Medievalandia pura, con heroína pizpireta de ojos
violeta y muchachote tipo armario empotrado.
Books4pocket
Octubre 2015
Fotocomposición:
Ediciones Urano, S.A.U.
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DATOS GENERALES
Título original: Candle in the
Window
Subgénero:
histórica / 1153
Fecha de
publicación original en inglés: 1991
Parte de
una serie: Castles (“Castillos”) #1. En España, al parecer, el nombre de la
serie es “Medieval”.
Traductora:
Claudia Viñas Donoso
SINOPSIS
(de la contraportada)
Lady Saura Roget es casi una esclava en manos de su padrastro, un hombre malvado que tiene
el poder sobre el patrimonio de la joven, lo que limita sus oportunidades. Sin
embargo, el cambio que Saura anhela llegará de la forma menos pensada: es enviada
al castillo de lord Peter, un conocido de su familia. El hijo del noble, sir William de Miraval, fue un gran
luchador, pero ahora está completamente perdido y Saura decide ayudarle a
encontrar el rumbo. No será un camino fácil: William siente que esta mujer es
una verdadera pesadilla. Organiza, ordena, limpia… Demasiado para un hombre
acostumbrado a vivir solo. Aunque poco a poco el derrotado guerrero y la
soltera sin esperanzas irán conociéndose, cada vez más íntimamente, hasta caer
en una pasión que reavivará sus existencias y que se mantendrá firme incluso
frente al terrible peligro que se cierne sobre ellos.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Sí, estaría entre las mejores novelas de romántica de todos los
tiempos, allá por el puesto trescientos y pico.
Esta novela ganó el Premio RITA a la mejor primera novela del año.
También fue escogida como “Primer Romance medieval” por RT Reviewers’; es más,
la consideran uno de esos “romances de todos los tiempos”. RomanceNovels.Me la
incluyó entre las mejores mil novelas románticas de todos los tiempos, como la
n.º 73. Finalmente, tiene crítica de
DIK (libro que te llevarías a una isla desierta) en All About Romance.
CRÍTICA
Estamos (es
un decir) a mediados del siglo XII en Inglaterra. La reina Matilde y Esteban de Blois se disputan
el trono; pronto aparecerá Enrique Plantagenet, recién
casado con Leonor de Aquitania, para
poner algo de orden. Pero, mientras tanto, el país está desolado por las
banderías, las guerras, los enfrentamientos entre nobles.
En una de
esas escaramuzas sir William de Miraval resulta herido en la cabeza y, del
trauma, se queda ciego. Incapaz de desempeñar todas las labores de un guerrero,
se enfada con el mundo, se desentiende de su padre, de su hijo, de todo,… y se
encierra en casa. ¡Paso del mundo, de la civilización y de la higiene!
El padre de
William, lord Peter, está encantado cuando conoce a la joven lady Saura Roget,
una muchacha ciega de nacimiento que, sin embargo, lleva a la perfección su
propio castillo.
Lord Peter
le ofrece ir a su castillo como ama de llaves avant-la-lettre para poner las cosas en plan academia de la lengua,
o sea, limpia, brilla y da esplendor.
Lady Saura,
encantada de alejarse de un padrastro que la desprecia, dice que sí, por
supuesto. Y más feliz aún se pone cuando descubre que sir William es un armario
empotrado y alto como una torre. Aunque oler, la verdad, no huele muy bien.
Engañan a
sir William ocultándole que ella es ciega y joven. En poco tiempo, consigue
enderezar las cosas y poner el castillo como los chorros del oro, que para eso
es inglesa, pizpireta y de ojos violetas.
Todo suena
muy “medieval a lo Garwood”, lo sé. Y tiene más o menos el mismo nivel de
“ambientación” histórica. O sea, tendiendo a los anacronismos en las formas de
pensar, y hablar y comportarse. No hay más que ver la portada: preciosa, sí,
pero si eso es un vestido inglés del siglo XII, yo soy monja.
Los
personajes son estupendos: lady Saura no aguanta tonterías y es bastante
competente en lo que hace y sir William, una vez que empieza a remontar, resulta
un tipo bastante decente. La chispa lujuriosa les entra bien pronto y se
dedican a retozar felizmente por la campiña inglesa.
Lo que pasa es que, para mí, es de esas novelas de “tío Pepe y tía
Josefina”, que son buena gente y quieres que les vaya bien, pero lo que para
ellos es el sumun de la pasión, a ti te deja bastante fría e intentas mirar
discretamente a otro lado.
Luego hay un malo malote haciendo maldades que los protagonistas
consiguen sobrevivir. No tienes idea de quién es. Cuando te quieres dar cuenta,
te has zampado quinientas páginas de una historia que, si yo fuera de las que
deja las cosas a medias, habría dejado de leer allá por la página cincuenta.
Mi experiencia con Christina Dodd se limitaba a la serie
contemporánea Lost Hearts. Me gustó,
aunque me cabreó un poco que no fueran novelas autoconclusivas y me tuviera que
leer todas para averiguar el misterio.
Una luz en la ventana la tenía apuntada en mi lista de novelas buenas desde hace
tiempo. Así que cuando vi que books4pocket la incluía en una oferta, me la
compré ipso facto.
Para ser una primera novela, está escrita de manera excelente, y
la traducción al español me encantó. ¡Incluso con “notas de la traductora” a
pie de página! Me sigue sorprendiendo agradabilísimamente cuando se toman en
serio la traducción de una novela romántica. Además, es un puntazo que, al
menos al inicio de la novela, el planteamiento sea de dos personas ciegas, que
no resultan esos modelos perfectos e ideales de tantas novelas románticas.
Seguro que si hubiese leído esto cuando se publicó en 1991 me
habría apabullado. En 2016 me parece algo cansina, ahora se habría escrito de
forma más breve. Me costó acabarla y me quedé con la sensación de “pues bueno,
pues vale”.
Tal vez también influya un poquito que, por esas casualidades de
la vida, en el mismo grupo de ofertas, me compré Tuya hasta el amanecer, de Teresa Medeiros (de la que hablé aquí
la semana pasada) también sobre héroe ciego y resolutiva heroína que lo redime.
La comparación es inevitable, porque el planteamiento es similar. Sale ganando
Medeiros.
Normalmente hago un primer borrador de la crítica cuando voy más o
menos por un tercio de la novela. Sobre todo, para no destripar nada que ocurra
más allá de ese punto (porque, si no, entraría en el spoiler). Y después, al terminar, ya la repaso, amplío o rectifico el
punto de sal.
Llegado a ese 33% de la novela en que me toca hacer el primer
borrador de la crítica, pueden pasar varias cosas:
1.ª La novela me ha atrapado tanto que no puedo pararme en ese
punto y ni borrador ni leches porque tengo
que seguir leyéndola y ya escribiré la crítica al final. Suelen ser libros
de 5 o 4 estrellas.
2.ª La novela me está gustando, pero la dejo un momentito a un
lado sin problemas para esbozar cuatro ideas y seguir leyendo. Puede ser de 3 o
4 estrellas.
3.ª O, a veces, no tengo el menor inconveniente en parar, escribir
un borrador de crítica bastante completita y luego darme cuenta que, en
realidad, tampoco tengo demasiado interés en saber cómo sigue la cosa. Acabo de
leer por puro sentido del deber, remato la crítica y a otra cosa mariposa.
Suelen ser las de 2 estrellas.
Una luz en la ventana, lamentablemente, entró en esta última categoría. Los
protagonistas eran majos, pero no me interesaron demasiado sus aventuras por
Medievalandia.
De lo que pasa con las novelas de una sola estrella, no hablo. Y
correré un tupido velo sobre esas otras que no consigo terminar ni por sentido
del deber, ni cabezonería ni personalidad obsesivo-compulsiva,… en esas no
llego ni al 20% de lectura antes de tirarlas contra la pared y mandarlas a la
mierda.
Una última nota: insisto en que es la primera novela de la autora, lo que puede explicar algunas torpezas y desde esa perspectiva -repito-, está bien. Ya les gustaría a muchos escribir un clásico dentro de cualquier género con su primera novela.
Valoración personal: psé, 2
Se la recomendaría a: los
que tengan pase anual a Medievalandia y los fans de Julie Garwood, que creo que
adorarán esta novela.
Otras críticas de la novela:
Como
siempre que mi experiencia es peor que la de la mayoría, con un clásico del
género romántico, recomiendo particularmente la lectura de otras críticas de
aquellos que supieron sacarle todo el jugo a la historia.
En
español, tenemos dos críticas en el Rincón de la Novela Romántica, una de
4,5/5 y otra de 6/10.
En
Pasajes Románticos encontramos la crítica de alguien a quien esta novela ha
fascinado y la considera preciosa y recomendable.
En Diario de una pringadilla parece que le gustó.
Hace una reflexión muy buena, además, sobre el desafío particular que suponen
las novelas románticas ambientadas en la Edad Media: es una época que conlleva
cierto realismo y si no es realista, no es medieval. Para ella, la autora sí que sabe mantener el equilibrio
entre lo que era habitual en la época y “los necesarios cristales rosas para
que siga entrando dentro del género romántico”.
No estoy tan segura de que haga falta endulzar tanto la cosa y ser tan anacrónico para que te salga una buena novela romántica medieval. Ello me lleva a pensar que, aunque ciertamente era una época brutal, se puede
escribir una buena novela romántica medieval, como ha demostrado Laura Kinsale. Y que por otro lado, Julia Quinn ha probado que se puede
ser perfectamente anacrónico en otras épocas.
Tenemos el error de pensar que la Edad Media fue, por ejemplo la peor época
para la mujer, cuando no es cierto. Al revisar la historia europea “con las
gafas violetas”, es decir, bajo el prisma del feminismo, se ha descubierto algo
que se expresa con una frase que ha hecho fortuna: “no hubo Renacimiento para
las mujeres”. En la Edad Media las mujeres desempeñaron muchos más trabajos
fuera de casa, señoras y reinas que administraron enormes dominios, laicos o
religiosos, con mano de hierro y mucho sentido. Hubo mujeres médicos, lo mismo
que literatas como Cristina de Pisán
o Hildegarda de Bingen, grandes viajeras y peregrinas como Egeria, mujeres como las beguinas
que buscaron una vía de salvación personal más al margen de la iglesia y con
una vocación más práctica de servicio a los demás (siendo como era la religión
lo más importante de la época, serían el equivalente, hoy, a ser, no sé,
política o científica o una gran empresaria rompedora),... Para la mujer, el
Renacimiento fue un retroceso general en su condición como individuo con
intereses propios, viéndose reducida cada vez más a su papel de madre y esposa.
Dejo el speech feminista para
adentrarme en las críticas en inglés. Como ya adelanté más arriba, hay crítica
de DIK A en All About Romance.
Erin S. Burns (Burns Through Her Bookshelf) hizo una crítica conjunta de
esta obra y la siguiente de la serie, Castles
in the Air (Castillos en el aire), en 2015. Le da 5 estrellas y la recomienda totalmente. De la otra, Castillos en el aire, recuerda (y pone)
la portada, que es muy célebre en Romancelandia, pues la protagonista tiene
¡¡tres brazos!!... Alguien no controlaba aún el Photoshop.
Y, finalmente, en RT Book Reviews le dieron 4 ½ estrellas y consideraron esta novela (en su reedición de 1999)
un Top Pick!
Pues esta novela la encontré hace poco por dos euros (literalmente) en una librería de segunda mano y la compré. Ni la he leído ni tampoco otra novela de ella así que ya veré qué me parece cuando la coja. Gracias por tu reseña! (la he leído a saltos para no destriparme mucho, cuando lea la novela regresaré y la leeré decentemente)
ResponderEliminarNo destripo nada que ocurra más allá de un tercio, pero sí hablo del tono general. Oye, que igual tú le encuentras el gusto. Ya nos dirás.
EliminarBueno, yo no pasé de las primeras 50 páginas. Y como la había sacado de la biblioteca popular, la devolví sin culpa y retiré otra. Supongo que es el problema de no pagar más que la cuota societaria.
ResponderEliminarY eso que la Dodd me encanta, en general. Me reí mucho con la serie Institutrices.
Besos y gracias
Suerte que hay romántica en tu biblioteca, en muchas es género vetado. 😊
EliminarNo me digas! estoy es una ciudad pequeña, romántica, suspenso y autoayuda es lo que más sale.
ResponderEliminarTodo depende de la política de la biblioteca. Las hay que tienen lo que la gente quiere leer, y las hay que tienen lo que creen que la gente debe leer.
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