Hoy, día de la Hispanidad, fiesta nacional, toca hablar de una novela en español. No suelo señalar este día en mi blog, porque no tengo, habitualmente, nada potable que comentar aquí y que esté escrito originalmente en castellano. Pero justo este año he dado con una novela estupenda, ambientada en la época de la «gran guerra patria» a la española, o sea, la guerra de la Independencia. Me parece un buen día para compartir esta crítica, aunque tenga que reorganizar un poco el calendario que tenía previsto.
Ay, qué gozada de libro
DATOS GENERALES
Título original: El encargo del maestro Goya
Subgénero: histórica/1810
Fecha: 11/2021
Editorial: Ediciones Pàmies
ISBN 13: 978-84-18491-84-9
Páginas: 448
Encuadernación: rústica
También está en digital y en audio. Yo la leí en digital en la aplicación e-Biblio.
SINOPSIS (tomada de La casa del libro)
1810. En plena guerra napoleónica, Mercedes Velarde emprende un viaje a Santander junto con sus hermanos, Salvador y Marta, para tomar posesión de una herencia. Marta es sordomuda y discípula aventajada del pintor Francisco de Goya, quien, aprovechando el desplazamiento de los hermanos al norte, les encomienda un increíble y arriesgado encargo.
El coronel de la Gendarmería Imperial Claude Cornulier llega a Santander para investigar una serie de denuncias por abusos en el seno del propio ejército de ocupación y resolver el malestar de los civiles franceses afincados en la ciudad, cuyas protestas, por el perjuicio que les causa el gobernador Barthélémy, han llegado a París. Además, al frente del regimiento de la gendarmería, Courlier debe mantener abiertas las rutas de comunicación en la provincia y organizar las escoltas a las columnas de avituallamiento. En un desplazamiento a San Vicente de la Barquera, coincide en el coche de línea con una misteriosa mujer: Mercedes Velarde.
El teniente de navío Alfonso Bustamante vive retirado en el valle de Liébana a causa de las heridas recibidas en la batalla de Trafalgar. Las lesiones no le permiten tomar las armas, pero sí organizar una red de informadores para acosar a las fuerzas invasoras desde el cuartel general de la División Cántabra, ubicado en Potes. Junto a Porlier y Llano Ponte, dirige las guerrillas que acosan al ejército francés en la región. Su vida solitaria se ve alterada cuando se cruza con los hermanos Velarde y su extraño encargo.
Las vidas de todos estos personajes se entrecruzarán en un tiempo de guerra en la que la avaricia, el odio, el miedo y el hambre dictan las leyes, y en el que cada uno lucha por sobrevivir y mantener sus ideales.
¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
A mí me ha gustado un montón, pero no, no aparece alto en mi base de datos, porque ya sabéis que trabajo, sobre todo, con datos de libros en inglés. Esta la tengo más o menos en el puesto 10.000, gracia a que ganó el X Premio de novela histórica Ciudad de Úbeda, y que tiene ese tópico que tanto nos gusta de enemies to lovers.
CRÍTICA
Decía Jennifer Crusie (lo cuento aquí) que «la combinación de lo que tú amas en tus lecturas románticas y lo que no puedes encontrar en ellas define el romance que quieres escribir».
Pues bien, si yo tuviera talento para la ficción, me gustaría escribir novelas como esta. Gracias a la autora, no me queda cargo de conciencia por no ser capaz de hacerlo. Ya las escribe Bargues por mí.
(Al menos, en lo que se refiere a novela romántica histórica. De momento, un male/male romance ambientado en una small town del agro cántabro, no tengo quien me lo escriba…).
Nuestra heroína, Mercedes Velarde (veintitantos, calculo yo), viaja, en pleno 1810, de Madrid a Santander, por temas de herencia. Con ella van sus hermanos Salvador y Marta. Claro que estos tres tienen planes más peligrosos, y que no están relacionados con lo que van a heredar.
Goya no quiere que Santa Casilda (ahora identificada como Santa Isabel de Portugal), de Zurbarán, confiscado por los franceses, abandone España. Así que planea que una discípula suya, la sordomuda Marta (19), haga una copia y dé el cambiazo por el original.
Una pequeña parte de la novela es «de golpe» (heist) o sea, hacer la copia y ver cómo ponerla en lugar del lienzo que se quieren llevar los señores gabachos.
En algún lugar entre Aguilar y Reinosa, los hermanos Velarde son asaltados. Mercedes acaba maltrecha. La acogerá Alfonso (28), un teniente de navío retirado, que forma parte del ejército de patriotas enfrentado a Napoleón. Todas nuestras simpatías están con este héroe sufridor, con su corazoncito; Alfonso conseguirá su amor verdadero pero… no con Mercedes.
Ésta conocerá, camino de Santander, a Claude Cornulier (29), un oficial de la gendarmería francesa que guarda más de un misterio. Una de las partes más intrigantes de la novela es saber exactamente a qué aspira Claude, por qué hace ciertas cosas, qué busca en realidad.
La antipatía de Mercedes hacia el enemigo es inmediata. A la inversa, no ocurre lo mismo: a Claude le gusta lo que ve en esta mujer de carácter. Como es uno de los invasores, por muy cortés que se presente, lo guapo y listo que sea, y protector, y valiente… parece difícil que ella le corresponda.
La mayor parte de la historia se desarrollará en Santander, con las varias líneas argumentales que hacen de éste un libro muy entretenido y que nunca pierde altura.
El fondo de lo que pasa, la ambientación, es terrible: la guerra y los sufrimientos de la población, como es propio de todas las guerras, justas o injustas. La guerra de la Independencia fue un tremendo desastre demográfico (pérdida de población que en algunos sitios llegaron a calcular en un 10 %), económico y cultural. Por todo el cariño con que trataron a los españoles de entonces primero los franceses, y luego los «aliados» británcios. Aquí se ve parte de eso. ¿Cómo sobrevivir en medio del sindiós de patriotas y guerrilleros, josefinos afrancesados y franceses de origen? Cada uno tirando por lo suyo y sin poder fiarse de nadie.
Me impresionó leer sobre cómo se vivieron aquellos años en Cantabria, qué parte controlaba el ejército francés, qué parte no, cómo vivían los ciudadanos sometidos al invasor. Confieso mi ignorancia sobre esa época.
Me parece de lo mejor que he leído de la autora hasta el momento.
Le doy un notable, cuatro estrellas. Añado otra adicional por las montañas, mis amadas y pateadas montañas.
Bravo por el jurado del premio Ciudad de Úbeda de novela histórica, por atreverse a premiar una tan desvergonzadamente romántica.
Porque sí, esto es novela romántica histórica, a pesar de quienes dicen que no. Si tiene un final feliz, para mí califica como romántica.
Lo que pasa es que es novela tipo Por el corazón de mi dama, de Laura Kinsale o Catalina, duquesa de Lancaster de Anya Seton. Se cuida mucho la reconstrucción histórica, para lograr la imagen más verosímil posible del pasado. Pero sin perder el happy ending amoroso.
Me recuerda lo que dije en la crítica de Por el corazón de mi dama. Estas novelas que no tienen que ver con las «ligeras fantasías pseudohistóricas» de Garwood, Lindsey o —añadiría hoy—, Julia Quinn. Se relacionan «más con la novela histórica a secas, no con la romántica; para entendernos, más con un edhasa tapa dura que con un harlequín rústica».
Lo que ocurre con novelas así es que hay un problema «de casting lector. A muchos aficionados de romántica les puede parecer difícil (…) A los aficionados a la novela histórica Edhasa les puede resultar un desperdicio tanta recreación y talento narrativo para contar “una simple historia de amor”».
Para que te gusten y las disfrutes, tienes que ser aficionado a la historia y al romance, las dos cosas; si no, te van a aburrir.
No hay más que ver los comentarios en Goodreads para darse cuenta que eso es precisamente lo que puede ocurrir aquí. Los únicos dos que parecen lectores masculinos objetan lo mismo: el uno, echa en falta más situaciones históricas y «menos historias de amor», el otro dice que no le ha gustado «que lo importante de la novela son las historias de amor».
Al lector de sexo masculino, por lo general (habrá excepciones), el amor no les interesa, y menos cuando la cosa acaba bien. El ideal romántico masculino parece ser Titanic o Los puentes de Madison, antes que Sentido y sensibilidad. El happy ending les da urticaria.
Otra se queja de que se ponga a Goya en el título cuando no tiene nada que ver con Goya. Es cierto que Goya aparece muy poco; el nombre del libro puede sonar a gancho comercial.
De todas formas, lo dicho, me ha encantado y seguiré leyendo a la autora.
Valoración personal: excelente, 5
Se la recomendaría a: quien guste de la novela histórica con romance incluido.
Otras críticas de la novela:
Como no he podido encontrar críticas en las páginas habituales de romántica, allá van algunos enlaces que pueden ser útiles, incluidos algunos que pone la propia autora en su página web. No es de gente que lea novela histórica romántica, advierto.
Las lecturas de Guillermo, en You Tube.
Noticia sobre el premio, en 20 minutos.
Presentación de la novela en Escritores cántabros.
Últimas reflexiones, que es domingo, y no tengo compromisos hasta el mediodía.
Como comenté en Goodreads, esta novela me reconcilia con el género en español.
Sí, ya sé que hay autoras en español que han escrito libros muy buenos. Más de uno he comentado aquí, con gusto, de Marisa Sicilia, la argentina Florencia Bonelli, Mónica Peñalver, África Ruh o Ángeles Ibirika. Lo que pasa es que son novelas que descubro muy de tarde en tarde. Y no son precisamente los nombres que más suenan, ni los que ves en las librerías.
Me desespera ver que una obra tan estupenda como El encargo del maestro Goya sólo tenga ocho críticas en Goodreads, cuando cualquier gilipollez de los innombrables patrios tienen miles de valoraciones.
El encargo del maestro Goya es, justamente, el tipo de novela que quiero leer en histórica: amena, bien contada, en un español correcto, con peripecias constantes, personajes muy interesantes, su puntito de misterio, y ambientadas con verosimilitud en un episodio de nuestra propia historia.
Reconozco que soy algo rarita como lectora. Tengo mis gustos, y de ahí es difícil sacarme. A ver si puedo explicarme un poco mejor.
Prefiero novelas bien escritas, en español correcto, sin faltas de ortografía ni desórdenes gramaticales. Mucho de lo que he leído en español es para mandar a las autoras a hacer la EGB por la que yo pasé.
Luego quiero cosas tontas, fíjate tú: que una novela, género narrativo por excelencia, tenga exposición-nudo-desenlace, un relato ordenado, sin saltos locos; caracterización de personajes por lo que dicen y hacen; nada de infodump; diálogos con sentido y su pizca de ingenio; arcos de personajes lógicos, que haya cambio, evolución, y que eso venga, al menos en parte, por la historia de amor; fuera todo machismo salvo exigencias del guion; y si hay sexo, con un par de escenas, vale, no me lo llenes todo de chorreos que no van a ninguna parte... lo cual enlaza con lo fundamental: 1) cada palabra, cada escena, en una novela, tiene que estar ahí por algo (lo que siempre se llamó la pistola de Chéjov de toda la vida). 2) Show don't tell.
Para rematar mi carta a los RR. MM.: que los escritores tengan algo de cultura, que sepan un mínimo de historia, de arte, geografía, ciencia y técnica, especialmente si hablan de otros tiempos. Por decirlo en sentido contrario: me da vergüenza ajena ver que son unos zotes y no pasarían un test de cultura general. Admito el anacronismo del amor romántico en otras épocas, pero no patatas en una mesa medieval, o que el sol salga por una ventana orientada el Oeste. Estas cosas me sacan de la historia.
En inglés, que no es mi lengua materna, o hablando de otra cultura diferente, no me cosco de estas cosas. Pero cuando se refiere a la lengua, vida o historia de lo que la Pepa llamó «españoles de ambos hemisferios», ahí no puedo dejar de ver estas incorrecciones.
Luego es verdad que ninguna novela es perfecta, a todas las puedes sacar punta. Pero hay escritores tan buenos que, incluso con algún defecto, me enamoran con sus historias, quedo colgada de sus palabras y no puedo parar de leer, cerrando el libro con una sonrisa tras el deseado final feliz.
Ciertamente, ando muy metida en la blogosfera romántica en inglés, y ahí puedo descubrir autoras nuevas a precios rebajados, o con freebies promocionales, por lo que a lo largo del año, pruebo muchísimo más en ese idioma que en el mío. Y no, no estoy pidiendo que me regalen nada. Las pocas veces que lo han hecho autores en español, lo he rechazado, porque se han dirigido a mí en particular, buscando que les haga publicidad en mi blog, con novelas que no me interesan y no, yo no estoy para eso.
Lo que digo es que hay formas de llamar la atención de nuevos lectores dirigidos a un público más amplio, que aquí no veo que se utilicen. A Tal Bauer, por ejemplo, lo probé porque estaba en Kindle Unlimited, y me he leído prácticamente toda su producción. Como ya no uso KU, el último libro lo he comprado a precio real y tengo pensado adquirir en papel los que más me gustan de su producción. A Toni Anderson, Louise Dawn y Carolyn Crane las descubrí en una antología de suspense romántico actual en que varias autoras ponían sus libros y, o bien me llegó gratis por estar apuntada a la lista de una autora, o bien la compré muy rebajada de precio. Eran como diez novelas de longitud normal, una bicoca. Luego, compro sus libros a precio real. Por estar suscrita al correo de varias autoras y grupos de escritoras que aúnan esfuerzos, de vez en cuando ponen en mi camino algún libro gratis que ofrecen no a mi en particular, sino a todos los lectores que están en esa lista. Luego tenemos NetGalley y Masa Crítica de Babelio, aunque yo en ninguna de las dos rasco mucho, pero bueno, están ahí. Estas iniciativas no las veo generalizadas en español. Así que no me arriesgo a pagar todo el precio por autoras que sonarán mucho pero que yo no sé si a mi, con mis rarezas, me van a gustar.
Lo intento cuando voy a alguna librería de las de verdad (o El Corte inglés) y hojeo las novelas expuestas en español. Acabo no comprando nada porque no me llaman.
Bueno, con esto ya termino mis reflexiones de un día festivo. Ojalá en el futuro pueda leer más novelas escritas originalmente en español, de este o el otro lado del charco, que me resulten de cuatro o cinco estrellas.
Que paséis un buen día, y felicidades a todas las Pilares.
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