viernes, 19 de julio de 2019

Crítica: “Taking him down”, de Meg Maguire


Un luchador y una casamentera en el mundo 
de las artes marciales mixtas

DATOS GENERALES

Título original: Taking Him Down
Subgénero: contemporánea
Parte de una serie: Wilinski #2 / HBZ-762
Fecha de publicación: julio de 2013
Título alternativo: Going the distance (reedición 2014)

NOVELA NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

SINOPSIS (según Fiction Data Base)
Reglas del ring…
Nada de conducta poco deportiva
La casamentera Lindsey Tuttle siempre pensó que Rich Estrada era demasiado sexy. ¿Cómo podía no desearlo? Es un luchador de artes marciales mixtas de una belleza asombrosa, y que coquetea constantemente. Cuando se encuentran calentando un poco el ambiente después de darse el lote de forma inesperada y superintensa,… Linsey está preparada para lo que sea,… hasta que Rich corta sin explicaciones.
Tres asaltos…
Casi un año más tarde, Rich se ha roto el pie, lo que implica una frustrante recuperación de vuelta a Boston antes de su próxima pelea. Pero podría ser el momento perfecto para volver a conectar con una sexy casamentera…
¡Y ropas, las justas!
No puede negarse la química entre ellos. Es una atracción de contacto total, sin guardarse nada, y solo uno puede estar en lo más alto.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Estaría como mucho entre las diez mil mejores, gracias a que en The Badass le dieron una calificación de A.

CRÍTICA
Que por marzo era por marzo cuando leí este libro
y mira cuándo publico la crítica
en fin

Como me gustó bastante Making him sweat y ya te presentaban allí a Lindsey y Rich, me lancé a leer una a continuación de otra.
Allí ya se veía que estos dos flirteaban y se vacilaban bastante el uno al otro. Lindsey tiene novio, una de esas relaciones que cortan y se reconcilian cada dos por tres. Rich, con su cuerpo perfecto, su cara milagrosamente intacta y una sonrisa irresistible, despierta un deseo intenso en Lindsey. Pero ella asume que la ve solo como una chica mona, él va lanzado al estrellato en su deporte y no tiene nada que hacer.
Y mucho menos cuando él se va de Boston a seguir la antedicha carrera profesional. Eso no impide que sienta un desusado interés por este deporte, siguiendo todo lo que se publica o se ve en internet, sobre Rich.
Así que, aunque parece indiferente y lejana, lo cierto es que no puede dejar de pensar en él.
Le sorprendería averiguar que Rich también piensa mucho en ella durante todo ese tiempo que están separados.
La cosa es que él regresa a casa debido a una inoportuna lesión, para recuperarse. Eso le lleva de nuevo a la Academia Wilinski, un gimnasio de luchas varias que está pegadita al negocio casamentero en el que trabaja Lindsey.
Eso, y otros detallitos, hace que Rich y Lindsey se relacionen más. Si el interés ya estaba latente entre ellos, ya lo del roce constante hace que ese deseo estalle, irremediablemente.
Aquí el conflicto radica en que ella es una mujer muy asentada en su trabajo y él una estrella del deporte, y se irá una vez que se recupere, a llevar esa vida glamurosa llena de peleas, sí, pero también de otras cosas que a ella le son ajenas.
Rich, por su parte, tiene muy limitada su vida sentimental. Tiene que luchar mejor que nadie, porque el deporte es su única salida profesional, lo que se le da bien, para mantener a las dos personas que abarcan todo su mundo sentimental… Aparentemente: su madre y su hermana. No tiene espacio en su corazón ni en su vida para nadie más.
Hay una subtrama relacionada con la hermana de Lindsey, una adolescente problemática, muy superficial, a la que también le vendrá bien el roce con el gimnasio.
Si la primera de la serie me gustó, pero la leí un poco a medio gas, esta, en cambio, me la leí de un tirón, totalmente absorta en la relación entre Rich y Lindsey, en su flirteo y su alejamiento, en su atracción y en los obstáculos que ellos mismos se ponen.
Sus diálogos son de esos resultones…
—Mejor que te busques una chica tradicional para casarte.
—Eso de verdad que agradaría a mi madre —su sonrisa se suavizó—. Aunque personalmente prefiero encontrar a una feminista mordaz con la que para revolcarse en mis sábanas.
Luego está el entorno familiar. Por un lado, la situación de Lindsey y su hermana Maya, y por otro, el de Rich, hijo de inmigrantes colombianos, que vuelve a casa con su madre y su hermana, que comparten veladas, buenas comidas y una relación muy estrecha que, hasta cierto punto, sorprende a Lindsey.
Es curioso, cuando en un romance estadounidense hay familias que se llevan bien, generaciones que viven juntas y se come comida de verdad,… siempre son inmigrantes: italianos, hindúes, o, como en este caso, lo que ellos llaman latinos (y, en realidad, quieren decir iberoamericanos).
De nuevo, un entorno muy peculiar. Un gimnasio. Un barrio, Chinatown, que no debe ser lo mejor de Boston. Luchadores, boxeadores, casamenteras,… Aquí se ve más intensamente en qué consiste ese deporte de las artes marciales mixtas, lo que significa ser estrella de este deporte, qué ingresos se tiene, cómo debe cuidar la alimentación para poder estar en el peso correcto, etc.
Tiene eso tan bueno de McKenna de hacer que sus romances las protagonicen personas de clase trabajadora, que resultan reales como la vida misma.
Sigue siendo un Harlequin Blaze lo que significa que la longitud de la historia son unas doscientas páginas, y sexo explícito sobre la página, aunque sin llegar a ser erótica.
Rich es el personaje que impulsa toda la acción, y con quien más te quedas. Lindsey, en ese sentido, es más pasiva, más arraigada a un lugar, a su trabajo, y un poco al albur de las necesidades, idas y venidas de Rich.
Como dije al hablar de Making him sweat, a Rich yo me lo imaginaba con el físico de Jason Momoa, así que entendía perfectamente esa obsesión de Lindsey por el cuerpo de este hombre tan mazáo. Luego ya, además del flirteo, son capaces de tener conversaciones más profundas, aunque en eso también acaba siendo todo un poco unidireccional: lo que Rich necesita, siente o piensa, y menos lo que a Lindsey le importa.
Esa fue mi impresión, al menos, claro que McKenna sabe de sobra que lo suyo son los héroes y los crea de una manera muy atractiva. No sé cómo consigue captar tan bien la voz masculina, incluso esa simpleza emocional, ese no acabar de entender del todo qué es lo que les está ocurriendo…
Esta novela y la anterior de la serie las compré en una edición conjunta. Ahora solo me queda adquirir la tercera, que está protagonizada por una luchadora que trabaja como entrenadora en el gimnasio Wilinski’s.
Merece mucho la pena, no, de verdad. Si te gustan historias cortitas, con su dosis de sexo y de tensión nerviosa, un poco de diálogo ingenioso y atracción sexual explícita y bien resuelta,… Este puede hacerte pasar una buena tarde.
Valoración personal: notable, 4

Se la recomendaría a: quienes gusten de contemporáneas reales como la vida misma.

Otras críticas de la novela:

No he encontrado ninguna crítica en español, así que si alguien conoce de alguna, siéntase libre de contármelo más abajo.
Crítica de B y recommended read en Dear Author
Harlequin Junkie le da 4 corazones
Love in the Margins la calificó con una C porque no le gusta cómo se trata la parte de depresión (el padre de Rich la padeció, y él teme caer en ese pozo) 
3.69 tiene de puntuación en Good Reads
3.7 es la puntuación en Amazon.com, basada solo en siete críticas. 

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