jueves, 11 de octubre de 2018

Crítica: “I Do!”, de Rachel Gibson


Leí esta novela hace ¡¡tres años!! y hasta ahora no había publicado crítica. La recuerdo como divertida e intrascendente. Muy Gibson.


DATOS GENERALES

Título original: I Do!
Subgénero: contemporánea

Fecha de publicación original en inglés: octubre 2014

Parte de una serie: #5 (o #2, según donde mires) de la serie Lovett, Texas

NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

SINOPSIS (según Fiction Data Base)

Vince Haven y Sadie Hollowell se encaminan hacia el altar, y todos sus amigos marchan a Lovett, Texas, para unirse a ellos en la fiesta del año. Pero Becca Ramsey no tiene tiempo para todo eso. Recién salida de la escuela de belleza, Becca es todo negocios… y la última cosa que necesita es un chico malo como Nate Parrish en su vida. En el pasado, Nate dio problemas. Ha intentado reparar su reputación, incluso tiene una novia. El problema es que su novia no es Becca. Ahora Nate se ha metido en un verdadero problema. Necesita que Becca pase del “No quiero” al “Sí quiero”… pero, ¿cómo lograrlo si ni siquiera consiga que le diga “puede ser”?

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Nope.
La he leído porque Rachel Gibson es una de mis escritoras favoritas. Esta es una novelita corta (112 páginas), y no es fácil que un cuento así destaque en premios o críticas salvo que tenga algo de especial, y esta no lo tiene. Ni para bien ni para mal.

CRÍTICA

La novela es muy breve y sencillita. Es una especie de recapitulación, hasta la fecha, de las distintas personas y parejas de Lovett, Texas, que aparecen en libros anteriores.

La protagonista de la historia es Becca, una chica que acaba de salir de la academia de peluquería y cuyo sueño es convertirse en estilista. Una mujer, por lo tanto, joven pero con ideas claras. Y la encanta Texas, su paraíso, donde se lleva el pelo a lo grande, cuanto más cardado y exagerado mejor.

Todo ello, contado desde la perspectiva de Becca. No en primera persona pero sí desde su “punto de vista profundo”, y te hace sonreír con sus “Dios bendiga esto” o “aquello”, preferiblemente el gran y hermoso estado de Texas.

Pero esto era Texas, donde había mucha demanda de peinados para ocasiones especiales. “Cuanto más grande el peinado, más cerca de Dios” no era sólo un dicho en la parte norte del Panhandle, era como el decimoprimer mandamiento: Tendrás un gran peinado.

La protagonista de una de las novelas anteriores, Sadie (Rescue me, que leí después de esta), cuenta con ella para que le haga el estilismo de la boda, de ella y de las damas de honor. Tiene que pasarse por casa de Daisy. Daisy es la fotógrafa que protagonizó Daisy vuelve a casa, un pestiño de lo más aburrido. 

Su hijo Nathan era un adolescente con monopatín, pelos de punta y piercings, ahora es ya un joven de veinticuatro años que trabaja en el taller mecánico de su padre.

¿Un mecánico y una peluquera? Pues sí. Y no es la primera vez que tenemos este tipo de protagonistas. En Locamente tuya, de Rachel Gibson, tenemos a otra heroína peluquera y en Loco por ti, de Jennifer Crusie, a un héroe mecánico. Para romperles los esquemas a todos aquellos que piensen que la novela romántica es un cursi desfile de duques y princesas a la luz de la luna mientras suena un vals. Pues no, muchas veces (y se agradece) esto va de personas normales.

La cosa es que Becca tiene que ir a buscar unas fotos que esta ha hecho de diferentes recogidos, para que la novia vea y elija. Pero Daisy no está, y sí su sexy hijo Nathan.

Parece cosa de lujuria instantánea (instalust) pero en realidad es amor a primera vista. Antes de decirse ojos vedes tienes, ya están el uno colado por los huesos del otro. La historia es breve y sencilla. Cómo tontean el uno con el otro porque, bueno, es Texas, allí parece ser que forma parte de las obligaciones…

Coquetear era inofensivo. Era una sureña. Una tejana. Prácticamente, estaba escrito en su ADN. Flirtear es sólo una conversación.

El conflicto de la historia radica en que Nathan tiene una novia a la que hace tiempo que no ve el pelo, por lo que no ha tenido oportunidad de cortar con ella; ni necesidad, hasta que se encuentra con Becca y descubre que es el amor de su vida. Pero hasta que se da cuenta tiene que resistirse a esta atracción que siente por ella. Resistencia que le dura,… ¿cinco minutos?

Becca, por su parte, ha tenido algunos problemas con los tíos, reiteradamente acaba en brazos de cretinos infieles. Como su madre. Es, justo, el tipo de persona que no querría verse en la situación de ser “la otra”.

Este argumento es motivo para que desfilen por las páginas de la historia los protagonistas de las novelas anteriores de las serie. Unos con niños, otros embarazados, otros casándose... Como ocurre siempre en estos casos, si has leído los libros anteriores, aprecias ver a antiguos protagonistas, a ver cómo les va (aunque siempre es superbién, claro). Pero si no los has leído, sólo son comparsas de relleno.

La historia no da para mucho más, pero es que es una novela corta, tampoco le vas a pedir otra cosa.

Es entretenida, se lee en un suspiro y aunque no tiene nada de especial que la recomiende excepto tal vez, ese sentido del humor de Becca, tampoco tiene nada que ofenda o moleste o aburra.

En resumen: que si quieres pasar el rato, está bien empleado. Y que si pasas de esta historia, tampoco te pierdes nada.

Valoración personal: buena, 3

Se la recomendaría a: quienes deseen pasar un buen rato con una historia contemporánea sin complicaciones.

Otras críticas de la novela:

No he encontrado mucho de esta novelita, y alguna reseña que existía en 2015, ahora ya ha desaparecido. Es el sino de las páginas y blogs de romántica, que van y vienen, y cuando menos te lo espera, ¡zasca!, ya no están... 😥


Harlequin Junkie3 ½ estrellas, señala que es mejor si has leído los libros anteriores

Romancing the Reader te habla más de la sinopsis y la autora que de lo que le ha parecido el libro en sí, pero lo adora, como a todos los de Rachel Gibson.

En Good Reads tiene, a día de hoy, una valoración de 3.31, y 3.3 en Amazon.com.

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