Mi quinta (y última, por el momento) entrega sobre el temita del canon.
La conclusión básica a la que he
llegado, después de reflexionar, es que los lectores de romántica no necesitamos un canon. Ni alguien
que nos hable “con autoridad” del tema romántico. Eso nos podría llevar a
situaciones ridículas como esta:
- Tienes que leer Cincuenta sombras de Grey, es lo más.- No, mira, yo es que la romántica erótica no…- ¿Y tú dices que lees romántica? Si no lees ese libro, en realidad no entiendes nada. No puedes ser lectora de romántica si no te gusta ese libro. Es que no tienes ni idea de qué va este género.
Chirriante, ¿verdad?
Que los lectores no necesitamos un canon de novela romántica fue, al menos, la respuesta mayoritaria cuando planteé el debate en El rincón de la novela romántica. He intentado saber por qué.
Decorado para La flauta mágica
La reina de la
noche
Artista K. F.
Schinkel (1915)
Contiene dos historias
de amor
Con final feliz
ambas
|
No leamos por sentido del deber.
De entre todo lo que hay, escojamos lo que nos gusta. Es como la ópera. Se han
compuesto miles, pero se representan con regularidad sólo un centenar. ¿Acaso
Vivaldi fue un mal compositor por el hecho de que sus óperas sean desconocidas
para el gran público mientras que títulos como Carmen o La flauta mágica
resultan familiares incluso para quienes no gustan del género? No, lo que
ocurre es que esas óperas escondidas no “le dicen apenas nada” al espectador
actual. Rara vez se rescatan para el escenario, muchas veces no hay más que una
o ninguna grabación fonográfica. Todo lo más, son “donantes” de arias aisladas
para lucimiento de cantantes en recitales y discos.
Esas obras existen, están analizadas
y catalogadas y son estudiadas por los musicólogos. Pero no son de interés para
el gran público. Si alguien te dice que acaba de oír La Traviata y que quiere escuchar algo más por el estilo, ¿le
dejarías una grabación del Orfeo de Monteverdi o el Moses und Aron de Schönberg? Pues no. Empecemos con el ABC
(Aida, Bohème, Carmen) y luego ya
veremos por dónde seguimos.
Pues esto es igual. Si alguien
dice que le ha gustado el libro que le dejaste de Susan Elizabeth Phillips,
recomendarle El Árabe de E. M. Hull
es un poco tonto, por mucho que esté en el canon de la novela romántica.
Yanneris Sewer
en La Traviata
Ópera Nacional
de Cuba (2012)
Historia de amor
Con final
trágico
|
Cuando yo era adolescente, me
dio por leer ciencia ficción. No había internet, así que me fié de un
aficionado que sabía más que yo. Fue él quien me indicó a Asimov, por ejemplo. Luego
ya descubrí por mi cuenta a Stanislaw Lem, Philip K. Dick y Orson Scott Card (a
quien ahora boicoteo por homófobo, pero siendo honesta, debo poner su nombre
aquí, porque forma parte de mi historia lectora). Y sí, creo que habrá por
algún sitio escrito un canon de ciencia ficción que te diga que tienes que leer a H. G. Wells, Arthur C.Clarke y Ray Bradbury…, pero mis gustos no van por ahí. Paso del canon, sólo
quiero entretenerme con el tipo de Sci-Fi
que me va.
Gracias a internet, ahora no
escuchamos a un amigo más leído que
tú. Tenemos a nuestra disposición páginas y blogs que te hablan de lo que miles de personas han leído. Realmente, ni
Berlatsky (recordemos, el que montó el lío hablando de esto) ni ningún lector necesita un canon. Sólo otros lectores que tengan
los mismos o parecidos gustos y hablar cada uno de lo que ha leído.
Creo, sinceramente, que aquel
follonero rechaza esta posibilidad sólo porque la inmensa mayoría de quienes
escribimos en internet sobre novela romántica somos mujeres. Si hubiera sido un
tío el que llevara SBTB y escrito Beyond Heaving Bosoms o A Natural History of the Romance Novel, las habría tomado más en serio.
Pero ese es problema suyo. Si no
quiere fiarse de otros usuarios y consumidores de este producto cultural, vale.
El resto sí nos sentimos satisfechos.
Aparte de que, como él mismo
acaba reconociendo al final, si no hay “autoridad” que te guíe, siempre puedes
lanzarte a la aventura. Cuando descubres una joya es como la alegría del amor
secreto, como si sólo tú fueras el que conoce esa obra maravillosa.
Vale.
Fuente de las fotografías: como es habitual, wikicommons.
Para romanticismo arrebatado: la ópera, donde abundan los enamoramientos repentinos, apasionados y (muchas veces) fatales.
Completamente de acuerdo. ¡Y qué suerte tenemos ahora con internet y la posibilidad de compartir gustos y opiniones con miles de personas!
ResponderEliminarCuánta razón tienes. Internet tiene estas cosas fantásticas.
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