lunes, 14 de marzo de 2022

Crítica: “On board”, de Jay Hogan

                                                   A su ritmo,… tienen mucho que superar



DATOS GENERALES

 

Título original: On Board

Subgénero: contemporánea

 

Fecha de publicación original en inglés: septiembre de 2021

Parte de una serie: Painted Bay #2

Páginas: 373

 

NO TRADUCIDA AL ESPAÑOL

 

SINOPSIS (según Fiction Data Base)

Leroy Madden tiene problemas. Un problema grande y guapo: Fox Carmody. Leroy ha enterrado su atracción por el enigmático pescador en irritación y disputas sin sentido, manteniendo a Fox a una distancia segura. Pero cuando este problemático hombre vive en la casa de Leroy, se le hace imposible ocultar sus verdaderos sentimientos, o el hecho de que, después de todo, tal vez no sea tan heterosexual como pensaba. Leroy desea algo diferente entre ellos. Quiere más. Pero el su negocio está en apuros, la recién reparada relación con su hermano está en riesgo, Fox no planea quedarse y sus madres son amantes. Independientemente de lo que el corazón de Leroy desee desesperadamente, todo su mundo está en juego, y nada sobre una relación con Fox Carmody sería fácil.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica?

La tengo en mi lista la dos mil doscientos, gracias sobre todo al entusiasmo de Caz, de All About Romance, que aparte de ponerle una A en su blog, la consideró DIK en All About Romance y la consideró lo mejor del año 2021. Tiene además ese planteamiento tan atractivo que es enemies to lovers.

CRÍTICA 

Estaba leyendo una novela que no arrancaba, para mí, y me tocaba elegir lectura Kindle Unlimited para el fin de semana. Me acordé entonces de On board, de Jay Hogan. Ambientada en Nueva Zelanda, y de la autora de la serie Auckland Med, ¿cómo no intentarlo?

Ya con el primer capítulo, me enganchó. Cuando remoloneo con un libro, me fuerzo hasta el 20 % antes de decidir si abandono o no. Pero me acabo de dar cuenta, con este libro, de que no hace falta tanto. Con el primer capítulo, sueles saber si te va a gustar o no.

Advierto que esta novela destripa algo de la anterior, aunque no la he leído.

Nueva Zelanda es, ya sabéis, un país isleño, con dos islas grandes, la del Norte y la del Sur. Como queda en las antípodas, su norte es más «tropical» y su sur, más gélido. Tiene sentido en la historia cada protagonista es de un lado.

En el norte, en la Painted Bay que da nombre a la serie, vive Leroy Madden. Solo, muchas gracias, manteniendo a todo el mundo a distancia. Un tipo autosuficiente, de esos muy pa’dentro. Al parecer tuvo sus más y sus menos con su hermano gay, con quien ahora está empezando a tener una relación más normal.

Al parecer, Leroy debió tener comentarios homófobos o, al menos, miró hacia otro lado mientras a su hermano le amargaban la infancia y juventud.

Este Leroy se dedica, si he entendido bien, a la acuicultura del mejillón verde. Por lo visto, es todo una industria allá abajo, dedicada a la exportación. Una pequeña empresa en la que trabaja él y un par de empleados. No está en número rojos, pero apenas consigue salir a flote.

Un día llega a su casa y se encuentra allí a Fox Carmody, hijo de la novia de su madre. Este procede del sur, de la isla Stewart/Rakiura, la última parada antes de la Antártida. Un lugar frío, en cuyas heladas aguas soplan los roaring forties. En español se llaman los Rugientes cuarenta, los argentinos saben a qué me refiero, porque estos tremendos vendavales también soplan por allí.

A Fox le encanta aquello, el frío, el océano en el que ha trabajado con su propio barco, sus amigos, su tripulación, y un hombre con el que se había casado, con quien compartía casa y perro. Esa era su vida ideal, jamás quiso irse a otro sitio.

¿Por qué, entonces, se ha marchado al norte?

Pues porque está pasando un mal divorcio. Ha tenido que vender el barco, comprar a su ex su mitad de la casa y ahora le quiere quitar hasta a su perra, Mack. Encima ha esparcido rumores negativos sobre él, de manera que los vecinos le miran receloso.

Decide ir al norte, a pasar un tiempo con su madre, que es a su vez la novia de la madre de Leroy. Sí, aquí hay un pisto tremendo. 

Quiere parar, centrarse, pensar qué va a hacer con su vida. La madre de Leroy le ofrece su casa, sin decírselo a su hijo.

Así que podéis imaginaros el cabreo de Leroy cuando ve su casa repentinamente ocupada por este tipo. Ya chocó con él hace un año, cuando se conocieron. Fox no pensaba que hubiera problema y está dispuesto a irse. Al final, a regañadientes, Leroy se da cuenta de que se está portando como un gilipollas, y acepta que Fox se quede. Al fin y al cabo, es algo temporal.

¿Cuál es el problema? Pues que Leroy, que siempre se había considerado hetero, aunque sus relaciones fueran solo sexuales, sin haber tenido novia, lleva un año obsesionado con Fox.

Sí, nada más conocerse, se sintió atraído por él. Lo cual no se explica, tiene que rumiarlo, ¿será entonces que es bisexual…? Repasa su propia vida, a ver qué detalles le han pasado desapercibidos, busca huellas, rastro de esas inclinaciones que no ha sabido ver.

El principio entre ellos es muy enemies, chocan por lo borde que es Leroy. Fox solo quiere que le dejen pensar a ver cómo seguir con su vida ante la traición de su ex. Lo último que querría es una relación. Ni por pienso se le ocurre que el muy hetero Leroy sienta nada por él salvo antipatía. Y eso que a Fox, Leroy no le cae mal, al contrario, le encuentra muy atractivo.

Como se ve con este planteamiento, es mucho el recorrido que uno y otro tienen que hacer hasta llegar a algo que sea un final feliz. La novela lo recorre paso a paso, sin prisa pero sin pausa. 

Como se dice en la montaña, sin perder altura.

Me ha encantado pasar un tiempo con estos dos. Ha sido un viaje de descubrimiento personal, con sus momentos románticos y otros sexis. Por una parte, cada uno tiene que superar cosas de su pasado, cambiar de orientación personal y profesional. Por otro lado, tiene que descubrir cómo estar juntos, la parte emocional y la sexual.

Leroy, a sus treinta años, descubre qué es eso del sexo entre dos hombres. Y lo que es una relación estable.

Para Fox, se trata de arriesgarse otra vez, jugársela, después de su matrimonio y divorcio, arriesgar de nuevo su corazón.

Con todo lo que me gustó esta novela, tiene la desgracia de estar narrada en primera persona dual. Más de una vez (y dos, y tres,…) me perdía porque no sabía cuál de los dos estaba hablando, o pensando. Lo normal en mí.

Cuando acabé de leer esta novela, no sabía muy bien qué hacer, si dar un paso atrás y leer la primera de la serie o seguir con la tercera. Ambas están en Kindle Unlimited. La primera es la historia de Judah, el hermano de Leroy. La tercera te la anticipan un poco aquí, en la intrigante figura de Kane, un tipo que agredió al hermano de Leroy y que ahora está en las últimas, viviendo en un coche, sin trabajo, y muy afectado por secretas angustias que aquí intuyes. Como un perro apaleado.

Ahora ya lo puedo decir: seguí con la historia de Kane, me llamaba más que el bailarín Judah.

Valoración personal: notable, 4

Se la recomendaría a: quienes gusten de las contemporáneas agradables y pausadas.

Otras críticas de la novela:

No he encontrado críticas en español.

En inglés, tenemos DIK A de Caz Owens en All About Romance

Dog-Erared Daydreams, five-plus stars

Love Bytes, 4 ½ corazones.

Annie’s Reading Tips, 4,5 estrellas

Michelle, en Joyfully Jay, 4 estrellas

Y como no he encontrado más, os dejo con un vídeo de You Tube titulado: 


💙 Writing MM Romance with New Zealand author Jay Hogan! 💛


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