Un gustazo de histórica, sin prisa pero sin pausa
DATOS GENERALES
Título original: The saint
Subgénero: histórica
Fecha de publicación original en inglés: 2003
Editorial: Bantam
Serie: Seducers (Amantes indomables) #2
Páginas: 432
ISBN13: 9780553585902
En España
Título: El santo
ISBN 13: 978-84-92617-13-5
Traductora: Denise Despeyroux
1.ª ed.: 2011, Terciopelo
Páginas: 336
SINOPSIS (según La Casa del Libro)
Vergil Duclairc ha sido nombrado tutor de la señorita Bianca Kenwood y está decidido a encontrarla y devolverla al hogar familiar cueste lo que cueste, aunque lo último que podía imaginar era hallarla cantando en un teatro de dudosa reputación. Pero aún estaba menos preparado para la implacable atracción que sintió hacia ella nada más verla, un deseo que no puede permitirse dejar fluir por miedo a desenmascarar secretos que juró guardar. Por su parte, Bianca no está dispuesta a abandonar su independencia, pero hay algo irresistible en el apuesto y persistente vizconde Duclairc que le convierte no sólo en el administrador de su herencia sino también en el dueño de su corazón. Cuando sus vidas están a punto de cambiar y sus caminos a separarse, crecerá entre ambos un fuego apasionado que les permitirá luchar contra el mundo al que pertenecen.
¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
Sin entrar entre las mil mejores, sí que la tengo en la parte superior de mi base de datos, en concreto en torno al puesto 4.000. Cuando RomanceNovels.Me escogió su top 1000 de novelas románticas, esta apareció como la 771. Romantic Times la escogió como un Top Pick! y en Booklist le dieron una starred review. Aparte de eso, estuvo como finalista del premio RITA en la categoría romance histórico largo; le ganó The Destiny, de Kathleen Givens, que no tengo el gusto de conocer. En España se tradujo por Valery en 2009 como El destino del highlander.
CRÍTICA
Cuando me enteré del fallecimiento de Madeline Hunter, me dio cosa no haber leído nada de ella. Algunas de sus novelas están entre las clásicas más apreciadas de histórica, y no son antiguallas, no, que escribió en el siglo XXI.
Hay varios nombres así: los tengo apuntados, son autoras que quiero leer, pero nunca encuentro el momento adecuado o el libro asequible.
Así que decidí darle una oportunidad ahora, mejor antes que después. Y empecé comprándome en papel las novelas históricas suyas que están traducidas al español. Solo tres, por lo que sé. Al parecer, no llamó mucho la atención y dejaron de traducirla.
Esta es la segunda entrega de la serie Amantes inolvidables. La primera, El seductor, ya la comenté aquí.
En esta serie veo que los protagonistas son un círculo de amigos de buena posición. Unos son aristócratas, otros comerciantes enriquecidos, hay incluso un abogado, Julian Hampton. Tienen sus negocios públicos y algún que otro secreto en privado.
Han pasado algunos años de la primera de la serie, porque los Saint John, protagonistas de aquella, ya son padres de familia. Hablan como algo reciente de la muerte de Lord Castlereagh, y eso ocurrió en agosto de 1822.
Vergil Duclaire (25), el vizconde Laclere, resulta un aristócrata británico bastante estirado, siempre haciendo lo correcto, y juzgando a todos por sus altos criterios, es «El Santo» del título.
Cuando le toca ser tutor de Bianca Kenwood (20), la nieta de un vecino, queda bastante descolocado. No obstante, no duda ni por un momento que sabrá hacer lo correcto: administrar lealmente el patrimonio de la muchacha, cuidarla y refinarla en el año que le queda hasta la mayoría de edad....
Solo que Bianca no es moldeable. Es una muchacha criada en EE. UU., con otra libertad, y con un sueño, que es convertirse en cantante de ópera. No le pasa por la cabeza transformarse en una damisela inglesa al uso, en busca de marido.
Por eso ha viajado a Europa, deseando cobrar su herencia y poder pagarse así la formación como cantante en el continente, preferiblemente en Milán.
Va de suyo, pues, que Bianca y Vergil chocan. Él reacciona poniéndose manduquita: las cosas tienen que ser de determinada manera porque es lo correcto, porque tiene que ser así. Claro que, pasito a pasito, Vergil caerá en la cuenta de que no es tan perfecto como piensa,
También él tiene… Secretos… Intenciones ocultas (casarla pronto y de una manera adecuada a sus intereses, los de Vergil, no los de ella)… Deseos impropios (por el cuerpo serrano de Bianca, a quien él su tutor, quiere casarla con otro).
Así que igual Vergil no debería tener tan alto concepto de sí mismo.
Con Bianca no le valdrán imposiciones, ni siquiera negociaciones, nada que no sea rendirse a la evidencia de que ella tiene sus sueños. Son tan lícitos como los de cualquiera, aunque ello suponga su desgracia social porque, ¡una rica heredera de buena familia convertida en cantante de ópera! ¡¡Habráse visto!!
La intriga se lía con un par de misterios adicionales:
1) Nobles ingleses que se suicidan víctimas de chantaje, sin que se sepa bien si se trata de algo político o personal;
2) Hay un par de ocasiones en que la vida de Bianca está en riesgo por lo que podría ser que alguien también estuviera intentando quitarla de enmedio.
Son cuestiones que a Vergil le tocan de cerca y que tendrá que investigar.
Ya digo, un gustazo de lectura, sin prisa pero sin pausa, entre personajes que hablan como adultos, que aciertan y se equivocan, que aprenden, que se conocen y se desean, se odian y se aman,... no sé, salseo suficiente para entretenerte largo rato.
Sí, me ha encantado leer El santo. Da gusto leer algo así de bien escrito, sin prisas, poco a poco. Es como esas novelas de Balogh o Putney, que incluso las más normalitas te das cuenta de que están trabajadas, de que no sobran cosas, que cada diálogo y cada escena tiene sentido. Y esto es así incluso cuando te cuentan una historia que has leído ya otras veces. O cuando no te interesa demasiado el tópico que escoge.
Así que me gustan estas históricas de una autora que nunca me había animado a leer hasta ahora. Son libros con cierta solvencia, histórica de ritmo pausado pero nunca anodina.
Seguiré con la serie. Aunque creo que traducido al español solo queda uno, el siguiente «El embaucador», que ya me he comprado de segunda mano. Después, si sigo con estos Seducers, tendré que hacerme con los libros en inglés.
Es curioso, pero hubo un tiempo en que leía una novela romántica y decía: «esta es buena, leedla». Me pasó con Kleypas, y Kinsale, y después con gente más moderna como Meredith Duran o Courtney Milan, a la que descubrí casi con sus primeras obras, o a KJ Charles, o Talia Hibbert, cuando empezaban a hacerse conocidas.
Las recomendaba con confianza, sabiendo que estaba hablando de novelas publicadas ahora por gente buena de verdad. Asumía que lo más probable es que gustaran mucho. No me cabía duda de que iban a satisfacer el gusto de prácticamente toda lectora de romántica.
Ahora ya no me siento capaz de decir eso. Me descubro un poco más humilde. Ya no tengo tan claro que lo que yo he disfrutado, vaya a gustar a otros.
Solo puedo decir, con la misma sinceridad de siempre, eso sí:
«A mí me ha gustado, he disfrutado esta novela y me parece que tiene mérito. Ahora, no sé si a ti, lectora, te va a pasar lo mismo».
Valoración personal: notable, 4
Se la recomendaría a: fans de la histórica de toda la vida, con algo de chicha y algún momento sexy.
Otras críticas de la novela:
Empiezo con las críticas en español.
En El rincón de la novela romántica hay una, positiva.
Foro en ¡¡Ábrete libro!! Gustó.
Para miarroba (Romántica y Misterio) flojea un poco; le pone un 6.
Paso a las opiniones en inglés, que creo que gustó menos que la primera.
Review en Publishers Weekly.
All About Romance, una C.
Mrs. Giggles, 2 Oogies.
En Oracne.Live Journal hace mini-review de esta y la siguiente (The Charmer).
Yo me hago la misma reflexión. Sobre todo cuando leo romántica escrita en los últimos años. Y me preguntó si a esas lectoras les gustarían las novelas que se escribieron a principios del XXI o finales del XX ( de los años 80-90 ni me lo pregunto). Por mi parte me gustan muchas de las que se escriben actualmente, pero echo de menos la profundidad y bien hacer de una Balogh, una Putney o una Kleypas
ResponderEliminarCreo que pones el dedo en la llaga: las lectoras. No tengo muy claro por qué he pasado de la seguridad de decir «esta es buena, leedla» a «a mi me ha gustado, a ti no sé». Pero es probable que sea lo que tú dices: las lectoras. De antes sentía que las lectoras de romántica formábamos una comunidad con más o menos los mismos gustos, y ahora ya no. No siento que las lectoras que alaban la última majadería tiktokera tengan gustos comunes con los míos.
EliminarAhora, no sé si es que yo me he salido de la comunidad, o es que ellas han formado otra propia y diferente en la que libros como los de Kleypas son problemáticos.
O es que hay una cierta atomización del mercado: muchos grupos que buscan cosas diferentes en romántica y por ello hay novelas tan diferentes.
Hola!!
ResponderEliminarCreo que los gustos evolucionan... lo que me gustaba hace años ya no me gusta ahora... he leído novelas a las que ahora no me acercaría ni a un metro jajajaj-. Y en aquellos tiempos las tenía normalizadas... ahora me revuelven las tripas
Y luego está el tema de las modas... ahora se llevan cosas muy diferentes y las jóvenes no creo que disfruten fde las mismas historias que nosotras. Tampoco las lectoras de nuestra generación lo hacemos... Más o menos misma edad y gustos parecidos y en un club de lectura salen muchas lecturas de un mismo libro
Tengo que releerme esta trilogía que tengo... no sé donde, pero la tengo.... a ver si la busco
Un besote
Suerte en tu búsqueda de la trilogía. Yo creo que estará bien en una relectura.
EliminarTotalmente cierto lo que dices: los gustos evolucionan, incluso en nosotras mismas.
Solo que... cuando yo empecé, me parecía que en los 80-90, a todas nos gustaban las mismas cosas.
Luego ya entrado el s. XXI, vi que gente más joven le gustaba lo paranormal, y a mi no. También lógico, era algo muy nuevo que yo no seguía. Y cuando el boom erótico, lo mismo, me gustaba con cuentagotas. Pero histórica, contemporánea, suspense, más o menos había acuerdo en cuáles eran los grandes nombres.
Ahora es que no es cuestión de géneros, es que dentro del mismo (histórica, contemporánea) parece que nos gusta un tipo de libro totalmente distinto. Eso es lo que me deja muy perpleja, que lo que guste mucho ahora esté en las antípodas de lo que yo disfruto. Y lo que a mi me gusta, que otra gente no lo aprecie nada, o incluso los encuentren problemáticos. Con decirte que el otro día vi una crítica de «Orgullo y prejuicio» en Babelio que le dieron dos estrellas y me dejó traumatizada. Todavía estoy preguntándome qué tipo de novela esperaba la lectora, ¿una de Sarah MacLean?
En fin, que será cosa de la edad, eso te tener la impresión que hay cosas que no comprendes, que todo cambia y además muy rápido.
Estamos en la cultura de la inmediatez y la falta de atención, donde queda poco espacio para el pensamiento.
ResponderEliminarSi es que yo creo que las recomendaciones de ahora provienen de lectores jóvenes con tendencia al consumo de lecturas rápidas, a la lectura en diagonal (que yo también practico para ahorrarme mucha paja), y a algunos contenidos con otro tipo de problemáticas qué me rechinan los dientes. Antes se romantizaban actitudes y situaciones que no había por donde justificarlas, pero en la actualidad lo que yo considero tóxico también se romantiza. Igualmente para otras lectoras lo ven tan normal porque buscan cosas diferentes. Eso sí tengo claro, no me gusta un pelo que intenten manipular las mentes 😤
Total, me pregunto si de verdad se está disfrutando de una buena lectura o del placer del consumismo, la cantidad por encima de la calidad.
Tú lo has dicho: leer rápido y en diagonal y a otra cosa. Justo eso. La mayor parte de contemporáneas que cojo acabo leyendo en diagonal por lo repetitivas y aburridas que me resultan. Tengo la impresión de que sobra muchísima paja. En cambio, prácticamente cualquier novela escrita hace más de diez años la leo hasta la última coma, me guste más o me guste menos.
EliminarY sí, ya que el género romántico es pura fantasía, es lógico lo que dices: antes se romantizaban unas cosas y ahora, otras. La conclusión que saco es que las fantasías en cuanto al amor y las relaciones interpersonales, han cambiado de una generación a otra.
De la manipulación de mentes y emociones, prefiero no decir nada, que me llevan los demonios. Ya sé que el cerebro reptiliano nos domina, pero la gente debería pensarse un poco las cosas antes de actuar llevados por los algoritmos.
Solo espero que la superficialidad, inmediatez y el pensamiento cero no se extiendan a otros ámbitos de la vida (trabajo, política, relaciones interpersonales). Porque entonces no sé qué nos separa de un futuro lleno de infelicidad.