martes, 15 de noviembre de 2022

Crítica: “Sass”, de Jay Hogan


La familia (que no siempre es la de sangre) va de estar ahí cuando te necesiten


 

DATOS GENERALES

Título original: Sass

Subgénero: contemporánea

Fecha de publicación original en inglés: 2022

Parte de una serie: Style #3

Páginas: 359

 

SINOPSIS (según Fiction Data Base)

Durante dos años he mantenido a Leon Steadman a una distancia segura, desde la noche en que me rechazó de manera radical y con almibarada desaprobación. Peor para él. El mundo está lleno de hombres sexis. «Un rollo y ya» es simplemente un uso eficiente de mi tiempo. O lo sería si no hubiera estado deseando, desde entonces, a este hombre grande como una montaña, irritante, crítico y hermoso.

Cuanto menos vea a Leon, mejor. Ya es bastante malo es que su negocio de tatuajes esté al lado de Flare, la tienda de moda que dirijo, y que sea amigo de mi jefe. Pero ahora también vive en un apartamento encima de la tienda. Cada vez que me doy la vuelta, Leon está ahí. En mi tienda. En mi espacio. Jugando con mi cabeza. Ser todo agradable y encantador y actúa como si no fuera el idiota más grande del mundo, después de todo.

Bueno, no quiero ni necesito las disculpas de Leon. Pero, si pudiera tenerlo, aunque solo sea una vez, podría poner fin a este hambre ridículo hambre que se enciende cada vez que lo veo.

Sí, ya te hablaré de cómo va esto.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

Acaba de salir, como quien dice, así que no sé cómo la van a valorar.

CRÍTICA

Me gusta Jay Hogan, y estando en Kindle Unlimited, no puedo perder la oportunidad de cerrar la serie Style.

Aquí vemos la historia de Christopher (26), que trabaja para Rhys en Flare, su tienda y marca de moda entre los gais con estilo. Se ha visto que es un tipo de lo más sassy, es decir, con una lengua viperina y más púas que un erizo.

Todo el mundo le llama Kip. ¿Todos?, ¡no!

El guapetón dueño del establecimiento de tatuaje de al lado, Leon Steadman (35) le llama Christopher o Chris. Algo que sabe que a Kip le irrita particularmente.

Estos dos tuvieron un encontronazo hace un par de años. Kip le tiró los tejos para un rollo de una noche, y Leon le rechazó.

¿Por qué? ¿Es que acaso no le gusta? ¡¡¡No!!!

Le gusta, y mucho, pero es que Leon aspira a otra cosa en la vida. Ya tuvo su época en que su cama era más frecuentada que la estación de Sol.

Ahora, aspira a una relación estable, casa, matrimonio, niños, todo el plan, mientras que Kip es un espíritu libre que nunca repite. 

La cosa es que desde entonces, Chris (Kip para todos salvo él) no le da ni los buenos días. Ni permite a Leon explicar el porqué de su rechazo.

Las cosas entre ellos se ponen más calentitas cuando Rhys se va de viaje y Chris asume el rol de director de su empresa, con mayor implicación. Por su parte, Leon ha cambiado de casa y como aún no puede entrar en su nuevo domicilio pasa un tiempo en el apartamento de Alec y Hunter, encima de Flare.

Sí, son los protagonistas de las entregas anteriores de la serie.

La cosa es que esta proximidad da una oportunidad a Leon para explicarse. Aunque Kip está muy decidido a mirarle por encima del hombro y lanzarle todas las invectivas que se le ocurran, Leon sigue gustándole. 

Pero ambos sostienen su postura de partida: uno quiere algo estable y otro no repetir jamás compañero de cama.

Mis novelas de tres estrellas son esas que están bien, que las disfrutas cuando las lees. Pero que si pasas, y no la escoges como tu próxima lectura, tampoco te pierdes gran cosa, porque no le encuentro nada especial.

Es lo que me pasa con esta historia. Es Jay Hogan, es decir, más de lo mismo

... Un tipo tranquilo, cachas y tatuado, bi, muy masculino, 

... Y otro muy sassy, pizpireto y más… ¿amanerado?

La cosa es que sube del nivel del tópico porque consigue que sean personajes que te conmueven por sus problemas familiares. A mí, en algún momento, me pusieron un nudo en la garganta.

Leon tiene que su hermana gemela murió en un accidente y se siente culpable, mientras que Kip lleva años separado de su familia porque se portaron con él fatal.

Esa es la principal lección de esta historia, que en cierto momento me cuentan.

Esto de la familia se trata de estar allí para alguien cuando realmente lo necesita, ¿verdad? Ahí es cuando cuenta. Solo que familia no es únicamente la de sangre, sino también la que te creas con tus amigos y amados.

Lo suscribo. En mi experiencia, los parientes hay veces que no te hacen ni caso cuando estás mal. Y quien realmente te apoya son amigos, compañeros de trabajo, otra gente que entienden lo que te ocurre y te echan una mano.

Otra cosa buena es que admiten que las perturbaciones emocionales lo que requieren no son mimitos, sino atención de profesionales. En un momento determinado, Leon se sincera sobre ciertas cosas, y le pregunta a Chris y  este contesta de fábula:

No me preguntes. No soy terapeuta.

Luego le da su opinión pero al final tanto uno como otro, en determinados momentos difíciles, recurren a terapia. En cierta ocasión le escuché a un psicólogo (o psicóloga, no lo recuerdo bien) que deberíamos hacer como con el coche, que lo llevamos al taller en cuanto hay algo que no suena bien.

Pues eso, que no esperemos a tener depresión profunda, o fobias o ansiedad tremenda para ir al psicólogo o al psiquiatra. En cuanto notemos que algo no ajusta bien, recurramos a los profesionales.

Aparte de eso hay otra curiosidad. Un personaje secundario de esta serie es Drew, chico transexual y gay, y con él te ejemplifican estos problemas en los que la gente no caemos. Aquí te cuentan la dificultad que tienen para encontrar ropa chula. Tienen el problema que hay que ocultar los signos femeninos, las caderas anchas, los tobillos finos, los pechos que tienen que llevar apretados… y claro, acabas con ropa de tallas grandes que no te sientan bien ni te hacen sentir sexi. Y también la ropa interior, claro.

Acabo con otra cosa que me llamó la atención. Lo que es pedir perdón cuando has hecho daño a alguien. Entonces me acordé de cómo describía Leon una auténtica disculpa. Sin condiciones. Sin manipulación. Y responsabilizarse.

Cuando te disculpas no se trata solo de expresar eso. No. Te tienes que hacer cargo y procurar curar o reparar el daño. Lo que no puedes esperar es que el otro te perdone sin más, sin condicionarlo a nada, ni manipulando para que al final «el pobrecito, qué pena» sea el agresor y no la víctima.

Contado en primera persona dual. Como me ocurre prácticamente siempre, me pareció indistinguible al voz de un protagonista respecto a la del otro y respecto a los otros cientos de personajes que pueblan el género en los últimos años. Es como si todos los libros los escribiera la misma autora y los personajes fueran solo uno, disfrazado, aquí pasando por un par de gais neozelandeses.

Valoración personal: bien, 3

Se la recomendaría a: quienes gusten de historias contemporáneas con chicos guapos y majos.

Otras críticas de la novela 

No he encontrado críticas de este libro en español. Paso a lo que he encontrado en inglés, que en general ha gustado.

Xtreme delusions, 5 corazones

BFD Book Blog, 5 estrellas

Bayou Book Junkie, 5 estrellas

Love Bytes, 4.25 corazones

Joyfully Jay, 4 estrellas

All About Romance, B+. 

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