miércoles, 3 de diciembre de 2014

El canon de la novela romántica (5): No nos hace falta



Mi quinta (y última, por el momento) entrega sobre el temita del canon.

La conclusión básica a la que he llegado, después de reflexionar, es que los lectores de romántica no necesitamos un canon. Ni alguien que nos hable “con autoridad” del tema romántico. Eso nos podría llevar a situaciones ridículas como esta:


-          Tienes que leer Cincuenta sombras de Grey, es lo más.
-          No, mira, yo es que la romántica erótica no…
-          ¿Y tú dices que lees romántica? Si no lees ese libro, en realidad no entiendes nada. No puedes ser lectora de romántica si no te gusta ese libro. Es que no tienes ni idea de qué va este género.


Chirriante, ¿verdad?

Que los lectores no necesitamos un canon de novela romántica fue, al menos, la respuesta mayoritaria cuando planteé el debate en El rincón de la novela romántica. He intentado saber por qué.
Decorado para La flauta mágica
La reina de la noche
Artista K. F. Schinkel (1915)
Contiene dos historias de amor
Con final feliz ambas
 
No leamos por sentido del deber. De entre todo lo que hay, escojamos lo que nos gusta. Es como la ópera. Se han compuesto miles, pero se representan con regularidad sólo un centenar. ¿Acaso Vivaldi fue un mal compositor por el hecho de que sus óperas sean desconocidas para el gran público mientras que títulos como Carmen o La flauta mágica resultan familiares incluso para quienes no gustan del género? No, lo que ocurre es que esas óperas escondidas no “le dicen apenas nada” al espectador actual. Rara vez se rescatan para el escenario, muchas veces no hay más que una o ninguna grabación fonográfica. Todo lo más, son “donantes” de arias aisladas para lucimiento de cantantes en recitales y discos.

Esas obras existen, están analizadas y catalogadas y son estudiadas por los musicólogos. Pero no son de interés para el gran público. Si alguien te dice que acaba de oír La Traviata y que quiere escuchar algo más por el estilo, ¿le dejarías una grabación del Orfeo de Monteverdi o el Moses und Aron de Schönberg? Pues no. Empecemos con el ABC (Aida, Bohème, Carmen) y luego ya veremos por dónde seguimos.

Pues esto es igual. Si alguien dice que le ha gustado el libro que le dejaste de Susan Elizabeth Phillips, recomendarle El Árabe de E. M. Hull es un poco tonto, por mucho que esté en el canon de la novela romántica.
Yanneris Sewer en La Traviata
Ópera Nacional de Cuba (2012)
Historia de amor
Con final trágico

Cuando yo era adolescente, me dio por leer ciencia ficción. No había internet, así que me fié de un aficionado que sabía más que yo. Fue él quien me indicó a Asimov, por ejemplo. Luego ya descubrí por mi cuenta a Stanislaw Lem, Philip K. Dick y Orson Scott Card (a quien ahora boicoteo por homófobo, pero siendo honesta, debo poner su nombre aquí, porque forma parte de mi historia lectora). Y sí, creo que habrá por algún sitio escrito un canon de ciencia ficción que te diga que tienes que leer a H. G. Wells, Arthur C.Clarke y Ray Bradbury…, pero mis gustos no van por ahí. Paso del canon, sólo quiero entretenerme con el tipo de Sci-Fi que me va.

Gracias a internet, ahora no escuchamos a un amigo más leído que tú. Tenemos a nuestra disposición páginas y blogs que te hablan de lo que miles de personas han leído. Realmente, ni Berlatsky (recordemos, el que montó el lío hablando de esto) ni ningún lector necesita un canon. Sólo otros lectores que tengan los mismos o parecidos gustos y hablar cada uno de lo que ha leído.

Creo, sinceramente, que aquel follonero rechaza esta posibilidad sólo porque la inmensa mayoría de quienes escribimos en internet sobre novela romántica somos mujeres. Si hubiera sido un tío el que llevara SBTB y escrito Beyond Heaving Bosoms o A Natural History of the Romance Novel, las habría tomado más en serio.

Pero ese es problema suyo. Si no quiere fiarse de otros usuarios y consumidores de este producto cultural, vale. El resto sí nos sentimos satisfechos.

Aparte de que, como él mismo acaba reconociendo al final, si no hay “autoridad” que te guíe, siempre puedes lanzarte a la aventura. Cuando descubres una joya es como la alegría del amor secreto, como si sólo tú fueras el que conoce esa obra maravillosa.

Vale.

Fuente de las fotografías: como es habitual, wikicommons.
Para romanticismo arrebatado: la ópera, donde abundan los enamoramientos repentinos, apasionados y (muchas veces) fatales.  

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo. ¡Y qué suerte tenemos ahora con internet y la posibilidad de compartir gustos y opiniones con miles de personas!

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  2. Cuánta razón tienes. Internet tiene estas cosas fantásticas.

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