domingo, 7 de enero de 2018

Crítica: “Charada”, de Sandra Brown

El corazón de la amada tiene que dejar de latir
para que ella pueda descansar en paz…

DATOS GENERALES
Título original: Charade
Subgénero: suspense
Fecha de publicación original en inglés: mayo de 1994

Edición en España
Traductor: Gloria Pous Bardellino
Fecha Impresión: 09/1995
Editorial Planeta, S.A.
Colección: Bestseller mundial, 226

SINOPSIS (de la contraportada, aunque es de esas que escribe un mono loco y no coincide del todo con el argumento real)

En un accidente múltiple fallecen varias personas, y sus familiares consienten en donar los órganos de los accidentados a un hospital. Cat, famosa estrella de la televisión que padece una seria enfermedad, está a la espera de recibir un corazón que le salve la vida. La operación de trasplante es un éxito y, una vez restablecida, Cat quiere descubrir la identidad del donante. Secundada por Alex, ex policía y autor de novelas de éxito, inicia unas largas y difíciles averiguaciones. Durante el proceso, dos personas a las que también se les había realizado un trasplante de corazón mueren en circunstancias extrañas, y Cat se ve atrapada en una red terrorífica que amenaza su vida.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No entraría dentro de las mil mejores novelas, pero sí entre las cinco mil mejores o así, porque hay lectores que la cuentan entre sus favoritas.

CRÍTICA
Para mí, Sandra Brown estuvo en estado de gracia entre 1988 y 1993, entre Odio en el Paraíso y Cuando el río suena… Las novelas posteriores, al menos las de los noventa, no me parecen tan buenas como aquellas. Son muy intrigantes, con giros sorprendentes, y merecen la pena para todo aficionado al suspense romántico. Pero, personalmente, no volví a encontrarme con un Odio en el Paraíso ni un Sedas de Francia
Charada es la novela de suspense de 1994. La sinopsis de Planeta contiene más de un error.
El libro empieza con diversos acontecimientos que ocurrieron el 10 de octubre de 1990. La estrella televisiva Cat Delaney lleva esperando un corazón desde hace años, y recibe, por fin, la buena noticia de que le van a hacer el trasplante.
Luego te cuentan varios episodios en torno a esa fecha, que acaban en muerte, es decir, en potenciales donantes de órganos.
En los siguientes años, ese mismo día, mueren personas trasplantadas. Parecen accidentes, pero el lector sabe perfectamente que hay una persona que ha puesto fin a sus vidas.
Nos reencontramos con Cat Delaney en 1994. Ya no es actriz de culebrones en Los Ángeles. Tiene un programa televisivo en Texas, un proyecto más personal.
Como veis, ya se han producido los asesinatos y, a diferencia de lo que dice la contraportada, Cat no quiere descubrir la identidad del donante y Alex ni siquiera ha aparecido. Ya digo que las sinopsis a veces las escribe un mono loco. Parece que quienes las redactan no han leído el libro, sino un resumen y lo reinterpretan a su manera.
Cat fue una niña huérfana y enfermiza, así que pasó por casas de acogida. Conoce el sistema y sabe que hay niños que, por la edad o por estar enfermos, o por otras circunstancias, van quedando orillados. No los adoptan, nadie los quiere “para siempre”; pasan por acogimientos sucesivos hasta la mayoría de edad.
Lo que hace Cat en televisión es dar publicidad a la existencia de niños que necesitan ser adoptados. Lo hace en colaboración con los servicios sociales, claro. Tanto dentro como fuera de la pantalla, lo cual le lleva a conocer al chico de la película, Alex.
Cuando la trabajadora social no puede visitar a una pareja potencialmente adoptante, en su lugar va Cat. Se encuentra con este tipo, recién levantado de la cama, sexy y medio desnudo en una casa totalmente desordenada. Obviamente, él no es el adoptante. A Cat lo que ve le gusta y le disgusta, todo en uno.
Dentro de la tipología de hombres brownianos (vaquero/hombre de leyes) Alex es un híbrido. Predomina lo vaquero, incluidos jeans y botas camperas. Pero fue policía. Ahora escribe exitosas novelas de misterio, con mucho sexo y violencia.
Como se han gustado a simple vista, se relacionan, acaban haciéndose amantes y Cat recurrirá a él cuando empieza a sentirse inquieta porque le llegan anónimos sobre la muerte de trasplantados. Empieza a sospechar que ella puede ser la próxima víctima de un asesino enloquecido.
La parte de suspense es estupenda. Te lleva para un lado y para otro, sospechas de este, y de aquel, y resulta que es quien menos te lo piensas, con quien no contabas. El motivo es claro: el corazón de la persona amada tiene que morir para que pueda descansar en paz pero, ¿quién es el donante, quién es la persona que quiere matar por ello? Reconozco que cuando leí este libro por primera vez me tuvo en vilo todo el rato y el giro final no me lo esperaba.
Tenemos tan normalizado el tema de los trasplantes de órganos, sobre todo en España, líder mundial en la materia, que algunas cosas que se preguntan y plantean los personajes suenan un poco tontos y algo pasados de moda.
Aprovecho para decir que los logros españoles se deben en gran medida no sólo a los magníficos profesionales sanitarios del país, sino también a que se hizo una ley muy buena en los ochenta; tuvieron mucha mano en ella los médicos, y se nota. Gracias a esta legislación hubo abundancia de órganos y aquí, a pesar de lo católico que se supone que es el país, está aceptadísimo. Personalmente, no he conocido a nadie que esté en contra. Menciono lo del catolicismo porque, a pesar de que la doctrina oficial es favorable a la donación de órganos, hay quien pone dudas sobre el concepto de “muerte cerebral” y también sobre cómo será entonces la resurrección de los muertos.
Algo de eso hay, muy-muy de refilón, en esta novela.
Otra cuestión que se plantean es si algo del “alma”, o la esencia, o los sentimientos del donante pueden pasar al donado. Todos recordaremos a la muy ilustrada Mariló Montero preguntarse públicamente algo parecido. Está claro que no, lo que tú eres está en tu cerebro, y eso, de momento, no se trasplanta (sería más bien trasplante de cuerpo que de cerebro, anyway). Son bobadas que sólo te lo puedes plantear si eres un analfabeto científico.
Y finalmente, y esto creo yo que sí sigue teniendo vigencia, está el hecho de que te preguntes de quién viene ese órgano que te ha salvado la vida. Pero no, Cat no quiere descubrir la identidad del donante, sólo a última hora, y no del todo. Tampoco entro en ello por no destripar.
La parte romántica está más presente en esta novela que en otras de suspense de estas largas de Sandra Brown. Es apasionada, muy física, y se enamoran casi sin darse cuenta.
A Cat no le interesa, sin embargo, algo meramente físico. No está claro que Alex, con sus problemas, sus depresiones, su pasado (que sigue dejando una larga sombra), esté preparado para comprometerse. Además, está lejos de ser totalmente sincero con ella. Estas tensiones hacen que se junten y se separen a lo largo de la novela.
Valoración personal: buena, 3.

Se la recomendaría a: los amantes del suspense romántico.

Otras críticas de la novela:
Hay crítica, en español, en El rincón de la novela romántica y en Cazadoras del romance, más un par, tirando a breves, en Comparte Libros.
Historias de ensueño dice que es un libro “Muy bueno” y lo puntúa 9

En inglés, tenemos reseña en Publishers Weekly y en Kirkus Reviews
Breve review en Changing My Marbles, que dice sencillamente que no pudo parar de leerlo.
Elyse, en Smart Bitches Trashy Books, publicó el artículo “Old Skool vs New Skool Sandra Brown” el 14 de abril de 2014, en el que realizó una comparación entre Charade y un libro ya del siglo XXI, Tough Customer. Al primero le dio una B- y al segundo, A-. Dice:
Básicamente si vas a leer a Brown tienes que decidir si quieres crazysauce, pelo enorme, personajes más planos y un montón de hombreras (Old Skool) o mejor escritura, mejores personajes, menos crazysauce y nada de hombreras (New Skool). Prefiero Old Skool por el puro factor WTF y el drama (en serio, leed Mirror Image. Leedlo justo ahora), pero tengo que espaciarlas, o si no me volverán loca los héroes gilipollas y las heroínas perfectas. La calidad de sus lanzamientos más recientes, especialmente en los personajes secundarios y el desarrollo del misterio, es más acorde con la actual ficción de suspense, pero no contienen descripciones de zapatos de los ochenta.
Como lo que yo me propongo es leer (o releer) todo Sandra Brown, no tengo que elegir entre lo antiguo y lo nuevo.


2 comentarios:

  1. Pues es otro de los que compré de segunda mano y tengo en la estantería a ver si le hago caso, aunque reconozco que tengo más ganas de leer otros de ella.
    Gracias por la reseña, tan buena como siempre.
    Besotes!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esta bien, pero tiene otros mejores. Gracias por tus palabras, las reseñas me salen con más facilidad cuando es una de mis autoras favoritas, lo reconozco.

      Eliminar