¿Por qué no voy a publicar críticas hasta la semana que viene? Porque me parecería de mal gusto, cuando parte de la blogosfera romántica, la parte que más aprecio y cuya independencia de criterio tomo como modelo, están haciendo un "apagón de críticas".
Como el tema es feo, lo ilustro con algo bonito, para compensar... La
Torre de Babel de Libros,
obra de Marta Minujín.
Pl. S. Martín, Buenos Aires
Foto: Estrella
Herrera;
fuente: wikicommons
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El boicot viene para denunciar un caso de acoso pero, sobre todo, me parece a mi, el apoyo que ha recibido la parte acosadora.
Acoso, tercera acepción del DRAE (enhorabuena por la nueva
edición, a ver cuándo lo publican en formato asequible para la gente normal): “Perseguir, apremiar, importunar a alguien con molestias o
requerimientos”.
El caso lo cuenta la propia implicada, una novelista, en The Guardian (18.10.2014), en un artículo en el que explica lo que hizo con una lectora, lectora a la que llamaré Ticia.
La autora se sintió ciberacosada. ¿Por qué? Según ella, la lectora Ticia:
a) publicó opinión negativa sobre su libro en Goodreads (cierto); b) ridiculizaba
todo lo que ella tuiteaba (no he visto enlaces a esos supuestos tuits, y eso
que lo he buscado, a ver qué considera “ridiculizar”); y c) sospecha que Ticia no es un nombre auténtico. La autora llama a esto catfishing. Este término, sin embargo,
lo he visto usado como otra cosa distinta: persona que inventa una personalidad
falsa en internet para ligar o estafar.
La autora empezó a desarrollar comportamientos que ella misma
califica de “ligero acoso” a la lectora. La palabra stalking, que es la que usa en concreto, viene definida por Collins on line así: “N (Jur) acoso cometido por un "stalker" y que constituye un
delito”. Traduzco lo que ella dice que hizo. No por
el caso en sí, sino para que se entienda la medida que después ha adoptado la
blogosfera romántica independiente.
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Sugirió el nombre de Ticia para que la entrevistara para un club del libro, y que así obtuvo
la dirección de Ticia. [YaReads.com cuenta otra historia.
No son un club del libro, sino una página web que organiza un evento que
empareja a autores noveles con blogueros. La autora pidió expresamente que la
emparejaran con Ticia, a pesar de saber
que no le había gustado el libro. Así consiguió su dirección, diciendo que le
iba a mandar un obsequio].
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Buscó la casa en Google maps, comprobó en la
guía telefónica y en el censo que allí no había ninguna Ticia, sino una tal Sempronia.
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Pagó 19 dólares para que hicieran una
investigación a Sempronia,
averiguando su edad y en qué trabajaba.
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Comparó los perfiles de Ticia con los de Sempronia.
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Alquiló un coche y se fue hasta casa de Sempronia, dejándole en un escalón el
libro Una breve guía a una vida feliz.
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Llamó a Sempronia,
a su trabajo, con una excusa y sin dar su nombre.
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Contactó con “alguien que trabaja” en una
editorial para saber si mandaban o no libros a esa casa. Esa “persona que
trabaja en una editorial”, vulnerando –creo yo- la reserva que ha de guardar
respecto a datos personales que conoce por su trabajo, se lo confirmó.
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Volvió a llamar a Sempronia, esta vez identificándose y le dijo que sabía que ella
era Ticia. En la conversación, Sempronia acabó gritando y llorando.
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Ticia protegió
sus páginas en internet: dejó de seguirla en Twitter, cambió su Instagram a
privado y la bloqueó en Facebook. Sólo así pudo librarse del empeño de la
autora de contactar con ella en internet.
Los blogueros independientes, después de leer este artículo y ver ciertos
apoyos que ha recibido, han declarado públicamente que consideran que este acoso
de una novelista a una lectora es injustificable. En la página australiana
Bookthingo, se
resume lo ocurrido y enlaza a numerosas páginas sobre el tema.
Como protesta, se está produciendo un “apagón” de críticas hasta
el 27 de octubre: no reseñarán novedades ni se promocionarán nuevos
lanzamientos, rechazarán toda petición que en este sentido les hagan editoriales
y autores.
Abro paréntesis. Gracias a este asunto he aprendido una nueva
palabra de la jerga de internet: dox,
o doxxing, que significa encontrar y publicar
información personal como el nombre real de una persona y su dirección. Cierro
paréntesis.
¿Qué está en juego, aquí?
Creo yo que es una advertencia de los blogueros independientes a
la industria de determinados géneros.
Imaginaos que esto pasa con otro tipo de autor. Pon en internet
una tontería sobre el último libro del Sr. Muñoz Molina
o del flamante Premio Nacional de Narrativa, D. Rafael Chirbes:
sólo harás el ridículo y evidenciarás tu ignorancia. Es risible pensar que estos
caballeros desarrollen un comportamiento obsesivo ante la chorrada de un
bloguero. Dedican su tiempo a cosas mejores, como escribir libros
extraordinarios.
Lección para escritores: si quieres
ser escritor profesional, compórtate como uno de ellos.
Las novelas románticas, las juveniles, las de fantasía,… son productos
editoriales que se comentan, de forma prácticamente exclusiva, en Internet. Por eso entregan libros a blogueros para que publiquen críticas en
torno a la fecha de lanzamiento. Es crucial para
ellos (no para los lectores) esta publicidad que les haga vender mucho en
ese momento. Esa semana primera es decisiva. Si el libro no aparece en la lista
de los más vendidos, desaparecerá para siempre… salvo que sea muy bueno y
funcione el boca-oído.
A nosotros los lectores, en cambio, no nos hacen falta estas críticas. Sólo queremos leer
y comentar libros buenos, da lo mismo que se publicaran ayer o hace veinte años.
El “apagón crítico” está recordando a la industria que se queda sin
importante publicidad.
Derecho a opinar
En este caso, no es una cuestión de libertad de información, sino de
opinión. El derecho –dicho en
términos de la Constitución Española, por elegir una norma cualquiera - “A expresar y difundir libremente
los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier
otro medio de reproducción” (art. 20.1.a).
Cosas que no son acoso: Una crítica negativa, aconsejar a otros lectores que no lean tu libro, advertir que tiene determinados temas que pueden resultar problemáticos, que contesten a tus tuits en plan chorra...
Cosas que sí son acoso: que te digan por internet que te van a matar, o violar, o quemarte la casa; que llenen tu correo electrónico con odio; que revelen públicamente
datos personales, seguir a la persona por la calle, en su casa, en su trabajo,
de manera que coacciones su libertad, incitar a otros a desarrollar esos comportamientos… Eso sí es -en mi opinión- acoso, y en más de un caso, de juzgado de
guardia.
En las páginas web en español que he leído nada sobre comportamientos
tan relocos como los de EE. UU. Te puedes encontrar una de esas a quienes Lady Marian describió como
“admiradoras de autoras románticas
(similares a las fans que gritan y lloran en recitales) que se ve en foros,
Facebook, blogs, etc.” Pero son poquitas. Me parece que todos somos
conscientes de que estos comportamientos histéricos en realidad hacen más mal que bien a los autores
a los que pretenden apoyar. Y si alguien lo ha sufrido, no le ha dado publicidad
digital, lo cual quizá sea la opción más razonable.
Lecciones para blogueros:
Primera, hacer lo que ha decidido Sunita:
sólo críticas de aquellos libros que ella haya comprado, los que a ella le interesan,
no los que la industria editorial pone en su camino.
Segunda, usar seudónimo sigue siendo la norma número uno para
preservar tu seguridad personal en Internet.
Tercera, si eres de los que acepta con regularidad libros de
editoriales para hacer crítica de ellos, que te los manden en digital; si aún lees
papel, sopesa la posibilidad de contratar un apartado postal y que esa sea tu dirección. Así no podrán
filtrar tus datos, consciente o inconscientemente, a perturbados.
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