Bueno, y después de otro pequeño paréntesis más
turista que viajero, vuelvo a casa y retomo mi blog donde lo dejé, sacando
críticas que se me fueron quedando retrasadas.
Y sigo de la misma manera, con Cara McKenna. Y no una, sino ¡dos! novelitas
que me pimpé en abril de este año. Forman una serie, o más bien dúo, protagonizadas
por los mismos personajes, Flynn y Laurel.
¿Mi resumen?
Sexo raruno entre personas reales
como la vida misma
Son tan cortitas (poco más de 150 páginas cada una de ellas) que he
entendido que no merece la pena dedicarles dos entradas diferentes.
Destacan del marasmo de novelas eróticas de los últimos años, hasta el
punto de que pueden ser incluidas, si no entre las mil, sí entre las cinco mil mejores
novelas románticas.
NOVELAS NO TRADUCIDAS AL
ESPAÑOL
#1 Willing victim (2010)
En la primera novela conocemos a Laurel, que durante un par de años ha
andado un poco perdida. Aunque tiene estudios de ingeniería, trabaja como
camarera.
Una tarde de verano, por casualidad, conoce a un tipo impresionante,
macizo, poderoso, atractivo, todo músculo con tatuaje incluido.
Algo en él la atrae, hasta el punto de que ella hace algo realmente
insólito, coquetea y se le insinúa. Él se lo toma con tranquilidad y le dice
que él no es precisamente un tipo agradable, así que van a hacer una cosa: que
vaya tal día a tal hora a cierto sitio a ver si le gusta lo que ve.
Laurel queda bastante intrigada. Acabará descubriendo que este hombre,
llamado Flynn, que trabaja como obrero de la construcción, se dedica a las
peleas de boxeo digamos que informales, fuera del circuito profesional.
No paran ahí las sorpresas. Flynn tiene cierta inclinación por el sexo un
poco fuerte, fantasías violentas y esas cosas. Si eres una mujer que tiene esa
fantasía de violación, es el hombre perfecto, un especialista en eso, por así
decirlo, al que buscan para ello incluso señoras casadas cuyos maridos se
sienten incómodos con ataduras, azotes y demás parafernalia.
Laurel descubre que la idea le resulta excitante, pero no sabe si le
gustaría o no. Flynn le dará todas las facilidades para que lo vea y, si
quiere, lo explore.
Es una novela erótica, obviamente, con sexo cada dos por tres. Y sexo que
consiste básicamente en fantasías de dominación y violación, algo no siempre
cómodo. Ella descubrirá que le encanta que la dominen en la cama. La lógica
detrás de ello parece ser: que otro tome las riendas, que decida, no tener que
pensar. Explicado así, aunque no compartas ese gusto, lo entiendes.
Pero lo que yo destaco de esta novela, y por eso traigo aquí esta historia
que por lo demás podría ser un planteamiento muy repetido en el subgénero
erótico, es lo bien que está contado, lo
natural de todos los diálogos y lo muy atractivo del personaje de Flynn.
Primero, deja bien claro que es sólo un juego de rol, una fantasía a la que
se lanzan, todo es absolutamente consensual. En el momento en que ella tiene
dudas, no está segura, él para sin ningún problema y cambia de dirección.
Explica que es solo un gusto personal, pero que no es fetichismo. O sea,
puede gozar también del sexo vainilla y lo pasa bien; solo que de vez en cuando
le gusta algo más fuerte que le resulta inmensamente más placentero.
Es lo que le va, hace años que lo acepta y vive con ello.
Me gusta pelear y me gusta follar. No me como demasiado el tarro.
O sea, que si quieres psicoanalizarme, es tu problema, a mí no me lo
cuentes.
Es genial la escena en que tú te piensas que se van a poner al sexo salvaje
de una vez y no, Flynn le hace como una especie de test, de preguntas para ver
exactamente qué sabe Laurel, qué espera, qué quiere,… Es casi como el
formulario antes de la consulta de un médico, consentimiento informado.
Flynn quiere saber cuáles son los límites de Laurel, qué cosas le gustan y
cuáles no, y lo explica perfectamente:
Soy un tío egoísta, y quiero ser el mejor follador de tu vida, y arruinarte para cualquier otro hombre que venga detrás de mí. Pero no leo la mente, así que necesito ayuda. De otra manera puedo acabar siendo el cretino que tiene unos gustos de mierda a la hora de elegir el vino y que te traumatizó totalmente cuando tenías treinta años.
Porque la clave es esa: la comunicación. Nadie lee la mente del otro.
Para tener buen sexo, conviene conocerse e ilustrar al otro sobre lo que nos
gusta y lo que no.
Y
luego está que vale, que lo suyo es follar como conejos, pero
que en ningún momento dijo que los sentimientos estuvieran prohibidos. Pueden
ser solo follamigos o algo más, si se gustan, si se enamoran. Lo uno no quita
lo otro.
Estupenda, y muy breve. Los personajes son auténticos, y los diálogos,
muy naturales. Son personas normales y corrientes de esas que te parece que
deben existir, de verdad, en algún sitio. Suelo evitar (aunque no es fácil)
novelas eróticas con tema sadomaso, porque me suele resultar desagradable.
Sin embargo, es totalmente aceptable y excitante cuando te lo cuentan
como aquí: algo consensuado, seguro, que hace que ellos lo pasen bien, sin que
haya heridas o sangre o brutalidad, sino más como un juego.
Le doy cuatro estrellas a
esta novelita, más que nada porque es tan breve que no da para más y el
enamoramiento parece como muy repentino. El personaje de Flynn es tan
fantástico, está tan bien desarrollado, resulta tan atractivo, que acaba
ensombreciendo a Laurel. Se supone que es ella la que tendría que tener un
mayor desarrollo personal, de chica corrientita a otra que se deja llevar por
sexo duro, y realmente eso no lo ves.
Willing victim tuvo crítica de DIK A (libro
que te llevarías a una isla desierta) en All About Romance, en la version
remasterizada. Además, la página web Heroes and Heartbreakers la incluyó entre
sus diez libros de erótica preferidos, en el puesto 9. Y The Badass Reviews la calificó con una A+.
#2 Brutal game (2016)
La secuela tardó seis años en sacarla. Willing
victim acababa con ellos juntos, enamorados, pero quizá un poco con el aire
de «felices por ahora».
Igual la autora sintió la necesidad (o los fans le
pidieron) de dar a Flynn y Laurel un auténtico final feliz, que se vea que
estos dos, con sus vidas humildes y sus particularidades, de verdad van a tener
un compromiso perdurable.
Se supone que han pasado ocho meses desde los acontecimientos de Willing victim. Siguen viviendo
separados y con sus trabajos corrientitos.
Ella se ha implicado en las
fantasías de él, incluso añadiéndoles un toque personal, que el role playing tenga una narrativa, se
enmarque en una historia que ellos dos representan
Puedes pensar entonces que es más de lo mismo: sexo, sexo, sexo, explorando
rarezas no descritas en el libro anterior. Quizá algún tonto malentendido y
luego el final feliz con compromiso, matrimonio, niños, etc.
Las cosas no son exactamente así. Ya sabía yo, de ver la sinopsis, que les
pasaba algo que les haría plantearse si lo suyo no será solo deseo, y si lo que
tienen es suficiente para un compromiso a largo plazo.
Pensé que les ocurriría alguna gran tragedia, no sé, que Flynn se caería del
andamio o Laurel tendría un accidente de tráfico. O que perderían sus empleos.
Pues no, no es nada de eso, será algo más cotidiano y vulgar lo que les haga plantearse qué son como pareja y
qué quieren para el futuro.
Flynn sigue siendo un cielo, incluso cuando se pone en plan frío, distante
y dominante.
Él le dice «quiero ser lo que tú necesites».
Ella le contesta: «Siempre lo eres».
Y eso a veces tiene un coste emocional para él. Ser lo que Laurel necesita
le hace desatender un poco a sus propios sentimientos y ello le lleva a cierto
desasosiego con el que tendrá que lidiar.
Se remarca más en este segundo libro el hecho de que Laurel padece
episodios depresivos de vez en cuando. A diferencia de lo que yo pensaba, lo de
las fantasías de dominación son más cosas de él en las que ella acepta
colaborar, que algo que realmente le ponga a ella.
En este segundo libro he tenido la impresión de que había menos sexo, y
nada que resulte más aventurero que en el anterior. Así que sería más una
«contemporánea calentita» que erótica pura y dura.
Va, sobre todo, de una pareja comiéndose el tarro, lo que piensan, lo que
sienten, sus diálogos, que me siguen pareciendo fantásticos, con voces tan reales.
Para mí eso marca la
diferencia entre Cara McKenna y otras autoras: lo verdadero que parece todo, en
su modalidad de frío tirando a sepia,… como si fuera una gélida película
escandinava.
La verdad es que no me gustan mucho las historias de «después del final
feliz», segundos libros como este. Tampoco me hacen tilín los epílogos, y
cuando veo en una serie aparecer a parejas anteriores, para veamos qué felices
y fértiles son, la verdad es que me dan ganas de vomitar.
Así que cogí este libro sin demasiado entusiasmo y bueno, bien, se deja
leer, pero sin que me añada nada a la historia que ya me contaron en el libro
primero. Yo le pondría, en conjunto, tres
estrellas.
Brutal game consiguió otra crítica de DIK A
en All About Romance. Haley, que escribe en esa página web, la considera una de
las mejores historias del año 2016. También en Smexy Books le dieron puntuación
de A.
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En el segundo libro, Brutal game,
encontré una reflexión de Flynn que me hizo sonreír. No es difícil imaginar a la
propia autora contando cómo ve ella el género erótico, frente a las fantasías
harlequineras de millonarios con sofisticada y carísima parafernalia sadomaso,
no, lo suyo es más tipo Ikea:
A él le gustaban las cosas más duras de lo que la mayor parte de las mujeres podían aceptar, y no importaba que medio mundo hubiese leído ese libro de Cincuenta sombras y decidido que el sadomasoquismo estaba de moda. Él no era ningún multimillonario lastimado, y este apartamento no era un cuarto de juegos bien equipado. Su utillaje era cinta de carrocero y cuerda, y el frío y duro suelo bajo las rodillas de Laurel, sus propias manos. Como mordaza y venda de los ojos servía cualquier camisa que cogiera, e incluso una vez la ató con un alargador. Esto era sadomasoquismo amueblado por Home Depot [el Leroy Merlin de allí], y sin la mayor parte de los aburridos títulos y otras formalidades que él encontraba tan cursis. No le importaba que le llamara «señor», pero si cualquier mujer le llamaba alguna vez «amo», improvisaría una mordaza realmente rápido.
Y yo creo que ahí está la clave de porqué me gustan este tipo de novelas «eróticas
de Ikea», y me dejan más fría otras que son las de «amor y lujo» de toda la
vida con ornamentación sexual, y una mujer servil diciendo a todo «oh, sí, mi
amo y señor».
Como ya he comentado, y repetido en el TBR Challenge de marzo, la erótica es uno de los géneros que me parece más difícil de escribir o,
como lectora, que yo encuentro complicado leer y disfrutar. El romance y el
sexo explícito tienen que estar bien desarrollados, y perfectamente mezclados
en una historia coherente.
Creo que, para mí, no importa si el sexo es la base del conflicto (que es
lo que suele llamarse erótica) o no
(romance erótico o caliente o subido de tono), en ambos casos,
quiero que el sexo y las emociones se entrelacen en una narración coherente.
Y he llegado a la conclusión de que autoras como Joey W. Hill o Lora Leigh,
escriben buen sexo, pero –para mí– mal romance, mientras que otras, como Jackie
Ashenden, Megan Hart o Cara McKenna, saben contar grandes historias que
funcionan tanto en el plano sexual como en el romántico. Al menos, para mi
gusto.
Tiene que haber sexo, del bueno, explícito y excitante. Eso es
imprescindible si estamos hablando de erótica. Es el «toque porno». Pero luego los
personajes han de resultar auténticos, interesantes, no sólo tienen sexo de
fábula, sino también su trabajo, sus familias, sus amigos, su vida fuera del
dormitorio… Y han de ser capaces de sentir, emocionarse, enamorarse,…
Creo que Cara McKenna lo consigue con nota, y por eso quería hablar aquí de
estos dos libritos. El primero merece la pena, el segundo es prescindible. Aunque,
si los vas a leer, el segundo ha de ir necesariamente después del primero. Por
si solo no veo que se pueda mantener.
Así que ya tengo mi grupito de escritoras de erótica favoritas, en la
vertiente dramática llena de intensidad emocional, un poco lo que sería en otro
género Balogh, Putney o incluso Courtney Milan, Cecilia Grant y Sherry Thomas.
Por su parte, la Julia Quin del erotismo (personajes con la profundidad de
una ameba y sin la menor posibilidad de que ocurra algo ni remotamente perturbador
en sus vidas) creo que la he encontrado en el dúo Christina Lauren.
Ahora solo me falta encontrar el equivalente erótico de un punto
intermedio: la despreocupación y la alegría con algo de chicha, «ligerezas con
enjundia» tipo Loretta Chase o la Lisa Kleypas más luminosa, la Kristan Higgins
o Julie James de la erótica. Entonces ya estaría en la gloria. Se aceptan
sugerencias.
Se la recomendaría a: quienes gusten de erótica intensa entre personas normales.
Otras críticas de la novela:
De Willing victim: Remastered, tenemos DIK A en All About Romance.
Mandi, en Smexy Books, la puntúa 4
sobre 5.
Sophia, en Fiction Vixen, le da 4
sobre 5.
En Dear Author, una B-.
Brutal game tuvo crítica de DIK A en
All About Romance.
En Smexy Books hacen una crítica conjunta, a modo de conversación, y la
mayoría le dan una A, y una B+.
Crítica conjunta le hacen también en Dear Author, y para una es B+ y para la otra, una B.
No he encontrado ninguna crítica en español, así que si alguien conoce
de alguna, siéntase libre de contármelo más abajo.
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