Otro de los propósitos para este año es releerme a Sandra Brown y, de paso, leer alguna de las suyas que aún me queda pendiente.
Sí, ya sé que eso me hará repasar unos cuantos tostones que no valen ni el papel en el que están impresos.
Y posiblemente sea una empresa a veces tan tediosa que se dilate más allá de 2017. Si me aburro demasiado, lo dejo, tampoco pasa nada.
De momento, empezamos con una novelita que sigue el tópico
harlequinero de viudo con niña.
Warner Books, enero 1995
Diseño de portada: Jackie Merri Meyer
Fotografía de portada: Herman Estevez
Caligrafía: Carl Dellacroce
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DATOS GENERALES
Título original: Eloquent Silence
Subgénero: contemporánea/Genérica
Fecha
de publicación original en inglés: abril de 1982
Pseudónimo: Rachel Ryan
Serie: Candlelight Ecstacy Romance (CER) - 49
SINOPSIS (según
El Rincón de la Novela Romántica)
Lauri es una joven maestra
de chicos sordomudos, su hermana nació sorda y en base a eso decidió ser
maestra. Ella es muy competente, y cuando Drake
Sloan, famoso actor de televisión, decide que su hija no debe estar más en
el internado para chicos sordomudos, pide a una maestra de tiempo completo para
ella. Recomendaron a Lauri, pero desde el primer momento después de la primera
entrevista, entre ellos hay peleas y una atracción fatal. Al final, Lauri
decide aceptar y viaja a Nuevo México con Jennifer, la hija de Drake, donde él
tiene una casa para ellas. Pero Drake es más complicado de lo que parece, no
solo es famoso, sino que además, tiene a una esposa muerta que no puede
olvidar.
¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No, la verdad.
CRÍTICA
Sandra Brown publicó esta novela en 1982, con su primer seudónimo,
Rachel Ryan. Pero yo no la leí hasta los noventa, cuando me hice poco a poco
con toda su backlist. Recuerdo que me
gustó.
La releí hace pocos años para hacer una crítica que publicó El
rincón de la novela romántica, y me pareció bien, le di 6/10.
Pero ahora la he releído y lo que entonces me parecían “pequeños
detalles anticuados”, ahora me impiden disfrutar de esta historia.
Así que esta crítica mía de hoy, 2016, va a ser un poco diferente
de la que colgué en El rincón de la novela romántica. Es curioso, ¿verdad?
Mismo libro, misma lectora y sin embargo,… la experiencia es distinta. Porque
vivo otro momento, porque he leído otras cosas.
El protagonista, Drake Sloan, es un actor de culebrones que
interpreta a un médico. Lleva bigote, algo que me echa para atrás. Debe ser que
cuando releí esta novela aún veía Anatomía
de Grey y entonces encontré cierto parecido entre el protagonista de esta
novela y Eric Dane. Ahora ya ni me acuerdo de qué iba esa serie, y no me
explico mi entusiasmo: después de las dos primeras temporadas, se hundió en el
abismo de lo trillado y perdí el interés. Creo que después hasta metieron niños
(lo que, para mi gusto, es el auténtico beso de la muerte para todas las series
de adultos).
A lo que voy: Jennifer, la hija de Drake, es prácticamente sorda.
Viudo y con un horario laboral desquiciante, su padre no puede hacerse cargo de
ella. Pero ha decidido que viva en una casa, como una niña normal, con un
tutor.
La escuela le propone a Lauri para ese puesto de trabajo. En la
primera conversación reúne un montón de clichés ofensivos, Drake insulta su profesionalidad.
No da el tipo porque es joven, guapa y viste bien. Y seguro que en cuanto pueda
se casará con algún tipo y los dejará tirados.
Diría que esto revela lo anticuado de la novela,… si no fuera
porque, lamentablemente, aún puedes encontrarte trogloditas así en el mundo
laboral.
Drake es un tipo avasallador, que se tiene que salir siempre con
la suya. Estuvo casado, su mujer murió y parece que aún ama su memoria. Algo
que, cuando Lauri empieza a estar interesada en él, la obsesiona un poco, cual Rebeca
de pacotilla.
No te preocupes, hija, que esto es romántica de la antigua: salvo
la protagonista, el resto de mujeres son unas bichos, o amables figuras
maternales. No hay término medio. No hay amigas de la protagonista, ni nadie
medianamente sexy que pueda rivalizar en las atenciones del maromo.
A lo que voy: Drake se queda rodando la serie, y Lauri y la niña
se van a vivir a una zona montañosa de Nuevo Méjico.
Lauri procede de Nebraska, y es hija de un predicador, así que hay
cosas que simplemente, no hace. Si no hay matrimonio por medio, nada de sexo ni
de vivir juntos… Estuvo casada y su vida marital no fue nada feliz. Por
supuesto, ignora que puede tener orgasmos hasta que Drake, su “tío de la vara
mágica” le introduce en los placeres del sexo.
Un momento, ¿Drake, su jefe? Sí.
¿Con ella diciendo que “no” todo el rato porque no están casados?
Exactamente.
Se ve que lo del acoso laboral en aquella época se veía distinto.
Pero Drake es inasequible al desaliento. Cuando ella dice que no,
él le suelta la lindeza típica de…:
“Tu cuerpo dice otra cosa, Lauri… Puedo sentir lo mucho que me deseas. Mis manos te han provocado un enfebrecido anhelo, y mi boca puede hacer más aún”Y la cosa sigue…Ella: No.Él: Y quiero hacer más. Quiero hacerlo todo. Quiero…Ella: ¡Sexo!Él: Dije que no quería implicaciones emocionales. Eso no significa que cuando tengo en mis brazos a una mujer muy bella y deseable no me guste hacer el amor con ella.Ella: ¡Amor! Dices que amabas a tu mujer…Él: Deja a mi mujer fuera de esto
Aunque no es del todo de la vieja escuela, porque no la viola. Como
él dice “Ni siquiera el doctor Hambrick [el personaje que interpreta en la
ficción] ha recurrido a la violación, y Drake Rivington [él mismo, sí, habla de
él en tercera persona, ¡ag!] no tiene que hacerlo”. Claro que lo arregla
diciendo que ella no se sienta victoriosa (ahí te veo, perdonavidas) que ella
le desea y que él “la tendrá” es sólo cuestión de tiempo (doble ag).
Me incomodó un poquito que Lauri acabe dando azotes a la niña. Hoy
en día nadie pondría eso en una novela romántica. Ni en una serie de la tele,
salvo que quieras retratar a alguien como un sádico pederasta.
¿Qué le vi yo a esta novela, por dios?
Lo que tiene de especial es el personaje de Jennifer, la niña. Su
padre Drake la ama profundamente, y eso hace de él un personaje más simpático.
Es verdad que nadie se ha molestado en explicarle que su hija no es retrasada,
sólo sorda, y que es simplemente una niña con necesidades especiales.
Lo cual me hace recordar la excelente labor en España de la ONCE.
Creo que es uno de los motivos por los que se ha conseguido un grado de
normalización aceptable (no ideal) de las personas con discapacidades
sensoriales. No nos damos cuenta hasta que alguien de fuera nos lo dice, lo
inclusivos que somos los españoles, la normalidad con la que convivimos estas
cosas.
Mira que no me hacen tilín las novelas románticas “con niño”. Pero
debo reconocer que Jennifer, y todo lo que la rodea, me sigue inspirando
ternura. Le echas un vistazo a la educación de niños sordos, cómo van
adquiriendo habilidades comunicativas, la relación con sus familiares, incluso
la reacción de la gente ante ellos. Admitámoslo: un personaje con discapacidad
no es habitual en una novela romántica, ni lo era en los ochenta ni tampoco ahora.
Valoración personal: allá
tú, 2
Se la recomendaría a: los
aficionados a las novelitas con niño.
Otras críticas de la novela:
Con estos libros del año de la polka, y más si no son particularmente
buenos, es difícil encontrar críticas más allá de las de Amazon o Goodreads.
Así que pongo lo poquito que he encontrado.
En El Rincón de la Novela Romántica
hay dos críticas de este libro, una de ellas, la que hice hace unos añitos.
En La biblioteca secreta de Laura me entero de que se publicó en Colección
Bianca como Silencio elocuente. Y, en inglés, hablaron de esta novela en el blog “Once upon a chapter” No conectó con la pareja protagonista, aunque sí le gustó Jennifer.
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