jueves, 11 de julio de 2019

Crítica: “Making him sweat”, de Meg Maguire


Un harlequín sombrío y sexy

DATOS GENERALES

Título original: Making Him Sweat
Subgénero: contemporánea
Parte de una serie: Wilinski #1 / HBZ-740
Fecha de publicación: marzo de 2013
Título alternativo: All or Nothing (reedición 2014)

NOVELA NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

SINOPSIS (según Fiction Data Base)

Ella da golpes bajos…
1er asalto
En su rincón tenemos a Jenna Wilinski, romántica confesa, que ha heredado un gimnasio de boxeo bastante sórdido de un padre con el que nunca se relacionó. Con él, podrá realizar su sueño de lanzar un negocio casamentero de alto nivel… siempre que pueda enfrentarse con el muy intimidante, y perversamente atractivo, boxeador que se le pone por en medio.
2.º asalto
En el rincón del fondo, el anterior boxeador profesional Mercer Rowley. Es el único que puede proteger su «hogar», aunque esté un poco descascarillado, de esta decidida y enérgica pequeña oponente. Pero, chico, una vez que se quitan los guantes, sus manos solo quieren tocarla. Por todas partes.
3er asalto
Este enfrentamiento se parece demasiado a un empate. Pero no importa quien de los contendientes acabe ganando. Lo que es seguro es que el otro va a disfrutar cada minuto de él…

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Estaría como mucho entre las diez mil mejores, gracias a que en The Badass le dieron una calificación de A.

CRÍTICA
Si lo he entendido bien, Cara McKenna empezó escribiendo novelas eróticas, más o menos cortas. Luego pasó a la línea Blaze de Harlequin, que es (o era, creo que ya terminó) la más explícita sexualmente de las líneas harlequineras bajo el nombre de Meg Maguire. Luego novelas más largas eróticas y ha acabado con cosas entre contemporáneas y eróticas,… ¿contemporáneas subidas de tono, podría decirse? No sé, porque voy poco a poco leyendo su bibliografía.
Esta novela Making him sweat («Haciéndole sudar») es un Harlequin Blaze ambientada en Wilinski’s, un gimnasio bostoniano, una academia de lucha. La lei el pasado mes de marzo y no había tenido tiempo de publicar la crítica hasta hoy.
La protagonista, Jenna, ha vivido desde niña en la costa Oeste de los EE. UU. Ha trabajado los últimos años en cruceros, organizando cosas y haciendo un poco de casamentera. Cuando su padre, que vivía en Boston y con el que no se relacionaba, muere, le deja un edificio.
Entonces ella decide montar negocio propio. Eso de unir sentimentalmente a la gente se le da bien, así que se hace con una franquicia de servicios de emparejamiento de alta calidad en ese nuevo inmueble en su poder.
¿El problema?
En ese inmueble, en uno de los locales, hay un gimnasio dedicado a entrenar a la lucha, el boxeo, artes marciales, y no tiene demasiada buena fama. Por un lado, por cosas que le ocurrieron a su padre, y luego, porque no os creáis que es uno de esos gimnasios fashion modernos en los que parece que ni siquiera se suda.
No, esto más bien es como un antro en plan El club de la lucha. Se forman y entrenan tipos corrientes que quieren una buena pelea de vez en cuando, pero también gente encaminada a tener una carrera profesional. Para ello, el difunto padre de Jenna ha llegado a enviar, de su bolsillo, a alumnos de la academia a otros países como por ejemplo Tailandia, para que se formaran y mejorasen técnicas.
Gracias a este libro he conocido la existencia de un deporte de lucha, MMA, o sea artes marciales mixtas.
Jenna casi no se relacionó con su padre. Pero este sí que tuvo una especie de hijo postizo, Mercer. Uno de esos alumnos luchadores al que luego ha tenido como mánager del gimnasio, entrenador y un poco hombre para todo. De hecho, en el último año, antes de morir, era Mercer quien llevaba a este señor al hospital y vivía con él cuidándole.
Jenna y Mercer chocan porque ella quiere montar el negocio de su vida, pero para ello, el gimnasio debe desaparecer. Según el testamento, al parecer tiene que permitir que el gimnasio siga unos meses más, pero luego ella tendría que echarle el cierre.
Y ahí está el conflicto: la incompatibilidad entre el sueño profesional de Jenna y el «hogar» de Mercer.
Luego cada uno ve al difunto padre de Jenna de manera diferente. Ella tiene una opinión muy mala mientras que, para él, ha sido una auténtica figura paterna.
Lo bueno es que ambos son adultos y no se enfrentan con groserías o malos modos, no. Ninguno fuerza las cosas, porque es consciente más bien de los límites que la vida nos pone.
Eso no quita para que haya diálogos sexis entre estos dos, que flirtean, alardean, se oponen…
Añádele que se sienten profundamente atraídos el uno por el otro. Jenna es una romántica que sí, cree que alguna vez encontrará a su media naranja, mientras ella se dedica a emparejar a otros. Mercer, por su parte, es anti-compromiso; lo asume y va con la verdad por delante. Y si hubiera alguna duda, Rich, uno de los luchadores del gimnasio, se lo dice claramente a Jenna.
Se lo advierten, lo saben, que lo suyo no tiene futuro
Pero esto es Romancelandia. Para tener su final feliz tendrán que pasar más de un momento difícil, porque es posible que reconciliar sus sentimientos y sus intereses no esté ya ni siquiera en sus manos.
El entorno como veis es muy particular. Un gimnasio. Un barrio, Chinatown, que no debe ser lo mejor de Boston. Luchadores, boxeadores, casamenteras,…
Ya he comentado más de una vez que McKenna me parece la reina del erotismo Ikea. Aquí, como es un Harlequin, la parte sexy está moderada, es muy explícita pero no es una erótica. Así que se ve mejor esa parte de McKenna de crear personajes y situaciones reales como la vida misma.
En Goodreads dicen que sus historias… «han sido aclamadas por su voz moderna e inteligente, y el desafío a las convenciones». Sí. Diría que es justo eso. Pone a sus personajes enamorándose en entornos un poco crudos, hablan como personas auténticas y sus héroes, ¡puf! No sé, es una forma de captar la voz masculina que no he visto en muchas autoras de romántica.
Esta novela me gustó, pero no me llegó a enganchar. Me duró varios días, cosa que en mí es raro porque estamos con una historia que ocupa poco más de 200 páginas. Eso sí, cada vez que cogía el Kindle, disfrutaba de todo lo que me estaban contando, cómo lo relataban, los personajes,… con ese puntín de inquietud de que como es real como la vida misma, te suena que igual no todo sale a la perfección.
En esta novela te presentan a Lindsey, una ayudante de Jenna, y Rich, uno de los luchadores del gimnasio que pueden acabar siendo profesionales de lo bueno que es. Y que está como un pan. Francamente, yo me lo estaba imaginando como Jason Momoa. Protagonizan la segunda entrega de los Wilinski y como compré las dos novelas juntas … por supuesto, acabé leyendo un libro detrás del otro.
Valoración personal: buena, 3

Se la recomendaría a: quienes gusten de contemporáneas reales como la vida misma.

Otras críticas de la novela:

No he encontrado ninguna crítica en español, así que si alguien conoce de alguna, siéntase libre de contármelo más abajo.
Book Binge le pone 4.25 sobre 5. 
4 estrellas merece para (un)conventional book worms
3.5 le dan en Pure TextualityPR
En Dear Author la calificaron con una C+  más que nada porque la segunda parte decayó mucho su interés.
Brevísima review en Instalove
3.61 tiene de puntuación en Good Reads

2 comentarios:

  1. Me la apunto porque he disfrutado bastante de las que he leído de Cara Mckenna, sobre todo por el estilo que tiene. Quería leer alguna de ella bajo este nombre pero no sabía por dónde tirar, así que me haré con esta.
    Estupenda reseña, como siempre!
    Besotes

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    Respuestas
    1. Bueno, a mi me han gustado. Para ser harlequines, tienen un toque diferente, más abrupto. A ver si te convencen.

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