viernes, 15 de diciembre de 2017

Crítica: “Un cambio de planes”, de Sarah M. Anderson


Millonario + muchacha virtuosa + bebé =
harlequín sorprendentemente original.


DATOS GENERALES

Título original: The Nanny Plan
Subgénero: genérico

Fecha de publicación original en inglés: 2015
Series: Billionaires and Babies / Mills & Boon Desire 2-in-1 (MD2) – 504 / Silhouette Desire (SD) – 2366

Publicación en español: Un cambio de planes
Fecha: 2017
Sellos: Harlequin
Colección: Deseo n.º 2099



Cuando terminase el mes... ¿sería capaz de alejarse de ellos, sin más?

Ocuparse de su sobrina huérfana era algo para lo que Nate Longmire, un magnate de la informática, no estaba preparado. Por suerte para él, la joven Trish Hunter tenía un don para los niños, y había accedido a trabajar de niñera para él durante un mes, hasta que encontrase a alguien que la sustituyera.

El problema era que, aunque él le había dado su palabra de que no habría sexo entre ellos, la atracción que sentía por ella era demasiado fuerte.

Trish, por su parte, había accedido a ayudarle porque él le había prometido que donaría una gran suma a su asociación benéfica. Enamorarse de él y encariñarse con su adorable sobrina no entraba en sus planes.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Pues sí, mira, estaría como dentro de las tres mil mejores. Wendy the Super Librarian le dio una A, y eso ya es suficiente recomendación, porque no da esa calificación más que de ciento en viento. Por si hubiera dudas, recibió el premio RITA 2016 al mejor romance contemporáneo corto.

CRÍTICA

No estoy segura de cómo llegó este libro a mi Kindle. Posiblemente sea porque leí la buena crítica de Wendy. Lo compré, estaba ahí en mi Kindle y me olvidé durante meses.

Hasta que un día me apetecía desatascar neuronas con algo sencillito, y me puse a leerlo, sin tener idea de qué iba.

Y yo creo que es lo mejor, dejar que un libro te sorprenda.

Trish, una universitaria a punto de acabar la carrera, interviene en una conferencia de Nate, uno de estos millonarios jovencitos y con gafas que se han montado en el dólar gracias a la informática.

Pero más en la línea de un centrado Bill Gates que el místico Steve Jobs, ojo.

La cosa es que Nate se dedica ahora más a su fundación que al negocio. Da una charla en la universidad. Al final, en el turno de preguntas, Trish le habla de su organización de apoyo a la escolarización de niños en las reservas indias. Le quiere convencer para que aporte dinero.

Hay algo en Trish que le gusta a Nate de forma inmediata, así que acabarán tomando un café de manera bastante amistosa y relajada.

Está claro que se hacen tilín el uno al otro desde el primer momento. Trish descubre que a un hombre inteligente, dispuesto a escuchar y a pensar, sin decir que sí o no sin tener todos los datos. Y, por su parte, Nate encuentra a una persona sincera, que quiere su dinero, sí, pero para su ONG. Una mujer joven y atractiva que no le miente y le cae bien, alguien a quien merece la pena conocer mejor.

Quedan en verse un par de semanas después. Él tiene que examinar el asunto, saber más datos de su organización antes de tomar ninguna decisión. Muy prudente por su parte.

Pero la vida es perra, da muchas vueltas, y en un instante, la tragedia afecta a la vida de Nate. De repente, se encuentra a cargo de un bebé, porque realmente no hay nadie más que pueda hacerlo, a pesar de que él no tiene la menor experiencia con bebitos.

Casi sin querer, Trish se encuentra echándole una mano con la criatura. Tiene mucha experiencia, gracias a una madre despreocupada que trae hijos al mundo con cada uno de sus sucesivas parejas. Para Nate, Trish es un auténtico milagro: está dispuesto a pagarle lo que sea para que le ayude en ese momento hasta que pueda encontrar una cuidadora definitiva.

Los dos son conscientes de que se gustan, de la atracción física que sienten el uno por el otro. Sería totalmente incorrecto actuar sobre tales sentimientos si ella trabaja para él.

Si ves el planteamiento es totalmente harlequin: millonario con bebé repentino que contrata a virtuosa jovencita de la que acaba enamorado.

Lo diferente aquí es que los personajes no son prototípicos. El que él sea millonario no significa que la abrume llevándola de un lado para otro en un jet, o que vayan a fiestas cosmopolitas, o le compre un vestuario completo. No. Ni tampoco es de esos millonarios tan torturados por sus demonios interiores que resulta desagradable con todos los que le rodean y que necesitan un psiquiatra más desesperadamente que Kylo Ren.

No. Es sólo un hombre joven de clase media. Como cerebrito nunca tuvo demasiada popularidad en el instituto, mientras que su hermano mayor era el chico perfecto con amigos, deportista, guapo, etc. Nate se da cuenta de que la gente lo trata distinto ahora, y que es sólo porque tiene dinero. Así que guarda las razonables distancias. Sabe ser agradable, atento, educado. Tiene suficiente cabeza como para saber cuándo alguien finge con él y cuándo alguien es sincero. Como Trish.

Ella procede de una familia pobre. Conoce de primera mano la dura vida de los niños en las reservas indias, y quiere conseguir mejorar su vida. Empezando con pequeñas cosas, como el material escolar. Pero pensando a lo grande en mucho que se podría mejorar con el tiempo. Sus planes de vida no incluían una pareja, ni niños, debido a que tuvo que crecer en una casa con una madre que cada dos por tres cambiaba de pareja y parece que quiere un niño como suvenir.

Y, desde luego, Trish nunca pensó en mantener una relación con alguien de un mundo tan ajeno al suyo como Silicon Valley.

Pero ya se sabe que en Romancelandia los mejores planes acaban cambiándose cuando entran en juego sentimientos y deseos insospechados.

También encuentro un poco diferente que no se conozcan por el tema del niño. El bebé es algo inesperado que aparece después de que ya se hayan conocido y conectado de forma casi inmediata. Y luego intentan ser racionales respecto a qué hacer en relación con sus sentimientos.

Y mira que, a pesar de no hacerme gracia los niños en romántica, aquí el bebé entra en la historia de forma totalmente creíble. Le añade autenticidad a la historia. La criatura tiene seis meses y hace lo que es habitual: comer, dormir, llorar y… llenar pañales, por ponerme fina. No es nada idealizado de “uy qué bebé tan mono y fíjate qué bien duerme para no molestarnos mientras nos hacemos carantoñas”. No. Un bebé de esa edad consume y agota. Y aquí lo ves totalmente.

Una novelita breve, que se lee en un suspiro. No va a cambiar tu visión del mundo ni dejarte resacosa ni nada, pero es ideal para esos momentos en que quieres una sencilla distracción harlequinera que no ofenda tu sentido común ni tu feminismo.

La leí en inglés, así que no sé cómo estará la traducción española de 2017.
Valoración personal: entretenida, 3

Se la recomendaría a: cualquiera que guste de una historia de amor sencillita pero moderna, y a los fans del tópico millonarios y bebés, claro.

Otras críticas de la novela:

Aunque esta novelita ha sido publicada en España, no he encontrado críticas en nuestro idioma. No he dado aún con ninguna página web o blog que comente estas historias breves. Si alguien sabe de alguna, siéntase libre de añadirla abajo.

Como sospecho que la culpa de que me fijara en esta novela es de ella, tengo que poner en primer lugar la crítica de Wendy the Super Librarian, con su A brillante como un solete.

Para RT Book Reviews fue un libro de 4 ½ estrellas y Top Pick! 

En Harlequin Junkie, la premiaron con 4 estrellas. 

Romancing the Book les gustó y su cita favorita fue:

“El poder había cambiado entre ellos otra vez. Él tenía el dinero, pero ella el know-how. Hizo lo que ella dijo, levantando los pies sobre el taburete y volviendo a sentarse en la silla”. 
Menos entusiastas, le dieron una C tanto en Dear Author como en Smart Bitches Trashy Books.

2 comentarios: