Toda mi solidaridad con las víctimas de una tragedia excepcional.
Con aquellos que han perdido la vida, a parientes y otros seres queridos, a los trabajadores de emergencia, a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a la UME y al resto de militares que hoy mismo acuden, a los particulares que están cogiendo sus cubos y sus palas y arriman el hombro, a quienes están ayudando desde la sociedad civil, a los que están donando, a los bomberos, a los que están trabajando en los juzgados de guardia, en las salas ante mortem, a los forenses, a la policía científica,...
Aquí se ve qué parte del Estado funciona (que sí, que la hay, que en el poder judicial hay protocolos y se están siguiendo) y qué parte no.
A aquellos que aún esperan a que les llegue agua, electricidad, víveres, a los que llevan horas o días con sus muertos al lado, sin que se de abasto.
Gracias a los que están donando, a los que ponen su trabajo voluntariamente, a los que forman parte de la ayuda y no del problema. A los que ayudan ahora y van a seguir ayudando en los días, semanas y meses que siguen.
Los españoles están a la altura, S. M. el Rey está a la altura, los juzgados, las fuerzas y cuerpos de seguridad, el ejército... Todos esos están a la altura. Dan la talla en momentos difíciles.
Los españoles que leeis esto sabéis perfectamente quienes no están a la altura. Guardadlo en la memoria, para poder darles puerta en cuanto podamos. Si no lo hacemos así, es que ya no tenemos remedio.
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