Continuación de Breakfast in Bed, de la que hablé aquí la semana pasada. El tópico harlequinero: segunda oportunidad en el amor. Ah, y hay niños. Esta es de las perfectamente olvidables.
Arte de la portada: © Allan Ayers
Letras: © Ron Zinn
Diseño de portada: Yook Louie
Bantam, febrero 1999
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DATOS GENERALES
Título original: Send No Flowers
Subgénero: contemporánea
Fecha
de publicación original en inglés: julio 1984
Colección: Loveswept (LS) – 51
Serie: Bed & Breakfast #2
SIN TRADUCIR AL ESPAÑOL
SINOPSIS (de la
contraportada)
Normalmente no interpreta el papel de damisela en peligro… pero
este desgraciado viaje de acampada la dejaba reducida a papeles que ella nunca
esperó desempeñar. Cuando Pierce
Reynolds aparece en mitad de una tormenta para ofrecerle, a ella y a sus
dos hijos pequeños, una cena y un lugar seco donde dormir, Alicia Russell no pudo sino rendirse a sus brazos rescatadores...
Sus hijos pronto aprendieron a adorar la atención masculina de la que
carecieron desde la muerte de su padre, y Alicia respondió con emocionante
sorpresa a las poderosas emociones que Pierce evocaba en su corazón. Pero de
vuelta a Los Ángeles él dio un paso atrás, alarmantemente, mientras Alicia se
daba cuenta de su deseo de arriesgarse a amar a un hombre de nuevo. ¿Podía su
amor sobrevivir al secreto que Pierce se guarda?
¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. La leí sólo porque
es de Sandra Brown.
CRÍTICA
Sandra Brown publicó “Send no Flowers” (“No envíen flores”) en
julio de 1984 en Bantam; era el Loveswept n.º 51
Sandra Brown no es dada a escribir series. De hecho, sólo ha
escrito una en sentido estricto, Texas! Formada por tres novelas dedicadas a
los hermanos Lucky, Chase y Sage. Lo que sí hacía cuando escribía novelitas
genéricas, eran “parejas” de libros. Este Send
no Flowers sería la continuación de Breakfast
in Bed. Aquella era la historia de una chica, Sloan, que se enamora de
Carter, prometido de su mejor amiga. Esta mejor amiga traicionada era Alicia
Russell, la protagonista de Send no
Flowers.
Alicia es viuda, y tiene dos niños. Una cosa buena de Sandra Brown
es que sus niños son siempre bastante realistas, ni angelitos ni bestias, sino
simples criaturas que se comportan con naturalidad, de manera que no chirrían
en absoluto.
Alicia decide llevar a sus hijos de acampada a una cabaña a
orillas de un lago. Algo idílico, si no fuera porque llegan en plena tormenta
que se carga el suministro de energía eléctrica. Intenta desesperadamente hacer
algo por arreglar la situación, pero agradece la ayuda de Pierce, que ocupa el
bungaló vecino.
A Pierce le gusta Alicia nada más verla. Primera frase de la
novela: “Era, probablemente, el trasero más mono que él hubiera visto nunca”.
Pero tiene poderosas razones para no ceder a la atracción. Esa noche les ofrece
refugio y cena, un lugar seco donde poder dormir. A la mañana siguiente Alicia
se apresura a volver a la cabaña, no sea que el caballero se haga ideas
equivocadas, aunque los niños son muy renuentes a separarse de este adulto que
inmediatamente les ha caído bien. Alicia se encuentra con la desagradable
sorpresa de que la cabaña está destrozada; allí no pueden quedarse. Tal como
son las cosas en la novela romántica, lógicamente no hay nada más libre en
kilómetros a la redonda y acaban compartiendo cabaña con Pierce.
Él es respetuoso, amigable, se enrolla bien con los niños. ¿Está
casado? No. Pero de repente, aparece una jovencita que sorprende a Alicia
diciendo que es la hija de Pierce. Después de la estancia en las montañas,
donde resulta obvio que han conectado, con tranquilas charlas de adultos,
vuelven a Los Ángeles. Y Pierce guarda las distancias. Ya digo, hay razones, y
cuando se ponen de manifiesto, Alicia no es siempre perfecta, sino que duda. En
fin, acaban juntos y todo el mundo tiene su final feliz.
Lo bueno de esta novela es que el héroe cambia un poco el perfil
acosador y agresivo propio de los ochenta. Aquí, sin dejar de ser atractivo,
maduro y masculino, sabe contenerse y guardar las distancias. Ella es un poco
damisela en peligro al principio de la novela, pero luego es una mujer madura
que decide tomar las riendas de su vida. Hay momentos en que sus diálogos
suenan muy naturales, muy de adultos. Y el problema entre ellos no es un “gran
y tonto malentendido” que se resuelve hablando, sino una amenaza mortal.
En mi primera lectura me pareció Horrible. Luego la releí en 2013
para hacer crítica para El rincón de la novela romántica, aunque creo que nunca
llegué a mandarla, porque no la encuentro en sus páginas. Entonces no me
pareció tan mala, comparándola con otras odiosas de la misma época como Caricias ardientes., En las redes de la
seducción, The Rana Look o Temperatures
Raising, que creo que son las cuatro peores que escribió Sandra Brown en
los ochenta.
Pero ahora que la he releído, ya no estoy tan segura de que pueda
ponerle algo más de 1 punto. Es aburrida, y tristona. Y aunque los personajes
en sí no son antipáticos ni nada, la verdad es que,… no, no puedo recomendarla.
Mejor que caiga en el olvido.
Valoración personal: maloncha,
1.
Se la recomendaría a: las
novelas tristonas, agridulces.
Otras críticas de la novela:
Sólo he encontrado esta en All About Romance donde le dan una D
y dicen que mejor te la coges en la biblioteca, porque aunque tiene escenas hot, hay demasiada prosa cursi. Le pasa
como a mí, que los personajes no le disgustan sino más bien el argumento “Sentía como si estuviera leyendo un
culebrón muy melodramático resumido en 211 páginas” y cuando se reveló el
porqué de la actitud de Pierce estuvo a punto de tirar el libro.
Y como no he encontrado más, enlazo a la página de Good Reads. Donde tiene valoración media de 3,55.
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