miércoles, 31 de agosto de 2022

Crítica: “Sure shot”, de Sarina Bowen


El enemigo en casa

 


DATOS GENERALES

 

Título original: Sure shot

Subgénero: contemporánea

 

Fecha de publicación original en inglés: 2020

Parte de una serie: Brooklyn Bruisers #9 [u 8] / Brooklyn #4

Páginas: 276


SINOPSIS (según Fiction Data Base)

En la víspera de su trigésimo cumpleaños, la agente deportiva Bess Beringer está lista para hacer algunos cambios. Armada con un plan de cinco años, indexado y codificado por colores, abordará su vida personal con el mismo celo que aporta a su exitosa agencia.

Lo que no es parte de ese plan es un jugador de hockey, grande, alto y musculoso que acaba de ser transferido a los Bruisers de Brooklyn: Mark «Tank» Tankiewicz. Un tipo con una historia en la mochila. Es un solitario dispuesto a todo, con mala reputación. Está de rebote. También el tipo más sexi que, por alguna loca razón, ha decidido que lo que quiere es a Bess.

Ella es más lista que todo eso. Pero al final se enamora estúpidamente de él, de todos modos. Y por un tiempo parece que tal vez él hará lo mismo. Hasta que ella le pide lo único que nunca podrá darle...

 

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

Bueno, está bastante bien, en torno al puesto 1.220 de mi base de datos. Tuvo el premio Romance Choice en 2020 en contemporánea, empatada con Creole kingpin, de Meghan March. Más de un crítico a quien sigo le puso cinco estrellas, incluido Harlequin Junkie, Kimberly Faye Reads Romance y Amy Dickinson (Professor Romance). Además le dieron un 9 en What’s Better Than Books y A Limecello. Para quien le guste, tiene un planteamiento de second chance romance.

CRÍTICA

Esta es la novena de los Brooklyn Bruisers, o la octava si excluyes Bountiful. Sería la cuarta de la serie Brooklyn.

Entre esta y la anterior hay dos historias cortísimas. «Do over» (Brooklyn #2.5; Brooklyn Bruisers #6.5) es un audio de unos minutos de duración. Para oírlo gratis tienes que suscribirte en una página. Tras leer comentarios en Goodreads, me pareció que no merecía la pena.

La otra es «Lucky shot», precuela de esta Sure shot, aunque se publicase después. En el orden de lectura que Sarina Bowen  propone en su página web, la mete entre Super fan y Sure shot. Cuenta cómo se conocieron Mark y Bess cuando ella cumplió los 21 y él tenía 23. Ya la comenté en Goodreads.

A Bess Beringer la hemos visto en novelas anteriores como agente deportivo. Acercándose a los treinta, la vimos muy cariñosa con los niños que van apareciendo. Ha decidido que le toca esforzarse más en encontrar a su media naranja, elaborando un plan quinquenal para convertirse en esposa y madre.

Lo que menos se espera ella es un reencuentro con Mark «Tank» Tankiewicz (32).

Los Brooklyn Bruisers perdieron la copa Stanley a manos de Dallas, algo que les tiene muy irritados. Y en parte fue culpa de Tank.  

Como el hockey es así, hoy aquí y mañana allí, casi sin avisar, Tank se encuentra transferido de Dallas a Nueva York.

A Mark se le junta todo: el divorcio, el cambio a la costa Este y compañeros que lo reciben con bastante hostilidad.

Las redes sociales están que arden. Mark se peleó con su capitán, Palacio; los dos se divorcian justo ahora y a Mark lo largan a Brooklyn. Como ni Mark ni su mujer dan explicaciones, los blogs de cotilleos deportivos se imaginan lo que les da la gana.

Aquí hay un poco más de deporte que en otras de la serie. Sobre todo, cómo les cuesta encajar a Mark en el esquema de los Bruisers. Drake y Castro tienen que acostumbrarse a su forma de jugar. Mark no es un defensa estático, como O’Doul, sino que se mueve rápido y puede encontrarse en cualquier sitio, ganando velocidad y abriendo huecos para el juego. Los otros tendrán que ser más ágiles para localizarle y pasarle la pastilla.

Mark es un poco chulito. Su lema viene a ser más o menos a ver cuál es el máximo provecho que puede sacar de una situación. Es gruñón y solitario. Todo lo que está pasando en su vida, le avinagra un poco más.

Lo único positivo es reencontrarse con Bess.

Porque sí, estos dos tienen una historia, que leí en el relato corto «Pure shot». Hace nueve años, cuando ella estaba empezando en esto de ser agente deportiva y él era un rookie sobradete. Se enrollan el día en que Bess cumple veintiún años. Luego tienen una relación de meses hasta que ella corta en seco, sin darle muchas explicaciones.

Nueve años después, más maduros, la atracción entre ellos es exactamente la misma: explosiva. Mark toma la iniciativa y es un poco manduquita, y a Bess, simplemente, le encanta, no puede resistirse.

Y eso que ve que Mark no está por repetir eso del matrimonio. Así que Bess sigue con citas en Tinder, buscando al futuro padre de sus hijos.

Lo de estos dos es, al principio, algo muy sexual, oculto, secreto, para que no se resienta la reputación de ella. Un agente acostándose con deportistas… no pinta bien, aunque Mark no sea cliente de ella.

El planteamiento second chance exige, primero, que aquello que los separó sea algo serio, no una chorrada. Y sí, cumple con ese requisito. Una vez que Bess explica lo que pasó, es lógico que ocurriera eso cuando ella era jovencita.

Y, segundo, que aquello que los separó en el pasado haya desaparecido para que su final feliz sea creíble. También lo encuentro: ambos están en otro momento de su vida, más adultos y seguros de sí mismos. Lo que pasa es que, en la treintena, se les presentan nuevos obstáculos, problemas más propios de esas edades.

Mark es más cerrado que una bombilla y no comparte nada de su vida, ni qué le pasó con su mujer, ni con su capitán, ni a cuento de qué lo transfirieron.

Todo eso es algo que se desarrolla más en el último tercio de la novela. Para entonces entre ellos está todo el pescado vendido, a mi modo de ver. Ya han decidido que se quieren y que lo suyo no es flor de un día.

Es entonces cuando se revelan los problemas que hubo en el matrimonio de Mark y puede influir en su nueva relación de pareja.

Sigue siendo una novela narrada en estilo NA; o sea, primera persona dual, de esas que me confunden. A veces creía que lo contaba uno y luego resulta que era el otro. Aquí me he dado más cuenta de esa narración en presente, aunque sigo pensando que en español queda más raro usar ese tiempo verbal.

Y de nuevo, me irrita un poco esa idea muy de Romancelandia de que si no hay niños de por medio, o en el futuro, el final feliz no es creíble.

Me la leí en menos de veinticuatro horas, porque me pilló una noche de insomnio. Y bien, te agarra, es entretenida. Me imagino que es un par de días haya olvidado quiénes eran estos. Pero desde luego es una de esas contemporáneas y sexis que merecen la pena.

Seguiré con la serie. Ya me quedan poquitas, y eso que meto también aquellas que se superponen a otras sagas, como True North o The Company. Teniendo en cuenta el precio que tienen, unos cinco euros, la verdad es que tienes que tener claro que te gusta el estilo de Sarina Bowen. A mí me merece la pena, pero si no te va este tipo de contemporánea deportiva quizá pueda sonarte excesivo.

Valoración personal: bien, 3

Se la recomendaría a: los fans de las second chances.

Otras críticas de la novela:

Limecello, en Tart Sweet, una A. 

A novel glimpse, 5 estrellas

Harlequin Junkie, 4 ½  estrellas

What’s Better Than Books, 9/10

She Reads Romance, 4 estrellas.

Undercover Binge Reader, 4 estrellas. 

NO ESTÁ TRADUCIDA AL ESPAÑOL. Veo en Goodreads que sí lo está al alemán y al portugués.

2 comentarios:

  1. Me gustan los gruñones solitarios (sólo en las novelas). El portugués siempre es una opción. Obrigada.

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    1. Pues este es totalmente solitario, con todo el mundo en contra. Te encantaría.

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