sábado, 16 de octubre de 2021

Crítica: “False start”, de Jessica Ruddick

 

NA, jugador-ingeniera, friends to lovers, no sé si se me olvida algún otro tópico


 

DATOS GENERALES

 

Título original: False start

Subgénero: NA

 

Fecha de publicación original en inglés: 6/2020

Parte de una serie: Virginia Valley University #3

Páginas: 222

 

SINOPSIS (según la página web de la autora

Como estudiante de ingeniería en la Universidad de Virginia Valley, Becca Zizzo está acostumbrada a ser la única chica en la sala. Hasta ahora, no le molestaba ser solo uno de los chicos. Pero ha estado enamorada del mejor amigo de su hermano mayor la mitad de su vida, y está harta de pasar tiempo en la «zona de amigos». Ha estudiado su libro de jugadas y está lista para ir a lo grande o irse a casa.

El extremo cerrado Carson Fleck ha pasado la mayor parte de su vida sin estar a la altura de las expectativas de su familia, así que ¿quién puede culparlo por no tomarse la vida en serio? Solo ha sido bueno en dos cosas: anotar en el fútbol y con las damas. De acuerdo, y tal vez una tercera cosa: asustar a los perdedores que quieren salir con la hermana pequeña de su mejor amigo. Pero cuando se da cuenta de que sus sentimientos por Becca van más allá de la necesidad de protegerla, tiene que descubrir cómo convertirse en el hombre que ella se merece.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

Estaría entre los cinco mil mejores, gracias a que ha ganado el premio VIVIAN en la categoría de contemporánea larga, y que lleva el tópico friends to lovers.

CRÍTICA

Cogí esta novela porque ganó un premio VIVIAN y estaba en Kindle Unlimited. Está muy bien eso de KU para probar baratas a autoras nuevas para ti y que no sabes si te van a gustar.

Esta es una novela de universitarios que acumula unos cuantos tópicos.

Por descontado, ya no hace falta ni decirlo: formato NA, o sea, primera persona dual. A veces habla Becca, y otra Carson.

Becca es estudiante de ingeniería, un cerebrito con su atractivo pero que es más bien introvertida. Tiene su círculo de compañeras, interesadas como ella en la promoción de la mujer en el ámbito STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), comparte piso con otra chica y, la verdad, tampoco es que tenga muchas oportunidades de ligar.

Pero las pocas veces que puede, ve frustrados sus deseos por Carson, el mejor amigo de su hermano y que estudia en la misma universidad.

Y no es que le preocupe mucho, porque en realidad ella lleva colada por Carson desde hace años, sin que él lo sepa.

Si ella es la prototípica cerebrito, con gafas y todo, él es tu atleta modelo. Está en la universidad como paso al deporte profesional en el fútbol americano. Se esfuerza lo justo para ir aprobando, sabe que este año es el último antes de que lo puedan escoger para un equipo profesional.

Le prometió a su amigo Roman que cuidaría de su hermana Becca, y eso incluye no dejarla ligar con nadie. Ningún tipo es lo suficientemente bueno para ella. Porque es guapa, brillante, cariñosa, lo tiene todo, es perfecta a ojos de Carson, y no va a dejar que ningún cretino le rompa el corazón.

Sí, él también está colado por ella, solo que aún no lo sabe. Cree que ni siquiera él mismo es bueno para Becca. Es el perro del hortelano, sí.

Parece que hay diferencia de edad entre ellos, pero es poquito. Los dos son del mismo año, como Becca y su hermano. Son lo que se llama con la expresión, algo despectiva, de Irish twins, gemelos irlandeses: hermanos que nacen el mismo año sin ser mellizos, por ejemplo uno en enero y otro en diciembre. Roman sería el de enero y Becca la de diciembre.

Carson lleva la típica vida de atleta, muy sufrido ante el dolor, siempre en plan positivo, fiestero y ligando a todo trapo. De vez en cuando bebe lo que no está escrito, porque él ya tiene veintiún años, no como Becca, que aún está en los veinte.

La cosa se desarrolla lentamente, no sé si será esto lo que llaman slow burn, más vale que te interese el ambiente universitario, porque a lo largo de la novela vas a pasar todo el tiempo siguiendo a estos dos, con sus cosas.

El tópico de amigos a amantes lo lleva bien, en la modalidad de que se quieren desde hace años sin decírselo. En el caso de Becca, ella es consciente de sus sentimientos. En el de Carson, no tanto, porque no es un hombre muy dado a analizar las cosas.

El conflicto, por llamarlo de alguna manera, viene porque pese a esa fachada de hombretón sobrado, Carson tiene la autoestima por el suelo. Sabe que es bueno en una cosa, el fútbol, le sale natural, casi sin esfuerzo, pero se considera un inútil para todo lo demás, y está convencido de que no le llega a Becca a la suela del zapato.

Viene de una familia con dinero, padre empresario, madre política, hermana brillante que estudia derecho en Harvard y el «solo» es candidato a deportista profesional. Se considera la oveja negra de la familia. Tampoco es que ellos le digan nada, es solo que son distantes, reservados, más bien fríos.

No es de extrañar, por lo tanto, que desde que eran niños, se pasara más tiempo en casa de Becca y Roman que en la suya. Los Zizzo son familia afectuosa, de esos que te acogen sin dudar. 

De ahí le viena a Carson otro de sus miedos: perder a los Zizzo si se enrolla con Becca porque, ¿cómo van a querer tenerle a él cerca de su niña preciosa?

Sí, todas estas comeduras de tarro las vas viendo una y otra vez. Es lo que tiene la narración en primera persona.

Ya he comentado aquí muchas veces que no es mi forma narrativa favorita. Me aburre que me lo den todo tan mascadito. Prefiero la tensión de la tercera persona, cuando no te ponen sobre el papel lo que verdaderamente sienten los personajes pero tú lo intuyes, más por una mirada o por lo que hacen, que por las palabras que pronuncian. Eso lo encuentro delicioso y en el formato NA es imposible.

Para mí funciona mejor si los personajes son interesantes y aunque Becca y Carson te caen bien, la verdad es que no me parecieron ni inteligentes, ni divertidos ni tenían nada que me motivara a pasar horas en sus cabezas. Esta historia me habría enganchado más si hubiese habido algo de misterio respecto a los sentimientos de los protagonistas. 

¡Con la primera persona es imposible que haya tensión romántica alguna!

En general, ha sido una novela muy agradable de leer, porque los personajes te caen bien y quieres ver qué pasará cuando, de una vez, se confiesen sus sentimientos.

No me ha atrapado, así que me ha llevado unos días leerla, y entre medias me he puesto a otras cosas. Como novela NA está bien, ya digo que reúne tópicos atractivos. Pero tampoco el veo nada especial. Es competente, cumple, pero nada más.

No sé por qué en los VIVIAN le dieron el premio en la categoría de contemporánea larga. Entre las finalistas había al menos dos que he visto con muy buenas críticas: Like lovers do, de Tracey Livesay, que tengo actualmente entre las mil mejores, y Marriage game, de Sara Desai.

Aunque he pasado un buen rato, no creo que vaya a repetir con la autora, es un ritmo demasiado lento para mí y, además, no creo que yo sea su tipo de público.

Valoración personal: bien, 3

Se la recomendaría a: quienes gusten de romances universitarios.

Otras críticas de la novela:

La verdad es que no he encontrado ninguna crítica de esta novela, ni en All About Romance, ni en Smart Bitches ni en ninguno de los sitios habituales. Ni siquiera en Dear author, que es más de este tipo de libros.

Y tampoco me lo explico, porque la novela está bien, dentro de su género.

Así que no me queda otra que recurrir a los sospechosos habituales:

Amazon, 4,6 estrellas

Good Reads, 4.05 estrellas

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