Este NO es un libro de la lista Top
100 AAR
…Y no sé si alguna vez aparecerá,
pero es de Courtney Milan, autora que siempre me gusta.
Portada, tomada de
la página web de la autora |
DATOS GENERALES
Título original: Talk Sweetly to Me
Fecha de publicación
original en inglés: 2014
Subgénero: histórica
– 1882
Parte de una serie: 4.5
de hermanos Sinister
SINOPSIS (según la
página web de la autora)
Nadie sabe quién es
la señorita Rose Sweetly, o qué
cosas le gustan. Es tímida, la hija de un tendero, pero muy dotada para las
matemáticas, y sueña con las estrellas. Mujeres así sólo llaman la atención
gracias al escándalo. De manera que, muchas gracias, pero prefiere la oscuridad.
Toda Inglaterra conoce
a Stephen Shaughnessy. Es un famoso
columnista que da consejos y también un calavera conocido. Cuando se muda a una
casa justo al lado de Rose, ella descubre que además, es perversamente
divertido, endiabladamente insinuante, y guapo hasta decir basta. Pero cuando
se interesa por su trabajo matemático, se da cuenta de que el señor Shaughnessy
no es sólo un escándalo andante. La está esperando… y si ella no tiene cuidado,
acabará totalmente arruinada.
CRÍTICA
El 18 de agosto se lanzó esta novela
corta, 0,89 € en digital. Lo dicho: no hay ninguna autora de su categoría que
venda novedades a ese precio.
La historia transcurre en 1882, año
en que se produjo un tránsito de Venus que tiene
cierta relevancia en la trama.
Al escritor Stephen Shaughnessy, lo
conocimos en la cuarta novela de la serie hermanos Sinister, The Suffragette Scandal (“El escándalo
de la sufragista”), cuya crítica ya colgué aquí .
Ha ido a vivir a Greenwich,
encantadora localidad al otro lado del Támesis, que tuve la suerte de visitar este año. Pronto
queda intrigado por su vecina, una joven negra prodigiosamente dotada para las
matemáticas. Trabaja como calculista o computadora humana para hacer los
monótonos cálculos que se necesitan en astronomía. Asume que no podrá nunca formar
parte de expediciones científicas o progresar en sus estudios por esa doble
limitación, el color de su piel y su sexo. Y que en el futuro, tendrá que
casarse y tener hijos, sin plantearse si ese hipotético marido le dejará
dedicarse a lo que es su trabajo y su pasión.
Si hay alguien a quien no le
importan los convencionalismos es a Stephen. Con tal de estar a su lado y
conocerla, se embarca en el estudio de las matemáticas y la astronomía. ¿Es
posible que un telescopio y la observación de un infrecuente fenómeno astronómico
sean románticos? Pues sí. Ya lo dice Stephen:
“Antes de que me digas que me largue, déjame ponerte las cosas lo más claro posible. Te amo. Te he amado durante meses, y no quiero seguir sin ti. Quiero casarme contigo. Quiero comprarte telescopios. Quiero que seas la madre de mis hijos. Te quiero, Rose. A ti, y sólo a ti”.
¿Comprarte telescopios? Bueno, si
sientes vocación por la astronomía, eso vale más que un anillo de diamantes.
Siendo una novela corta, no hay demasiada
peripecia. Ni tampoco hay una gran historia romántica, ya que ambos se gustan
desde el principio. En lo que se centra es más en la evolución psicológica de
los personajes. Sobre todo de Rose, que ha de aceptar que la vida nunca será
perfecta: el marido al que nebulosamente ve en su futuro quizá no sea
complaciente con su vocación matemática, y quien más acepta que ella es como
es, es justo el que puede arrastrarla al escándalo.
Me gusta especialmente que Courtney
Milan se atreva con aspectos generalmente ignorados por la novela romántica
histórica. ¿Cuántos tópicos se ha atrevido a desafiar aquí?
1.- Una pareja
interracial, para empezar. De los cientos (¿quizá miles?) de novelas románticas
que llevo leídas, ahora mismo sólo recuerdo otra pareja mixta, chico blanco
chica negra, Sam & Alyssa, de la serie Troubleshooters, de Suzanne
Brockmann.
2.- Una
científica en el siglo XIX inglés. Esto es mucho menos insólito. Amanda Quick
tiene unas cuantas mujeres inclinadas por la ciencia. Pero ciertamente, creo
que las superan el número de damas en busca de marido. Recordemos el cuarteto
de las Floreros de Kleypas, sin ir más lejos.
3.- Un héroe
católico, un irlandés en la Inglaterra victoriana. Vale, hay mogollón de
irlandeses en el género, especialmente dotados para a) los caballos y b) la
seducción de damiselas de buena familia. Pero nunca se menciona su religión. No
es que me interese por el tema religioso en sí, sino por la caracterización de
los personajes. Parece que se ocultan aquellos aspectos de los personajes que
puedan chocar u ofender a nadie. ¿Política, religión? Tu novela romántica al
uso ignorará esas cosas. No se notan, no traspasan.
Stephen es irlandés, y de los que se
confiesa. Eso no le impide comportarse como escandaloso calavera, guapo y con
musculatura desarrollada después de años como remero en Cambridge. Lo uno no
quita lo otro. Tampoco se oculta que como católico ha tenido que lidiar también
con la discriminación. La cuestión irlandesa -estrechamente vinculada a la problemática católica -era una de
las controversias en la sociedad victoriana. Heredera de la sistemática
explotación de Irlanda por el Reino Unido. No hace mucho, el periodista Robert
Fisk se acordaba precisamente de las barbaridades perpetradas por Oliver Cromwell, “quien hizo a los civiles de Drogheda lo que el musulmán Lord
Protector al-Baghdadi ha hecho a sus enemigos”. Que no se nos olvide que, de
todas las antiguas colonias inglesas, la República de Irlanda es una de las
pocas que dejaron de formar parte de la Commonwealth. Por algo
será.
El formato novela corta impide profundizar
en este tema u otros, como el colonialismo y su relación con la población negra
en la Inglaterra de la época, pues por ejemplo Africanus Horton -al que
menciona C. Milan al final-, procedía de Sierra Leona. Resulta chocante pensar
que en aquella sociedad había minorías ignoradas en tantísimas novelas
románticas históricas centradas en el siglo XIX inglés, olvidando otros tiempos
y lugares. ¿Quizá no eran estadísticamente muy relevantes? Bueno, como dice la
propia C. Milan al final:
Aunque no tenemos estadísticas por raza, para el año 1882, Gran Bretaña probablemente había formado tantos doctores negros como duques había…
A esto se llama mala leche:
probablemente los doctores negros en Londres eran tantos como duques y sin
embargo ¿quién sale en las novelas? ¿A quién se ignora? Ya he mencionado aquí
la hiperinflación de duques en la novela romántica histórica.
Y acabo con una curiosidad. Courtney
Milan elabora sus propias portadas. Como explicó en tumblr, usa una
base de fotos de novias, y lo que hace es retocar el vestido, el fondo, etc.
para adecuarlo a la historia. Cuando se puso a hacer la portada de este libro,
se encontró con que el número de novias negras es limitado, es una población
infrarrepresentada. Le dedicó un artículo en su blog “Can we talk about blackwomen in stock photos?”.
Valoración
personal: buena, 3
Se
la recomendaría a: todos los que quieran novela romántica histórica con
un toque original.
Otras
críticas de la novela:
Tessa’s Books and Tea Room: 4 ½ sobre 5
Smexy Books:
B+
Dear Author:
C+
No hay comentarios:
Publicar un comentario