


No tenía la menor idea de qué era lo que tenía que hacer ahora.


            Esto le desanima bastante, porque es consciente de que Crane se implica más en la relación, que es el que da todo a la relación y él no entrega nada a cambio.


No sacrificaba nada, no se comprometía a nada, ni entendía nada. Era un imbécil, inútil y sin esperanza


            Ejemplo, por cierto de cómo usar magníficamente el “punto de vista profundo” de un personaje.

Aquí, por fin, nos cuentan como una historia secundaria, el enamoramiento de Merrick, el criado de Crane que ha estado con él tantos años y es tan sabio, tan cachas y tan todo. Pero, ¡oh, mi gozo en un pozo! Ha sido de lo más decepcionante, porque te la dan ya hecha, ocurre todo como fuera de cámara. Vaya, me chafó bastante.

Para compensar, te introduce un nuevo secundario, un tipo que es un ladrón con poderes mágicos, una figura amenazante para los protagonistas. Y, al mismo tiempo, resulta muy atractivo y averiguas que tiene su propia historia de amor que posiblemente no haya ido demasiado bien. Al terminar el libro y mirar qué es lo siguiente, veo que es un relato corto y una novela en la que este tipo es protagonista.

Los puntos fuertes de la autora siguen ahí: un worldbuilding fantástico, tanto que ya la parte mágica paranormal casi como que ni me importa; un estilo ágil en los diálogos y en la estructura de la historia, de manera que se van entrelazando las distintas líneas argumentales que al principio parecían cosas aisladas: los robos, los asesinatos, la presión del trabajo de Stephen por la escasez de medios, la relación entre Crane y Stephen y lo que descubrirán al respecto,… todo ello se acaba uniendo, muy hábilmente, al final.

Valoración personal: buena, 3

Se la recomendaría a: quienes gusten de fantasías paranormales y el romance subido de tono.

Otras críticas de la novela:

En Dear Author le dan una B en una crítica conjunta. La consideran el libro más débil de la serie. Yo no diría tanto sino simplemente que es más de lo mismo respecto al anterior.

Joyfully Jay le da 5 estrellas y lamenta que esta maravillosa trilogía llegue a un final.

Otra de 5 estrellas la encontramos en The Novel Approach Reviews.

Boys in Our Books prefiere 4 ½ estrellas. Se pregunta si esta autora ha estado escribiendo antes con otro nombre, antes de empezar a publicar hace dos años (2013). La comprendo porque son novelas perfectamente estructuradas, con personajes muy bien definidos,… no sé, parece que han salido perfectas, a la primera, como Atenea de la cabeza de Zeus.

Otra entusiasta de 4 ½ estrellas, The Blogger Girls.

Here There Be Books le da 4 estrellas, y resume muy bien el conflicto de la historia: “Crane se siente atrapado en Inglaterra pero no quiere marcharse sin Stephen, y Stephen se siente obligado a quedarse y trabajar como judiciary”.

Como ya dije en el libro anterior, Sadie Forsythe hace una review conjunta de esta novela y la anterior, A Case of Possession. Aunque en general no le gustan las novelas históricas, reconoce que no puede esperar a seguir con esta serie.

lunes, 22 de febrero de 2016

¿Somos un problema?



Ya vimos la imagen tópica del lector de romántica y, la semana pasada, lo que resulta de las estadísticas. Obviamente, son sólo tendencias numéricas, no significa que todos seamos así. Cada lector es un mundo, y cada uno lee lo que lee por razones diversas.

Pero, a veces, parece que el lector de romántica no es tanto un enigma como un PROBLEMA.

For Love and Money (2011) es un estudio que la investigadora Laura VIVANCO realizó sobre los romances de Harlequin Mills & Boon. Cuando el blog Vulpes Libris le dedicó una crítica a For Love and Money, hubo una frase de la comentarista que suscitó un debate especial. Después de comparar desfavorablemente las novelas románticas de género actuales con las antiguas (basándose únicamente en los extractos que Vivanco puso en su libro porque claro, quien hizo la crítica no leyó harlequines actuales), añadió:


Pero está claro que ahí afuera hay un amplio público lector, satisfecho, que quiere leer novelas escritas así: eligen comprar estos libros, y ese es el problema.


Albert Anker: Una lectora de Gotthelf (1884)
El lector de romántica como “problema”. 

Del montón de respuestas que se dieron a ese post (¡no hay como atacar a la novela romántica para que rápidamente lectoras y escritoras se movilicen!) me gustó, particularmente la de un profesor de literatura estadounidense que reconoció usar el libro de Vivanco en sus clases sobre la ficción popular romántica. Y añadió:


 “Por supuesto, yo no parto de la presunción de que las novelas populares románticas sean un problema, o que la cuestión de por qué gustan a los lectores sea particularmente interesante. (Soy bastante anticuado, como crítico – ¡Me gustan las novelas, incluso las populares, mucho más que la etnografía del lector!)”.


Y es que, efectivamente, al hilo de hablar de un determinado tipo de novelas, se acaba haciendo “etnografía del lector”.

O, más bien, “psicología barata”.

Así se llega al “lector como problema”.

Sólo quien no lee romántica se pregunta por qué otros la leen. En vez de aceptar, simplemente, que a ellos no les gusta este género (algo totalmente legítimo), lo que hacen es pretender que a quien sí le gusta, tiene un problema. En concreto, que le falta algo que sublima a través de la lectura.


Siguiendo la misma lógica, los fans de las novelas de misterio con asesinato echan en falta la emoción de asesinar a la gente, y los aficionados a las novelas de espionaje echan en falta sus días al servicio de Su Majestad, y los de la ciencia ficción echan en falta su alma mater, la Universidad de Marte. Estoy cansada de que la gente asuma que sólo porque una mujer lee una novela romántica, es porque le falta algo a su vida. Es interesante que aquellos que presumen esto (y recordemos el antiguo dicho de “dime de qué presumes…”) son normalmente hombres. Linda F., contestando al Sr. Ghosh (en el artículo que cité en el primer post, “Cómo nos ven”), sí, aquel que nos recomendaba leer a Austen, por si no sabíamos quién era.


A mí todo esto me suena a machismo, ya que las críticas proceden normalmente de hombres que se creen más cultos y sabios que las mujeres. La mujer lectora (de cualquier género) ha sido vista con desconfianza desde hace siglos. Por “razones” diversas y hasta opuestas, por miedo a que A) sean demasiado tontas (y caigan en bovarismos adúlteros por confundir fantasía y realidad) o B) sean demasiado listas (se temía que, como los esclavos en las comedias grecorromanas, fuesen más listos que sus “amos”).



El trayecto que va de la lectora elegante a la independiente traza un panorama que plasma en las novelas las incertidumbres y resquemores que despiertan en los círculos letrados los nuevos roles de la mujer en las sociedades modernas. La lectura femenina solitaria y en silencio es una escena que fascina y asusta a los hombres, quienes sospechan que no debe ser nada bueno lo que tiene a las mujeres tan entretenidas.
           


No, no debe ser nada bueno lo que tiene a las mujeres tan entretenidas.
 
¿Por qué tiene que fallar algo en la psique de la mujer lectora? Un hombre puede leer literatura “escapista” o “popular” (terror, thrillers, novela negra… todo Marcial Lafuente Estefanía) o pasarse horas viendo deportes o toros tirado en el sofá y no, nadie se pregunta si algo falta en sus vidas. Pero si es una mujer la que disfruta de algo que, en la mayoría de los casos, es sólo puro entretenimiento, entonces… algo anda mal en ellas.
Camille Corot: Una mujer leyendo (1869/1870)

¿Soy la única que encuentra absurda esta idea? He aquí la irónica respuesta de la autora Bonnie Vanak al Sr. Ghosh:


Claramente falta algo en mi experiencia como una mujer de hoy. Soy escritora de superventas de romances de hombres lobo. Escribo sobre hombres lobo porque me faltan en mi vida. Sueño con hombres lobos por la noche, me estremezco de placer cuando oigo un aullido melancólico, ansío un hombre lobo al que unirme de por vida y que me lleve a los “tiempos antiguos" cuando los hombres eran hombres, los perritos calientes mucho más grandes y nosotras las mujeres, no teníamos que depilarnos las piernas, sino que podíamos presumir de nuestro secreto amor/lujuria por todas las cosas peludas y lobunas. (…) Tengo que dejar de escribir novelas románticas y contentarme con comer perritos calientes y entregar mis ingresos obtenidos como escritora a los autores masculinos que escriben sobre violencia y matar gente (pues está claro que ellos tampoco están satisfechos con este mundo).


Parte de la incomodidad masculina actual con el género puede proceder, precisamente, de su éxito. En un artículo sobre la novela juvenil, encuentro la siguiente reflexión, extensible a la novela romántica:


Las mujeres han prosperado en el género juvenil por la misma razón por la que dominan la novela romántica y la erótica, porque no se los tomaba en serio como géneros literarios. Para muchos, las novelas juveniles son “libros para niños”. Ahora que el género se ha convertido en una máquina de hacer dinero, la comunidad literaria se ve obligada a prestar atención, y se enfrentan con la incomodidad de ver a mujeres en lo alto.

            Bibliodaze, 31/12/2014, “Things We can Do Better in 2015”.


En honor a la verdad, también hay ataques a la novela romántica por parte de mujeres, que creen que socava los logros del feminismo. Pero de “Feminismo y novela romántica” ya hablé en su momento; no voy a repetirme.

No tienes por qué suponer que la gente es de una determinada manera por leer un tipo concreto de libro. Además, ¿saben realmente en qué consiste la romántica?

La verdad es que la novela romántica es muy diversa.


No todas las novelas románticas son iguales


Sí, las hay que siguen el planteamiento clásico de Cenicienta: virgen pobre pero virtuosa que consigue al príncipe azul guapo y rico gracias a su bondad y encanto (o porque acepta alegremente mantener una relación pseudo-sado-maso).

Pero también hay historias modernas protagonizadas por mujeres activas que tienen más cosas que hacer que andar bailando con el príncipe: desde emprender un negocio hasta matar zombies; es el maromo el que tiene que demostrar que se merece ser su pareja. Vamos, como una Ripley triunfans, pero acompañada de un machote en lugar de un gato malas pulgas.

Algunas se centran en temas tradicionalmente femeninos como el amor y la maternidad. Otras prefieren hablar de detener terroristas o matar vampiros. Las hay que son como una comedia romántica de Sandra Bullock o Hugh Grant: intrascendente pero amenísima.Y otras nos cuentan historias gais, pero destinadas al público femenino, desde el manga yaoi al male/male romance.

(No hay como mencionar el M/M romance para que los críticos se queden sin habla; les rompe todos sus esquemas).

No hay un solo tipo de lector, ni una sola clase de libro. Lo que sí tienen en común, en su mayor parte, es que pasan con honores el test de Bechdel. Si quieres ver a una historia sobre una mujer más o menos realista, apaga la tele y lee una novela romántica. Dice Maya RODALE, en referencia a las novelas románticas heterosexuales, claro:


“Por mucho que las novelas románticas hablen de una historia de amor, en realidad son sobre la heroína. Sus pensamientos. Sus sentimientos. Sus deseos. Sus experiencias”.


Tiene todo un capítulo dedicado al retrato que de las mujeres ofrecen las novelas románticas, que no es el que encuentras en los medios de comunicación y entretenimiento generalistas.

Aunque falta ganar en diversidad (de etnias, de grupos, de origen geográfico), la novela romántica presenta más autenticidad en su retrato de mujeres que en cualquier otro libro al uso, de otro género o incluso de ficción literaria. Si, además, buscas un tono optimista, positivo, emocionalmente reconfortante… Entonces el género se queda prácticamente solo.

Casi cinco mil años de Literatura nos contemplan. Y aunque la primera autora históricamente acreditada fue una mujer, que compuso poesía para una deidad femenina, ni siquiera la Literatura abunda en retratos realistas y positivos de heroínas. Las primeras que se nos vienen a la cabeza son las trágicas (Antígona, Eloísa –con la agravante de que esta además existió históricamente-, Isolda, Julieta, Emma Bovary, y las dos Anas, Karénina y Ozores).

Siempre ando buscando historias literarias anteriores a Austen que pasen el test de Bechdel y en las que aparezcan mujeres retratadas de manera optimista, activas, dueñas de su destino y que se ganan su final feliz (no son simplemente “el premio” del héroe). Y, ¿sabéis? No son fáciles de encontrar.

Si hay un problema, ¿no estará en otro lado?
Charles Sprague Pearce: Leyendo en la orilla (h. 1883-85)