jueves, 19 de diciembre de 2024

Memorias (7): De hoy mismo, fresquito, las contemporáneas

 

 


Empecé estas memorias románticas hablando de romántica histórica, luego pasé por la fase de novelas genéricas, que conocí en los años ochenta.

Hice luego un pequeño excurso para hablar de Georgette Heyer y ese producto tan específico, los regencias tradicionales, que descubrí muchos años después, en la década de 2010.

Ahora vuelvo atrás, ¿qué leía yo en los noventa?

Pues parece que la evolución lógica, después de novelas largas históricas y cortas contemporáneas, juntara longitud y época para descubrir las contemporáneas largas.

Fue entonces cuando leí, sobre todo, y por este orden (creo) Jayne Ann Krentz, Nora Roberts y Sandra Brown.


 

También ellas siguieron esa misma evolución: empezaron con novelitas cortas y luego pasaron a escribir contemporáneas largas, le añadieron toque de suspense y después siguieron cada una sus caminos peculiares.

 

¿Qué es la contemporánea?

 

Pues casi cualquier romance ambientado en la misma época en que se publica

Esto puede desconcertar un poco con cosas que surgieron antes de nacer nosotras, porque nos suenan históricas. 

El ejemplo palmario es, dentro de la literatura, Jane Austen, que hablaba sobre sus contemporáneos, pero a nosotras nos suenan como históricas de la Regencia.

Dada la rápida evolución de las costumbres y de la tecnología, cuando lees una contemporánea de, por ejemplo, los años ochenta, lo notamos desfasado.

Es un género amplísimo en el que cabe de todo: ambientaciones en grandes ciudades o en pequeñitas; sexualidad donde todo se licúa y fluye... o novelas blancas; romances heteros, gais, tríos, o lo que tú quieras.

Unas autoras asumen un estilo ágil, rápido, todo diálogo como si fuera un guion de comedia romántica. Otras ponen en la página rumiaciones detalladas de sus personajes.

Las hay graciosas y ligeras como pompitas de jabón. Con algunas, te descuajeringas con cada frase. Otras son densas llenas de angst, que te hacen llorar Grandes tragedias conviven en el género con existencias plácidas en que todo sale siempre bien y el mundo está poblado de gentes amables y encantadoras.

Unas son muy combativas y feministas, otras recuperan al violador de toda la vida, al bodice ripper que ahora coacciona desde una posición de poder, bien como millonario, bien como mafioso. Lo llamarán dark, pero son los abusones de toda la vida.

O sea, lo que yo digo, que es amplísimo, enorme, cabe realmente de todo.

 

Evolución del género

 

En los años ochenta-noventa, los novelones que escribían tendían un poco a pasar ciertos aspectos de las históricas, pero en un contexto actual. Tendían a centrarse en las heroínas, hablan incluso de cuando eran crías. Entonces los héroes aparecían avanzada la novela.

Pensad, por ejemplo en las primeras de Susan Elizabeth Phillips o las de Judith McNaught


 

Más tarde se aligeró toda aquella pesadez y se centró más en la dinámica romántica y sexual entre los protagonistas, como las de Jayne Ann Krentz.

Hacia el año 2000 les dio por volver un poco a aquello de centrar la historia en la protagonista, con el chick lit. La vertiente seria y sentimental de esta tendencia sería la women’s fiction o novela sentimental. 

Luego subieron el termostato un montón y de ahí surgió la erótica chorreante. Lo menciono aquí porque suele estar ambientada en nuestra época, pero para mí, chick lit, women’s fiction y erótica son géneros propios, con sus peculiares características y tópicos.

Por esta época, principios del siglo XXI, el género tendió a dispersarse un poco y lo que predominaba era lo paranormal. 

Ahora, lo contemporáneo siempre ha seguido estando ahí, igual que lo histórico, «muertos» que están muy vivos.

En contemporánea se diversificó un poco por el tema o tópico, que venían ya de antes, claro: romance deportivo, pequeña ciudad (small town), más conservadoras, otras más lanzadas y muy hot sin caer en lo erótico.

Ya en la década de 2010, recibió impulso lo juvenil (YA) y lo nuevo adulto (NA). Trajeron consigo un modo algo diferente de contar las cosas, no solo las edades de los protagonistas. De ellas viene eso de relatar las cosas con primera persona dual, es decir, alternar la perspectiva de uno y otro.

A mí al principio me pareció algo fresco. Pero ya me ha resultado cansino. Son voces indistinguibles. Rara vez consigue algún autor crear una voz peculiar. Es más, acaban sonando todas exactamente igual, y da lo mismo el nombre que pongan en la portada. Para mí, de 2015 hasta hoy, todas las contemporáneas de este tipo suenan igual.

El éxito de Cariño, cuánto te odio (The hating game, 2016) de Sally Thorne, inauguró otra tendencia, la de las comedias romanticas, esas portadas colorinchis de las que estamos todas ya algo estragadas. A mí me encantó esa historia. Las copias, calcos, imitaciones y demás que vinieron después,... me han gustado menos. Esto del humor es algo muy personal y hasta cultural. Lo que a una lectora estadounidense le hace saltar las lágrimas y decir que eso es muy LOL, a mí me suele dejar fría.

Me gusta más el sutil humor británico, algo como Se busca novio (Boyfriend material, 2020) de Alexis Hall me hizo desternillarme de risa.

Como Jayne Ann Krentz y Nora Roberts se fueron por los cerros de Úbeda, o sea, metieron cosas paranormales en entornos perfectamente contemporáneos, dejé de leerlas.


 

No hay problema, porque ahí había unas cuantas autoras de contemporánea que se convirtieron en mis favoritas, entrado el siglo XXI. Dentro del romance deportivo, Susan Elizabeth Phillips, Rachel Gibson y, más adelante, en el male/male romance, la fantástica Rachel Reid. Con humor y un toque de mala uva feminista, Jennifer Crusie, luego Lucy Parker y su mundo del teatro londinense, y Julie James (que hace como nadie el enemies to lovers, qué chispa). Ahora, leo a autoras como Sarina Bowen o Kate Meader.

Y en español, pues bueno, ya sabéis que leo poco. Pero podría decir que me han gustado y he disfrutado bastante de algunos libros publicados por Ángeles Ibirika y Florencia Bonelli. Por supuesto, Marisa Sicilia como ha escrito de todo, también tiene contemporáneas estupendas. 





 

¿Y ahora, cómo andamos?

 

Sí quería hablar de la última evolución que me parece a mí que ha sufrido el género. Aparte de eso de darle a la rom-com y a la primera persona dual, este giro es ideológico


 

Ya lo conté en el capítulo de mis memorias románticas dedicadas a la histórica. Así que me repito un poco. Podéis saltar esta parte.

A partir del año 2016, cuando ganó Trump por primera vez, tengo la impresión de que en general la romántica dio un giro ideológico. Es como que muchas autoras, horrorizadas porque el señor Naranja estuviera en la Casa Blanca, se sintieron comprometidas, que también sus libros tenían que ser activistas y con ello me arruinaron bastante la lectura de novelas románticas.

A ver, de siempre la novela romántica sacó políticos, pero procuraban las autoras no enajenarse la voluntad de nadie. Así que nunca sabías si eran demócratas o republicanos. Un ejemplo, en un suspense romántico de Sandra Brown, Imagen en el espejo (1990) yo nunca supe a qué partido político pertenecía el protagonista, candidato al Senado.

Y si salían así, era para que su pareja fuera de la otra tendencia. Pienso en Extraños amantes (1994) de Jennifer Crusie entre una profesora liberal y demócrata y un abogado conservador y republicano; o esa otra de Emma Barry, Party lines (2015) en que los dos son asesores de políticos, ella hispana y republicana y él, un cínico demócrata.

Ahora parece que hay que tomar un partido, el demócrata, sin duda, y en sus versiones más extremistas. Cada novela tiene que tratar un Gran Tema y lo meten de mala manera, soltando el speech al lector, sermoneándolo. ¿Acaso no metían temas como el maltrato a la mujer, el sexismo o el racismo las autoras anteriores? ¿Lo pobreza, las desigualdades sociales, los abusos de poder? Claro que sí, pero lo entretejían hábilmente en la trama, exponiendo «esto es lo que hay», pero sin regañar, furiosas, al lector.

El wokismo que creo ver en tantas autoras me resulta insufrible. Y ya ni te cuento cuando se ponen en plan lo que yo llamo Juegos reunidos Geyper de la diversidad, tachando casillas: te ponen un personaje de cada una de las letras LGTBQAA+, más un hispano, un afroamericano, un asiático y un judío (ahora ya me imagino que no, que dado el antisemitismo rampante de las universidades, les tocará ser los malos de la película); uno orondo, otro con discapacidad, otro neurodivergente…

Las primeras veces que vi personajes diferentes, diversos, me encantó. ¡Por fin! El mundo es de todos los colores y tendencias, no todos son wasps privilegiados. Me llaman las novelas que tienen algo distinto, como una heroína de cultura hindú o una pareja gay, por ejemplo.

Ahora, con el tiempo, me he dado cuenta de que muchas autoras no se molestan en construir personajes auténticos, con personalidad propia que, además, fueran hispanos o gais, no sé, como el maravilloso Jules de Suzanne Brockmann.

No, ahora tengo la impresión de que, en su empeño de cumplimentar casillas, convierten a los personajes en meros estereotipos, sin personalidad.Flaco favor le hacen a la diversidad.

Con lo cual, en contemporánea, me pasa un poco como con la histórica, cada vez leo menos libros de ahora.

Personajes mal definidos, meros muñequitos recortables a los que le pinchan una identidad y creen que con eso ya está construido. Añade esto a la propaganda política desconectada del argumento… y ya me han perdido.

Y esto me pasa a pesar de que defienden ideas que, en buena medida, coinciden con las mías. No quiero ni pensar en lectores con otras ideas políticas y que, simplemente, quieren distraerse un rato con un buen romance, y algo de picante.

Yo suelo decir que intentar meter ideas en la cabeza de alguien a martillazos solo consigue romper testas, no prejuicios.

Ahora que este señor tan poco agradable ha vuelto a salir presidente, espero que no se dediquen a hiperventilar otra vez. En vez de insistir en lo mismo, quizá sea más sensato intentar volver al camino de admitir que la sociedad es compleja, y que el amor, la familia, la libertad y el respeto al que no piensa como uno deberían estar en primer plano. Las personas, para mí, deberían estar por encima de cualquier ideología.

Con este panorama, ¿qué leo?

Pues me centro más en romances deportivos, en autoras menos conocidas, pero que puedan ser resultonas, y ya si usan la tercera persona, aplaudo con las orejas. 

Eso de poner una lista, ya lo hago otro día.

Something About You  Husband Material The Hating Game  Headliners  People We Meet On Vacation   Heated Rivalry

 

martes, 17 de diciembre de 2024

Memorias (6): Remato el tema de los regencias tradicionales

 



 

¿Qué fue de este tipo de novelas?

 

Los años setenta a los noventa fueron la época dorada de este subgénero. Luego vendieron cada vez menos, porque el gusto lector fue cambiando. 

La lectora de romántica quería más picante, más historias contemporáneas y menos histórica.

Luego ya vinieron otras olas: chick lit, paranormal, erótica después, comedia romántica… Menos ambientación, lenguaje más sencillo.

Ya os dije el otro día: quienes publicaban regencias cortos en los EE. UU., Zebra y Signet, dejaron de hacerlo a principios de los dos mil: en 2005 Zebra y en 2006, Signet.

Las autoras hacía años que se habían pasado a otros subgéneros más lucrativos.

Ahora, ¿queda un nicho de mercado?

Sí, y no.

Hay lectoras como yo, que lo leo, lo disfruto, pero no en exclusiva, sino muy de tarde en tarde. 

Otras lectoras, en cambio, se horrorizan con el fluyente sexo que desborda en el romance actual. Querrían seguir leyendo novelas cuidadas en el lenguaje y la ambientación, y blancas en lo sensual, con estilo sutil y emociones contenidas.

¿Qué opciones tienen, entonces?

Primero: volver a los clásicos. Releer a Georgette Heyer. Abruma la cantidad de ediciones que hay de sus obras. Yo no sé si en vida vendió tanto como ahora. Al menos, seguro que ahora se publica y se vende más que en los noventa.

Las autoras que escribieron regencias al principio de su carrera, han recuperado los derechos de sus obras y ahora las sacan en digital. Puedes leer trads de Loretta Chase o de Putney.

Segundo: el inspirational.

Porque sí, hay novelas publicadas en nuestros días que llaman clean, sweet, family friendly o, sin tapujos, Christian. Editoriales estadounidenses como Avalon Books, Five Star Books o Cerridwen Press (Cotillion) sacan libros de este tipo. La línea de Harlequin equivalente es Love Inspired.

Es un libro muy semejante que, en vez de dirigirse al público en general, se dedica al mercado cristiano conservador.

Son novelas en que se mantiene el gusto por el detalle histórico y la aversión al sexo explícito. Autoras «cristianas» serían Julie Klassen, Julianne Donaldson, Laurie Alice Eakes, o Kaye Dacus. También las cuatro joanes escriben algo en esta línea: Joan Aiken, Joan Smith, Joan Overfield y Joan Wolf.

El problema que yo tengo es que estos modernos regencias «dulces» me resultan un poco beatos. Quiero decir, ni en Austen ni en Heyer sale la religión en primer plano. Se daba por supuesto que todos eran cristianos, e iban a misa, pero no te machacaban con ello. Ahora el mercado para este tipo de libros sí lo es, y se ponen a predicarte, cosa que a mí no me interesa.

Por eso no he leído nada o casi nada de estas cosas cristianas. La única, Carla Kelly, que es una autora de altísima calidad.


 

Mi lista

 

Acabo con las novelas que más me han gustado de este estilo.

De Georgette Heyer, creo que la que más disfruté fue La indomable Sophia (1950), en su versión clásica. Ahora han hecho una versión censurada, quitándole las frases antisemitas. Los que conservan los derechos prefieren hacer eso, con tal de que se siga vendiendo. La novela refleja los prejuicios de la época, no sólo con respecto a judíos, sino que sale también una aristócrata española que es puro cliché. Para mí, los libros son artefactos históricos que hay que leer en su contexto; ofrecer una versión cortada es quitarle parte de su valor histórico. O sea, no es un tipo de comportamiento que me guste, aunque lo entienda. Los peligrosos nunca son los libros o las ideas, sino lo que la gente haga con ellas. Además, en mi opinión, quejarse del antisemitismo de hace setenta años y no hacer nada contra el que existe hoy, que tanto sufrimiento provoca, me parece de una hipocresía insoportable.

También en encantó The Talisman Ring (1936). Otras a las que también puse cuatro estrellas son: The Black Moth (1921), Cotillion (1953), The Unknown Ajax (1959)

1.ª década (1984-1993)

Stella Riley [Juliet Blyth]: The Parfit Knight (1986).⭐⭐⭐⭐⭐

Mary Jo Putney: The rake and the reformer (1989) Davenports #2, 352 págs. Este es un Signet Regency Romance. Lo reescribió como The Rake en 1998, que en España se tradujo como Pecado y virtud. ⭐⭐⭐⭐⭐

Loretta Chase: The devil’s Delilah (1989). Regency Noblemen #2 ⭐⭐⭐⭐

The Parfit Knight     The Rake and the Reformer    The Devil's Delilah

2.ª década (1994-2003)

Carla Kelly: Reforming lord Ragsdale (1995). Signet Regency Romance ⭐⭐⭐⭐⭐

Carla Kelly: Mrs. Drew plays her hand (1994). Signet Regency Romance ⭐⭐⭐⭐

Carla Kelly: One good turn (2001). Signet Regency Romance ⭐⭐⭐⭐

 Reforming Lord Ragsdale    Mrs. Drew Plays Her Hand    One Good Turn

La verdad es que no puedo incluir ninguna novela de este tipo que me haya gustado y que se hayan publicado en las otras dos décadas (de 2004 a 2023) de mi vida lectora de romántica.

 No me resisto a rematar el artículo con las novelas que, según mi base de datos, son las más apreciadas por el público. Aquí no puedo hablar de cada década, ya que se centran sobre todo en los años ochenta. Así que citaré diez muy estimadas, procurando que cada una sea de una autora diferente:

1.      Mary Jo Putney: The Rake and the Reformer (1989), sí, la que luego convirtió en histórica larga y cuyo enlace he dejado más arriba.

2.     Mary Balogh: The secret pearl / La perla secreta (1991), un Signet Regency Romance (SRR)

3.     Carla Kelly: Mrs. Drew plays her hand (1994) SRR

4.     Jo Beverley: Emily and the dark angel (1991) Lovers & Ladies #4

5.     Joan Wolf: His lordship’s mistress (1982) SRR

6.     Anita Mills: The duke's double (1988) SRR

7.      Nonnie St. George: The ideal bride (2003) Zebra Regency (ZR)

8.     Elizabeth Mansfield: Passing fancies (1983) Wyckfield #2

9.     Sheri Cobb South: Weaver takes a wife (1999)

10.  Stella Riley [como Juliet Blyth]: The parfit knight (1986) Rockcliffe #1

 


Hors de categorie. Tenemos a Georgette Heyer, que escribió en una época anterior a todas estas. Unas se ambientan en la Regencia, otras son georgianas y alguna incluso en la época anterior. Y no siempre son novelas cortitas. Os pongo las más apreciadas:

·        Venetia (1958)

·        Devil’s Cub (1932)

·        Frederica (Frederica, 1965)

·        La indomable Sophia (The Grand Sophy, 1950)

·        Esas viejas sombras (These old shades, 1926)

Unas cuantas obras suyas están traducidas al español. Ahora, no os puedo asegurar que se encuentren fácilmente, ya que algunas versiones en español se hicieron en el año de la polka. Lo mejor es mirar a ver si por la red de bibliotecas públicas de tu comunidad autónoma encuentras algo.

 Lo cierto es que el grueso de los trads no se han traducidos. Es un producto bastante específico para el mercado anglosajón, que tuvo su momento y desapareció. Sí que podemos encontrar traducidas algunas de autoras conocidas, de esas que luego se pasaron a la histórica, por lo que en algún caso no hay que descartar que lo que se tradujera fueran versiones posteriores retocadas.

Os pongo ejemplos, uno ya citado antes:

·        La perla secreta, de Mary Balogh (The secret Pearl, un Signet Regency Romance de 1991)

·        La prometida rebelde, de Jo Beverley (An unwilling bride, este es Zebra Regency de 1992)

 

Para saber más:

Termino con unos enlaces que pueden ayudar a quienes quieran saber más de este tipo de libros, o se lancen a leer alguno

Regency England (1790-1830). A Brief IntroductionTo The Era. Sobre modas, costumbres, etc. de la regencia

Exploring regency romance, en Under the Covers.

Glosarios de vocabulario regencil: en la página web de Candice Hern y en otra dedicada a Georgete Heyer y su obra.

Algunos artículos que me han ayudado a redactar esta entrada y comprender mejor el género:

Candice Hern: «What is the difference between a Traditional Regency Romance and a Historical Romance?» .

Elena Greene: «What makes a Regency “Traditional”?» .

Vanessa Riley: «What Happened to the Traditional Regency?».

Elizabeth Camden: «Where did the Traditional Regency go?».