miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sobre los títulos en inglés, o La hiperinflación de duques



No hace mucho, Érika Gael se quejaba en “Títulos para dummies” de que los títulos de las novelas románticas son indistinguibles, reiterando las palabras “amor”, “pasión” y “corazón”.
Aquí, mi duque favorito a día de hoy: El Duque de Hierro, de Meljean Brook

Tanta cursilería, ¿viene o no de origen? Así que me propuse analizar si estadísticamente esto es cierto o no. He cogido la selección de títulos románticos exitosos que tengo más cerca (estos Top 100 AAR) y me he fijado en los títulos, procurando tomar en consideración sólo verbos, nombres y adjetivos.

En los títulos originales en inglés, el grupo de palabras más repetido gira en torno al amor: 3 love (amor), 1 loved (amado) y 2 lover (amante). En total, seis palabras del mismo campo semántico. Personalmente, me parece lógico para un tipo de obra cuya única exigencia es que por algún lado haya una historia de amor con final feliz. En la novela negra uno espera ver, en los títulos, palabras como sangre, asesinato, peligro o mortal.

 

Lo interesante viene en el segundo rango de palabras: la nobleza y en particular la más alta fuera de los Royals: los duques. Hay cuatro Duke (duque).

 

Ejemplo del fenómeno que yo llamo “hiperinflación de duques”. Ya en el post de 22 de noviembre de 2013, Dukes: The 0.0001735% ("Duques: el 0,0001725%"), Jackie C. Horne (“Romance Novels for Feminists”) llamó la atención sobre esta presunción editorial de que una novela con la palabra duke en el título vendía más.


Su búsqueda en el tema romance de amazon.com le dio unos resultados sobre la presencia de títulos de nobleza en los nombres de las novelas. Yo hice la prueba con la FictionDB. Los resultados son muy similares:

Palabra en el título
Amazon.com (Jackie C.)
FictionDB
Duke (duque)
550
470
Earl (conde)
278
271
Viscount (vizconde)
101
95
Baron (barón)
133
175
Marquis / Marquess
109 + 39 = 148
80 + 40 = 120

Luego, Jackie C. Horne (con un complejo de Registro Civil similar al de Fazio en las novelas de Montalbano) nos proporciona el dato oficial: sólo había 25 duques fuera de la familia real en 1818. De una población de 14,4 millones de habitantes, sólo 0,0001735%, o uno cada 576.000 de ingleses, tenía el título de duque.

Añado tres advertencias más:
1) Sólo estamos hablando de novelas que llevan el rango de nobleza en el título; la mayoría que llevan “bicho dentro”, no lo advierten.
2) Sólo las versiones masculinas del nombre, sin incluir duchess o marchioness, p. e.
3) No se incluyen otros títulos como príncipe (Prince), archiduque (Archduke), caballero (Knight) o señor (Lord).

El tema lo ha retomado Dear Author el 22 de julio de 2014: Accumulation or: The Problem With Too Many Dukes (“Acumulación o: El problema con demasiados duques”). Lo que ha tenido, y cabe pensar que tendrá, ecos en otros lugares como el blog de Emma Barry: Authenticity in Romance; or, The Land of 10,000 Dukes (“La autenticidad en el romance, o La tierra de los 10.000 duques”). 

Creo que es legítimo preguntarse si realmente “venden más” estas novelas considerando que esto, como se verá, no se repite en España.

Todo libro es social y político, por lo que afirma y también por lo que omite. Esta tendencia da una visión sesgada: sólo los amores de los ricos y poderosos merecen ser romantizados.

De acuerdo, pero somos adultos. Partimos de la base de que la novela romántica histórica es pura fantasía. Sólo leemos por distracción y asumimos que en la evasión no hay que buscar realismo porque,… Bueno, todos sabemos que 007 o Indiana Jones no existen, y no influyen en lo que pensamos de verdad sobre las honorables profesiones de espía o arqueólogo. Y que los americanos no son siempre los buenos de la película.

¿De verdad?

Asombrada me he quedado cuando la propia autora del post en Dear Author, Kaetrin, confiesa que le horrorizó ver cómo era el personaje de Ralph Fiennes en la película La duquesa, porque su idea sobre cómo se comportaban los nobles en la intimidad viene de las novelas románticas.

Sabía que no todos los duques eran héroes de romance, pero tuve que tener una conversación conmigo misma sobre la actuación de Ralph Fiennes y lo que tenía que haberse quedado en mi conciencia después de tantos libros sobre duques que aman apasionadamente y con fidelidad… No me había dado cuenta de que tenía tan interiorizada la mitología del género romántico.

Hay quien dice que esto es porque los autores se limitan a copiar lo que han visto que funciona en otros. Vámonos a la madre putativa del género: ¿Jane Austen? No la culpéis. Ninguno de sus héroes es duque. Otro punto más a mi favor de que ella no tiene nada que ver con la novela romántica actual.

¿Su imitadora low cost, Georgette Heyer? En la lista de sus héroes hay un rey y tres duques, sí, pero el resto son: tres marqueses, cuatro vizcondes, cinco condes, tres barones, seis baronets, y siete místeres (Mr.).

¿Y desde el punto de vista práctico? ¡¡Mayfair y Belgravia no son suficientemente grandes para albergarlos a todos!! Donde sólo había 25 duques no royals, la novela romántica ha creado miles, y todos ellos amontonados en el mismo kilómetro cuadrado, ignorándose mutuamente. Alley ha sugerido que usemos Google maps para ubicar exactamente donde vivían.

De Etv13, he aprendido que hay una cosa llamada “revelación de Sturgeon”: el noventa por ciento de cualquier cosa es basura. Lo que aplicado a la novela romántica es que un 90% es perfectamente prescindible, y este fenómeno puede caer en ese porcentaje. La otra cara de la moneda es que el 10% restante es tan bueno como el 10% mejor de cualquier otro género.

Acabo el análisis recordando que a estos cuatro títulos con Duke, ha de añadirse otras cuatro Lady (dama o señora, dos en la forma de Lady y otras dos con el genitivo sajón Lady’s).

Eso sí, el otro sustantivo que aparece cuatro veces es más bien maloso: Devil (“demonio”, una vez más dos con genitivo sajón Devil’s y dos sencillitos Devil).

Devil's Cub
En resumen, que en versión original les va el amor (algo lógico, considerando el género), pero mucho más la nobleza y en particular los duques y las damas. Y, después, los malosos demonios.

Otro día analizaré los títulos en español. Lo adelanto: aquí los duques no gustan tanto. Tal vez porque podemos verlos en el telediario con comportamientos que no son de novela rosa, precisamente.

3 comentarios:

  1. Ja, Ja, JA. Excelente artículo Bona.
    También me preocupa mucho la abundancia de Duques. Hoy día, en Reino unido hay sólo 9 de los cuales 5 son de la familia real (marido, hijos y nieto de la reina Isabel, y un primo).
    En histórica, preferiría que se usara ese título sólo cuando el personaje tenga importancia política. O sea, que sea relevante para el argumento (por ej. La guerra de la duquesa). Pero, mayormente, los muestran como vagos, libertinos, etc., en argumentos que serían lo mismo así el personaje fuera conde, barón o mister tal y cual.
    Creo que los títulos deberían usarse en función de la historia.
    Si es Conde, que haya un conflicto con sus tierras... y así.
    Si el argumento es exclusivamente romántico, con Mr., Barón o algo así, me conformo.
    Si se usan los títulos sin ton ni son, para mí, es un demérito para la novela.
    Besos

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  2. Hola!!
    Excelente entrada, como siempre. Cómo no se me habrá ocurrido mirar en tu blog!!!!
    Y mira, me das la razón, Devil es uno de los más usados, jajajaja
    No soy objetiva, admito que me encantan los duques, y si son estirados, mejor, quizás porque el batacazo que se terminan dando es mayor.... no quiero ser muy cruel. Pero creo que cualquier personaje bien estructurado y construido, coherente al máximo puede ser un protagonista estupendo
    Supongo que el duque es equiparable al millonario actual... es una idea,
    Me voy a mirar ahora el de los títulos en español
    Un besote

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    1. ¿Sabes qué pasa? Que todas nos hacemos las mismas preguntas... Me divierte mucho analizar estas cosas.
      Pues mira, algo parecido a lo que tú dices, creo que se lo he leído a alguien, que los duques de entonces eran como los deportistas o celebrities de ahora.

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