Sencillo,
resultón
DATOS GENERALES
Título original: The governess game
Subgénero: histórica
1.ª publicación: Avon, 9/2018
Parte de una serie: Girl
Meets Duke #2
Páginas: 384
ISBN13: 9780062672124
NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL,
PERO SÍ AL PORTUGUÉS (Um amor conveniente /
Prometo não Te Seduzir), FRANCÉS (Le
jeu de la préceptrice), ITALIANO (La
perfetta istitutrice), CROATA (Guvernantina
igra), HEBREO (משחק האומנת), RUMANO (Jocul de-a guvernanta), POLACO (Ich gwiazdy), ESTONIO (Guvernandi mäng), LITUANO (Ieškoma: guvernantė), SUECO (Alexandras utmaning), DANÉS (En uimodståelig udfordring) y TURCO
(Kusursuz Mürebbiye),
SINOPSIS (según Fiction DBFiction DB)
Ha sido un libertino muy malo, y hace falta una institutriz
para darle una lección.
La institutriz
accidental
Después de que su medio
de vida se le escapa de las manos, Alexandra
Mountbatten asume una tarea imposible: transformar a un par de huérfanas
salvajes en jóvenes de verdad. Sin embargo, las chicas no necesitan disciplina, sino un hogar amoroso. Intenta decirle eso a su tutor, Chase Reynaud: un heredero de duque en
la calle y un diablo entre las sábanas. Las damas de Londres han intentado (y
fracasado) hacer que se calme. De alguna manera, Alexandra debe llegar a su
corazón... sin arriesgar el suyo.
El infame calavera
Como cualquier
libertino que se precie, Chase vive según una regla: sin apegos. Cuando una
pequeña y obstinada institutriz intenta reformarlo, él decide darle una
educación... con placer. Eso debería demostrar que no puede ser domesticado.
Pero Alexandra es más de lo que esperaba: inteligente, perspicaz y apasionada.
Ella se niega a verlo como una causa perdida. Pronto las paredes alrededor del
corazón de Chase se desmoronan... y él corre el peligro de caer con fuerza.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Sí, entró en mi lista de mil mejores novelas románticas, versión de
2019, en el puesto 297. La escogieron
entre lo mejor del año 2018 Ana Coqui, Carla de Guzmán, Caffeinated, Addicted
to romance, Lana (de Dirty Girl Romance), y para Kaetrin, que escribe para
Audiogals y Dear Author, estuvo entre los mejores audiolibros del año, en
narración de Mary Jane Wells. Tuvo crítica positivas: cinco estrellas en About That Story, Becky, Dirty Girl, Gabrielle,
Kimberly Faye Reads, Simply Book Reviews, The Bookish Sweet Tooth y The Jeep
Diva. La calificaron con A en The
Good the Bad and the Unread, Smart Bitches Trashy Books. Fue finalista en el
premio readRchat.
CRÍTICA
Tenía esta novela de Tessa Dare en
mi Kindle, y aunque aún me quedan por leer de Spindle Cove, me apetecía cambiar
un poco de serie.
La historia la protagoniza Alexandra (Alex) Mountbatten, huérfana
que se gana dinero poniendo en hora relojes, sí, así, tal cual. Lo suyo es la
astronomía, y sueña con descubrir cuerpos celestes aún no
encontrados. Más adelante, te enteras que una de sus ideas para ganar dinero es
descubrir cometas y vender a algún aristócrata el derecho a darle el nombre.
La cosa es que, obviamente, necesita
dinero. Por ello acepta trabajar de institutriz de dos chiquitinas, otras
pobrecillas que carecen de padres y han sido pasadas de un pariente a otro.
Al final, han llegado a ser
tuteladas por Charles (Chase) Reynaud,
heredero del duque de Belvoir, muy reticente. Es de esos que no se cree
merecedor de ningún amor y cariño, por lo que no lo espera de nadie, ni de sus
pupilas.
Aunque claro, él tiene su corazoncito
y de hecho las aprecia y no soportaría que les pasara nada. Pero no lo muestra.
En esta novela, Tessa Dare sigue su
dinámica habitual en la autora: heroína Amanda Quick / héroe Lisa Kleypas. O
sea, ella es intelectual, en este caso le gusta la astronomía y también es
buena en cositas mecánicas como los relojes. Su forma de vida resulta algo
extravagante para la Inglaterra de su época, la Regencia, ya que no tiene
familia, sus relaciones más estrechas son con un par de amigas, una de ellas
protagonizó la primera novela, The duchess deal, a la que di cuatro estrellas y definí
así: «Matrimonio de conveniencia entre héroe torturado y pizpireta heroína que
lo redime».
Es novela con niñas, bastante
jovencitas. Cómo se esfuerza Alexandra para ganárselas tiene su mérito. Porque
hasta que aparece ella en la puerta, han tenido toda una retahíla de
institutrices que salen espantadas de las cosas que hacen estos diablillos.
Ardía de
indignación. El libertino. ¿Cómo se
atrevía a que sus amantes desfilaran directamente bajo la mirada de dos
inocentes niñas? Bueno, quizás una niña inocente y una Rosamund.
Se ambienta en Londres, 1817. Y ya,
con eso he dicho todo lo que necesitáis saber, ya que os podéis imaginar que es
romance histórico ligerito, ambientado en la Regencia, sin mucha cosita más.
Es una de esas novelas que ante todo
llamo competentes, o sea, de alguien
que sabe hacer las cosas bien, en su estilo, y le sale bien.
Se lee fácil, con gracia en los
diálogos y unas pocas escenas sexis. Experiencia satisfactoria que olvidas a
los dos días.
La verdad es que estuve dudando si
ponerle tres o cuatro estrellas, porque es bueno en su género, no tiene fallos
evidentes y está muy bien escrita. Opté por las tres considerando que, en el
fondo, no tiene nada especial y otras de Dare me gustaron mucho más, como por
ejemplo la primera de esta serie, vaya.
Lo de que ella se apellide
Mountbatten me sacaba todo el rato de la historia. Y os contaré un poco el por
qué.
Se supone que Alexandra es hija de
un estadounidense y una dama hispano-filipina.
Porque él
iba a ser un duque. Y las chicas como Alex–en parte estadounidense, en parte
española, en parte nativa isleña, totalmente huérfana, bautizada como católica,
y perteneciente a la clase trabajadora– no se convertían en duquesas.
No tiene el menor sentido que una
persona con ese linaje se apellide Mountbatten. Esa es la traducción al inglés
que hicieron con motivo de la Primera Guerra Mundial los royals británicos que se apellidaban Battenberg. Más abajo os
cuento un poco la historia de los Battenberg.
Total, que cada vez que lo leía, estaba
pensando en la cara serie de lord Mounbatten, el último virrey, y eso claro, me
sacaba de la historia.
Valoración personal: notable, 3
estrellas
Se la recomendaría a: quienes gusten de históricas ligeras.
Otras críticas de la novela:
Empiezo con lo que he
encontrado en español.
Pepa en Otro romance más, en Goodreads le puso 4 ½ estrellas.
A la cama con… un libro, 3 Gandys.
Paso al inglés.
Smart Bitches Trashy Books, una A.
Dirty Girl romance, 5 estrellas.
The Good, the Bad and the Unread, una A.
All About Romance, B+.
Battenberg / Mountbatten
Como suelo decir, este es mi blog y cuento lo que me da la gana. Así que
allá va la historia que empieza con una joven polaca y un royal alemán en la
corte del zar, que para eso una es monárquica y para eso me estudio el Gotha y
el Sálvame de Luxe histórico de las casas reales europeas.
Os cuento
de dónde viene esto de Mountbatten, porque es una historia romántica por sí
misma. Resulta que un polaco trabajaba en el ejército de los zares y murió al
servicio del zar. Este se hizo cargo de sus hijos, entre ellos una chica
llamada Julia von Hauke.
Esta
muchacha era dama de compañía de la zarevna, María Aleksándrovna, que era una
princesa alemana, María de Hesse-Darmstadt. Eso es muy habitual en la historia
de Rusia, buscaban esposas entre los muchos principados alemanes. Sin ir más
lejos, Catalina la Grande era una princesa alemana.
Pues esta
zarevna tenía varios hermanos, uno, Luis III, era el gran duque de Hesse-Darmstadt
y el otro se llamaba Alejandro (de Hesse-Darmstadt), que se dedicaba
también a la milicia a las órdenes del zar. Pues bien, este Alejandro se
enamoró de Julia, la polaca.
El zar Nicolás
I, suegro de María, no veía con buenos ojos que el futuro zar fuera cuñado de
una chica así, y no aprobaba la relación. Alejandro de Hesse puso tierra de por
medio. Pero no podía olvidarla, así que volvió a Rusia. Acabaron huyendo juntos,
ella quedó embarazada y se casaron.
Claro,
era un matrimonio desigual, así que era morganático.
Los hijos de esas uniones no tenían derechos hereditarios al trono de Hesse, y
llevaban el apellido de la madre. ¿Qué apellido, diréis, von Hauke?
Pues no, Battenberg.
El hermano de Alejandro, el gran duque Luis III, rehabilitó un título medieval,
condes de Battenberg, para su cuñada Julia. Y ese es el apellido que llevaron
los hijos de esta unión.
De todos
sus retoños, hablaré de dos.
Empiezo
por uno de los pequeños, Enrique-Mauricio
de Battenberg, que como no tenía mucho futuro, se dedicó igualmente a la
milicia. Estuvo en el ejército prusiano. Por eso de que todos los royals se relacionaban, conoció y llamó
la atención de Beatriz, la hija menor de la reina Victoria.
No sé si
os acordáis de lo mucho que la reina Victoria amaba a su esposo, él mismo un
príncipe alemán. Cuando Alberto murió, se quedó colgada de su hija Beatriz. No
la dejaba irse, y mira que tuvo ofertas por la mano de la muchacha, y esta habría
dicho que sí, pero su madre decía que no, que la niña tenía que quedarse con
ella. Así que declinaba esas ofertas matrimoniales.
Cuando
este Enrique-Mauricio de Battenberg le entró por el ojo a la Bea, la madre dijo
que sí, que vale, pero solo si estos dos se quedaban a vivir con ella y hacerle
compañía.
No
problema. Se casaron en la isla de Wight, a él lo nacionalizaron británico, le
subió el rango, y entró en el ejército de su nuevo país. Tuvieron hijos y al
final Enrique consiguió que la reina lo dejara ir a la guerra Ashanti; contrajo
malaria y murió frente a la costa de Sierra Leona. Su cuerpo lo llevaron a
Canarias y de ahí, en el HMS Blonde,
a Gran Bretaña. Lo enterraron en la Mildred’s Church, donde se casó, en la isla
de Wight, en la que hoy llaman Capilla Battenberg.
Enrique y
Beatriz tuvieron, entre sus retoños, a una nena preciosa nacida en Balmoral (ya
digo que Beatriz tenía que estar todo el rato al lado de su mamá, y en aquel
octubre de 1887, a la corte le tocaba estar en Escocia). Era Victoria-Eugenia de Battenberg, quien
se casó con Alfonso XIII y fue madre de, entre otros, el infante don Juan de Borbón y Battenberg, el conde
de Barcelona. A diferencia de sus otros parientes, ella no cambió el apellido
de Battenberg a Mountbatten, porque ya no estaba en el Reino Unido y España fue neutral
en aquella Gran Guerra.
Por la
cuenta que les traía, claro. La reina madre era austríaca y la reina británica,
así que podéis comprender que lo mejor para Alfonso XIII (y para el país) era
mantener la neutralidad. Por cierto que el monarca español Hizo una grandísima
labor humanitaria, muy admirable, en el Palacio, en favor de los prisioneros de
guerra. ¡Ay, qué novela romántica saldría de aquella época!
Bueno,
pues don Juan fue el padre de Juan-Carlos
I, y este, el emérito, del actual rey de España, S. M. Felipe VI.
Así que
aquellos enamorados de mediado el siglo XIX, una joven polaco-alemana y un
príncipe alemán, son antepasados del actual rey de España.
Y no es
el único monarca que los tiene entre sus ancestros.
Otro de
los hijos de aquellos dos enamorados, la polaca y el alemán, fue Luis Alejandro de Battenberg. Si su
hermano se casó con la hija pequeña de la reina Victoria, este se casó con una nieta de la reina Victoria, la
princesa de Hesse-Darmstad, hija de la hija mayor, Alicia, casada con Luis IV,
gran duque de Hesse-Darmstadt y primo tanto de Luis-Alejandro como de
Enrique-Mauricio.
Luis-Alejandro se enroló en la Royal Navy muy joven, y se naturalizó
británico. Hizo carrera en la marina, hasta que el sentimiento antialemán
durante la Primera Guerra Mundial lo obligó a retirarse. La propia familia real
tenía apellido alemán, Sajonia-Coburgo-Gotha (el apellido del príncipe Alberto,
esposo de la reina Victoria). Es entonces cuando el rey Jorge V cambió su
apellido por el de «Windsor». Y le dijo a su
pariente Luis que renunciase también a sus títulos alemanes y
cambiara el nombre. De esta manera, Battenberg pasó a ser en inglés, «Mountbatten» (esto es, monte de Batten).
Su hijo
menor fue Luis, I conde Mountbatten de
Birmania, último virrey de la India y a quien todos conocimos como lord Mountbatten. La hija mayor, Alicia, se casó con el príncipe Andrés
de Grecia y Dinamarca. Fueron los padres de un tal Felipe, príncipe por lo tanto danés y griego pero que en sí no
tenía muchos recursos. Siguió la tradición familiar de la Royal Navy. Cuando era un cadete de dieciocho años conoció, en el Britannia Royal Naval College, a una joven princesa llamada Isabel, de
solo trece años, y lo demás es historia.
Casi diez años después, en 1947, Felipe tuvo que renunciar a su religión
(la ortodoxa griega) y a su título de príncipe de Grecia y Dinamarca, para
poder casarse con Isabel. A cambio, lo hicieron duque de Edimburgo.
Su tío, lord Mountbatten, fue una figura muy cercana para el actual rey
Carlos III del Reino Unido, casi como un padre. Uno de los momentos más tristes
de la vida de Carlos III ha sido, sin duda, cuando a lord Mountbatten lo
asesinaron los terroristas del IRA.
Yo era una cría cuando lo mataron, y mira que había terrorismo patrio en
mi país, pero no sé por qué, aquel asesinato en particular se me quedó grabado.
Con ello comprenderéis cómo el que Tessa Dare le ponga ese apellido a
una heroína suya no tiene el menor sentido y me sacaba de la historia. Porque
yo siempre estaba pensando en aquel lord Mountbatten de mi infancia.
Los apellidos son artefactos históricos, a la mayoría no se les
reconstruye su genealogía tan fácilmente, pero en el caso de Mountbatten tiene
un origen claro y único. Carece de sentido que una muchacha hija de
estadounidense y española lo llevara en 1817.
|
Enrique de Battenberg (1858-1896), antepasado de S. M. Felipe VI |
|
Luis-Alejandro de Battenberg (1854-1921), luego Mountbatten, antepasado de HRM Carlos III |
Y aquí sus papás, el príncipe Alejandro de Hesse con su esposa Julia, condesa de Battenberg,
junto a su única hija, María de Battenberg (h. 1885)