lunes, 22 de marzo de 2021

Crítica: "Las hilanderas de la luna", de Mary Stewart

 

Suspense romántico con poco misterio y menos romance

 


LAS HILANDERAS DE LA LUNA

 

Por MARY STEWART Fecha: 1962

 

Stewart es reconocida como la madre del suspense romántico, aunque no será por esta novela.

Nicola Ferris trabaja en la embajada inglesa de Atenas. Decide pasar sus vacaciones en la isla de Creta, junto a su prima Frances.

Antes de reunirse con ella, no obstante, emprende lo que cree que será un plácido camino por las montañas Blancas. Se topará con un joven inglés malherido, un niño desaparecido y todo un misterio para resolver. ¿Quién ha herido a Mark y secuestrado al niño Colin?

En primera persona, Nicola nos va contando y describiendo con detalle todo lo que encuentra: el paisaje, las plantas, los arbolitos, los animales… En medio de todo ese detalle de folleto turístico, se sucederán situaciones de peligro.

Nada que una sensata muchacha inglesa no pueda resolver y superar.

Otras novelas de Stewart las he disfrutado. Las descripciones detalladas de los entornos exóticos me suelen gustar, cuando están tan bien escritas. Asumo que el romance será escaso y nada explícito.

Estas Hilanderas…, sin embargo, se me hicieron bola. Lo más animado era seguir el vuelo de las aves sobre el carrascal cretense, así que ya podéis imaginaros.

Ninguno de los protagonistas me parecieron particularmente despiertos, no hay investigación hábil que vaya descubriendo cosas, ni sorpresas inesperadas, hasta los malotes son anodinos y de cartón-piedra… Como suspense, esta historia naufraga en un mar de irrelevancias.

Pero es que si vamos a la parte de romance, me quedo aún más perpleja.

Nicola y Mark se relacionan poco. Él solo aparece al principio y al final. El resto del tiempo Nicola va de acá para allá, intentando desentrañar, sin mucho espíritu, dónde está el niño desaparecido y por qué intentaron matar a Mark.

En algún momento aparece como una muchacha más intrépida, pero la energía no le dura mucho.

Así que el romance, de existir, lo pone la lectora en su cabeza, suponiendo que se han gustado, enamorado y decidido seguir juntos.

Mi experiencia: decepcionante, 2 estrellas, y eso porque me gustan los paseos por las montañas.


 

The moon-spinners, 303 páginas

Edición: 1/1962, Fawcettt

ISBN13: 9780449027950

 

Las hilanderas de la Luna, 399 páginas

Edición: 11/1963, Bruguera (Ediciones B)

ISBN 13: 978-84-02-00102-3

Traducción: Jaime Piñeiro

Cubierta: Lozano Olivares


 

 

4 comentarios:

  1. He abierto la reseña y he vuelto al pasado al ver esa portada de la editorial Bruguera. No me extraña que haya poco romance, porque de mis pesquisas en la biblioteca y en mi casa cositas románticas de esa época pocas. Eran un erial del género. Durante un tiempo estuve trabajando en una biblioteca y lo más que encontrabas era Danielle Steel y Victoria Holt, que no es que me gustasen mucho. Bueno, recuerdo con cariño "El orgullo del pavo real" de Victoria Holt, pero no sé si soportaría una relectura ahora que puedo compararla con Lisa Kleypas, Sandra Brown y las demás que me gustan.

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    1. Qué nostalgia da ver las portadas de editorial Bruguera, ¿verdad? Tengo en casa unos cuantos, más de literatura que de romance.
      Se supone que Mary Stewart sería el enlace entre la novela gótica británica y el suspense romántico, de la misma manera en que Georgette Heyer antecede al Regencia tradicional. Sexo no hay pero el romance al menos en otras novelas suyas sí que lo he encontrado.
      Pero tienes toda la razón, lo único que encontrabas hace años era Steel y Holt. Romántica-romántica yo creo que solo llegó a España en los ochenta, con Woodiwiss y la Lindsey, Shirley Busbee y esas cosas. Hablo así de memoria, igual alguien tiene otros recuerdos o lo ha estudiado más.
      Sinceramente, no, no creo que muchas aguanten comparaciones con Kleypas o Brown.

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  2. Listo!!!!
    Recibí esta crítica en mi buzón.
    Como siempre, un placer leerte.
    Y hoy más con esas lindas portadas.
    Gracias.

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    1. Sí, reconozco que las portadas son chulas. A mí me gustaban mucho esas portadas que eran como cuadros al óleo.

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