El otro día comenté un poco mi historia personal con la romántica en estas cuatro décadas que llevo leyendo romántica. La histórica fue mi primer amor en el género, y siempre lo apreciaré como tal.
Pero, ¿qué es la histórica? Yo siempre digo que cualquier tipo de novela que haya en el resto de la narrativa comercial, tiene su equivalente en romántica.
La novela histórica es aquella que se ambienta en el pasado. Vaya, me he quedado calva diciendo esto. La cosa, sin embargo, no tan clara, ¿qué es el pasado? Pues depende de cada lector.
Yo entiendo como pasado, o sea, historia, todo lo que pasó antes de mi nacimiento.
Advierto que hay dos cosas diferentes, una la novela histórica y otra la fantasía histórica. Ya lo he comentado alguna otra vez.
* La narrativa histórica te cuenta cómo pudieron ser las cosas.
* La fantasía histórica coge cuatro cosas y su verosimilitud es menos que cero. No pretenden ser realistas.
Comparando con el cine, Oppenheimer sería histórico, Napoleón o Gladiator II, fantasía.
La mayor parte de novela romántica histórica es de este segundo tipo, sobre todo en las últimas décadas. Aunque nunca faltaron anacronismos, porque lo importante es el salseo, ahora es que ya no importa lo más mínimo. Lo políticamente correcto es crear una fantasía romántica.
Variedad
La histórica ha cambiado a lo largo del tiempo.
Por época
Eso es lo primero que diferenciaría en romántica histórica: en qué época se ambienta.
Al principio, allá por los setenta y ochenta, era todo muy medieval, generalmente con damiselas inglesas (o sajonas) asediadas por los bárbaros del norte (vikingos o normandos).
También hubo bastante del Sur de los EE. UU., antes, durante y después de la guerra de secesión. Esta línea no es muy apreciada hoy. Hay unos cuantos escollos en los que se estrellan irremediablemente los navíos de las autoras. Ahora sería imposible ambientar nada allí salvo algo tipo An extraordinary union (2017), de Alyssa Cole, que a mí me pareció un tanto aburridita.
Un subgénero por sí mismo son las del Oeste. El Western nace en el cine y se transfiere a la literatura pop, no solo en novelitas tipo Louis L’Amour, como las que aquí escribía Marcial Lafuente Estefanía. También se pasa a la romántica. Jo Goodman, Catherine Anderson o LaVyrle Spencer, Pamela Morsi o Maggie Osborne escribieron unas cuantas preciosidades en este subgénero. Obviamente, hoy en día es difícil ambientar nada en la colonización del Oeste americano que no sea problemático, por eso se cultiva poco y lo que se publica, no tiene demasiado eco.
Si hay una época que ha dominado estas últimas décadas, hasta el agotamiento, es la Regencia inglesa (1811-1820), nueve años que, en Romancelandia, parecen durar un siglo. Inspiradas por Georgette Heyer (aunque ellas y sus lectoras creerán que no, que esto viene de Jane Austen), se inventan una Inglaterra de pacotilla que jamás existió pero que da para infinidad de romance, amor y guerras napoleónicas.
Es pura ficción, un ideal romántico pleno de cosas bellas y agradables, de momentos ingeniosos, damiselas que valsean y caballeros que se suponen libertinos de mala fama a los que nunca ves hacer realmente nada malo porque en realidad, tienen su corazoncito y sólo esperaban a la jovencita virtuosa que los redimiera.
La representación perfecta de este ideal imaginario es Julia Quinn y sus novelas ligeritas y entretenidas, sin el menor sentido de la época. Tan pseudohistóricas como las de Garwood décadas antes.
A veces, las autoras dan un paso atrás y ambientan en la época georgiana, con los primeros Hannover. Un tiempo que se me antoja más desenfadado e irreverente, que yo siempre asocio a Tom Jones. La versión descarada y feliz la dan los Mallorens de Jo Beverley; la opción más seria y truculenta, aunque supersexi, Maiden Lane de Hoyt.
Otras veces, las escritoras dan un pasito adelante, y se van a la era victoriana, pero siempre en el Reino Unido.
Es más raro que visiten otros tiempos y lugares. La Antigüedad clásica les queda muy lejos, al menos a las anglosajonas. Solo he visto románticas de romanos en autoras europeas, como la alemana Sandra Schwab o la española África Ruh.
Inciso: ¿qué hay de lo nuestro?
Aprovecho la mención de esta autora para indicar las que más me gustan a mí, dentro de las autoras patrias de histórica.
La primera que me convenció de que podía escribirse interesante histórica en español fue Mónica
Peñalver, con La espada y la llama (2009).
La mejor autora en este género como en todos los demás que ha tocado es Marisa Sicilia, la que más de gusta en español y a la que dediqué uno de mis artículos de Favoritas. Sus libros son siempre excelentes, y como ha tocado todos los palos, también
ha escrito históricas estupendas. Yo me quedaría con la que me parece más redonda de las
suyas, El último baile (2017).
Otra autora de la que me he leído prácticamente todo lo que ha escrito es África Ruh, que escribe
precioso y cortito, con ambientaciones cuidadas de verdad. Da gusto leerla.Por señalar una, Una sombra en la aljama (2017).
Añado otra autora más, competente e interesante, Elena Bargues. La playa del irlandés (2015) es una de las que más me gustó.
Cada una de estas autoras tienen su propio estilo, bien diferente. Si hay algo que tienen en común, me parece a mi, es que tienden a ambientar sus historias en España o, al menos, en escenarios diferentes a la trilladísima Regencia inglesa. Además, cuidan el producto, o sea, son de las que escriben bien en español, sin pegarle patadas al diccionario ni escupir a Cervantes a la cara.
Nuria Llop también me parece que tiene ambientación interesantísima, en el Siglo de Oro. Pero solo he leído un libro de ella, así que no puedo opinar mucho sobre ella.
Por tono
Un poco ya lo he comentado al hilo de mi experiencia personal, las hay que son ligeras y otras más pesadas. Las hay chispeantes (propias de una Loretta Chase) y otras de gran profundidad emocional (como las de Balogh).
Lisa Kleypas sabe combinar muchas veces las dos tendencias, unos héroes torturados, oscuros, vehementes, con muchachas más luminosas.
Nivel de sensualidad
En un principio, allá en los setenta-ochenta, había una o dos escenas eróticas y ya. Todas conocíamos un punto clásico, no sé si en torno al 30 %, en que aparecía una, y luego ya más adelante, en torno al 60 %, la otra. Muy florido todo, costaba imaginar a veces a qué se referían las turgencias, espadas, flores y pétalos, pero las leías y releías porque no había más. Y si te pillaba todavía virgen, era suficientemente hot.
La cosa se fue calentando progresivamente a lo largo de los años. Cada vez se fue metiendo más erotismo, todo se hizo más explícito, las heroínas se aventuraban, ¡caramba!, hasta el sexo oral.
Ahora, salvo en las históricas religiosas, todo chorrea por todos lados, las heroínas pasan de ser virginales a la tríada vaginal-oral-anal sin pestañear. Autoras como Sarah MacLean, que por lo demás tiene talento de sobra y podría escribir las grandes novelas históricas de esta década con solo ser un poco más exigente consigo misma, menos complaciente,… en fin, que MacLean mete escena tras escena sin venir muy a cuento, porque sí, porque es lo que se lleva.
Así que puedes encontrar un poco de todo, también en cuanto a este aspecto.
Rara vez hay verosimilitud histórica en las relaciones físicas. Pocas veces cierras un libro y te dices que sí, que igual tus abuelos o tus bisabuelos se enamoraron así. Quizá en alguna de LaVyrle Spencer. No es que mi generación, o las posteriores, inventaran el sexo, no. Pero había otra forma de tomárselo, otra distancia, otra contención que hace luego todo mucho más apasionado. Sherry Thomas, quizá por venir de otra cultura, transmite esto fenomenal.
⭐⭐⭐⭐⭐ Mi
lista ⭐⭐⭐⭐⭐
Un artículo mío no puede cerrarse sin una lista pero, ¿de qué? ¿De mis favoritas o de lo que la gente considera mejor?
Pues mirad, como me he decidido por el enfoque subjetivo, os pondré, sobre todo, las que a mí más me han gustado, algunas de mis novelas cinco estrellas.
Voy a intentar no poner más de una novela de la misma autora en el mismo período
1.ª década (1984-1993)
Kathleen Woodiwiss: Ashes in the wind / Cenizas al viento (1979) una muchacha con más capacidad para el disfraz que Mortadelo llena de amor y aventuras la primera mitad, luego la cosa se vuelve una especie de novela gótica. Ella lo publicó en el 79, pero yo lo leí en la traducción al español, en tapa dura, del Club Círculo de Lectores. 1984, el inicio de mi «vida romántica».
Lisa Gregory: The rainbow season / La estación del arcoiris (1979) Más o menos del Oeste, pasan cosas malas porque sí, la vida es así, y los finales felices te los tienes que currar.
LaVyrle Spencer: Morning glory / Maravilla (1989) ambientada en torno a la Segunda Guerra Mundial, repetimos: la vida puede ser muy perra y aun así, tener tu romance.
Jude Deveraux: A knight in shining armor / El caballero de la brillante armadura (1989) Montgomery/Taggert (por orden de publicación) #13, un viaje en el tiempo con uno de los finales más polémicos y controvertidos de romántica, ¿es o no es un happy ending?
Laura Kinsale: Flowers from the storm / Flores en latormenta (1992) No hay nadie que sufra más que los héroes de Kinsale, y si no, que se lo digan a este aristócrata encerrado en un cuerpo que ya no le responde, y encima tiene que aguantar a una cuáquera beata.
Pamela Morsi: Wild oats (1993) Wild Oats #1, una del Oeste deliciosa, una gozada.
2.ª década (1994-2003)
Lisa Kleypas: Dreaming of you / Sueño contigo (1994) Jugadores #2, ligera y terriblemente romántica porque, ains, Derek Craven.
Mary Jo Putney: Shattered rainbows / Arco irisroto (1995) Ángeles caídos #5. Un amor apasionado e imposible en plena guerra y Waterloo de por medio.
Loretta Chase: Lord of Scoundrels / Abandonada a tuscaricias (1995) Canallas #3. Ligera, espumosa, mucho ingenio y universalmente apreciada.
Connie Brockway: As you desire / Amarte es mi destino (1997) Braxton #1. Ligera, entusiásticamente romántica y divertida y sexi, ambientada en el Egipto decimonónico.
Maggie Osborne: The promise of Jenny Jones (1997) Del Oeste, con una heroína decidida y leal a su palabra, dura como el granito y con su corazoncito.
Adele Ashworth: Winter garden / Un hombre que promete (2000) Winter Garden #1, una histórica de misterio y espías en la que aparentemente no pasa nada, todo muy agudo desde el punto de vista emocional.
3.ª década (2004-2013)
Sherry Thomas: Not quite a husband (2009) Los Marsden #3, uno de esos matrimonios mal avenidos tan propios de la autora, nos lleva a los vertiginosos valles del Himalaya.
Lisa Kleypas: Love in the afternoon / Amor en la tarde (2010) Los Hathaway #5, empieza muy romántica, de modo epistolar, luego sigue con un héroe que sufre un PTSD de caballo después de la guerra de Crimea.
Cecilia Grant: A lady awakened / El despertar de una dama (2011) Familia Blackshear-Grant #1, a veces es hasta naturalista, recuerdo sobre todo la distancia, la inicial frialdad sexual entre los dos protagonistas.
Joanna Bourne: The Black Hawk (2011) Spymasters #4, o cómo Adrian y Justine lograron su final feliz, una pareja inolvidable, viva, apasionada, inteligentísima… espías en bandos contrarios durante las guerras napoleónicas.
Courtney Milan: The countess conspiracy / La conspiración de la condesa (2013) Hermanos Siniestros #3; romanticismo en el sentido más puro y desesperado. Lo de Sebastian y Violet es de otro mundo en su potente amor.
4.ª década (2014-2023)
Tessa Dare: Romancing the duke (2014) Castles Ever After #1, ligera y divertida con fanficción avant la lettre.
K. J. Charles: A seditious affair (2015) Society of Gentlemen #2, dos señoros opuestos —muy opuestos— en lo político y lo social, a los que les va el sexo duro sin miramientos, fuerte y hasta desgarrada. No pueden estar juntos y no pueden dejar de estarlo.
Cat Sebastian: The soldier’s scoundrel (2016) The Turners #1, otra histórica gay, con dos opuestos que se atraen, muy a su pesar.
Elizabeth Hoyt: Duke of pleasure (2016) Maiden Lane #11. Toda la serie merece la pena, pero aquí está que se sale. Histórica hot.
No me resisto a rematar el
artículo con las novelas que, según mi base de datos, son las más apreciadas
por el público en cada década. O sea, el público, no yo.
Años 1980: Pecado y virtud (1989) de Mary Jo Putney. Aquí, no obstante, hay un poco de truco. Porque The rake and the reformer, la versión de 1989, era un Regencia tradicional del sello Signet Regency Romance, la segunda de los Davenport. Luego la volvió a publicar como The rake, en 1998.
Años 1990: Abandonada a tus caricias (Lord of Scoundrels, 1995), de Loretta Chase.
Años 2000: El diablo en invierno (Devil in Winter, 2006), de Lisa Kleypas. Por razones que se me escapan, es el libro favorito de Kleypas para muchas lectoras. Para mí no es ni siquiera el que valoro más de Las florero, serie en que esta es la n.º 3.
Años 2010: Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja (Nine rules to break when romancing a rake, 2010) de Sarah MacLean.
Años 2020: En busca de Cassandra (Chasing Cassandra, 2020) de Lisa Kleypas, Los Ravenel #6. No me cabe duda de que Kleypas es la reina de la romántica histórica.
Hola!!
ResponderEliminarLo que me he reído con el «chorreo», pero recuerdo a Sarah McCarty que ya tenía vaqueros que chorreaban 😂
Pues la mayoría de los que comentas los he leído, quizás se me han escapado alguno de los que no está traducido, pero en el resto.. coincido con algunas de las joyitas que has comentado
Aquellos tiempos en los que se escribía bueno y bonito
Un besote
No sabes cuánto echo de menos a Marisa Sicilia... Africa Ruth no soy tan fan como tú, me gusta, pero me falta algo. Ya sabes que con Nuria Llop no soy nada objetiva, me encanta ♥
EliminarMe alegro de haberte despertado una risa o una sonrisa. Supongo que Sicilia dejó de escribir porque lo sintio así, lo respeto totalmente, me gustaría que fuera diferente, pero si no le sale, mejor no empeorar una bibliografía excelente.
EliminarEn cuanto a África Ruh, sí, reconozco que es especialita, yo creo que le falta algo de tensión erótico-romántica, pero la ambientación la borda.
De Nuria Llop, me gustaría probar más pero, de nuevo, me pasa lo mismo que digo con otras, me echa atrás el precio.