martes, 8 de diciembre de 2020

Esos harlequines viejunos (4) Judith Arnold: “Una amistad inquebrantable”

 



 

Judith Arnold: Una amistad inquebrantable (Best friends)

Original: 3/1987; Harlequin American Romance-189, Harlequin Love Affair-160

España: American Love 161 (1990)

 

Este es el último de mis «harlequines viejunos» que comento aquí. 

Me encanta todo, hasta esa portada vintage, que representa una escena de la novela, pintada, como los Mills & Boon de toda la vida, ciertamente anticuados pero más elegantes que las posteriores y horrendas imágenes de fotonovela.

Los protagonistas de la historia son Richard «Lonny» Alonso, empresario de la construcción, de buena familia, y Samantha Janek, ejecutiva de una empresa de cosméticos.

Samantha, retoño de la clase trabajadora, ha logrado estudiar en la universidad gracias a su esfuerzo personal, con becas y préstamos. Ahora ha cumplido su sueño profesional: despacho propio con vistas en un edificio de oficinas de Manhattan.

Como perfecto complemento al éxito profesional, llevaba del bracete a un novio de esos que saben escoger el vino en un restaurante. Claro que, después de cuatro años juntos, este cretino acaba siéndole infiel y Sam pone fin a la relación.

Está dolida, y su amigo Lonny la invita a pasar unos días con él, en su casa de la playa, para recuperarse.

Lonny y Sam se conocen desde la universidad. Él era lo opuesto: un tipo físicamente cañón y de buena familia, ligaba con las chicas más atractivas del curso.

Samantha siempre estuvo enamorada de Lonny. Él, en cambio, solo la veía como su mejor amiga. Así que Samantha se ha resignado a ese papel. Al fin y al cabo, ella sigue estando en la vida de Lonny, mientras que las Moiras de la vida llegaron y pasaron y él ya las ha olvidado.

El plan es que Sam se relaje, tome el sol, y así no pase sola el inevitable duelo posterior a la ruptura sentimental con su novio. Sam y Lonny son colegas que pueden hablar de cualquier cosa. Se sienten muy a gusto el uno con el otro, ¿no?

Hasta que, tumbada en la playa con un bikini, las largas piernas de Sam llaman la atención de Lonny. Ya no es aquella muchacha regordeta y acomplejada de la época universitaria. Cuando el socio de Lonny se insinúa nada discretamente a Sam, Lonny se pone celoso sin saber por qué. Y cuando, para parar el flirteo, la coge en brazos y amenaza con tirarla a las heladas aguas del Atlántico, descubre que lo que siente por la estupenda mujer a la que abraza no es precisamente una amistad platónica. 

Le gustan sus piernas, sus curvas, y obviamente sigue siendo la persona con la que se siente más cercana, que le comprende y le apoya.

¿Qué es lo que me atrae de esta novela genérica? Es obvio, ¿no? Un tratamiento modélico del friends to lovers. La versión más sencilla y estilizada del tópico.

Contiene también una reflexión sobre la vida profesional. Sam se pregunta si desea seguir trabajando en esa empresa de cosméticos cuando la piden que defienda un producto que entiende idiota, como lápiz de labios grises y azules (estamos en los años ochenta, recordadlo).

Por su parte, Lonny podría haber estudiado derecho, y ser brillante abogado como su padre, pero ha preferido dedicarse a algo menos glamuroso, pero muy varonil: la rehabilitación de casas antiguas. 

Se le da particularmente bien reparar tejados, gracias a su elegante agilidad propia de un felino. Esto horroriza a su familia y a la propia Sam, pues le parece que eso es echar su formación por la borda.

El enamorarse hace que cambien un poco, por ejemplo, como Sam ha salido con hombres de éxito y dinero, Lonny se plantea redirigir su vida, convertirse en el hombre que cree que gustará a Sam. 

Ahora, ¿está bien que haga eso? ¿Es realmente eso lo que quiere? ¿Es lo que conviene hacer? ¿Solo por ella y el amor que le tiene, o también por él mismo?

El final feliz exige que sean honestos, que averigüen si están satisfechos con sus trabajos y si pueden, o deben, cambiar algo de sus vidas, por ellos mismos y por su relación.

Reflexiona bien el cambio inevitable del rol de amigo al de amante. Sam y Lonny se quieren desde hace años, y cuando se convierten en amantes, su amistad corre peligro. 

Cuando Lonny está confuso sobre qué camino seguir, se lo pregunta a Sam, y ella le dice que si es feliz reconstruyendo casas, que reconstruya casas.

Durante años me has estado diciendo que vivía como un hippie, que no pensaba en el futuro, que estaba desperdiciando mi formación. ¿Recuerdas?

—Sí, pero entonces éramos amigos contestó ella, mordiéndose los labios al darse cuenta de lo que había dicho.

Es decir, que cuando son amigos dice una cosa y al convertirse en amantes, otra diferente.

El final feliz exige que puedan reconciliar lo que les hizo estupendos amigos con la realidad de formar una pareja con un futuro en común. Deben integrar el sexo y la amistad para lograr algo perdurable.

Lo dicho: para mí es el ejemplo del friends to lovers en formato mínimo: dos personas que se conocen desde hace años y empiezan a mirarse con otros ojos.

Me encantó la transformación de la heroína en la versión mejor de sí misma. También adoré la naturalidad con la que hablan y aceptan sus limitaciones, y la perplejidad que a veces causa el sentimiento amoroso.

La releo cuando quiero una simple historia de amor entre dos personas muy reales que acaban siendo tus amigos de toda la vida. Para mi gusto, un Harlequin casi perfecto. Luego he leído muchas más novelas que tratan este tema, uno de mis planteamientos favoritos. De una u otra forma, con más elaboración, pero el esquema básico es el mismo al de esta novelita de los ochenta.

Por eso la valoré en 9 sobre 10 para El rincón de la novela romántica, y como no redondeo, ahora le pongo cinco estrellas, dentro de lo que es este tipo de novelitas.

Para mi tiene un encanto especial, que posiblemente esté vinculado también un poco al elemento nostalgia. Lo admito.

4 comentarios:

  1. Qué buena pinta tiene! Me lo voy a apuntar porque en mi librería de segunda mano habitual suelen tener muchos harlequines viejunos con esta clase de portadas, a ver si me lo cruzo algún día!

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    1. Es una novela sencilla, así que tampoco es para gastarse un dineral en ella. Pero si tienes la oportunidad, no dejes de leerla, a mí me encanta, Bueno, ya se ve.

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  2. He leído las críticas de esos tres harlequies viejunos y no me extraña que te hayan calado tanto. Hay veces que lo bueno viene en frascos pequeños. Serán historias sencillas, predecibles, que caen en los tópicos de siempre pero hay algo que las vuelve distintas y también únicas debido al momento en que se leen. Por encima de todo me parecían personales, reconoces sentimientos y suceden cosas que también te pueden pasar a ti. Es lo que decía cuando me refería a novelas "más bien sentimentales", tal y como yo las conservo en mi memoria. Un pequeño inciso, siempre he tenido la impresión de que algunas novelas contemporáneas y largas de Lavyrle Spencer tenían un estilo similar a los harlequines antiguos, bueno, de hecho esta mujer también tiene harlequines ochenteros, creo que en parte recogen ese espíritu.
    Pues nada, gracias por compartir estas joyitas tuyas, yo también las anoto porque nunca se sabe, de hecho alguna vez me he llevado una grata sorpresa con novelas descatalogadas, no te creas. :)
    No soy una forofa de los harlequines, no, pero hubiera estado bien una página en español específicamente dedicada a estas novelas en cuanto a críticas y opiniones.
    Un beso.

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    1. Gracias por tu comentario. Hay un punto de nostalgia en estas novelas en concreto, algo muy personal. No había caído yo en que Lavyrle Spencer había escrito también este tipo de historias, y lo he ido a mirar; es verdad, para Jove y Harlequin, lo he mirado, hay un Temptation y otro SuperRomance.

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