Una historia contemporánea que
tiende a la ficción para mujeres con elemento romántico. Buena, por
momentos angustiosa y con final feliz tras muchas tribulaciones.
Portada española
Diseño de la portada:
Departamento de diseño de Random
House Mondadori / Marianne Lépine
Ilustración de la portada: ©
Allan Jenkins / Trevillion Images
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DATOS GENERALES
Título original: Tell Me Lies
Fecha de publicación
original en inglés: 1998
Subgénero: contemporánea
SINOPSIS (de la
contraportada)
La vida de Maddie Faraday sería perfecta de no ser
por sus vecinos fisgones, su inquisitiva madre, su infeliz mejor amiga, su
marido infiel, y C. L. Sturgis, ese
tipo a quien entregó su virginidad hace veinte años y que acaba de aparecer en
la puerta de su casa.
Pero las cosas aún
pueden ir peor –ni se imagina cómo-, porque en breve estará metida de lleno en
todo tipo de chismorreos, chantajes y hasta en un asesinato, por no mencionar
algunos recuerdos del pasado tanto o más calientes que el presente.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Sí,
entre las mil mejores estaría en torno al puesto 500. Obtuvo la mejor crítica
en All About Romance, donde la consideraron DIK (libro que te llevarías a una isla desierta). Además, RomanceNovels.Me
la incluyo en su lista de mil mejores novelas románticas, en el puesto 291. Es la favorita de muchos lectores
y C. L. Sturgis es mencionado en ocasiones cuando hablan de ejemplos de héroe beta.
CRÍTICA
¿Habéis visto esa portada española? Tono
sombrío, piel tan pálida y los labios intensamente rojos, parece una de
vampiros.
Comparémosla con algunas de este
libro en V. O.
St. Martin's, 2012 |
De verdad, que no sé qué ha hecho
Jennifer Crusie para que esté en español tan mal editada. Eso sí, a cambio sus
traducciones, como todas las de la colección Cisne, suelen estar bien, en
comparación con lo que hacen otros perpetradores.
Tell Me Lies es la
primera novela larga que publicó Jennifer Crusie, después de varios años
dedicándose a las genéricas con Harlequin y Bantam.
La vida de Maddie,
una maestra de escuela de treinta y tantos, es perfecta. Casa, marido, niña y
trabajo. Es verano, está de vacaciones y se pone a limpiar el coche. Encuentra
una prenda íntima femenina. Su marido la engaña. Otra vez.
Luego hace algo totalmente
repugnante, que es usar esa cosa de encaje negro como estropajo para limpiar una
fuente de macarrones con queso. De verdad, es asqueroso. Quizá, para compensar,
recurre al chocolate.
El chocolate estimulaba la producción de endorfinas, que la calmarían, y estaba lleno de cafeína, que le daría la energía que necesitaba para matar a su marido. Beneficios por partida doble.
Pero sólo tiene una
galleta congelada. Y el microondas estropeado.
Una mujer más profunda quizá habría visto en esto el desmoronamiento de su vida. Por suerte, ella no era profunda. Se comería la maldita galleta congelada.
Ataca la galleta con
un cuchillo. Llaman a la puerta. Aparece un machote alto y de hombros anchos,
con pelo oscuro espeso y alborotado, ojos oscuros y ardientes
…y aquella sonrisa amplia, irracional y tímida. Sí, era C.L., sin ninguna duda. Un rebelde sin causa.
El chico malo del
pueblo, un año más joven que ella y con quien perdió la virginidad hace dos
décadas. No, no viene a por ella, sino a por la rata de su marido. ¿Por qué?
Nosotros lo sabemos, pero Maddie ni pregunta.
Está tan ocupada en
su debacle personal, que ni siquiera se da cuenta de lo crispada que está Treva,
su mejor amiga. Y eso que la encuentra cocinando y congelando, cocinando y
congelando… Qué estómago tan estragado me puso con toda esta parte del libro.
Su marido le es
infiel. Otra vez. Duda si divorciarse o no. Al fin y al cabo tienen una niña,…
Pero no, no puede pasar otra vez por lo mismo. Se busca una abogada buena, que
le aconseja reunir documentación económica. Eso la lleva a inquietantes descubrimientos.
Un montonazo de dinero de origen desconocido es el menos sorprendente de todos.
Maddie busca a Brent.
C.L. busca a Brent. Y este no para quieto. Buscando
a Brent desesperadamente, podría titular esta parte del libro.
Maddie decide pagar a
su marido con la misma moneda, y qué mejor cosa que insinuarse a aquel hombretón
macizo con el que se enrolló una noche, cuando eran adolescentes. ¿Es adulterio
si has decidió presentar la demanda de divorcio dentro de dos días?
Esta mujer
desesperada sufre otros desastres: un accidente de tráfico que deja su coche
siniestro total, una agresión física y en el banco le dicen que sus cuentas
están en números rojos.
¿Pueden las cosas ir
peor? Sí. Puede aparecer tu marido asesinado y que todas las sospechas recaigan
sobre ti,… junto con la pistola homicida y un montón de dinero extra.
Hasta aquí el
argumento. Intrigante, sobre todo la parte final del whodonit, a ver quién mató a Brent. Hay tantos que podrían haberlo
hecho...
Sin embargo, el
estilo es extraño. No es la típica novela de humor con pizca de mala leche
característico de Crusie. Aquí hay acidez y diálogo ingenioso, sí, pero también
sensación de angustia. Al menos es lo que me pasó a mí al leerla por primera
vez y ahora, al releerla otra vez años después.
Se centra demasiado
en la comunidad en la que se desarrolla la historia. Muchos personajes y todos
pensando en el qué dirán. Un entorno asfixiante lleno de cotillas.
Todo lo que va mal es
susceptible de empeorar. Y ni siquiera la dulzura y la pasión entre Maddie y C.
L. lo compensan. Pasaba las páginas y me preguntaba si era realmente una novela
romántica o más bien “ficción para mujeres”. La historia de amor no es lo
esencial, porque no hay evolución. Desde el principio, en cuanto C. L. ve que
despierta una chispa de interés en Maddie, sabes que siempre la ha querido, que
la apoya al cien por cien, que estará a su lado, que la protegerá a ella y a su
hija, que se casarán, le construirá una casa y vivirán por siempre felices. Es
un tipo que la adora desde el minuto 1 hasta el final.
En la heroína sí que
hay evolución. Los secretos que va descubriendo le hacen preguntarse si toda su
vida ha sido una mentira, si no habrá interpretado un papel que no es realmente
ella. Tanto Maddie como Treva parecen todo el rato al borde del ataque de
nervios. Y cuando esta “chica buena de reputación inmaculada” se suelta el pelo,
se acaba pasando por el otro extremo, casi como histérica.
Un personaje de esta
novela es Emily, la hija de Maddy y Brent. No le veo el atractivo a los niños
en las novelas románticas. Y esta, en particular, la pobre, te congela el alma.
Porque siente un hondo dolor y los adultos no hacen más que decepcionarla,
mintiéndola una y otra vez. Es un personaje un poco irreal: siempre correcta y
madura, y mira que le pasan cosas… pero nada, no pierde el control, ni tiene
rabietas, ni siente el menor rechazo hacia C. L., algo que sería perfectamente
lógico en semejante situación.
Yo creo que en esta
novela, más que el amor romántico o la pasión, Crusie exalta la amistad, en
todos los sentidos.
Este libro lo he
disfrutado las dos veces que lo he leído. Pero, desde la perspectiva del
interés romántico-erótico, quizá te deje un poco fría.
Valoración
personal: buena, 3
Se
la recomendaría a: los que gusten del tópico pequeño pueblo
entrañable lleno de montones y montones de cotillas.
Otras
críticas de la novela:
Una versión anterior
de esta crítica se publicó en El rincón de la novela romántica.
En sus críticas exprés de las novelas de Jennifer Crusie, Candy
le dio B+ , pero para Sarah Wendell fue penoso D.
Iba leyendo tu reseña y me sonaba todo, el momento en el que ella decide limpiarle el coche y encuentra las pruebas de la infidelidad, la limpieza de la fuente (asquito), la llegada de su ex...
ResponderEliminarPero oye que no recuerdo nada más y es que creo que la dejé por ahí, no seguí con ella . No tengo idea porque es una autora que me gusta mucho.
A mi si que me gustan los niños en las novelas románticas, siempre aportan o ternura o mucha tensión y problemas y ambas cosas me gustan.
Un saludo!
Gracias por el mensaje. Yo la releí sin acordarme muy bien qué pasaba después. Debe ser que esa segunda mitad del libro es poco memorable: lo disfrutas y lo olvidas.
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