Tópico harlequinero: matrimonio de penalti.
DATOS GENERALES
Título
original: Tidings of Great Joy
Subgénero:
contemporánea/Genérica
Fecha de publicación
original en inglés: enero de 1988
Serie: Loveswept (LS) - 229
NO TRADUCIDA
SINOPSIS
Ria Lavender es la última mujer del mundo que quedaría
arrebatada por un tipo con mucha labia y una sonrisa seductora. Arquitecta de
talento, comienza a saborear las mieles del éxito cuando conoce a un hombre que
lo cambiará todo.
El alcalde electo Taylor MacKensie es guapo, encantador y
carismático. Aun así, Ria nunca se imaginó que podría dejar una fiesta navideña
con él o que, atrapada en la magia de la nieve y una botella de champán, se
entregaría al deseo.
Ocho semanas más tarde,
Ria sabe que está embarazada del hijo de Taylor. Para dar a su hijo un
apellido, Ria convence a Taylor de que se case con ella, al menos
temporalmente. Pero así como Ria pronto siente una sorprendente ternura, y
pasión, por Taylor, teme que la primera preocupación de él sea su carrera. Ria
jura que mantendrá la distancia respecto a un hombre que tiene la llave de su
corazón… hasta que la vida les enseña a ambos una lección en milagros, y en el
amor.
¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. Es de las que compré
sólo por ser de Sandra Brown.
CRÍTICA
1988 fue decisivo
en la producción de Sandra Brown, pero empezó con esta novelita que tira a aburrida
y conservadora, para mi gusto.
La sinopsis
te cuenta básicamente de qué va el libro. Aquí no hay secret baby, porque la primera línea del libro es, precisamente,
“Estoy embarazada”.
Ria
Lavender se lo suelta a Taylor MacKensie, concejal que ha sido elegido alcalde.
Él se sorprende bastante, como podéis imaginar. La conoció en una fiesta de
Nochebuena y guarda muy buen recuerdo de ella, sólo que estaba demasiado
ocupado con las elecciones y tal como para volver a llamarla.
Ahora, dos
meses después, la bomba.
Reacciona,
como cabe esperar, con sorpresa. ¿Estás segura? ¿Y es mío? Porque me dijiste
que tenías novio… No, no te estoy llamando pendón desorejado, es que lo único
que sé de ti es que nos liamos nada más conocernos. Además, tengo enemigos
políticos, ¿cómo sé que esto no es una encerrona para desprestigiarme?
Sí, igual
no es la reacción perfecta, pero es humana. Sólo fue un lío de una noche. Se conocen
en una fiesta, flirtean, comen, beben champán, se gustan, él la lleva a casa,
sube a su apartamento a por un “café” y ella, que debía estar en el puntín ese
de “quiero a todo el mundo” más que en la fase “cánticos regionales”, acaba apasionadamente
abrazada a él.
Dos meses
después, embarazada, acaba largándose del despacho de él bastante cabreada. Taylor,
después de digerir un poco la noticia, va a casa de Ria a pedirle perdón.
Ria anda
con la hormona picajosa, y él, con más paciencia que el santo Job, le pregunta
que qué es lo que necesita.
Que si ha
ido a pedirle dinero para un aborto. Ella, horrorizada: no, por favor, cómo
puedes decir eso, como se ve que no me conoces. Él: claro, cielo, es que sólo
tuvimos una noche.
Entonces,
¿quieres mi ayuda económica ahora que estás embarazada y luego, para mantener
al niño? Más aspavientos horrorizados de la mujer, no, por dios, yo puedo
mantenerlo sola.
Pues
entonces, ¿qué puedo hacer por ti?
Ella le
suelta que lo que quiere es que se casen, para que su hijo sea legítimo. Aunque
la idea de ella es que se casen pocas semanas antes de que el niño nazca, luego
se anule el matrimonio y bye Taylor,
si te he visto no me acuerdo.
Taylor
razona que de acuerdo, que se casan, pero tendrán que hacerlo ya para no
perjudicar su imagen pública. Y nada de quitarlo luego de en medio. Quiere
formar parte de la vida de su hijo.
Ria consiente
a regañadientes. De la noche a la mañana, él consigue organizar un enlace
discreto, pero digno, y ella se queja de todo, de las flores, del anillo, de
que haya reservado mesa en un restaurante. Y él: ¿no te gustan las rosas,
preferirías un anillo de plata, no te gusta el sitio?
Viviremos
juntos, dice él.
Ni hablar, contesta
ella.
Y ¿no crees
que la gente va a hablar, entonces?
Vale, Taylor
tienes razón, pero… que sea solo de nombre, nada de sexo.
Tú sabrás,
hija, pero en Navidad bien que lo pasamos juntos, además de que solo tengo un
dormitorio.
Pues duermo
en el sofá.
Que estás
embarazada, sé un poco racional.
Todo
resulta tan ochentero como el outfit
con el que Ria fue a la fiesta navideña: lentejuelas hasta en las hombreras y
un abrigo de piel de zorro plateado.
Los detalles
conservadores que se filtran a lo largo de la historia me hicieron rechinar los
dientes. Están solos en la fiesta de Navidad porque sus respectivas parejas se
han ido de viaje. Pero, así como se asume sin problemas que el novio de ella
haya ido a visitar a su madre en Navidad, el que la chica con la que sale él se
haya ido a esquiar con unos amigos, suena de lo más descocado. “¿Se fue sin
ti?” pregunta Ria y se le nota horrorizada.
Taylor
tiene que llevarla a casa tras la fiesta porque claro, ella es mujer y no puede
conducir con nieve, a diferencia de él, que con el cromosoma Y le da de sobra
para correr el Mil Lagos. Mejor habría sido que pusieran como excusa que ella
estaba más afectada por el alcohol que él.
Luego la
cosa se complica y va por el camino del sufrimiento y las lágrimas, la
desconfianza y la falta de comunicación. Pero baste decir que todo resulta
bastante tradicional. Supongo que va a tono con el hecho de ser un libro con
temática navideña.
Se le notan
los años, asimismo, en todo ese planteamiento de casarse para que el niño
“lleve un apellido, no sea ilegítimo”. Me choca, claro, porque tengo tan
(culturalmente) interiorizado que el niño tiene dos apellidos, uno por cada
progenitor, con independencia de que estos se casen o no, y que tiene de los mismos
derechos (a alimentos, a la herencia),… que suena muy pasado de moda –y sin
fundamento- que un embarazo sea la excusa para que se casen dos personas que ni
se conocen ni se aman.
Pero no es
solo cosa mía y de mi limitada visión hispano-norteña. A día de hoy (bueno, los
datos son de 2016, pero la cosa seguro que no ha cambiado mucho) en España el 42,5% de los niños nacen fuera del matrimonio, y la
media europea es del 39% (y subiendo, creo yo). Está claro que lo del
matrimonio nos la refanfinfla bastante.
Lo único
bueno, y creo que a estas alturas ya se me ve el plumero, es el personaje
masculino. Taylor MacKensie. Un tipo emprendedor, carismático, que respeta a
Ria a pesar de sus salidas de tono y desplantes. Sanote, sensual, inteligente, que
sabe tener paciencia, ser su apoyo, intentar arreglar lo que se pueda
arreglar,… en fin, un verdadero héroe que se habría merecido a una heroína
menos moñas.
Valoración personal: prescindible, 2.
Bantam, Junio 1988 |
Se la recomendaría a: aficionados
a la novela ochentera tradicional.
Otras críticas de la novela:
Hay crítica/sinopsis en AllReadersCom.
En Good Reads le dan una puntuación media de 3.63.
Aunque advierto que más
de una crítica te destripa el libro así que está bien leerlas después de
terminar la novela.
Como de costumbre, si alguien
conoce alguna otra crítica de la novela, en inglés o español, siéntase libre de
enlazar abajo.
De esta, de lo unico que me acuerdo es que el es bastante razonable y sensato, a pesar de la trama tan exagerada, mientras que ella se pasa de la raya constantemente.
ResponderEliminarYa veo que coincidimos totalmente en ese punto. Él es justo lo que dices: razonable y sensato, y ella, pues eso, lo que yo digo, una pesada picajosa a la que nada le parece bien. Es de esas novelas que te imaginas un futuro lleno de problemas porque ella estará de morros todo el tiempo sin que él sepa ni siquiera por qué.
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