Entretenida
y sexy.
Leído en Kindle |
DATOS GENERALES
Título original: The Trouble with
Valentine’s Day
Fecha de publicación
original en inglés: 2005
Subgénero: contemporánea
Parte de dos series:
3.º de los Chinook y 2.º de Gospel, Idaho
NO TRADUCIDA AL
ESPAÑOL
SINOPSIS
Hay un día
del año en el que estar sola es un pecado… ¿Cuál es el problema con el día de
San Valentín?
¡Simplemente, apesta! Especialmente
si tu novio te ha dejado y un atractivo desconocido te rechaza.
A Kate Hamilton le ha dejado su novio. Está quemada en el trabajo.
Decide ir a pasar un tiempo con su abuelo en Gospel, Idaho, el lugar donde lo
más emocionante que hacer un viernes por la noche es escuchar la poesía de las
Mountain Momma Crafters. Durante el viaje por carretera, se ve obligada a parar
en centro turístico de esquí. Allí, en un bar, decide poner en práctica una de
sus fantasías: liarse con un tío macizo en un bar. Pero él, simplemente, la
rechaza. Genial para la autoestima, ¿qué más puede salir mal?
Kate ayuda a su abuelo en la tienda.
Le presenta al dueño de la tienda de deportes que queda justo enfrente. No es
otro que Rob Sutter, antigua
estrella del hockey sobre hielo y el desconocido que la rechazó sin
contemplaciones. Ella confía en que él no se lo cuente a su abuelo. Desde
luego, a Rob le sorprende encontrarse en el pueblo a la chica que intentó ligar
con él. Pero él ha salido chamuscado de sus historias amorosas, y lo último que
quiere es una relación… a pesar de lo atractiva que le resulta Kate. Nada de
esto impide que acaben en posturas más que comprometidas en el pasillo cinco.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Estaría
más allá del puesto cuatro mil así que, sin ser lo mejor de lo mejor, entraría
en el 10% que merece la pena. En RomanceNovels.Me situaron esta novela en su
lista de las mil mejores novelas románticas, en el puesto 406. Vale, pero no
podrás encontrar muchas más recomendaciones.
CRÍTICA
El día de San Valentín apesta.Kate Hamilton se llevó a la boca una jarra de ron caliente y se lo bebió hasta la última gota. En las lista de “cosas que apestan”, estaba en algún lugar intermedio entre caerte de morros en público y el pastel boloñés de su tía Edna. Lo primero era doloroso y vergonzante, mientras que lo segundo era una abominación a los ojos del Señor.
Así empieza
esta historia, con Kate deprimida en el Duchin Lounge. Su último novio la dejó
justo un día de san Valentín, cuando ella ya oía campanas de boda. Ha trabajado
en Las Vegas como detective privado. Pero conoció a tipo aparentemente normal
que perpetró la mayor de las barbaridades.
Así que
ahora, quemada en su trabajo, va camino de Gospel (Idaho), una localidad que ya
conocimos en la descacharrante Confesiones
verdaderas. Se incluye como la segunda de la autora que se desarrolla en
Gospel, Idaho, y la cuarta de la serie dedicada a los Chinook de Seattle.
Va a vivir
con su abuelo Stanley, un viudo que tiene un supermercado. No le vendrá mal una
ayudita de la atractiva y alta Kate quien aprovechará para saber qué hacer con el
resto de su vida.
Kate jamás
había ligado en un bar, pero la nieve la obliga a parar en una estación de
esquí. Empieza a trasegar jarra va, jarra viene, de ron caliente. La rodea un
decorado de corazoncitos, rosas y velas, por ser el día de san Valentín. ¿Cómo
no va a empezar a fantasear con sexo salvaje y atractivos desconocidos?
Se fija en un
tío cachas de metro ochenta y ocho y ciento cuatro kilos de peso. Tontea con
él. Por una vez, se dice, voy a dejar de ser cauta y tener un ligue de una
noche. ¿Qué puede pasar? ¿Acaso me va a decir que no? Vamos, ¡que es un tío!
Pues mira,
este dice que no.
No te lo tomes como algo personal, pero no follo con mujeres que conozco en los bares.
Y sale
prácticamente corriendo.
Kate se
instala en la casa de su abuelo. Comienza a vivir la lenta existencia de un
pueblo perdido. Y entonces conoce a la antigua estrella del hockey sobre hielo Rob
Suttner. Posee una tienda de deportes, justo enfrente del supermercado. Y
resulta que no es otro que el tipo macizo que le dio calabazas por San
Valentín.
Afortunadamente,
Rob finge no conocerla. Aunque se acuerda muy bien de ella. Si le dijo que no,
no es por carecer de atractivo, es que tiene un mal historial con las mujeres,
y eso de ligar con desconocidas se acabó para él. Ya ha pasado por ese tipo de
vida. Una relación intermitente con su novia acabó en embarazo y matrimonio, pero
él volvió a las andadas, y su rollo de una noche puso fin a su vida tal como la
conoció.
Posiblemente
Rob hubiera pasado de ella de no ser por este irritante rumor de que es gay.
Maledicencia que salió de un comentario inconsciente de Kate. Así que, bueno,
hay que entender que Rob es un tipo muy básico y decidirá demostrarle a Kate
que él no es gay. De la manera más cruda posible.
La principal
ocupación de este pueblo es el cotilleo, el tipo de juego cuya única regla es
que en cuanto sales por la puerta, ya pueden empezar a hablar de ti. Un patio
de recreo demasiado pequeño para que Kate y Rob se ignoren. La evidente tensión
sexual acaba estallando en escenas explícitas muy excitantes, típicas de
Gibson. Es justo de lo que más me acordaba antes de releer esta novela para
hacer la crítica.
Mucho
rollito sin ataduras, supuestamente lo que los dos quieren. Pero no, claro, que
esto es romántica. Las cosas acabarán complicándose con eso, ya sabéis, esa
cosa, los sentimientos.
Una segunda
historia es la de Stanley. Intenta seguir adelante con su vida, sobrellevando
como puede las nada sutiles insinuaciones de todas las viudas del pueblo y
escuchando poesías ripiosas en el club local,… hasta que una de ellas le llega
al corazón.
Aunque forma
parte de la serie Chinook, no se desarrolla en Seattle y el hockey se menciona
de manera muy esporádica. Reencontramos a algunos personajes de Confesiones verdaderas. Aunque Rachel
Gibson suele mantener un buen nivel, me resultó un poco desganada. No la
encuentro particularmente graciosa, y eso que los habitantes de Gospel siguen
pareciéndose mucho a aliens, que miden el tiempo según si votaron a Bush padre
o a Bush hijo.
Tengo un
problema estrictamente personal con el aspecto del héroe. Estará muy bueno,
pero tiene un bigote a lo Fu Manchú (Rachel Gibson dixit, no yo) y un soul patch,
lo que en España llamamos “mosca”, o sea, un poquito de vello justo debajo del
labio inferior. Y es que a mí las pilosidades faciales me gustan más bien poco.
Aquí,
ejemplo de soul patch con Howie Mandel.
Autor Matt Ottosen
Pero dejando
a un lado mis problemas con "bigotes, barbas y otras pilosidades faciales", a veces es difícil que te caigan bien
unos protagonistas que parecen un poco perdidos, y eso que Kate sigue creyendo en
el amor y sueña de verdad con encontrar a un tipo con el que comprometerse. Su
relación sexual es ardiente, pero no se acaba de ver la parte emocional del
asunto. Aunque es novela contemporánea del género “ligero” o humorístico,
siempre esperas que haya “algo” por lo que son perfectos el uno para el otro,
como personas, para compartir el resto de su vida.
La leí y
releí en digital, a buen precio. Aunque no sea de lo mejor de la Gibson, deberían
traducirla, porque es entretenida, contemporánea y sexy, mucho mejor que la
inmensa mayoría de novelas que encuentras por ahí.
Valoración
personal: buena, 3
Se
la recomendaría a: los aficionados a la novela contemporánea
con humor y alto tono erótico
Otras
críticas de la novela:
En español, cabe citar a El rincón de la novela romántica, donde
se puede encontrar una crítica mía anterior de este mismo libro; y para Lady Marian, fue
un 7/10.
En inglés, All About Romance le dio una B, y RT Books Reviews, como
a casi todo, la callificó de 4 ½ estrellas. Pero tiene toda la razón del
mundo al señalar lo rápido del ritmo y los diálogos, que la narración es, con
frecuencia, divertida y que, en fin, “su química sexual chisporrotea en la
página”.
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