jueves, 7 de marzo de 2019

Crítica: “Celia y el comisario”, de Elena Bargues


Divertimento a lo Agatha Christie


DATOS GENERALES

Título original: Celia y el comisario
Subgénero: histórica / 1920
Editorial: Harlequin
1ª Edición: 12/2018


Santander, 1920
Se ha cometido un asesinato y Celia es la única sospechosa. Tras una fuerte discusión con su tío a causa de un enlace no deseado, este aparece muerto en su dormitorio y ella es la última persona que lo vio con vida.
Daniel Valle es el comisario que debe resolver el crimen perpetrado en una villa en el Sardinero; sin embargo, cuando conoce a Celia, teme no mantenerse imparcial durante su labor detectivesca.
Misterio y romance se mezclan en la investigación policíaca.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. La leí solo porque me gustan las novelas de esta autora.

CRÍTICA

Esta historia es como una de esas novelitas de Agatha Christie que empieza con un dramatis personae. Algo, a buen seguro, totalmente intencionado por parte de la autora.
La protagonista es Celia, una muchacha que se ganaba la vida como costurera hasta que su tío, un indiano que ha regresado a Santander, la llama para no vivir solo y así, a cambio de su compañía, la nombrará su heredera.
Lo mismo hace con otro de sus sobrinos, Vicente.
Y también a los diferentes criados se le van prometiendo legados.
En realidad, es una forma de controlar a la gente. A Celia quiere casarla con un conocido suyo que quedó en Cuba. Ella se niega, se enfada, y discuten en tonos muy vehementes… A la mañana siguiente, él aparece muerto.
Segundo clásico de la novela negra: el muerto en una habitación cerrada por dentro.
La principal sospechosa es, pues, Celia, por diversos motivos: la bronca del día antes, que sea la heredera y, en fin, por el pequeño detalle de que le llevó una tisana, al parecer envenenada.
Todos los indicios apuntan de manera tan convincente a esta joven, que el comisario que lo lleva, un joven cerebrito llamado Daniel Valle, no se lo cree.
Bueno, por eso y porque en cuanto se echan el ojo encima, ambos sienten una inmediata atracción. Para vigilar a los sospechosos y desentrañar el misterio, Daniel se instalará en el casoplón del muerto, dedicándose a los interrogatorios y las observaciones meticulosas del lugar de los hechos.
También le ayudará el resultado de la autopsia, claro, para que las apariencias no engañen a la policía.
La novela tiene, tirando al final, una de esas escenas en la que reúne a todos los sospechosos, y el comisario va desgranando los datos que le llevan a determinar, sinuosamente, a descubrir al asesino.
Reconozco que los protagonistas son de los que caen simpáticos. Celia, la joven honrada a la que el mundo se le pone patas arriba, descolocada porque, inesperadamente, aparece como sospechosa de un crimen. Por su parte, Daniel, el policía joven, ambicioso y listo, que no quiere que nada nuble su entendimiento, ni siquiera la atracción que siente por Celia,… aunque la descarta como sospechosa casi desde el principio.
Los demás personajes están caracterizados a vuelapluma, pero me quedo con la socarronería de la cocinera, ¡estaba viendo totalmente a una paisana…!
La ambientación está muy bien, sobre todo cuando alude a algunos lugares de Santander que conozco, con lo que se produce eso tan delicioso de encontrar un detalle familiar en un contexto desconocido (la historia que te cuentan por vez primera).
La parte erótico-romántica me pareció más lograda aquí que en otras novelas de Bargues. Creo que se esforzó más en transmitir el elemento físico de la pasión y la relación emocional entre los protas.
Hay frases preciosas, como esta que le suelta Daniel a Celia:
…Amarte, solo quiero amarte. Y en cuanto termine este lío en el que estás envuelta, estaré a tu disposición para ser lo que tú quieras. Novio, esposo o simplemente amante. Me da igual mientras me conserves a tu lado.
Ay,… (suspiro).
¿El estilo? Muy competente. Tiene un aire de misterio histórico, quizá de eso que en inglés llaman cozy mystery, nada gore ni sangriento. Se centra en la forma ingeniosa en que el comisario va investigando.
A la hora de escribir, utiliza un castellano que —de nuevo— en general cumple y es competente. Pero no deja de tener cosas que me incomodaron un poco. Son menudencias en un libro estupendo, ¿eh?
En la posición 590 de mi Kindle, encontré «esa aurea trágica que la acompañaba». ¿*Aurea? ¿Qué es eso? Obviamente, lo más parecido es el adjetivo áurea, dorada, que no encaja; parece claro que quería decir aura trágica, pero se le metió una vocal de más.
Y luego me encuentro esto en la posición 1334: «Poderoso caballero es don Dinero —parafraseó Daniel a Quevedo».
Vale, soy una tiquismiquis, ¿qué hay de malo es esto?
Dos cosas.
La más elemental es que cuando explicas al lector que «poderoso caballero es don Dinero» es de Quevedo, lo tratas como un inculto ignorante. No, de verdad, no me lo expliques todo. Es esa «vocación de diccionario» que dije que padecía Bonelli en Caballo de fuego. París.
Haz como Jennifer Crusie, que te hace cien referencias a libros y películas en una novela y no se molesta en explicarlo. Si lo pillas, bien; y si no, es tu problema.
No soporto que me traten como ignorante, ni a mí ni a nadie.
Luego está el hecho de que realmente Daniel no parafrasea a Quevedo, lo cita. Cuando se parafrasea algo se imita la estructura de una frase, pero formulándola con palabras diferentes. «Poderoso caballero / Es don Dinero» es Quevedo tal cual, literal, con sus mismas palabras… Si Daniel hubiera dicho «poderosa alcahueta es doña peseta», entonces sí sería una paráfrasis, capisci?
(Más o menos, ¡eh, que no soy ninguna poetisa!)
No se libra de ese segundo problema (que yo les veo, claro, a otros les encantará) a las autoras españolas es que se empeñan en acumular adjetivos. Sí, lo que llamo «complejo Onetti» y que, al parecer, le viene de Faulkner. Tenemos el habitual trío (no recuerdo a qué o a quién califica de «pletórico, voluptuoso y lascivo»), pero llega a poner…
¡Seis en una sola frase! ¿Lo hará a propósito, pretenderá ser alambicada para echarle humor a la cosa?
Los más refrescantes son los labios, cínicos, incitadores, rebeldes, desdeñosos y controvertidos.
Yo creo que sí, que lo ha puesto así adrede, buscando el humor en ese exceso barroco, por puro recochineo. Una autora que escribe tan bien no mete una frase tan Wattpad porque sí.
Como veis, siempre tengo tonterías a las que sacar punta.
Dejando eso a un lado,… me ha gustado un montón, pasé un buen rato. Es más que entretenida, aunque no deja de ser, en mi opinión, un mero divertimento.
Valoración personal: buena, 3

Se la recomendaría a: quienes gusten de las novelas de Agatha Christie.

Otras críticas de la novela:

Una crítica muy ilustrada y amena es la de Libros en mi biblioteca
En Babelio está la sinopsis y, al menos, el comentario de un lector. 
Aquí, entrevista con la autora en El Diario montañés, sí, el periódico de mi tierra. Es lo que tiene. Y mira que Cantabria es pequeñita, pero no, no nos conocemos.
3 estrellas tiene de media en Good Reads

En la página web, la autora tiene una breve referencia a la casa en la que se inspiró para ambientar la historia, y también a detalles como la decoración. 
Y no he encontrado más, así que si alguien conoce otra crítica o reseña de esta autora, puede enlazarla abajo. Muchas gracias.

Añado la advertencia habitual cuando reseño un libro escrito en español. Por aquello de que es meterse en territorio comanche.
  

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