martes, 27 de febrero de 2018

Crítica: “The switch”, de Sandra Brown


Intercambio de gemelas con un resultado trágico

DATOS GENERALES
Título original: The Switch
Subgénero: suspense
Fecha de publicación original en inglés: agosto de 2000

NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

SINOPSIS

Las gemelas idénticas Melina y Gillian Lloyd no habían pensado en hacerse pasar una por otra desde su infancia. Así que cuando Melina le propone a Gillian que toma su lugar como acompañante de medios para el astronauta coronel «Jefe» Hart, ella dice que no… al principio. A la mañana siguiente, Melina recibe una noticia terrible: su hermana ha sido brutalmente asesinada, y el Jefe, aunque inocente, es el principal sospechoso. Melina y él están decididos a encontrar al asesino, un megalomaníaco cuyos horrendos planos exigen que Gillian sea reemplazada, y nada mejor para ello que su melliza, Melina.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Nope. Es de las que compré y leí sólo por ser de Sandra Brown.

CRÍTICA
The Switch es la novela de suspense que Sandra Brown publicó en el año 2000, precedida, unos meses antes, por la breve Punto muerto
Aparecen tres elementos ya vistos en novelitas genéricas de Sandra Brown: mellizas que se hacen pasar la una por la otra, un astronauta y el chiflado religioso.
(¿Veis cómo los harlequines son una auténtica escuela?)
Primero, tenemos a las mellizas que intercambian lugares. Este tópico apareció en Thursday’s Child, y también con dos hermanas un tanto opuestas de carácter: una más reservada y otra más sexy y encantadora. En The Switch, Melina es una «acompañante de medios», ojalá supiera cómo se llama esta profesión en español. Su función es acompañar a la gente famosa de visita en la ciudad y facilitarles la vida: que lleguen a tiempo a sus eventos, proporcionarles lo que necesiten, comida, ropa, sacarles de problemas,… aunque con límites en cuanto al sexo y las drogas.
Su hermana Gillian es más contenida. Ha decidido ser madre por su cuenta, recurriendo a la inseminación artificial.
Al parecer, recomiendan que el día de la inseminación, la mujer tenga relaciones sexuales con su pareja, como una forma psicológica de unirla a todo este proceso; también porque siempre cabría la posibilidad de que el hijo fuera de él, si es varón. Pero la pareja de Gillian es estéril y la verdad es que tampoco le apetece estar con él. Melina le propone distraerse con algo mucho más sexy: acompañar a su cliente actual, un astronauta, haciéndose pasar por ella.
Segundo, sí, un astronauta apareció como protagonista en la novelita LongTime Coming. No encaja del todo en ninguno de los dos prototipos brownianos (vaquero / hombre de la ley). Como pertenece al ejército, se acerca al segundo: tiene autoridad, es persona seria, responsable, que al mismo tiempo es capaz de proteger a la heroína y cuya buena forma física se supone.
El coronel Hart recibe el apodo de «Jefe» porque es medio indio. Otro tópico ya visto, el buen salvaje, aunque aquí afortunadamente nos ahorra comentarios sobre él que suenan racistas.
Este es el famoso al que Melina debe acompañar. Gillian dice que no quiere hacer el intercambio. Luego tú ves que el astronauta y su acompañante se caen bien, empiezan a coquetear y acaban pasando buena parte de la noche juntos.
A la mañana siguiente, Melina aparece muerta y las ofensivas palabras que aparecen en la pared resulta que se refieren a un lío con el «mestizo», o sea, por el rollo con el astronauta.
La policía avisa a su hermana y cuál no será la sorpresa de todos cuando confiesa que la muerta no es Melina sino Gillian, que al final sí que se hizo pasar por su hermana. Así acabó enrollándose con el astronauta y muerta.
Está tan horrorizada, se siente tan culpable, que simplemente no puede creer que las cosas sean tan sencillas como pretende resolverlas la policía: un tipo de la clínica de fertilidad obsesionado por Gillian.
Hart tampoco puede sobreponerse al impacto de saber que la mujer que lo sedujo la noche anterior está muerta. Creyó haber encontrado por fin alguien con quien intentar algo estable, encantadora, sexy, totalmente adecuada para él.
Aunque el caso parece cerrarse rápido y fácil, hay detalles que no acaban de encajar. El FBI se interesa en el asunto, y justo cuando van a hablar con Melina, los acontecimientos se precipitan y,…
A partir de ahí, es todo una locura de idas y venidas, ataques, huidas, descubrimientos sorprendentes que los llevarán, a Hart y Melina, hasta el nido de águilas de un chiflado religioso.
Sí, tercer elemento del que ya vimos algo parecido en Sedas de Francia: el integrista religioso cristiano con mucha labia y pocos escrúpulos, en este caso además, con preocupantes delirios de grandeza.
Como es habitual, lo bueno es ir descubriendo uno mismo los giros de la trama. Como me ha ocurrido con otras novelas de Sandra Brown, al releerlas sabiendo el desenlace, me fijo más en los detalles, cómo ejecuta la idea, por si hay algún fallo, y no, todo es muy coherente. Me maravilla, de verdad, que una autora pueda sujetar con mano tan firme todos los hilos de la trama, trenzando y destrenzando, sin que se le escape nada. En esto es muchísimo más hábil que, por ejemplo, otra grande del suspense romántico como Suzanne Brockmann, a la que más de una vez se la ven las hechuras.
El romance es, en estas novelas, secundario. Aquí la parte erótico-romántica tiene su puntito de tensión. Hart acaba de encontrar a la que podría ser la mujer de su vida y la pierde trágicamente. Intima con la hermana de la difunta y descubre, desasosegado, que empieza a sentirse atraído por ella. Se siente culpable, lucha contra ello, porque le atrae, sí, pero no es la muerta.
Hay unos cuantos personajes secundarios muy interesantes, de los cuales sólo mencionaré uno: el agente del FBI Hank Tobias. ¡Me encantaría leer una novela protagonizada por él! Tiene como pareja al agente Patterson, que es justo lo opuesto, más bien básico frente al refinamiento de Tobias, lo que proporciona distracción con sus momentos de «extraña pareja». Pero con quien más química tiene Tobías es con Lucy Myrick, agente que se encuentra en Washington, D. C., y lleva la parte informática.
Lucy describe a los fugitivos cómo es el agente Tobias:
Black, six feet two inches tall, dynamite dresser. Gorgeous. A Denzel Washington type.
Negro, metro ochenta y siete, viste de fábula. Guapísimo. Tipo Denzel Washington
O sea, ¿quién no quiere ver la historia del muy atractivo Hank Tobias?
En fin, hija, ya puedes seguir soñando.
Poco más puedo decir para no destripar el asunto. Para mi es una de esas de suspense que merecen la pena, con una montaña rusa que no te deja parar, subidas y bajadas continuas. Los giros sorprendentes no están ahí simplemente por epatar, sino que tienen su sentido dentro del complejo tejido de la historia.
Valoración personal: buena, 3.

Se la recomendaría a: los amantes del suspense y el tema de identidades cambiadas.

Otras críticas de la novela:

En español, he encontrado la crítica que hizo Mariam para El rincón de la novela romántica.
En inglés, hay más reseñas: en Publishers Weekly,  All ReadersBook Reporter.
Reseña, con puntuación de 4 ½ estrellas le hicieron en RT Book Reviews.
Finalmente, en Good Reads tenía una puntuación media de 3.92 cuando miré la última vez.

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