domingo, 6 de mayo de 2018

110 años de… “Una habitación con vistas”, de E. M. Forster


No me pude quitar la película de la cabeza, ¡maldita sea!

DATOS GENERALES

Título original: A room with a view
Subgénero: ficción literaria
Fecha de publicación original en inglés: 1908


Publicada en 1908, UNA HABITACION CON VISTAS es una de las novelas más deliciosas y entrañables de E. M. Forster.
Situada entre una Florencia todavía virgen del azote del turismo pero integrada en el «grand tour» de los viajeros europeos y la rígida Inglaterra victoriana, la novela desarrolla una historia de amor y sentimientos encontrados en cuyo transcurso Lucy Honeychurch, joven perteneciente a la buena sociedad inglesa, intenta abrir camino a su personalidad superando el obstáculo de las convenciones sociales. En estas páginas llenas de ironía y sutil humor que llevó al cine en su día James Ivory, Forster despliega una variada y atractiva galería de personajes y de sugerentes contrastes que hacen de ella una obra inolvidable.

¿Entra dentro de «Lo mejor de la novela romántica»?
Sí, en mi lista de Las mil mejores novelas románticas apareció en el puesto número 600. Tiene crítica de A en Smart Bitches Trashy Books.
RomanceNovels.Me la pone la 7 en su Top 1000. Book Binge, en el 668.
El blog de Jack Moreno incluyó esta novela entre sus 70 mejores novelas románticas.
Buzzle también metió esta novela en su artículo «Best Romance Novels of AllTime».

CRÍTICA

En 1908 vio la luz la novela más conocida de E. M. Forster (1879-1970), quien había empezado a escribirla en 1903. A este autor lo conocemos fuera de Gran Bretaña, sobre todo, gracias a las adaptaciones cinematográficas.
El camino lo abrió David Lean con Pasaje a la India (1994) y le siguió James Ivory [Una habitación con vistas (1985), Maurice (1987) y Regreso a Howard’s End (1992)]. Un producto «seguro» en el que la belleza del formato te suaviza lo amargo de estas vidas contenidas en círculos sociales muy estrechos.
La historia, como las de Austen, narra el tránsito a la madurez de su joven protagonista: Lucy, una muchacha educada en el ideal de la mujer como ángel del hogar, en ese inspirar actos, más que hacerlos ella.
En una pensión italiana coincidirá con otros viajeros ingleses, algunos de ellos «socialmente inadecuados» como los Emerson, padre e hijo. Son amables, pero no se ciñen a las convenciones y parecen de clase media baja.
Lucy, que hasta la fecha ha procurado amoldar sus actos y pensamientos a las expectativas victorianas, se encuentra en un país y con una gente más liberal. Con gran incomodidad, esto le hace pensar y sentir cosas que no parecen adecuadas.
En una excursión campestre, el joven George Emerson la besa. Es sólo un beso en la mejilla (en el libro), pero bastaría para arruinar a Lucy si se supiera.
Toda la historia se cuenta desde la perspectiva de Lucy. El corsé victoriano, físico y mental, la asfixia. Su único desahogo es la música, solo a través del piano expresa su fuerza interior, sus emociones y pensamientos propios.
El viaje a Italia le hace ver un mundo más bello y, supuestamente, más apasionado e intenso en sus emociones. Sí, el tópico inglés sobre lo mediterráneo. Aunque, en realidad, como todos los turistas, no interactúa de verdad con la gente, es como si vieran el extranjero desde detrás de un cristal.
Lucy se comprometerá con Cecil, un tipo de clase más alta que no la ve como es ella en realidad, sino su potencial de convertirse en esa mujer ideal que tiene él en la cabeza.
Contrasta con George, un hombre progresista que ve a Lucy tal cual es, y quiere que sea su compañera en la vida. Recordemos que este libro se publicó cuando las mujeres aún no podían votar, con lo que la igualdad de los sexos en el matrimonio debió parecer de lo más revolucionario.
El estilo del relato es convencional: mínimas descripciones, diálogos ágiles, nada rompedor. Suele recurrir a la ironía y el lector muchas veces tiene que leer entre líneas para enterarse bien de lo que pasa.
El argumento no tiene mucha peripecia. Lo que Forster nos quiere contar no es tanto una historia, sino la evolución interior de Lucy y la sociedad en la que viven, el mundo en el que se mueven sus personajes. No en vano lo he visto incluido dentro de lo que se ha dado en llamar la «novela social inglesa».
¿Y cómo era aquella sociedad eduardiana? Un mundo en transformación, con las diferencias de clase difuminándose un poco, la mujer se emancipaba, había ateos, liberales, socialistas, incluso sufragistas que reclamaban el voto… Sin embargo, no pude dejar de pensar en que todo eso fue «antes», antes de que la Primera Guerra Mundial masacrara a toda una generación de europeos. George y Freddy, el hermano de Lucy, se volvieron tan reales para mí, que no pude evitar pensar si sus vidas también terminaron «En los campos de Flandes».
¿Por qué, pese a todo, no tiene cinco estrellas? Por dos cosas.
Primero, mi lectura se vio ensombrecida por los rostros de Helena Bonham-Carter y Julian Sands. No se corresponden con mi idea de los personajes tal cual están en la novela. Lo de ella tiene un pase, pero lo de Julian no. El George del libro es un joven indiferente a la religión y a las convenciones sociales, librepensador de amplias lecturas, que intenta buscarle sentido a la vida, sobre todo a través de los afectos. Es cariñoso con su padre, se enamora de Lucy y ve en este amor un sentido a su existencia. No me casa con un rubio blandito como Julian Sands.
Frente al «constreñimiento afectivo de la clase media», Forster propone un modelo de sociedad en la que las personas son amables las unas con las otras, cultivan amistades sinceras e intentan ser espontáneos; desarrollan actividades civilizadas (la música, el arte, la lectura) y disfrutan de las cosas sencillas de la vida (una taza de té, un baño en un estanque, paseos). Es un adalid de la realización personal a través de los sentimientos. Nada de todo eso puede encarnarse en el soseras de Sands.
Luego está la historia de amor en sí, que el lector se la tiene que imaginar. Entre que Lucy piensa mucho, pero se engaña a sí misma, y de George no sabemos nada hasta casi el final, te tienes que imaginar que se están enamorando desde el momento en que se echan la vista encima en la pensión.
Y, finalmente, lo de un chico besando a una chica sin pedir permiso, sin que ella de pie a ello, sigue siendo escandaloso hoy en día, más de un siglo después. Lo que entonces era una ofensa a la virtud de Lucy, hoy es un ataque a su libertad sexual.
Yo no sé si será porque Forster era gay, algo de lo que no podía hablar abiertamente en sus novelas, y que aún era delito en su época. Por eso no le interesaba hablar de la relación concreta, carnal y emocional, entre un hombre y una mujer, sino del amor en abstracto, que sólo podía darse entre dos personas que estuvieran en un plano de igualdad. Forster acabó Maurice en 1914 y sólo se pudo publicar después de su muerte, en 1971, algo que me parece tristísimo.
Aunque también puede ser, quizá, que no le interesaba narrar acontecimientos.

Valoración personal: notable, 4

Se la recomendaría a: los aficionados a la literatura amable.

Otras críticas de la novela:
Como es una novela clásica, debería tener su artículo en la Wikipedia, pero en español no está todavía, así que enlazo con la wiki en inglés
Un par de críticas breves en Qué libro leo.
Comparación en entre el libro y la película en el blog Cine de Escritor.
Una crítica en Crónicasde Magrat.

Por poner un par de críticas en inglés, tenemos la de Miss Darcy's Library y la de Carrie S. en Smart BitchesTrashy Books que, como he adelantado, es de A.

2 comentarios:

  1. Adoro mucho muchísimo la película y tal vez por eso nunca he sentido necesidad de leer la novela. Eso sí, por mucho que adore la película no soporto a Julian Sands, por lo que no la suelo ver muy a menudo. Tal vez algún día me lea el libro (aunque me llama más la atención Maurice, cuya adaptación no he visto ni creo que vea -Hugh Grant me repele un poquito-).
    Besotes y gracias por la reseña!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es de los casos en que resulta más atractiva la peli que el libro. Maurice es excelente, desgarradora por debajo de su preciosismo... Entiendo que si Hugh Grant no te va, pues no te va. A mí, fíjate, me parece un buen actor pero vago y poco ambicioso. Decidió hacer lo que funciona, su actuación típica, siendo como es capaz de mejores cosas, como se vio en Remando al viento o –sobre todo– Una insólita aventura (siempre en mi opinión, claro). De las últimas que ha hecho, me encantó la comedieta romántica Tú la letra, yo la música. Si no la has visto, dale una oportunidad, pero en VO, ¿eh? El humor doblado no es lo mismo. Ligerita, divertida, casi una parodia de si mismo,... y de la música pop de los ochenta.

      Eliminar