sábado, 7 de diciembre de 2024

Memorias (1): En el principio, la histórica

         ¡Qué buena tarde de cabaña! –que decimos por aquí. Llueve lo que no está escrito. Hace frío, y viento (alerta en el litoral cántabro). Los 9º del lugar donde vivo se convierten fácilmente en nieve y cellisca más arriba, en las montañas. La primera nevada de la temporada, creo.

    Un buen momento para retomar mi blog con un toque nostálgico. Algo diferente.

    Mientras la lluvia golpea los cristales, inmisericorde, las luces del árbol brillan, las velas que tengo encendidas encima de la tele titilan entre los adornos navideños, ... y yo me dedico al recuerdo. 

    Desde hace años quiero escribir sobre los diferentes géneros de la novela romántica. Tenía una idea algo enciclopédica, casi académica, así que me desanimaba. Mucho trabajo. Y ni siquiera sé si tengo preparación o capacidad suficiente para algo tan «académico».


 

Así que, ¿por qué no intentar algo más limitado y subjetivo? Hablar de mí misma. O sea, contar mi historia como lectora de romántica.

Ya sabéis que me van las efemérides, los números redondos. Y justamente este año 2024 se cumplen CUARENTA AÑOS que llevo leyendo éste género.

Sí, así de vieja soy.

 

Old skool

 

El punto de arranque lo sitúo con la novela Cenizas al viento, de Kathleen Woodiwiss, algo que justamente conté aquí, en un reto RITA, el del año 2018.

Es obvio que la romántica histórica tenía antecedentes, historias ambientadas en otra época, con mujeres que conseguían su final feliz tras unas cuantas tribulaciones. Una de mis favoritas, Catalina: duquesa de Lancaster (Katherine, 1954), de Anya Seton, con 104 ediciones según Goodreads, en varios idiomas.

Pero el arranque de lo que hoy conocemos como novela romántica actual, o Novela Rosa 2.0 se sitúa, simbólicamente, en El Lobo y la Paloma, de Kathleen Woodiwiss (1972).

Eran novelones ambientados generalmente en la época medieval. Largas, intentando reconstruir un poco aquella época, pero siempre con una protagonista femenina que acaba superando los obstáculos para domar al varón feroz, algo misterioso, generalmente mayor que ella.

¿Qué añadían estas novelas que no había antes? Pues un poco de picante, el sexo, y mujeres que disfrutaban de él. Eso sí, en aquella época lo del consentimiento lo llevaban regulín. Se suele decir que, en estas historias, «la violación formaba parte del cortejo».

Se supone que las chicas buenas, aquellas heroínas virginales de ojos violeta, jamás tuvieron un pensamiento impuro. Así que, para obtener un orgasmo, se recurría a algo un poco retorcido, el mecanismo «tira palante»: ellas que no, ellos siguen adelante y ellas acaban disfrutando a su pesar. JAK lo llamaba, con bastante manga ancha, «seducción forzada».


 

No por nada se les llamaba bodice rippers, porque había muchos corpiños que rasgar violentamente para tener acceso a las cremosas turgencias de las heroínas…

Sí, el lenguaje era así, florido, con mucha palabrería, verbosidad al servicio de descripciones que intentaban no solo reconstruir épocas pasadas sino también hablar de sexo de maneras metafóricas tan rebuscadas que caían fácilmente en lo cursi.

Es la histórica old skool. Las novelas de autoras como Woodiwiss, Johanna Lindsey o Shirlee Busbee

Al final de los ochenta, surge la más literaria de las novelistas románticas que puedes situar en estas históricas antiguas, Laura Kinsale.

 

 

Nueva escuela

Si esa fue la vieja escuela, ¿cuál es la nueva?

Pues llega un momento en que la histórica se aligera, se vuelve menos tocho. ¿A quién le importan los anacronismos, si hemos venido por el salseo? Y si hay sexo, que sea explícito, alegre, no siempre forzado, queremos otra cosa.

Las heroínas siguen siendo pizpiretas, vírgenes (y de ojos violetas), pero tenían un aire más liviano. Son las que yo llamo pseudo-históricas de Julie Garwood, muy apreciadas.

En esta línea está la que yo considero más apreciada novelista de romántica histórica, Lisa Kleypas.


 

Aunque algunas de sus primeras novelas son densas y con carga histórica, bien pronto se lo sacudió y fue a lo que importa, el romance, la seducción, todo con bastante elegancia y humor.

A Kleypas la empecé a leer a finales de los noventa, me enganchó y ya no la dejé. El grueso de su producción lo he leído más en el siglo XXI. Es una de mis novelistas favoritas, sin duda.

Ojo, las autoras de la nueva escuela siguen ambientando en otra época, y manteniendo cierto esfuerzo por la verosimilitud histórica. Pero tampoco se documentaban en miles de libros para reconstruir al detalle la invasión normanda de la Gran Bretaña.

A esta época se corresponden grandes obras de autoras que venían de otro género, el Regencia tradicional, como Mary Jo Putney, Loretta Chase, Mary Balogh o Jo Beverley. Unas más intensas emocionalmente (Putney, Balogh), otras con más chispa humorística (Beverley, Chase).

Leí bastantes de estas autoras, y de Jude Deveraux y Jennifer Blake, autoras que hoy me suenan bastante olvidadas.


 

 

Novísima escuela

Ya en el siglo XXI, algo fue cambiando en histórica. Las heroínas ya no eran todas tan virginales (algunas ¡incluso no tenían ojos violeta!!, y te encuentras ¡¡hasta muchachas curvy!!), se planteaban cuestiones relacionadas a la clase social o la situación de la mujer. No todo eran bailes en salones londinenses y paseos en rosaledas a la luz de la Luna.

Fue un soplo de aire fresco que agradecí muchísimo.

Me enamoraron las novelas de Courtney Milan, de Cecilia Grant, Meredith Duran, Sherry Thomas… recuerdo aquellas novelas tan magníficas de la década de los dos mil y los dos mil diez y respiro hondo, perdida en mi melancolía.


 

¿Y qué decir de Joanna Bourne y sus espías? Encaja más en el misterio histórico, una rama del suspense, pero, de todas formas, qué histórica más sobresaliente.

O Elizabeth Hoyt y su estupenda serie Maiden Lane, en la que casi cada libro superaba al anterior.

¡Qué magníficas novelas!, ¡¡qué delicia era leer personajes adultos y complejos!! 

Otros atractivos: tramas más realistas relacionadas con el ambiente en que vivían aquellas personas, los desafíos que tenían como mujeres, o por la clase social, ¡qué maravilla!

Ma-ra-vi-lla.

La edad de oro de la romántica histórica, para mi gusto.

Y el sexo seguía siendo explícito, con sus momentos fríos, otros torpes, a veces el «mal sexo» es muy romántico porque ves el esfuerzo que se hace para mejorar como pareja. La mayor de las veces, sin embargo, era apasionado, hasta desafiante, con actos sexuales impensables para aquellas sílfides de los setenta.

 

¿Y ahora, cómo andamos?

Yo intento cosas actuales, pero no me enganchan. Más de una la he dejado al poco. Desde hace un tiempo, he arrojado la toalla. Creo que ya no leo histórica de menos de cinco años. 

Vuelvo la vista atrás a autoras como Tessa Dare, que en el pasado me pasó desapercibida, o rebusco en la bibliografía de Putney o Chase a ver qué me queda por leer. Libros que en el pasado me parecieron poca cosa frente a las joyitas de Kleypas o Sherry Thomas, ahora resplandecen.

Pero claro, estas muchachas ya no escriben, o se ha pasado a otros géneros.

Pensé que era solo cosa mía. Pero este mismo año leí, en All About Romance, me encontré con este comentario de Dabney Grinnan (04/10/2024 5:13 pm)

I am bereft not a one writes historical romance any more.

Se refería a Joanna Bourne, Sherry Thomas y Meredith Duran y dice que «está desolada que no haya ni una que escriba romance histórico nunca más».

Yo también estoy desolada, descorazonada y entristecida. 

Aunque voy más allá. No solo de que ellas, esas autoras de hogaño, no escriban histórica, sino de que nadie en absoluto escribe histórica. O, al menos, histórica de mi gusto. Lo más aplaudido de la romántica histórica este año parece ser Las mujeres de la guerra, de Kristin Hannah, un women's fiction ambientado en la guerra de Vietnam, que acaba de ganar el premio Goodreads en ficción histórica. Así que ya veis.

Que no digo que esté mal, ojo. Pero admitiréis que poco tiene que ver con Hoyt o Kleypas o Kinsale.

Personalmente, como sigue gustándome la romántica histórica, mi primer amor, tengo que buscar entre las autoras clásicas, las de toda la vida, a ver qué escribieron hace lustros que aún no he leído. 

Me fijo a ver qué novelas no leí en su momento porque me parecieron poca cosa. Ahora, por comparación, brillan.

De nuevo, para mí, en mi experiencia, esto es subjetivo, etc. etc.

Me diréis que sí, que se sigue escribiendo romántica histórica, y sí, tenéis razón. Pero son cosas insulsas, tan planchadas por el pensamiento políticamente correcto que carecen de garra e interés.

Historias débiles, tonos apagados, gris, gris, gris.

File:Grises.png

Todo en ellas es anacrónico. No hacen el menor esfuerzo por la ambientación. Los protagonistas son trasunto de High School Musical o social justice warriors de hoy, disfrazados con vestiditos de época en unos decorados de cartón-piedra, todo más falso que una moneda de cuero.

Ellos suenan como si fueran «la mejor amiga de la protagonista», disfrazada con pantalones, botas hessianas y el cravat al cuello.

Ellas, como gretas sobreactuadas, airadas con la vida, molestas por todo y todos.

No me entendáis mal, no quiero que vuelvan los violadores a la romántica histórica. Estoy totalmente por el héroe beta, que sea apoyo de la heroína, que la respete, que esté por ella, pero no que sea un felpudo sin carácter. A mí eso no me parece atractivo. Repetiré esta idea más veces a lo largo de estas memorias románticas, lo sé.

Es uno de los motivos por los que leo mucha más novela gay. Ahí sigue habiendo tipos masculinos, fuertes, pero con su corazoncito, unos complicados y otros dotación básica, pero siempre naturales, protectores y recios, no tipos planitos cual lenguados.


Creo que lo que más salvaría de esta época es precisamente el romance histórico gay. Suele ser estupendo. Mira que es difícil, porque se ambienta en épocas en que relaciones homosexuales podía llevarte a la cárcel. Sus finales felices son imaginativos, ya que no pueden tener el broche tradicional de matrimonio e hijos. Pero demuestran que puede haber happy endings tremendamente románticos sin esos elementos.

 

¿Cuándo descarriló la romántica histórica?

Esta pregunta tiene trampa, porque es totalmente subjetiva. Habrá gente que piense que la romántica histórica no ha descarrilado.

O, si lo ha hecho, que no se puede vincular a algo en particular.

A continuación, voy a dar mi opinion, admitiendo que es algo de lo que tampoco tengo gran evidencia. Es solo un parecer.

Mi impresión es que el giro se dio en el año 2016, con la primera victoria electoral de Trump. Por lo que leí entonces, fue un trauma para buena parte de la blogosfera romántica, del que no se han recuperado. Al contrario, yo creo que esta vez es peor.

Es como si bastantes escritoras de romántica decidieran que había que hacer activismo, sí o sí. Que la romántica no podía permanecer al margen de la política. Entonces se empeñaron en meter mucho wokismo, cada novela tiene que tratar un Gran Tema (denunciando algo, lo que sea, la esclavitud, o el colonialismo, o el capitalismo, o la heteronormatividad, esas cosas, aunque tengan una visión muy simplista de estos temas y cero conocimiento de Historia).

¿Creéis que exagero? No hará mucho, en una histórica reciente de cuyo nombre no quiero acordarme, que tuvo cierto bombo y se suponía ambientado en el XIX inglés, situaban a una masa furibunda de hombres blancos con carteles manifestándose delante de un taller donde trabajaban mujeres gritando make Britain great again.

¿Iba en serio o era en plan coña? Estaba claro quién eran los malos de la historia. Era todo tan ridículo trasunto del MAGA trumpista que me eché a reír, y no era una comedia.

Sí que agradezco la diversidad. Está bien que no todos sean blancos y anglosajones, el mundo es más ancho e inmenso, culturas variadas que enriquecen la experiencia humana. Ahora, han acabado haciendo una especie de caricatura, parece que estuvieran tachando casillas y te meten un personaje trans-neurodivergente-africano, por hacer bonito, sin tener mayor papel. No sé qué es peor, si la ausencia de personajes diversos o meterlos con calzador y convertirlos en puro cliché, puro queerbaiting.

Claro que hubo denuncia social en la romántica histórica antes de este último lustro. Sin embargo, no se hacía a costa del romance. Ahora es como si de repente pararan, un personaje lanza un sermón al lector y luego reanudara la acción. No se entrelaza de manera atractiva el trasfondo social con la historia romántica.

Yo suelo decir que intentar meter ideas en la cabeza de alguien a martillazos solo consigue romper testas, no prejuicios.

Y a la vista está, que tanto activismo woke no ha servido para que Trump pierda un solo voto (76 millones lo votaron en 2020, 77 millones en 2024, inasequibles al desaliento y a las causas, incluso condenas, de su político favorito), sino que puede haber contribuido (no sé si mucho o poco) para que el partido demócrata haya ahuyentado a 7 millones de votantes (81 tuvo Biden en 2020, 74 Harris en 2024).

(Sí, vale, ya sé, el cuerpo electoral no es el mismo hoy que hace cuatro años, sí que unos pierden votos y ganan otros nuevos, pero a efectos de lo que quiero contar, me sirve el dato).

 Con este segundo mandato de su bestia negra, sinceramente, ya no sé para dónde van a apuntar las novelistas de romántica. Eso que Bill Maher ha llamado Trump Deragement Syndrome no parece que les haya funcionado bien. Pero buenono es mi país y puede que mi análisis sea totalmente equivocado. Bastante tenemos aquí con lo nuestro, con nuestros psicópatas y delincuentes de trapillo, no es para sentirnos orgullosos.

Solo lo traigo a colación por encontrarle alguna explicación al decaimiento de la romántica histórica, que es algo que sí me importa. Por dar una explicación a lo que, creo yo, ha cambiado el género.

Puedo estar equivocadísima. Lo mismo es algo puramente editorial. Igual no se escribe porque no vende, y ya está. Y el meter ideología es un intento desesperado de volver a vender, y no la causa de que no se venda. 

Quizá tengamos que admitir que la romántica histórica es como el teatro, el eterno enfermo que nunca acaba de morir del todo. Un eterno enfermo con una mala salud de hierro.

De cualquier forma, será interesante ver por qué derroteros va la romántica histórica en los próximos años.

Esto me queda ya un poco largo, así que corto aquí y otro día sigo hablando de novela romántica histórica. A ver si consigo hacerlo sin meterme en jardines.


 


10 comentarios:

  1. Conocí tu blog en este año 2024, probablemente buscando alguna reseña. Y ya me he leído casi todas las entradas, porque son geniales. Yo también soy cincuentona y leo romántica desde la adolescencia, además de otros géneros, ensayos, ciencia, etc
    No me enrollo, solo quiero felicitarte por tu blog, comentarte que me admira la dedicación y honestidad con que reseñas.
    Y que gracias a este blog he conocido autoras como Kinsale (sí, es para darme de leches, pero no la conocía) y no te imaginas lo agradecida que estoy. Has ganado una nueva seguidora.

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    1. Me alegro muchísimo de que te guste mi trabajo, y que te resulte útil para escoger lecturas. ¡Leerse casi todas las entradas!, increíble, que son más de diez años...
      Gracias por el esfuerzo, y pasarte a comentarlo.

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  2. Qué bueno, Bona! Me he reído mucho con tus reflexiones sobre la vieja, la nueva y la novísima escuela 🤣🤣🤣. Muy grande!

    Yo acabo de pasar una temporada leyendo novela fantástica y hace unos días me puse a buscar referencias de romántica histórica para desintoxicarme (publicadas en castellano, mi inglés no me da para disfrutar la primera lectura de un libro) y nada. No he encontrado nada que realmente me llame la atención. He empezado a revisar libros antiguos que me leí hace tiempo y me pillé "Cautivos del Destino" de Mary Jo Putney, super old skool, con todos los tópicos que has comentado. Ay, omaíta! Pasamos de los intentos de violación a vivir momentos de azúcar almibarado empalagosos y pastoso que no se digieren ni con ruedas de molino. Horripilante. La relectura me ha parecido espantosa. De ahí pasé a La Perla Secreta, de la Balogh, que fue casi lo primero que leí del genero e igual. Qué bajón! No me siento satisfecha con nada.
    Y lo peor es que sé lo que me pasa. A mí me ha estropeado la Kinsale. La leí después que a otras autoras y ya todo va en ese prisma. Ningún prota masculino me gusta más que los suyos, ningún diálogo me parece tan divertido y chispeante, nadie consigue ser tan romántica con tan poco almíbar literario, nadie consigue elaborar historias que me atraigan tanto dentro del género (entiendo la total subjetividad de lo que estoy diciendo, es una opinión personal sin ánimo de ofender los gustos de nadie) En fin, que me ha estropeado "pa siempre". Y ya es un poco lo que estabas comentando, las que parecían que estaban tomando su relevo Meredith Duran, (El Duque de las Sombras, novelón), Sherry Thomas... Ambas muy en la línea de la romántica histórica qué me gusta, publican poco en castellano y alternan géneros.
    Así que aquí sigo, releyendo siempre lo mismo, a la espera de encontrar algo que me entusiasme igual.

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    1. Qué interesante lo que cuentas, me alegra porque yo siempre pensé que Kinsale es la más literaria, y que dentro de cincuenta años seguiría hablándose de ella y leyéndola. Sin embargo, en los últimos años percibo que la gente pasa de ella, que ya no gusta a las nuevas generaciones. Así que es una alegría ver que sí sigue gustando.
      A ver si la siguiente entrada que he hecho, dedicada a la histórica, te da alguna opción más en la que no hayas caído.

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  3. Hola!!
    No sabes cuánto me alegra leerte de nuevo!!! ♥
    Aquí otra viejita más , jope... creo que has ido leyendo las mismas autoras que yo, con la diferencia de las que hayas podido leer en inglés que sabes que yo no leo... pero en histórica mi evolución es bastante similar, al igual que la decepción.
    No sé si lo has hecho, pero te recomiendo Evie Dunmore, de lo que se está traduciendo ahora y no es blanca, lo único que se puede salvar (por supuesto, de lo que he leído yo)
    Me uno a tus conclusiones, pero añado el tema de la nueva oleada de lectras, al menos en España, la gente busca una Julia Quinn II, y ya sabemos que es divertida, pero ambientación=0 y ligerita, quizás demasiado. Nunca ha sido de mis favoritas, aunque siempre la he leído cuando quería algo simplón y con humor... Las lectoras de ahora buscan cosas facilonas que les permitan leer más cantidad que calidad y de ahí esta moda de lo fácil, en primera persona que es menos complicado, y con mucho sexo...
    Nada que añadir... las lectoras de siempre somos las grandes olvidadas
    Me gustan los tópicos y bien llevados son estupendísimos, el problema es que no se trabajan las historias y ese es el problema, que el gusto por lo bueno se ha perdido....
    Un besote y estupenda entrada... voy a leer el resto que veo que has publicado unas cuantas

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    1. Muchas gracias por tu interés y por pasarte a leer. Creo que los que tenemos más o menos la misma edad, hemos acabado pasando por lo mismo. No soy original en esto, lo sé.
      Intentaré a Evie Dunmore, pero me echa para atrás el precio, si te he de ser sincera.
      Julia Quinn tiene muchos fans, pero para mí su tipo de humor, «slapstick» suena muy bobo e inapropiado dentro de un ambiente de la Regencia. Siempre he creído que sería mejor en una ambientación contemporánea, en la rom-com. Pero vamos, ¿para qué probarlo si así tiene millones de ventas?
      A mí me pasa con ella como con la Garwood, no puedo superar que sean personajes del siglo XX (o XXI), en escenarios de cartón piedra. Otras como Kleypas no parecen tan anacrónicas. Y de antes se esforzaban un poco más en la ambientación.
      El lector tiktokero de ahora no soy yo. Es lógico que las editoriales vendan lo que esa gente esté dispuesta a comprar... Por eso, en este momento, me dedico a buscar cosas del pasado, que sé que es lo que me va a mí.

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  4. Querida Bona, es un placer volver a leerte. Me alegro mucho. Que gozada de artículos. Puede tu análisis sobre qué sucede con el subgénero sea bastante acertado. 🙄
    Pues sí. Por mi edad y los años que llevo leyendo romance histórico, mi experiencia es muy parecida a la tuya. En su momento, disfruté en mayor o menor medida con cada etapa por la que ha ido pasado el subgénero según qué autoras, sobre todo con las autoras de la novisima escuela. Geniales. Aquí me dieron en todo lo mío. Prefiero historias con cierto rigor histórico y personajes con actitudes más realistas. Tienes razón. No se escribe histórica.
    Estoy como tú, leyendo novelas de autoras que hace años no me terminaron de enganchar, a saber... 🤔❓y las tenía por ahí guardadas... 🕸️ jaja.
    Estoy con Pepa, Evie Dunmore me está gustando y no es clean romance. Pero es verdad que tiene un precio... Ainsss.
    En fin, voy a seguir leyendo estos artículos tuyos en los momentos más adecuados para poder disfrutarlos con tranquilidad, como a mí me gusta... 🍵💻
    Un 😘

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    1. Gracias por tus buenos deseos, Cristina, y que te pases por aquí a comentar. Este tipo de artículos así un poco pseudodoctrinales los escribo por aprender yo y también para que la gente tenga referencias sobre el género. Entiendo que es muy ladrillo leerlos de seguido. Yo aquí los dejo, para quien tenga curiosidad y pueda profundizar en estos temas.
      No sé realmente qué ha pasado con la romántica histórica. Yo comparto la explicación que a mí se me ha ocurrido, pero vaya usted a saber...
      ¡Otra más que recomienda a Evie Dunmore! Pues acabaré gastándome los cuartos, aunque solo sea por la curiosidad...

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  5. Muchas gracias por compartir experiencias y bibliografía Bona!! Al parecer si que hay una media de edad aproximada entre quienes frecuentamos tu blog xD
    Personalmente me inicié en romántica de forma tardía, cuando iba al instituto leía casi de todo, así que lo intenté una vez con un puñado de autoras que había en mi biblioteca local, pero no me enganchó nada. No eran la mejor elección pensando ahora en los años que tenía por aquel entonces: Danielle Steel, Victoria Holt, V.C. Andrews y otra por el estilo. De varios libros el único que me dejó poso fue "El amante diabólico" de Victoria Holt. Di carpetazo a la experiencia hasta 2009/2010, con internet de por medio ya tuve a mi disposición un montón de autoras y estilos donde elegir.
    He de reconocer que la comedia romántica me horroriza, tanto en cine como en literatura y que los melodramas contemporáneos que acaban apareciendo en adaptaciones televisivas tampoco son santo de mi devoción. Pero disfruto de muchas horas de evasión con las históricas y el suspense más contemporáneo.

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    1. Tengo la impresión de que las jóvenes generaciones de lectores ya no buscan recomendaciones en blogs ni en páginas web. Tiran de Book Tok.

      Pero yo creo que los lectores que vayan cogiendo solera, rebuscarán un poco más. Con entradas como esta, espero poder ayudar a la pequeña minoría de quienes quieran saber algo más.

      A diferencia de lo que te ocurre a ti, a mí las comedias románticas sí que me gustan, tanto en peli como en libro. Pero claro, tienen que tener gracia, y eso es difícil de lograr. Es siempre más difícil escribir comedia que drama, hacer reír que hacer llorar.

      Es curioso que compartamos experiencias. Yo también pasé una fase de leer poco romántica, en el primer lustro de los noventa. Pero luego cuando pude comprar libros en inglés en Amazon (ya a finales de los noventa), no me lo pensé.

      Las autoras que mencionas, también las leí, bueno, a Andrews no, pero las otras dos sí, ¡es lo que había! Se dejan leer, son libros cuidados. Pero claro, no son romántica-romantica, tiran más a lo sentimental (Steele) o a lo gótico (Holt). Las mejores merecen mucho la pena.

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