Como un bordado, no le sobra puntada
DATOS GENERALES
Subgénero: histórica / contemporánea
Fecha de publicación:
8/2019
Formato: Ebook
Editor: Harlequin
SINOPSIS (según La casa del libro)
Quiso robarle
un diario y le robó el corazón.
Ana ha decidido emprender un alocado viaje a Kioto para recuperar el
diario de Amelia, una antepasada suya que vivió un romance prohibido en el
Japón del siglo XIX. Solo hay un problema: para hacerse con él, tendrá que
robárselo al joven y severo profesor Ikeda.
Cuando Sora Ikeda descubre lo que Ana se propone, decide seguirle el
juego y se ofrece a traducirle la única copia del diario que hay en la
universidad; y así, sin pretenderlo, los dos se verán envueltos en una pasión
marcada por los ecos del pasado.
Dos historias de amor que florecen a la sombra de los cerezos.
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. La compré solo porque me gustan las novelas de esta autora.
CRÍTICA
En 2018 descubrí a esta autora y me lancé a leer todo lo suyo. Me encantó.
Luego ya, en febrero de 2019, me llevé
el chasco de mi vida con Escrito con sangre y seda, que escribió junto a Marta
Cruces. Y el entusiasmo se me cortó en seco, porque la historia se planteaba
como amor entre medio hermanos, y no pude de la grima que me daba.
Así que tardé un poco en darle una
oportunidad a esta novela. Gracias a que han pasado estos dos años, he podido
leerla sin acordarme tanto de aquella desilusión como de las otras cuatro novelas, que me
encantaron.
Son dos historias amorosas que
desarrollan en Japón: una que tiene lugar en el año 2018, y otra en los años
sesenta del año XIX.
Ana Zárate aparece en una
universidad japonesa diciendo que es una investigadora española. Busca un
libro escrito por Amelia Caldwell, al parecer también española pese a su
apellido.
Acaba dando con el profesor Ikeda,
un tipo guapo pero serio, que no confía demasiado a esta muchacha española. A pesar de ello, le ofrece a Ana leer el libro, traduciéndolo del japonés.
A lo largo de varios días, Ikeda
leerá esa novela, compartiendo con Ana momentos mágicos en diversos lugares de
Kioto.
Ese libro que Ana ha ido hasta Japón a buscar se titula, precisamente «Después del monzón». Es el diario de Amelia, de cuando era una jovencita en aquel Japón
dividido entre los que querían abrirse al mundo y los que preferían seguir
cerrados en sus tradiciones. Está prometida con otro comerciante español, pero
se le van los ojos detrás de Hiroshi, un ronin, su caballero de no tan
brillante armadura.
El grueso del libro es aquella historia
del Japón decimonónico, enmarcado con capítulos dedicados al ahora en que el
profesor Ikeda y Ana se van conociendo.
Las dos historias de amor tienen sus
momentos emocionales, pero no en un tono arrebatado o desquiciado, no. El
planteamiento es más bien de emociones intensas guardadas bajo llave y bullen
por debajo como un caldo a fuego lento. De ahí que cada palabra que pronuncian
Sura o Hiroshi se te quede grabada, y que intuyas los sentimientos más por las
miradas y las acciones de cada uno de ellos. Amelia y Ana, como buenas
españolas, son más espontáneas.
Son historias románticas que, aunque
tienen momentos eróticos, no es que estos últimos te resulten particularmente hot.
Las dos historias, la del pasado y la del presente, están relatadas en
primera persona. Quizá esa es una de las cosas que menos me convencen. No
distingues la «voz» de Ana de la de Amelia, cuando en realidad son dos mujeres
que deberían tener pensamientos y creencias diferentes, aunque solo sea por el
momento histórico en el que vive cada una.
Hay que suspender mucho la
incredulidad para admitir que lo que te cuentan sea realmente el diario de una
señora que vivió en el siglo XIX. Lo que te cuenta sí que es creíble, las
acciones de los personajes, o las palabras que pronuncian, pero no tanto las
expresiones que confía al diario. No tiene sentido, para mí, que escriba un
diario contándote cosas íntimas o sexuales narradas de esa manera, al estilo de
la romántica del siglo XXI.
Ya sabéis que yo tengo cierta manía contra la primera persona. No me suele gustar. Pero es que, además, con lo que ahora predomina en el género contemporáneo, cada vez me cansa más esa incapacidad de las autoras de dotar a sus personajes de una voz propia, una psicología, una forma de expresarse que sea particular, propia. ¡Todos los personajes parecen el mismo! Sean autoras de aquí o de allí. Es como si una sola narradora se hubiera apropiado de Romancelandia durante este último lustro, como si la misma persona estuviera contándonos todas esas historias, sea cual sea el nombre en la portada.
Dejando a un lado esos detalles, es evidente que he disfrutado de este libro a cada
momento, creo que sobre todo porque, quitando la narración en primera persona, el estilo me encanta, esa forma de escribir, que cada palabra esté ahí por algo…
Es de esas novelas para
ensimismarte, como si fuera una tela bordada por la que vas pasando los dedos,
siguiendo las líneas que se trazan con seda sobre lino. Quizá el dibujo global
al final no sea algo que te entusiasme, pero te maravillas del tacto, del
color, de la propia sensualidad de las imágenes.
Es una novela breve, que no se
pierde en escenas innecesarias, ni descripciones irrelevantes. Va al grano y,
sin embargo, no tuve la sensación de que fuera apresurado. Al contrario, me creí perfectamente que Ana y Sura se enamorasen en dos días.
A la gente se le puede quedar corta,
pero lo cierto es que a mí me parece que tiene la longitud perfecta para esta
historia. No sé si habéis leído a una autora japonesa de ficción literaria,
Hiromi Kawakami. En España la publica Acantilado. Pues mira, salvando todas las
distancias, porque escriben en géneros diferentes, a mí me recordó mucho a esa
autora, ese tipo de historias reconcentradas en las que las cosas se cuentan
con las palabras justas.
Son el tipo de libros que juegan con
el cerebro del lector, que crea y recrea todo un mundo más allá de lo que está
escrito en la página.
Nunca desdeñéis el poder evocador de
unas pocas frases bien escogidas.
No he visto que África Ruh haya
escrito nada más, ni el año pasado ni éste. No sé, esperaré como agua de mayo a
ver si nos trae más novelas.
Si queréis algo en español bien
escrito, este es un ejemplo.
Valoración personal: notable, 4.
Se la recomendaría a: los degustadores de delicias.
Otras críticas de la novela:
A Mil libros en mi biblioteca le gustó, la encuentra bonita y en algún momento tierna.
Sueños de papel, 4 libros.
Para Pepa, de Otro romance más, le parece una novela que va de más a menos, pero que considera amena y entretenida.
Tiempo Libro, 6 sobre 10.
Devoradora de libros le
pone 2,5 sobre 5, habla de su
ambientación exquisita, pero un poco plana.
Algunas opiniones, en Babelio.
Como reseñar un
libro escrito en español es meterse en territorio comanche, me siento obligada
a poner esto:
Te has puesto hasta poética al hablar de la novela. A esta autora la descubrí por tu recomendación. He leído un par de sus novelas y estaban muy bien. También me gusta que las ambiente en lugares y épocas tan diferentes unas de otras. No es de esas autoras que parece que están escribiendo siempre la misma novela. Otra más a la lista.
ResponderEliminarAy, sí. Creo que es el estilo de la autora, que me provoca ese ensimismamiento con el lenguaje que exige la poesía.
EliminarHola
ResponderEliminarLo leí y ya no me acuerdo!! jajaja
seguro que disfruté mucho más de la parte histórica que de la contemporánea y tampoco soy muy fan de esa primera persona que hace que te pierdas los sentimientos del resto de personajes.
Creo que la disfruté mucho menos que tú, pero ya me suele pasar con estas novelas que son tan cortas que me saben a poco
Un besote
Gracias por comentar. Cada lector es un mundo y no siempre podemos coincidir. Lo bueno es conocerse uno mismo y saber qué cosas le hacen tilín. A mí el estilo de esta mujer es que me encanta. Lo de la primera persona ya me cansa... me cansa... me cansa... pero mucho.
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