Siguiendo con la serie de A Charm of Magpies, esta segunda novela me gustó un poco menos
que la primera, pero en conjunto me pareció bien.
Leído en Kindle |
DATOS GENERALES
Título original: A Case of Possession
Fecha de publicación
original en inglés: febrero 2014
Subgénero: paranormal
/victoriana / 1888
Parte de una serie:
2.º de A Charm of Magpies
NO TRADUCIDA AL
ESPAÑOL
SINOPSIS (que viene
en el propio libro digital)
Magia en la sangre. Peligro en las calles.
Lord Crane nunca tuvo un amante tan
escurridizo como Stephen Day.
Ciertamente, el trabajo de Stephen como justiciar
requiere secretismo, pero las desapariciones del mago inquietan a Crane más de
lo que deberían. Cuando un extorsionador amenaza con exponer su ilícita
relación, Crane sabe que un hombre listo debería saltar al primer barco en
dirección a China. Pero algo inesperado lo detiene. Su corazón.
Stephen tiene sus propios
problemas. Mientras investiga una plaga de ratas gigantes que barren Londres,
su súbito incremento de poder, alimentado por su lazo de sexo y sangre con
Crane, suscita las sospechas de que se ha convertido en un hechicero. Con todos
los ojos fijos en él, la amenaza de verse descubierto crece. Stephen podría
perder a sus amigos, su trabajo y su libertad por la relación que mantiene con
Crane. No está seguro de poder seguir asumiendo ese riesgo. Y Crane no está
seguro de poder pedírselo.
Las ratas se acercan, y
algo ocurrirá…
Advertencia: contiene
sexo gay (sobre escritorios), chantaje, pasados oscuros, un conde dominante, un
mago al límite, fantasmas de vampiros (posiblemente), y las ratas gigantes de
Sumatra.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Estaría allá por el puesto siete mil y pico así que, sin ser de lo
mejor, entraría en el 10% que merece la pena. En Dear Author le dieron le
hicieron crítica y la valoraron como A-.
CRÍTICA
Se puede disfrutar de esta novela de
forma independiente, pero es mejor si te lees las anteriores. Son cortitas, no
sé si en papel llegarán a las doscientas páginas. Por si acaso, en un primer
momento te recuerdan cómo son los protagonistas.
Por un lado tenemos al mago Stephen
Day: rizos castaño-rojizos, piel pálida, veintinueve años de edad –aunque no
aparenta más de veinte-, y sus buenos 38 centímetros más bajo que Crane.
Por otro, Crane: aristócrata de
cabello rubio claro, imperceptiblemente entrecano, de piel bronceada, treinta y
siete años de edad y una imponente estatura de metro noventa.
La trama es sobre todo de suspense
criminal. Un indeseable chantajea a Crane, amenazándole con denunciar su
relación con Stephen. Este aristócrata, en principio, no le hace ni puto caso;
es un sobrado que ha hecho (casi) siempre lo que le ha dado la gana, protegido
por su posición social y su dinero, y se niega a pensar que pueda estar en
peligro.
Stephen no lo tiene tan claro. Es un
justiciar, una especie de
policía-juez-verdugo, del mundo mágico. Su poder se ha incrementado repentinamente,
lo que mosquea un tanto a sus colegas, ¿se habrá pasado al lado oscuro? Stephen
sabe que lo vigilan, pero no quiere poner de manifiesto que la fuente de su nuevo
poder es Crane: esto pondría en peligro a su amante.
El criado de Crane, Merrick (siempre
maravilloso, ¡quiero su historia ya!) le hace ver que se pasa tres pueblos, que
con su actitud de noble sobrado no deja en buen lugar a Stephen:
A ti te importa una mierda que se sepa que te van los tíos. Es el mayor problema que él tiene y para ti no es nada. Está aterrorizado, mientras que a ti no podría importarte menos. Y todo lo que se te ocurre es “Voy a comprar esto, te vestiré, yo lo arreglo, yo estoy a cargo…”-Calla –dijo Crane.- Ya es bastante.-No digo que lo hagas a propósito, pero ese tipo se mantiene en pie por puro coraje y orgullo, y si tú le quitas el orgullo…
Tal vez lo mejor es que dejen de
verse, pero,… no lo pueden evitar. Están ya en ese punto de toda relación romántica
en que no es sólo sexo. Hay algo más.
Crane en principio no cede al
chantaje, pero tiene una amiga a quien también amenaza el mismo malote. Luego empiezan
a aparecer cadáveres y ratas gigantes que parecen controladas por una fuerza
maligna.
La policía deja la investigación a
los justiciars, porque se ve que esto
tiene que ver con el mundo mágico. Pero puede que todo el poder de Stephen y
sus colegas sea insuficiente para salvar a quienes están amenazados por la
malevolencia.
En el fondo de todo este asunto hay
una posesión no diré diabólica pero sí maligna, de ahí el título, “Un caso de
posesión”. Tampoco me hagáis mucho caso porque en cuanto salen estas cosas
paranormales, intento aguantar la risa y eso me saca un poco de la historia.
Aunque reconozco que el worldbuilding
es impresionante. Recrea estupendamente una época victoriana alternativa con
detalles mágicos. Un poco como hizo JK Rowling en la saga Harry Potter:
geografía e historia británicas reales, pero con un mundo mágico paralelo. Para
hacer eso y que te salga coherente, has de tener un gran talento creador.
Igualmente me parece muy
conseguida la parte de intriga (chantaje & asesinatos). Me tuvo en vilo
toda la novela y, francamente, hubo un par de giros de la trama que no vi venir
ni de lejos.
Hay momentos de inesperado humor,
siempre en plan ¿cómo diría yo? muy británico, como cuando uno de los colegas
de Stephen le dicen “Esto es típico de
ti, Steph. Típico. Por supuesto, ni siquiera puedes ser antinatural de la misma
manera que el resto”.
Mis sentimientos respecto a la parte
erótico-festiva de la relación entre Stephen y Crane son más confusos. Hay
abundancia de escenas sexuales explícitas, muy sensuales y logradas, sí. Pero no
siempre hacen avanzar la historia. Así que muchas veces me parecía estar
leyendo más bien una novela erótica. Es como si Stephen y Crane no pudieran estar
juntos en una escena sin acabar follando, o hablando de lo que hicieron, o de
lo que van a hacer en el futuro. Además, me irritó bastante la actitud avasalladora
de Crane, todo el rato en plan dominante, con expresiones que yo pensaba
desterradas de las novelas románticas estándar, y que me sorprende
desagradablemente que asomen la patita en el subgénero paranormal. En plan “te
voy a poseer, soy tu señor, vas a ser mío” (parafraseo, no son frases
literales). Vale que sabes que todo es un juego porque Stephen podría
literalmente matar a Crane con una mirada, o que es una forma de equilibrio en
su relación que el propio Crane reconoce: “Quiero
que sepas quién es tu señor, es simplemente justo, el resto del tiempo, me
tienes completamente esclavizado, bien podría llevar un collar con tu nombre”.
Pero no lo puedo evitar: ese tipo de expresiones prepotentes me incomodan. Es
como si, exclusivamente en el aspecto sexual, redujera a Stephen a una
temblorosa dama victoriana, algo que está muy lejos de ser.
Si no hay “tensión sexual no
resuelta”, sí que nos dan algo como mínimo igual de bueno: “tensión romántico-emocional no resuelta”. En
principio están juntos, “por ahora”, “lo que dure”, “hasta que Crane se vuelva
a China”. Se supone que los dos asumen esto. Pero es evidente que están colados
hasta las cachas, y no se atreven a decírselo, porque quieren proteger al otro.
La escena en la que, finalmente, se confiesan su amor mutuo, me resultó muy romántica.
Precisamente porque era muy normalita, en un entorno vulgar, sin alharacas ni grandes
aspavientos. Como la vida misma.
En conjunto, me ha gustado. Quizá
un poquito menos que la primera, pero aún así me parece una novela romántica bastante
buena y voy de cabeza a por las siguientes entregas.
Valoración
personal: buena, 3
Se
la recomendaría a: quienes gusten de fantasías paranormales y el
romance subido de tono.
Otras
críticas de la novela:
Kaetrin le da una A, destacando
la estructura de la novela, el ritmo de la misma, que considera soberbio.
Como son novelas más
bien cortas, hay quien hace críticas conjuntas. Por ejemplo Erin Satie une en
una review esta novela y la anterior, The
Magpie Lord. Y Sadie Forsythe hace
una review conjunta de esta novela y
la siguiente, Flight of Magpies.
Aunque en general no le gustan las novelas históricas, reconoce que no puede
esperar a seguir con esta serie.
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