Una experiencia
muy decepcionante
DATOS GENERALES
Título original: The Art of Theft
Subgénero: misterio histórico
1.ª publicación:
Berkley, 10/2019
Parte de una serie:
Lady Sherlock #4
Páginas: 304
ISBN13: 9780451492470 (del trade
paperback)
NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL,
PERO SÍ AL CHINO (沃德洛堡拍賣會)
SINOPSIS (según Fiction DB)
Como «Sherlock Holmes, detective consultor», Charlotte Holmes ha resuelto asesinatos y encontrado personas
desaparecidas. Pero nunca ha robado una obra de arte de valor incalculable, o
mejor dicho, no ha robado los secretos escondidos detrás de un lienzo tan
codiciado.
Pero la señora Watson está desesperada por ayudar a su vieja amiga a
recuperar esos secretos y Charlotte se ve involucrada en un trepidante plan
para infiltrarse en un glamoroso baile navideño donde la pintura está a un
apretón de manos de ser vendida y los secretos a un suspiro de ser expuestos.
Su querido amigo Lord Ingram,
su hermana Livia, el admirador de Livia, Stephen Marbleton... todos colaboran
para ayudar y todos se lo pasan en grande. Pero nada en esta aventura es lo que
parece y el desastre está esperando su momento en los terrenos de un brillante
castillo francés, esperando a que Charlotte cometa un único error...
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. Digo lo mismo que con las tres anteriores: no es romántica, ya que no tiene su final feliz. En mi base de datos la tengo más
bajita que las anteriores, en torno al puesto mil ochocientos. Tuvo crítica de DIK A- en All About Romance, que son
muy fans de Lady Sherlock. Dos de sus críticas la escogieron entre lo mejor del
año 2019, Dabney y Evelyn. En The Good, the Bad and the Unread, le dieron una A, lo mismo que en Twimom al audiolibro
narrado por Kate Reading, y Smitten by Books cinco estrellas.
CRÍTICA
Para mi esta entrega de la serie
lady Sherlock me supuso una gran decepción.
Una antigua amante de la señora Watson
quiere que Sherlock Holmes «recupere» (o sea, robe) unas cartas que hay en un
château francés, que se usan en una extorsión.
Toda la panda se organiza para pasar
al otro lado del Canal y dar el golpe. O sea, no solo la señora Watson y
Charlotte, sino también lord Ingram, el señor Marbleton, Livia la hermana de
Charlotte… Ahí, en Francia, tienen la cooperación de un colega de Ingram en
tareas de inteligencia for queen and
country, Leighton Atwood, protagonista de My beautiful enemy,
Venga, toda la troupe al château, con
disfraces diversos.
Es una novela «de golpe», o sea, que la cosa va de dar un golpe, un robo. Es lo que en el cine se llama heist movies y me ponen bastante nerviosa. No, no me gusta ese tipo de peli.
En este caso, tampoco encajé muy bien la inmoralidad general del caso. Se
trata de cometer un delito. No me encaja con el personaje de Holmes. Se supone
que resuelve crímenes, ¿no? No que los cometa, no al menos como algo en sí mismo
y no al servicio de la investigación.
¿Qué pretendía hacer Sherry
Thomas aquí? Sinceramente, no lo sé. Yo lo veo como un paso atrás respecto a cómo dejó las cosas en la novela
anterior.
Igual no era su intención que aquí hubiera acción o misterio, sino más desarrollo de personajes, que Livia tenga más confianza
en sí misma o que lord Ingram acepte no ser siempre el caballero de brillante
armadura al rescate de todo el mundo.
El argumento en sí avanza muy poco a
poco, reuniones, conversaciones, las cosas solo se mueven algo tirando al
final. Aparece Moriarty metido un poco (un mucho) con calzador.
Para mí, sinceramente, fue un truño.
No me resultó nada interesante. Mediada la novela ya me parecía tan soporífera
que me dije que esto sólo lo podía acabar dando saltos. Eso hice, saltarme
bastantes partes.
Hasta el estilo con que está
redactado, no me parece ni de Sherry Thomas. Me sonó hasta descuidada,
como cuando dice, «Charlotte and co.», así en abreviatura. Para mí que se cogió
unas vacaciones y se lo encargó al becario.
En cuanto a la relación entre lord
Ingram y Charlotte, olvidáos, en este punto también parece que hemos retrocedido.
No hay romance ni sexo entre ellos. Su historia no evoluciona. Seguimos con
amores imposibles, qué cansino, los de esta pareja y, también, los de Olivia y
Stephen Marbleton.
Para mí hay algo aún peor, y es que
en el fondo subyace una traición al país, al imperio británico. Los servicios
de inteligencia no están al servicio de este o aquel gobierno, o no deberían.
Lo suyo es proteger la continuidad del estado en sí, la seguridad del propio
país, del régimen.
No puedo entrar en detalles por no
destripar. Pero al final es un poco como decir: «ah, los imperios son malos,
todos, no vamos a mover un dedo si alguien pretende ir contra el Reino Unido».
Algo así ni es creíble en ingleses de finales del XIX, ni tampoco es
comprensible cuando determinados actos, u omisiones, dan ventaja a tus rivales
como por ejemplo el imperio alemán o movimientos rebeldes en las colonias.
Que una decisión de Atwood o Ingram implique,
directa o indirectamente, no evitar la pérdida de vidas en su país, no lo
entiendo, no hace de ellos personajes admirables. Ni tampoco propios de la
época.
¿Alguien que trabaje para su país en
alguna forma de inteligencia, hace eso? Vaya diletantes resultan ser Ingram y
Atwood, ni Mortadelo y Filemón con la T. I. A. eran tan lilas.
Me daban ganas de soltarles lo que
decía el personaje de Lewis, interpretado por Christopher Reeve, en aquella
película tan maravillosa, Lo que queda del día:
Sois todos unos aficionados. Y los asuntos internacionales nunca deberían estar a cargo de caballeros aficionados. ¿Tienes alguna idea de en qué tipo de lugar se está convirtiendo el mundo a tu alrededor? Se acabaron los días en los que podías actuar según tus nobles instintos. Europa se ha convertido en el escenario de la realpolitik, la política de la realidad. Si quieres, política real. Lo que se necesita no son señores políticos, sino políticos de verdad. ¡Necesita profesionales para gestionar sus asuntos o se dirigirá al desastre!
Cuando sale Moriarty estaba yo casi
deseando que le saliera todo bien, y que este malo-remalo se llevara por
delante a esta pandilla de aficionados.
Tengo la impresión de que alguien le
dijo a Sherry Thomas «oye, que tu serie está llena de blanquitos colonialistas
y todos hetero». Entonces tachó tres casillas con un solo personaje, el de la antigua
amante de la señora Watson: LGBT racializada y antiimperialista. No es serio, creo que empeora las cosas.
Aunque no fue tan apreciada como las
anteriores, aún así la mayoría de las críticas fueron buenas. No me puedo creer
que «esto» guste tanto. Alguna crítica se atreve a ponerle algún pero. Por
ejemplo, en una se preguntan si el bueno de lord Ingram no se merecería algo
mejor que Charlotte. Yo estoy empezando a pensarlo también, vaya héroe
romántico desperdiciado.
La estrella solitaria no es porque
sea un libro tan re-malo, es solo que me pareció una tomadura de pelo.
¿Por qué me cabreo? Entre otras
cosas, porque el personaje de Atwood me recuerda que Sherry Thomas era capaz de
escribir novelas históricas extraordinarias, como la suya, la de My beautiful enemy. De aquello a esto va
un mundo...
¿Qué pasó, Sherry, cómo es posible
que hayas escrito aquello tan maravilloso y ahora estés con esta bazofia cuyo
mayor interés parece ser Charlotte y su lucha por mantener la papada a raya?
Porque Charlotte tiene una relación
no muy sana con la comida. Toma dulces sin límite, hasta que descubre que
entonces le sale una doble papada, y se pone a régimen para reducirlo a unos
límites tolerables (Maximum Tolerable
Chins, expresión que repite hasta diez veces en una novela que no llega a
trescientas páginas).
Un tropezón.
Miedo me da seguir con esta serie.
Valoración personal: truño, 1 estrella
Se la recomendaría a: quienes esté comprometido con toda la serie.
Otras críticas de la novela:
En español, como es
habitual, no he encontrado nada. Como suele ocurrir con novelas muy apreciadas,
con las que yo pincho, recomiendo especialmente leer otras críticas más
positivas, que den una perspectiva diferente, más completa y quizá más justa
con el libro.
All About Romance, una DIK A.
Cannonball Read, 4 estrellas.
The Library Ladies, 8/10.
The Lit Bitch, 3 ½ estrellas que luego subió a 4.
Utopia State of Mind, positiva.
Echoes of an Empty Mind, positiva.
Y como este es mi blog y pongo lo que quiero, aquí la escena «Room of amateurs».
Hola!!ç
ResponderEliminarOdio este nuevo movimiento de meter personajes (para cumplir cuotas) que resultan totalmente fuera de lugar y no pegan nada, tanto en la literatura como la la televisión. en serio
Jope, me sabe muy mal tal despropósito de novela, a ver si el siguiente mejora....
Un besote
Sí, esta entrega ha sido tal chasco que me estoy dando un tiempo antes de leer la siguiente.
EliminarPor otro lado, siempre he buscado la diversidad en romántica, que no sean siempre los mismos países, culturas, orientaciones, etc. Me encantó cuando Brockmann metió a Jules, un personaje auténtico y maravilloso que, además, era gay. No estaba ahí para hacer bulto, sino que era de los más maravillosos personajes de Romancelandia que conozco. Adoro el soplo de aire fresco que es, muchas veces, el male/male romance. O la riqueza y complejidad que aportan autoras como Alisha Rai o Talia Hibbert, cuyos personajes son ellos mismos, aparte de pertenecer a tal o cual grupo social o étnico, o que su piel tenga este o aquel tono... O fíjate esta que he leído hace poco, «Carry the ocean», con sus personajes con discapacidades que son ellos mismos, aparte de padecen esto o aquello.
En cambio, se nota mucho, en mi opinión, cuando un autor mete un personaje «diverso» por postureo. Aquí lo de la amada juvenil de la Sra. Watson cantaba la Traviata. Y mira que Sherry Thomas creó en el pasado personajes no convencionales que le salían genial, sobre todo cuando tienen relación con la cultura china...
Pero aquí, hija, es como si alguien le hubiera dado a Sherry un mazazo en la cabeza.
A ver qué tal me va con la próxima, cuando la lea.