lunes, 22 de agosto de 2022

Crítica: “Moonlighter”, de Sarina Bowen


La millonaria y el deportista

 


DATOS GENERALES

 

Título original: Moonlighter

Subgénero: contemporánea

 

Fecha de publicación original en inglés: 2019

Parte de una serie: Brooklyn Bruisers #7 u 8 / The Company #1

Páginas: 330


SINOPSIS (según Fiction Data Base)

Cinco noches. Dos adversarios. Solo una cama en su habitación de hotel.

Eric Bayer está en la cumbre de su carrera como jugador de hockey. Solo tiene seis semanas de vacaciones de verano. Nunca le haría este favor a su hermano, la cabeza de una compañía de seguridad global, tan secreta que ni el propio Eric conoce su nombre.

Paso, gracias. No necesito un trabajo de verano.

Pero el muy cabrón le lía con eso de la «damisela en peligro». La damisela en cuestión es Alex, la chica competitiva y atrevida que conoció cuando eran niños. Ahora es una hermosísima mujer envuelta en serios problemas.

Así que, ¿adivinas quién va en avión a Hawái?

Va a ser una semana muy larga en el paraíso. El trabajo de Eric es mantener a salvo a Alex, mientras que el trabajo de ella es torturarlo con sus bikinis diminutos. Todo entre ellos es sarcasmo y coqueteo hasta que la amenaza contra Alex se vuelve seria. Entonces, el chico fiestero del hockey se convierte en protector de primera división.

 

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

Bueno, está bastante bien, en torno al puesto 1800 de mi base de datos. Más de un crítico a quien sigo le puso cinco estrellas, incluido Harlequin Junkie y Simply Love Book Reviews. Además le dieron un 9 en What’s Better Than Books. Para quien le guste, tiene un planteamiento de fake relationship, y un poquitillo de friends to lovers.


CRÍTICA

Esta sería la octava de los Brooklyn Bruisers, o la séptima si excluyes Bountiful. A su vez, actúa como la primera de la serie The Company, con toque de suspense. Se supone que este spin-off gira en torno a la compañía de seguridad de la familia Bayer. De momento tiene dos libros, este y Loverboy, que salió en diciembre de 2020. Está planeado un tercero, Ladykiller, con Max Bayer & Scout.

Eric Bayer (34) NO trabaja para The Company, y mira que se lo piden, pero no. Él juega al hockey, para los Brooklyn Bruisers. Si entiendo bien, este es el verano en que pierden la final de los playoffs frente a Dallas en el séptimo partido.

En El magnate de Brooklyn salía Alexandra Engels «Alex» para los amigos, una empresaria amiga de Nate. Allí supimos de su embarazo, y que Nate podría ser el padre. Luego resulta que el progenitor es, en realidad, un tipo indeseable.

En La sensación de Brooklyn, Eric aparece y desaparece y creo que es donde ves que se retira y te preguntas qué le ha pasado.

Los Bayer se encargan de la seguridad de Alex. A ellos recurre cuando tiene que ir a una conferencia en Hawái donde puede coincidir con su ex.

Max Bayer piensa entonces en su hermano Eric. Se está recuperando de una lesión y no tiene especiales planes para el verano. Para no llamar mucho la atención, proponer que Eric haga de guardaespaldas-«falso novio». Que Alex aparezca con un novio estrella del deporte no va a extrañar a nadie.

Eric, aunque no haya hecho de ello su profesión, tiene idea de los procedimientos de seguridad. Además, es un defensa y sabe cómo intimidar y liarse a mamporros si hace falta.

Eric y Alexandra compartieron aventuras infantiles un verano, hace ya muchos años. Luego se han perdido un poco la pista. De hecho, la última vez que se encontraron, ella ni lo reconoció. Una semana en Hawái sirve para que retomen aquella amistad fácil que tuvieron de críos. Y algo más, claro, estupendo sexo sin ataduras.

Ninguno piensa que esto pueda ir a más. Ella se lo toma como su última cana al aire antes de convertirse en mamá. Supone que el trabajo y la criatura le ocuparán todo su tiempo en los próximos años.

Eric da la bienvenida a un rollo veraniego. No es de relaciones estables que lo distraigan de su auténtico amor, el hockey.

Hace años, le dijo su entrenador:

Eric, you can do anything. But you can’t do everything.

O sea, «puedes hacer cualquier cosa, pero no puedes hacerlo todo».

Ya que en la vida hay que elegir, establecer prioridades, decidió que su vida es el hockey.

Lo mismo que para Alex sus negocios.

Fíjate, con tantos libros de empresarios y millonarios que hay en Romancelandia, la verdad es que este es de los pocos que te cuentan lo exigente del negocio: las jornadas larguísimas, las presiones e inseguridades, los productos que lanzas y no sabes cómo va a responder, la búsqueda de proveedores, hasta el espionaje industrial o el personal con que trabajas y no siempre has elegido.

También ves la parte fea del deporte profesional como el dolor constante o las lesiones. Te pueden apartar de tu trabajo durante semanas, o una temporada o incluso para siempre.

Eric, mediada la treintena, no quiere ni pensar en retirarse.

En un momento del libro, Rebecca recuerda que la retirada es algo que les pasa a todos los atletas profesionales, tarde o temprano: o bien su rendimiento baja y prescinden de ellos o bien siguen jugando fabuloso pero sufren una lesión que compromete su capacidad. Nunca es fácil.

Este tipo de reflexiones hacen de esto un romance deportivo. Porque aquí no ves la liga, los partidos, o si entran o no en los playoffs. Eric, ya digo, está en recuperación y pasando por una dolorosísima rehabilitación.

Una cosa que me ha encantado de este libro es que, cuando las cosas parecen ir por un lado, luego resulta que cambian y van por otro. La de Eric y Alex no es una relación lineal, sino entrecortada, pasando épocas de no verse. No porque no se gusten o no piensen el uno en el otro sino porque… pasan cosas… o no pasan… Y luchan contra su atracción mutua que parece algo inconveniente. Una relación estable es algo que no entra en sus planes.

Habrá momentos intensos, otros sexis, más de uno francamente gracioso. Y otros sentimentales.

Aquí da un giro a la serie Brooklyn Bruisers metiendo un toque de suspense. Las amenazas contra Alex son reales, y notas que el peligro es cada vez mayor.

Luego si te pones a verlo es una de esas lecturas contemporáneas y sexis de la que te olvidas a los dos días. Pero mientras la has leído, te ha entretenido un montón.

Si le pongo «solo» tres estrellas (en realidad, sería más 3.5) pese a lo mucho que disfruté es porque hay cosas que me convencieron menos. Como esa primera persona dual, que aquí, como la mayor parte de las veces, me confundía y muchas veces no sabía quién hablaba.

Luego está todo el tema del embarazo de Alex y la maternidad, desde una perspectiva un poco idealizada. Qué fecundas son estas mujeres de Romancelandia. Es otra novela más que transmite la idea de que no hay final feliz si no hay criatura de por medio.

O que lo más sexi del mundo es un tipo fortachón con un bebé en los brazos.

Que sí, que cosas muy bonitas, sin duda.

Pero no siempre es así. No es tan fácil quedarse embarazada. Cuando quieres, no siempre puedes. Y tras un embarazo no buscado no siempre le sigue una maternidad ideal. A veces se aborta, otras se entrega en adopción, o se es madre soltera con muchas dificultades, o te casas de penalti y cometes el error de tu vida...

Hay muchos caminos posibles en la vida, y me parece a mí que Romancelandia habitualmente solo nos muestra uno.

Valoración personal: bien, 3

Se la recomendaría a: los fans de la fake relationship.

Otras críticas de la novela:

Harlequin Junkie, 5 estrellas

Simply Love, 5 estrellas

What’s Better Than Books, 9/10, que empieza la review «Humorous, romantic, and suspenseful!»

Book Binge, 4 estrellas

She Reads Romance, 4 estrellas

Aestas Book Blog, le pone 4 estrellas y te hace una lista de cosas que puedes encontrar aquí:

Here are all the boxes it checks:

Friends to lovers. CHECK!

Pretend relationship. CHECK!

Sports romance. CHECK!

Bodyguard romance. CHECK!

Romantic suspense. CHECK!

Pregnant heroine. CHECK!

Protective hero. CHECK!

Smart heroine. CHECK!

Hockey star hero. CHECK!

Low relationship drama. CHECK!

Sexy hotness. CHECK!

Light-hearted banter. CHECK!

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