Una buena de la
vieja escuela que ha envejecido mal
DATOS GENERALES
Título original: Morning song
Subgénero: histórica /
1840-1841
Fecha de publicación
original en inglés: 1990
Páginas: 400
Edición en español (que
yo conozca)
Traductor: Aníbal Leal
Fecha: 1991
Publicación: Javier
Vergara Editor, S. A. / Buenos Aires
Páginas: 377
SINOPSIS (de la
contraportada)
La indómita y salvaje Jessica Lindsay, de 18 años, es una
joven que no resulta demasiado atractiva. Cuando el cazador de fortunas James Edward llega a la ciudad, se
dedica a cortejar a la rica y viuda madrastra de Jessica, con la que acaba
casándose.
Después de unos días,
las fricciones entre Edward y Jessica se acentúan hasta que la situación se
vuelve insoportable para él. Mientras tanto, descubre que la joven es una
hermosa mujer y ella empieza a sentirse atraída por el villano. Jessica intenta
escapar de esta pasión que se está gestando entre ellos, pero Edward la
persigue,deseoso por contribuir a la felicidad de esta joven que ha cambiado su
vida y sin la cual él ya no puede vivir…
¿Entra dentro
de “Lo mejor de la novela romántica”?
Bueno, entró en mi lista de las mil mejores novelas románticas de 2017,
en el puesto 871; luego, en la
edición de 2019, cayó y ya no estaba entre las mil mejores. Ahora anda por el
puesto 1850, más o menos. Ha estado entre las novelas mejor consideradas por El
rincón de la novela romántica, hasta el punto de entrar en su «ajuar de la
lectora romántica». En la lista Top 1000 de Book Binge aparecía la 450.
CRÍTICA
En enero de 1990 se publicó esta
novela de Karen Robards, de la que yo tengo por casa un ejemplar argentino
titulado Canción del amanecer;
ediciones españolas más recientes dicen Canción
de amanecer. Así que, como cumple treinta años, la he releído para comentarla.
Mi impresión es que la autora visitó
una de esas casas impresionantes del sur, con sus columnas y sus galerías, y
empezó a fantasear con la historia de una jovencita del sur antes de la Guerra
de Secesión: Jessie.
Algo regordeta, tiene la desgracia
de ser huérfana, tutelada por una malvada madrastra. Entra en escena el hombre
alto, moreno, vestido de punta en blanco, con su punto canalla, y le tira los
tejos a la rica viuda.
Ellas no lo saben, pero en realidad
es un tahúr del Misisipí (Clive) que se hace pasar por otro (Stuart) a ver si
pilla una plantación. Un cazador de fortunas, en una palabra.
La jovencita cabalga enfurecida y
come poco, así que pierde kilos, y con un cambio de vestuario florece como un
espléndido cisne pelirrojo, con esos vestidos detalladamente descritos,
imaginándose, ya lo veo, como si estuviera en la fiesta campestre de Lo que el viento se llevó.
Jessie le odia, pero al mismo tiempo
se siente atraída por él. Tras la boda, la tregua entre ellos se transforma en
algo parecido a una amistad. Jessie piensa:
«Él se había convertido rápidamente en padre, hermano y amigo. Todo una envoltura increíblemente atractiva».
Jessie y Clive acabarán ambos fogosamente
enamorados, sin que ella sepa quién es él, en realidad. La autora supo plasmar
toda la sensualidad pegajosa y ardiente que –creo yo–imaginó la autora en un
ambiente tan cálido como el del delta del Misisipí.
Es una novela de entretenimiento muy
bien escrita, es decir, sin pretensiones literarias, con una magnífica tensión
sexual entre estos dos que se odian-se aman, y llevándote muy bien de un
acontecimiento a otro hasta el final. Escenas eróticas hay unas poquitas,
bastante extensas.
¿El problema? Puf, todo lo demás.
Cosas que igual me resultaban indiferentes allá en los noventa y que ahora me
hacen crujir los dientes.
Hay machismo no solo en ciertos
insultos, sino agresiones físicas, como un bofetón que Clive da a Jessie al
poco de conocerla, porque cree que Jessie es una niñata malcriada. Hay
amenazas, intimidación, llegan a encerrar a Jessie en su habitación… Encontramos
uno de esos «besos punitivos» tan propios de aquella época, una riña en la que
acabarán llegando a las manos, forcejeando, él la besa, ella lo abofetea, en
otro momento le dará un puñetazo en sus partes,… Todo muy físico, como veis, maltrato
doméstico por ambas partes.
No falta alguna relación sexual no
del todo consentida, porque ella duerme, ya sabéis, el planteamiento «yo tiro pa’lante,
que si ella no quiere, ya dirá que no y pateará o me golpeará para mostrar su
resistencia».
Es difícil ignorar el hecho de que
se ambienta en el Sur esclavista. La riqueza de los protagonistas viene del
trabajo esclavo. La ambición de Clive en la vida ha sido siempre convertirse en señor
de plantación, y quiere conseguirlo como sea, a las cartas o casándose con una
viuda rica. El hecho de que se sostenga con el trabajo esclavo no les hace ni
pestañear. A ninguno.
Los personajes de los esclavos son
aquí totalmente naïf: se supone que quieren
a su dueña y ellos a ella. Unidimensionales, sólo aparecen al servicio de la
heroína, nada se sabe de su vida o sus pensamientos al margen de ella. Jessie los
considera «su gente, su responsabilidad y su única familia real». Son
trabajadores y bondadosos, hasta compiten entre ellos a ver quién recoge el
algodón más rápido y regresan a sus cabañas cantando espirituales. Vamos, si eso
no es fantasía de mujer de piel blanca que se ve como Escarlata O’Hara, apaga y vámonos.
Encuentro más de una frase muy
incómoda. Te cuenta que Mimosa, la plantación, era...
«una propiedad formada por más de cinco mil hectáreas de plantaciones de algodón, un aserradero, un molino, una herrería y novecientos noventa y dos esclavos adultos».
En otro momento, hablan de Faraón,
quien «conocía la plantación tan bien como Brantley. Si no hubiera sido
esclavo, Mimosa no habría necesitado buscar más lejos para hallar un nuevo
capataz». Entonces, ¿por qué no lo manumites y lo contratas con un sueldo
decente? ¿Es porque los libertos no podían desempeñar ciertos trabajos, o
porque se iría huyendo por piernas de un mundo de esclavos?
Se supone que Jessie está muy
próxima a Tudi, señora mayor, y a Sissie, una esclava joven. Pues de repente,
Jessie repara en que a Sissie la rondan los hombres, así que...
«debía hablar con Stuart acerca de la necesidad de encontrar marido a la muchacha entre la gente de Mimosa, antes de que ella se enamorase de un hombre de otra plantación, lo cual podría provocar interminables complicaciones».
Al lado del tema de la esclavitud,
otras objeciones morales son menores, pero están ahí. Lo primero que ves del personaje
de Clive es que mata a una persona solo porque le ha robado dinero; sin
pestañear à Asesinato.
Luego está el «pequeño detalle» de
que Clive está casado con Celia, la madrastra de Jessie à Adulterio.
Más aún, dada la diferencia de edad,
y la posición de poder que Stuart/Clive tiene sobre Jessie, como cabeza de
familia à un poquito de
prevalimiento.
A ver, si eres una lectora de
romántica capaz de abstraerse de estas cosas chirriantes diciéndote simplemente
que en aquella época las cosas eran así, es posible que disfrutes de esta novela
de amor y pasión muy bien contada. Que lo políticamente correcto no te amargue
la lectura.
Pero no te la recomiendo si te pasa
como a mí, que a pesar de que tengo la manga muy ancha y puedo muchas veces quitarme las gafas violetas y la conciencia social, e intentar ignorar prejuicios y estereotipos que usan al hablar de cualquier cosa de origen mediterráneo, o hispanoamericano... otras... se me hace muy cuesta arriba, como me pasó aquí: me resultó demasiado incómodo leer esta novela.
Valoración personal: allá tú, 2
Avon, 1/1990 |
Se la recomendaría a: quienes disfruten de novelas
históricas de la vieja escuela, sin que les incordien detalles muy pasados.
Otras críticas de la novela:
En El rincón de la novela romántica hay tres críticas. Las tres apuntan los
aspectos problemáticos de la novela y, sin embargo, acaban poniéndola bien:
así, Irdala reconoce que es amena e interesante, y que no decae en ningún
momento; Anita hasta agradece la parte políticamente incorrecta, porque la hace
más real y la considera una gran novela y para Azalea, es un libro que te
atrapa aunque tenga «personajes muy estereotipados que se alejan de los
cánones actuales».
Me llaman la atención
dos cosas. Primero, la reflexión de Irdala de que las escritoras escribían
entonces cosas más a su gusto y menos pensando en las lectoras, que hoy se lo
piensan mejor para no herir susceptibilidades. No lo sé, ¿no sería más bien que
pensaban en el mercado de lectoras wasp del sur de los EE. UU.? La otra es
que, entre la parte problemática, no aluden particularmente a la esclavitud,
sino las agresiones físicas entre ellos, el adulterio o la diferencia de edad.
Y a mí justamente es el tema de la esclavitud lo que me incomoda más.
Fani, An Astralromances, le da un 8.
Sonia (La comunidad del libro) hizo una
relectura del libro y comentó: Lo que a
mi me gusta de este libro es que se aleja de lo que hoy llamaríamos
“politicamente correcto”.
Paso al inglés. Reseña
en Publishers Weekly.
Sinopsis y análisis en
All Readers.com.
Y como no encuentro
nada más, os dejo enlace a su página en Good Reads donde tiene 3.83 estrellas
como valoración media.