jueves, 6 de diciembre de 2018

Crítica: “La playa del irlandés”, de Elena Bargues


Pero qué novelas históricas más entretenidas


DATOS GENERALES

Título original: La playa del irlandés
Subgénero: histórica / 1632
Editorial: Romantic Ediciones
1ª Edición: 3/2015 (Ebook) y 3/2016 (papel)


Los irlandeses, perseguidos por la política inglesa y por el hambre, se alistan al servicio de su majestad Felipe IV. La flota más famosa de corsarios decide afincarse en Ribadesella. Patrick Ó Duinn es uno de sus cabos y sueña con una muchacha que conoció en San Sebastián.
Doña Leonor de Cárdenas es hija del duque de Maqueda, armador de barcos con patente de corso. En secreto, sigue los pasos de su padre y arma un barco corsario, contratando a un administrador como testaferro. Ella tampoco ha podido olvidar a aquel irlandés que en San Sebastián le regaló un hermoso colgante.

Una novela con un cuidado y documentado trasfondo histórico sobre los corsarios de la cornisa cantábrica y una historia sobre dos personas que se enamoran de quien no deben y que lucharán por seguir adelante con su vida: una en la Corte y otra en el mar, pero el destino juega sus cartas de otra forma.

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No. La leí solo porque me gustó mucho El valor de una condesa. 

CRÍTICA

Esta Playa del irlandés me ha enamorado mucho, aunque tiene cositas que la rebajan un poco en mi aprecio. Quiero que entendáis que a mí me gusta la novela histórica. Así, a palo seco, no la romántica. Desde la que tiene más calidad literaria tipo Haase o Graves hasta la más comercial de Posteguillo.
El principal mérito de esta novela, para mí, es esa recreación del corso cantábrico en época de Felipe IV, que no era sino otra forma de guerra naval que intentaba quebrantar económicamente al enemigo.
(Con lo cual si a ti el corso, Felipe IV y la historia te deja fría, pues igual esta novela no te dirá nada).
Parte de un hecho histórico, los irlandeses que, con patente de corso de la Corona española, atacaban a los enemigos de esta, sobre todo franceses, por la zona del mar Cantábrico, el golfo de Vizcaya, el canal de La Mancha y hasta el mar del Norte.
Uno de esos atractivos mocetones es Patrick. De jovencito, vio como los ingleses asesinaban a toda su familia. Salió de najas para no sufrir la misma suerte. Ya corsario, conoce a una niña noble, Leonor. Los dos se echan el ojo, pero cualquier cosa entre ellos es imposible.
Leonor, como dama de la aristocracia, tiene que casarse bien y dar un heredero a su marido. Sí, se casa, y no, el esposo no es ningún mal bicho. Como hija de un noble emprendedor, Leonor decide invertir en empresas navales.
Madrid y la corte no son el entorno que más le gusta, sino estas costas cantábricas, un paisaje que me es tan cercano y familiar que me encantó verlo en la novela. Mar bravío, rías, ondulaciones verdes, acantilados y playas.
A lo largo de los años, se encontrarán y se separarán, y resignándose a un amor tan imposible.
¿Cosas que me han gustado?
Ya se ve, la ambientación. La autora se ha esforzado en reconstruir los ataques corsarios, la terminología marinera, pero sin entrar en tantísimo detalle como Patrick O’Brien, así que es muy llevadero, te engancha sin llegar a aburrir.
Para mí esto es notabilísimo y lo que le da un valor añadido a la historia. Si no te van las aventuras marinas, te puede aburrir.
 
Vista de la playa de Santa Marina, en Ribadesella, creo que no es igual que la del siglo XVII (por la nota de la autora al final), pero te haces a la idea del entorno de esta novela.
Alguna palabra o idea me sonaba muy moderna, pero no vi nada que me sacara de la historia.
Y, oye, no nos vamos a engañar, da gusto ver, por una vez, a los de la pérfida Albión y los gabachos como los malos de la historia. Pero sin hacer sangre, todo como muy real, las cosas eran así, peleas dinásticas en que había diversidad nacional en cada uno de los bandos, o sea, una historia nada nacionalista.
Los protagonistas resultan muy atractivos. Asumen su lugar en el mundo, se resignan, aceptan, pero están enamorados hasta las cachas, y cuando tienen la tentación demasiado cerca, no saben resistirse. La tensión amorosa está bastante lograda pero ojo, sus interacciones están limitadas porque se pasan separados durante muchos momentos del libro.
Elude por completo uno de los dos principales problemas de la romántica en español, el machismo de los protas. Está claro que a Bargues no le van los «héroes» de la vieja escuela. ¡Bien!
Los secundarios tienen personalidad propia, muy marcados. Destacaría al padre, cumplidor de las normas del mundo, pero con su punto desprejuiciado que le hace financiar el corso. Como noble preocupado por su honor y el de su familia no es plan «oh, es fantástico todo lo que hace mi hija» en plan padre televisivo del siglo XXI. No, qué va, lo suyo es «quiero y protejo a mi hija, pero si algo no la conviene, pensaré mucho qué es lo que hay que hacer…».
El estilo en general cumple y es competente,… en un 99% de la novela. Voy a detallar un poco el 1% restante. Quiero ayudar, de verdad.
No me refiero a las erratas que se pueden encontrar en casi cualquier libro.
El segundo problema que yo les veo a las autoras españolas es que se empeñan en acumular adjetivos. Es lo que yo llamo «complejo Onetti» y que, al parecer, le viene de Faulkner.
¡Tres!
Las blancas, pequeñas y bien formadas manos no abarcaban la morena, fuerte y áspera de él
¡O incluso cuatro!
Amante carne, inflamada, palpitante, febril…
Bueno, inflamada en realidad sería más bien participio, creo, en cualquier caso, too much for me.
Afortunadamente, solo ocurrió un par de veces en toda la novela.
También encontré alguna cosa trilladita como «ardua tarea» y «rojos labios» Por favor, autoras, evitadme los esfuerzos ímprobos, los espectáculos dantescos y los incendios pavorosos.
Me rechinaron los dientes con dos exónimos sin traducir: Bordeaux en vez de Burdeos o Loire en vez de Loira. Aquí, artículo de Fundéu que remite a otro de El Tiempo (Colombia) que explica lo que son y cómo hay que usarlos. 
Luego me pegó un puñetazo en los ojos su «punto y final» (Posición 1709).
Que no, que no, qué mal, que el punto es final.
Como ya lo he dicho muchas veces, enlazo a la recomendación Fundéu para que lo explique.
Pasando de las tonterías idiomáticas al amor y el sexo, ¿qué hay de lo mío?
Pues ahí flojea más. La tensión amorosa sí que está lograda ¿se encontrarán de nuevo, o no? Se les nota enamorados, ¿cómo tendrán su final feliz? Pero con escasa interacción.
Sexo, poquito, y escrito de esa manera tan metafórica que, como dije en la otra novela, como menciona la palabra orgasmo, supongo que al menos la muchacha se lo habrá pasado bien.
La recomiendo, sobre todo, si te gusta la novela histórica, porque es muy amena. Si buscas sexo apasionado o momentos intensamente románticos y te la trae al pairo el tema marino, pues igual no es tu novela.
Valoración personal: notable, 4

Se la recomendaría a: quienes gusten de la novela histórica.

Otras críticas de la novela:

En la sinopsis de El rincón de la novela romántica viene incluida crítica de Elsa y comentario de Luciago.
A Nieves, de Críticas, reseñas y opiniones de libros, le gusto y dice que esta autora es una de sus favoritas en romántica-histórica.
Para Lady Isabella, del blog Promesas de amor, es una novela magnífica.
Para Otro romance más esta novela fue una grata sorpresa pero, advierte, «no es la típica lectura ligera y entretenida».
3.9 tenía en Goodreads la última vez que miré.
Es curioso, siempre pensé que si me iba a aficionar a la novela romántica histórica en español, sería con alguno de los grandes nombres, como Nieves Hidalgo o la argentina Florencia Bonelli.
Y no, de momento las que más me están gustando son dos autoras que me parecen prácticamente desconocidas, África Ruh y Elena Bargues. En esto se ve que cada lector somos un mundo. También hace años disfruté de una novela de Mónica Peñalver. Igual es que soy rarita.

Como reseñar un libro escrito en español es meterse en territorio comanche, doy por reproducido mi habitual...



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