jueves, 11 de noviembre de 2021

Crítica: “Después del monzón”, de África Ruh

 

Como un bordado, no le sobra puntada


 

DATOS GENERALES

 

Subgénero: histórica / contemporánea

Fecha de publicación: 8/2019

Formato: Ebook

Editor: Harlequin

 

SINOPSIS (según La casa del libro)

Quiso robarle un diario y le robó el corazón.

Ana ha decidido emprender un alocado viaje a Kioto para recuperar el diario de Amelia, una antepasada suya que vivió un romance prohibido en el Japón del siglo XIX. Solo hay un problema: para hacerse con él, tendrá que robárselo al joven y severo profesor Ikeda.

Cuando Sora Ikeda descubre lo que Ana se propone, decide seguirle el juego y se ofrece a traducirle la única copia del diario que hay en la universidad; y así, sin pretenderlo, los dos se verán envueltos en una pasión marcada por los ecos del pasado.

Dos historias de amor que florecen a la sombra de los cerezos.

 

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

No. La compré solo porque me gustan las novelas de esta autora.


CRÍTICA 

En 2018 descubrí a esta autora y me lancé a leer todo lo suyo. Me encantó. 

Luego ya, en febrero de 2019, me llevé el chasco de mi vida con Escrito con sangre y seda, que escribió junto a Marta Cruces. Y el entusiasmo se me cortó en seco, porque la historia se planteaba como amor entre medio hermanos, y no pude de la grima que me daba.

Así que tardé un poco en darle una oportunidad a esta novela. Gracias a que han pasado estos dos años, he podido leerla sin acordarme tanto de aquella desilusión como de las otras cuatro novelas, que me encantaron.

Son dos historias amorosas que desarrollan en Japón: una que tiene lugar en el año 2018, y otra en los años sesenta del año XIX.

Ana Zárate aparece en una universidad japonesa diciendo que es una investigadora española. Busca un libro escrito por Amelia Caldwell, al parecer también española pese a su apellido.

Acaba dando con el profesor Ikeda, un tipo guapo pero serio, que no confía demasiado a esta muchacha española. A pesar de ello, le ofrece a Ana leer el libro, traduciéndolo del japonés.

A lo largo de varios días, Ikeda leerá esa novela, compartiendo con Ana momentos mágicos en diversos lugares de Kioto.

Ese libro que Ana ha ido hasta Japón a buscar se titula, precisamente «Después del monzón». Es el diario de Amelia, de cuando era una jovencita en aquel Japón dividido entre los que querían abrirse al mundo y los que preferían seguir cerrados en sus tradiciones. Está prometida con otro comerciante español, pero se le van los ojos detrás de Hiroshi, un ronin, su caballero de no tan brillante armadura.

El grueso del libro es aquella historia del Japón decimonónico, enmarcado con capítulos dedicados al ahora en que el profesor Ikeda y Ana se van conociendo.

Las dos historias de amor tienen sus momentos emocionales, pero no en un tono arrebatado o desquiciado, no. El planteamiento es más bien de emociones intensas guardadas bajo llave y bullen por debajo como un caldo a fuego lento. De ahí que cada palabra que pronuncian Sura o Hiroshi se te quede grabada, y que intuyas los sentimientos más por las miradas y las acciones de cada uno de ellos. Amelia y Ana, como buenas españolas, son más espontáneas.

Son historias románticas que, aunque tienen momentos eróticos, no es que estos últimos te resulten particularmente hot.

Las dos historias, la del pasado y la del presente, están relatadas en primera persona. Quizá esa es una de las cosas que menos me convencen. No distingues la «voz» de Ana de la de Amelia, cuando en realidad son dos mujeres que deberían tener pensamientos y creencias diferentes, aunque solo sea por el momento histórico en el que vive cada una.

Hay que suspender mucho la incredulidad para admitir que lo que te cuentan sea realmente el diario de una señora que vivió en el siglo XIX. Lo que te cuenta sí que es creíble, las acciones de los personajes, o las palabras que pronuncian, pero no tanto las expresiones que confía al diario. No tiene sentido, para mí, que escriba un diario contándote cosas íntimas o sexuales narradas de esa manera, al estilo de la romántica del siglo XXI.

Ya sabéis que yo tengo cierta manía contra la primera persona. No me suele gustar. Pero es que, además, con lo que ahora predomina en el género contemporáneo, cada vez me cansa más esa incapacidad de las autoras de dotar a sus personajes de una voz propia, una psicología, una forma de expresarse que sea particular, propia. ¡Todos los personajes parecen el mismo! Sean autoras de aquí o de allí. Es como si una sola narradora se hubiera apropiado de Romancelandia durante este último lustro, como si la misma persona estuviera contándonos todas esas historias, sea cual sea el nombre en la portada. 

Dejando a un lado esos detalles, es evidente que he disfrutado de este libro a cada momento, creo que sobre todo porque, quitando la narración en primera persona, el estilo me encanta, esa forma de escribir, que cada palabra esté ahí por algo…

Es de esas novelas para ensimismarte, como si fuera una tela bordada por la que vas pasando los dedos, siguiendo las líneas que se trazan con seda sobre lino. Quizá el dibujo global al final no sea algo que te entusiasme, pero te maravillas del tacto, del color, de la propia sensualidad de las imágenes.

Es una novela breve, que no se pierde en escenas innecesarias, ni descripciones irrelevantes. Va al grano y, sin embargo, no tuve la sensación de que fuera apresurado. Al contrario, me creí perfectamente que Ana y Sura se enamorasen en dos días.

A la gente se le puede quedar corta, pero lo cierto es que a mí me parece que tiene la longitud perfecta para esta historia. No sé si habéis leído a una autora japonesa de ficción literaria, Hiromi Kawakami. En España la publica Acantilado. Pues mira, salvando todas las distancias, porque escriben en géneros diferentes, a mí me recordó mucho a esa autora, ese tipo de historias reconcentradas en las que las cosas se cuentan con las palabras justas.

Son el tipo de libros que juegan con el cerebro del lector, que crea y recrea todo un mundo más allá de lo que está escrito en la página.

Nunca desdeñéis el poder evocador de unas pocas frases bien escogidas.

No he visto que África Ruh haya escrito nada más, ni el año pasado ni éste. No sé, esperaré como agua de mayo a ver si nos trae más novelas.

Si queréis algo en español bien escrito, este es un ejemplo.

Valoración personal: notable, 4.

Se la recomendaría a: los degustadores de delicias.

Otras críticas de la novela:

A Mil libros en mi biblioteca le gustó, la encuentra bonita y en algún momento tierna. 

Sueños de papel, 4 libros

Para Pepa, de Otro romance más, le parece una novela que va de más a menos, pero que considera amena y entretenida. 

Tiempo Libro, 6 sobre 10. 

Devoradora de libros le pone 2,5 sobre 5, habla de su ambientación exquisita, pero un poco plana. 

Algunas opiniones, en Babelio

 

Como reseñar un libro escrito en español es meterse en territorio comanche, me siento obligada a poner esto:

 

WARNING!


4 comentarios:

  1. Te has puesto hasta poética al hablar de la novela. A esta autora la descubrí por tu recomendación. He leído un par de sus novelas y estaban muy bien. También me gusta que las ambiente en lugares y épocas tan diferentes unas de otras. No es de esas autoras que parece que están escribiendo siempre la misma novela. Otra más a la lista.

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    1. Ay, sí. Creo que es el estilo de la autora, que me provoca ese ensimismamiento con el lenguaje que exige la poesía.

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  2. Hola
    Lo leí y ya no me acuerdo!! jajaja
    seguro que disfruté mucho más de la parte histórica que de la contemporánea y tampoco soy muy fan de esa primera persona que hace que te pierdas los sentimientos del resto de personajes.
    Creo que la disfruté mucho menos que tú, pero ya me suele pasar con estas novelas que son tan cortas que me saben a poco
    Un besote

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    1. Gracias por comentar. Cada lector es un mundo y no siempre podemos coincidir. Lo bueno es conocerse uno mismo y saber qué cosas le hacen tilín. A mí el estilo de esta mujer es que me encanta. Lo de la primera persona ya me cansa... me cansa... me cansa... pero mucho.

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