Increíble, otro año que se va, así rapidito,…
Después de unas breves vacaciones, regreso a mi blog para despedir el año.
Normalmente no hago recopilaciones sobre lo que ha sido
mi año lector en romántica, pero este sí que había algo especial que me hace
reflexionar.
2018 ha sido el año del descubrimiento de cuatro autoras de
romántica contemporánea que no suenan como grandes nombres, sino más bien de segunda
fila y que, sin embargo, a mí me han encantado y me parecen de lo mejorcito.
Cara McKenna
escribe romántica contemporánea erótica. Es muy intensa emocionalmente. Las
escenas eróticas le salen soberbias. Sabe usar el erotismo Ikea, o sea, nada de
parafernalia extraña, uno hace las cosas con lo que tiene por casa. Sin hacer
sangre ni nada parecido y siempre respetando el consentimiento. Sus personajes,
reales como la vida misma, saben encontrar en la pasión un alivio a la
mediocridad de sus vidas, muchas veces bastante duras. Hace poco descubrí que
había escrito harlequines con el nombre de Meg MacGuire. Tengo que leer alguno
de ellos, a ver cómo están.
Talia Hibbert es una
escritora británica a quien le va lo intercultural. Normalmente BWWM, que he aprendido que significa
mujer negra hombre blanco. A mí eso del color de la piel me la trae bastante al
pairo. Me gusta lo intercultural porque le da otros elementos originales, que
suenan nuevos. Pero no la leo por eso, ni de lejos. Sus heroínas son ásperas y
broncas como papel de lija, y sus héroes,… Ay, son ideales. Enamorados hasta
las cachas, un apoyo para ellas, no las juzgan, están por ellas y encima son
siempre tipos que están cañón y que la parte sexual, también explícita, la
llevan de fábula. Otra a la que se le dan muy bien esas escenas.
J. T.
Geissinger es, al parecer, estadounidense. Contemporánea con mucho slow burn y, nuevamente, momentos sexis.
Tiene un sentido del humor un tanto particular que se va filtrando en sus
novelas y puede conseguir que eches la carcajada. Contemporánea, sexy y con
humor, ¿hay quien dé más?
Y mi último añadido ha sido Roni Loren, que me ha conquistado con The ones who got away. Al parecer, nació en Nueva Orleans y vive en
Dallas (Texas). Esta escritora superventas ha ganado dos premios RITA, con la
novela corta Nice girls don’t ride
(2015) y Off the clock (2016) al
mejor romance erótico. Siento repetirme: contemporánea, sexy, mezclando lo
ligeramente divertido con lo dramático.
Recuerdo que hace un par de años me entusiasmaba lo que
yo llamé «Novísima escuela de romántica histórica», con autoras
como Courtney Milan, Cecilia Grant,
Sherry Thomas, KJ Charles y Rose
Lerner. Frente a naderías enagüiles tipo Julia Quinn sin el menor sentido
de la época, estas autoras sabían contarte una historia ambientada en el
pasado, con cierto rigor histórico y trayendo a colación elementos feministas o
sociales, para hacerte ver un poco lo difícil que era aquella época para las
mujeres.
Sin embargo, aquel fenómeno –a mi modo de ver– se ha ido
disipando. La última de Milan ha sido un pestiño; me da la impresión de que ya
no le interesa seguir contando historias románticas. Grant parece que dejó de
escribir. Thomas se ha decantado por otros géneros. A Charles ya no la leo y,
por último, Rose Lerner. Quiero que me guste, de verdad, me cae fenomenal esa
escritora. Mas no lo puedo evitar, me aburre como una ostra.
Así que en histórica vuelvo a lo de siempre, a las maravillosas
Word wenches, que nunca decepcionan: Putney, Balogh, y la ya desaparecida Beverley, que afortunadamente tienen
una extensa producción de la que ir tirando. Saben escribir bien, incluso cuando
recurran a los tópicos más trillados. Crean personajes muy de carne y hueso,
con profundas emociones, inteligencia y madurez. Una delicia. Y Kleypas, que no se me olvide: ha vuelto
a histórica y me sigue gustándome lo que escribe.
Este año le he dado otra oportunidad a la novela
romántica en español, empezando por lo que fue mi género tradicional, el
histórico. Y oye, con gratas sorpresas.
He descubierto a autoras como África Ruh y Elena Bargues cuyas historias me encantan.
A diferencia de la
histórica anglosajona, aquí lo que hacen muy bien es la reconstrucción del
pasado, toda la parte histórica es fabulosa. Por eso me gustan. En lo amoroso y
lo sexual, cumplen, simplemente, a veces ni siquiera incluyen escenas
explícitas y es, creo yo, la parte en que más flojean, como si eso de que están escribiendo una novela romántica es algo de lo que se acuerdan de tarde en tarde. Pero como la reconstrucción histórica la saben hacer tan bien,
puedo pasar de que la tensión romántico-erótica no esté muy lograda.
Alyssa Brontë sí que sabe escribir
escenas subidas de tono pero,… lamentablemente, el resto de los elementos de la
novela que le he leído me parecieron malísimos.
Y a última hora, Marisa Sicilia, que me ha dejado noqueada con su noir parisino. Ahí tengo toda una bibliografía que me apetece explorar.
Lo paranormal sigue sin gustarme, por muy buena que sea la autora. La
fantasía puedo disfrutarla, pero tampoco me arrebata.
Las de suspense, en
cambio, siempre me gustarán. Este año he descubierto a Anne Stuart, gracias al #RetoRITA: sus héroes son malos y fríos, y
tienen la tendencia a querer matar a las heroínas, aunque por supuesto no lo
hacen y acaban enamorándose de ellas.
No puede decirse que con el #RetoRITA haya encontrado a
ningún otro autor que me haga tilín. Averigüé, eso sí, que Debbie Macomber es un pestiño de cuidado. Y gracias a eso tengo
otra expresión hacerse (o encontrarse o
resultar) un macomber.
Aparte de eso, acabé este año mi repaso a toda la
bibliografía de Sandra Brown. Y
también la serie Maiden Lane, de Elizabeth
Hoyt. Me apunté al reto #12Mese12ParesDeBoas, y he leído libros muy lindos,
como el de Jude Sierra.
Para el año que viene, ¿qué?
Pues seguiré con los retos. Si A la cama
con… un libro plantea alguno que yo pueda seguir, ahí estaré. Como todos los
años, el tercer miércoles de cada mes se reserva a TBR Challenge. Y seguiré
hasta julio con el reto de romántica gay.
Quiero seguir intentando lo de la romántica lésbica, porque
al fin y al cabo las chicas también se enamoran. Pero de momento, no he dado
con novelas buenas. Es posible que el problema sea yo, que sea un tipo de
historias con las que no conecto. No sé. Seguiré dándole oportunidades y si no,
pues lo dejo.
Aparte de eso, hay varias ideas que me bullen en la
cabeza. En 2017 hice un repaso a las que, entonces, eran Las mil mejores
novelas románticas. Ahora, dos años después, la lista ha ido cambiando, y creo
que haré una actualización de Las mil mejores, solo con las novelas que han entrado en la lista desde
entonces hasta ahora, señalando también las que ya no estarían incluidas.
Luego quiero acabar la serie I-Team de Pamela Clare, de la que he ido hablando
a trompicones. No sé si empezar otra histórica, ¿tal vez Pennyroyal Green, de Julie Anne Long? Me gustaría ir leyendo (o releyendo) y reseñando los libros que me quedan de otras autoras que son mis favoritas: Rachel Gibson, Jennifer Crusie, Sherry
Thomas y Kleypas.
Y unas cuantas
de mis nuevas favoritas a las que mencioné más arriba (Geissinger, Hibbert, McKenna, Loren), aunque el problema que
plantean estas es que no están traducidas al español, y no todos los que seguís
este blog leéis en inglés. Quiero seguir leyendo histórica en español y,
claro, acabar la lista Top 100 AAR 2018. Aunque, como en su mayor parte son paranormales, la idea no me
entusiasma mucho.
Como siempre, se admiten ideas. Luego yo ya
haré un poco lo que me apetezca en cada momento, pero siempre está bien que
otros opinen a ver por dónde les gustaría ver que avanza este blog.
Gracias, como
siempre, a tod@s los que estáis ahí, leyéndome. No sabéis lo que me enorgullece
y, al tiempo, el vértigo que me entra cuando veo que son miles las visitas mensuales.
Algo que decidí poner en marcha solo para mí, como un recreo y por si alguien
quería leer algo sobre romántica,… y resulta que sois miles. Bienvenidos a mi
casa romántica en la web.